ISSN impreso: 0186-0348

ISSN electrónico: 2395-8464

El mercado matrimonial de las familias tradicionales argentinas, 1900–1940. Algunas dimensiones y tendencias

The Marriage Market of Traditional Argentinean Families, 1900–1940. Some Aspects and Trends

Leandro Losada

Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas, Argentina

INFORMACIN SOBRE EL AUTOR:

Leandro Losada. Doctor en Historia por la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN). Investigador del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas, Argentina) y del Instituto de Estudios Histrico Sociales (IEHS), de la UNICEN. Especialista en historia social, enfocado en las elites en Argentina. Autor de La alta sociedad en la Buenos Aires de la belle poque (2008) y de Historia de las elites en la Argentina. Desde la conquista al surgimiento del peronismo (2009). Editor de Esplendores del Centenario. Relatos de la elite argentina desde Europa y los Estados Unidos (2010). Obtuvo becas, subsidios y premios de varias instituciones: Fundacin Carolina, Fondo Nacional de las Artes, Agencia Nacional de Promocin Cientfica y Tecnolgica, CONICET, Presidencia de la Nacin, Academia Nacional de la Historia, entre otras. Se desempea como profesor en la UNICEN y en la Universidad Torcuato Di Telia.

Fecha de recepcin: octubre de 2010 Fecha de aceptacin: febrero de 2011

Resumen

El artculo estudia el mercado matrimonial de las familias tradicionales argentinas entre 1900 y 1940, a partir de una muestra de 550 casamientos y del anlisis de sus pautas sociales y culturales. El periodo elegido incluye el momento de mximo esplendor de esas familias en la sociedad argentina (entre 1900 y mediados de la dcada de 1910 aproximadamente) as como el arco temporal en que se produjo el ocaso de su gravitacin (las dcadas de 1920 y 1930). El propsito es pensar la relacin entre las pautas matrimoniales y el ascenso y la declinacin de la elite tradicional, un problema hasta el momento descuidado por la historiografa argentina.

Palabras clave: Elite argentina, mercado matrimonial, endogamia, exogamia, centenario, entreguerras.

Abstract

The article studies the marriage market of traditional Argentinean families between 1900 and 1940 on the basis of a study of 550 marriages and the analysis of their social and cultural patterns. The period chosen includes the florescence of these families in Argentinean society (approximately between 1900 and the middle of the 1910s) as well as the are of time during which they declined (the 1920s and 1930s). The aim is to explore the link between marriage patterns and the rise and fall of the traditional elite, a problem that has so far been neglected by Argentinean historiography.

Key words: Argentinean elite, marriage market, endogamy, exogamy, centenary, interwar period.

El propsito de este trabajo es ofrecer un retrato de las pautas matrimoniales de las familias tradicionales argentinas entre los aos 1900 y 1940. Conocer las tendencias del mercado matrimonial de estas familias a lo largo de los aos referidos es relevante por varias razones.

La principal es que desde fines del siglo XIX integraron la alta sociedad argentina, alcanzando un esplendor y una primaca en la sociedad que se extendi, al menos, hasta mediados de la dcada de 1910. Estas familias pueden distinguirse en tres grandes ramas: familias porteas de races coloniales; familias fundadas por inmigrantes y extranjeros que haban ascendido socialmente en los dos primeros tercios del ochocientos, y familias de las provincias del Interior del pas. Los vnculos entre ellas se estrecharon hacia la dcada de 1880, al comps de la integracin econmica y poltica de Argentina: las ltimas en sumarse al elenco de la alta sociedad fueron las familias del Interior que nutrieron el ncleo del nuevo partido en el poder, el Partido Autonomista Nacional (PAN), y que por esa razn se radicaron en Buenos Aires al comenzar los aos ochenta. En consecuencia, entre 1880 y 1910 aproximadamente, estas familias formaron un actor colectivo; edificaron una identidad de pertenencia en la que se conjugaron los tonos aristocrticos y la nocin de constituir el ncleo tradicional o fundacional del pas (el patriciado), y disfrutaron de una belle poque facilitada por la prosperidad econmica posterior a la crisis de 1890, gracias a la cual se convirtieron en el crculo de ms alto estatus de la sociedad.1

Desde mediados de la dcada de 1910, y a lo largo de las de 1920 y 1930, el escenario se modific profundamente. Los cambios polticos (la reforma electoral que estableci el sufragio secreto, obligatorio y universal en 1912; el triunfo de la Unin Cvica Radical en 1916 despus de 36 aos de hegemona del PAN), econmicos (las dificultades del sector rural), culturales y sociales (los avances educativos de la poblacin; la metamorfosis provocada por la inmigracin; la constitucin de sectores medios) condensados por entonces, desplazaron, por su misma dinmica, la centralidad de las familias tradicionales en la composicin de las elites argentinas.2

Por lo tanto, trazar una mirada que abarque las cuatro primeras dcadas del siglo XX permite poner en perspectiva los aos de mayor gravitacin de las familias tradicionales y el arco temporal en el que se produjo el eclipse de esa gravitacin. Este trabajo parte de la premisa de que el estudio de las pautas matrimoniales entre 1900 y 1940 puede ofrecer argumentos tiles para pensar cmo este actor social afront los efectos de un escenario que reacomod su lugar en la sociedad argentina.

Vale agregar, finalmente, que entre las motivaciones del presente artculo tambin se cuenta la de que sus hiptesis y afirmaciones sirvan para reflexionar sobre las pautas matrimoniales de otras elites latinoamericanas. La porosidad de la clase alta argentina hasta bien entrado el siglo XIX, su definitiva constitucin en las ltimas dcadas de dicha centuria y la heterogeneidad que, a raz de ello, recubri a su elenco, segn se seal ms arriba, constituyen una singularidad de este grupo social en relacin con algunos de sus pares latinoamericanos, cuya composicin y mercado matrimonial hasta fines del siglo XIX tuvieron rasgos ms cerrados, o, al menos, ms estables y homogneos.3 Por ello se espera que los resultados desplegados en las pginas que siguen abran la posibilidad de trabajos futuros orientados a una dimensin comparativa, as como que alienten el dilogo y la discusin con las investigaciones de otras historiografas dedicadas al estudio de las elites latinoamericanas y sus mercados matrimoniales.

EL PROBLEMA: PAUTAS MATRIMONIALES Y REPRODUCCIN SOCIAL DE LAS ELITES

En la historiografa argentina los estudios abocados a las elites tienen dos marcas preponderantes.4 Por un lado, son ms abundantes para el periodo colonial y el siglo XIX.5 Es plausible sealar que la razn de ello es que el protagonismo histrico, la relevancia de dichos actores sociales como puerta de entrada a las coordenadas que marcaron el pulso de la historia argentina, es sin duda mayor para investigaciones ancladas en esos periodos que para las volcadas a la Argentina "democrtica" del siglo XX.6 Las transformaciones ocurridas en las tres primeras dcadas del novecientos, como ya se dijo, desplazaron por su misma dinmica la centralidad de las elites. Sin embargo, la inexorable declinacin que deline este escenario y la experiencia, ante ella, de los grupos sociales preeminentes hasta el Centenario de la Revolucin de Mayo (1910), no han concitado, hasta el momento, demasiada atencin entre los historiadores.7

El segundo rasgo de la historiografa argentina sobre las elites es que las investigaciones han sido mayoritariamente de historia poltica y econmica, as como de las ideas. Problemas ms estrechamente relacionados con la dimensin social (sociabilidades, composicin, identidades) han sido objeto de menor cantidad de estudios, o incluso fueron incorporados en textos anclados en problemas polticos o econmicos.

Las pautas matrimoniales, concretamente, a menudo fueron abordadas por investigaciones interesadas en la estructuracin de negocios y empresas, o en la delineacin de agrupamientos polticos. Por las razones arriba comentadas, esta literatura es caracterstica de la historiografa colonial y del siglo XIX, en especial de la dedicada a la primera mitad, y de trabajos que, para abordar tales problemas, abrevaron en propuestas metodolgicas tambin diversas, desde las historias de familia hasta los enfoques de redes.8 Los estudios ms cabalmente preocupados por la dimensin social de las elites en el ochocientos no necesariamente abordaron las pautas matrimoniales, pues sus objetos de inters fueron otros, como las instancias de sociabilidad.9 Por ello, la bibliografa ms abundante sobre problemas parecidos a los que aqu interesan se encuentra en las investigaciones abocadas a la inmigracin masiva ocurrida en el cambio del siglo XIX al XX, en especial aquellas concentradas en los ritmos y en los modos de integracin de los inmigrantes a la sociedad argentina, dado que, para ello, las pautas matrimoniales fueron una dimensin de anlisis clave.10

El vaco historiogrfico sobre las pautas matrimoniales de la elite argentina en el pasaje del siglo XIX al XX es curioso, considerando que es una dimensin crucial para explorar cmo afront su reproduccin social en una sociedad estructuralmente transformada. La teora de las elites, y algunas evidencias aportadas por la historiografa recin comentada, as como las brindadas por investigaciones dedicadas a otros casos nacionales, ofrecen sugerentes alternativas para pensar la relacin entre mercado matrimonial y reproduccin social de las elites. Mencionmoslas brevemente.

La teora de las elites, en especial a travs de Pareto, propuso que el cierre excesivo puede ser perjudicial para una elite dominante, al anquilosarla, y que la apertura, desde ya gradual y regulada, es necesaria para una saludable renovacin.11 Esta ltima posibilidad ha sido demostrada para las elites argentinas del periodo virreinal e independiente: la renovacin de sus filas, en general a travs de las mujeres, fue una conducta extendida entre las elites mercantiles del Buenos Aires virreinal y tambin (aunque de manera ms moderada), entre las elites virreinales del Interior, considerndose comportamientos cruciales para la perduracin de su posicin econmica.12 En un sentido concomitante, para momentos ms tempranos del periodo colonial en Buenos Aires, se ha mostrado que el cierre de sus sectores ms tradicionales los perjudic social, econmica e incluso polticamente al bloquear la incorporacin de nuevos poseedores de riqueza.13

Por otro lado, investigaciones abocadas a elites de otros pases en el pasaje del siglo XIX al XX, han mostrado que la dilatacin de las fronteras del mercado matrimonial (sntoma en s misma de declinacin social), provoc su erosin como grupo social, aunque no necesariamente el hundimiento de todos sus integrantes: ocurri que la supervivencia social y econmica de estos, facilitada por la exogamia, se dio de forma paralela al desdibujamiento de la identidad de grupo, generado, justamente, por el aflojamiento del mercado matrimonial. La aristocracia britnica de entreguerras es ejemplar al respecto: algunos de sus miembros lograron evitar la debacle econmica vinculndose con acaudaladas familias de Estados Unidos, pero a costa de renunciar a criterios de admisin vigentes hasta entonces y de pasar a integrar una elite de perfil plutocrtico ms que aristocrtico. En este sentido, la endogamia que haba prevalecido hasta fines del siglo XIX, fue la de una elite segura de s, que no consider necesario abrirse para renovarse.14 En cambio, otras elites aristocrticas que respondieron a un escenario similar (lase, ascenso y consolidacin de la burguesa) con un cierre pronunciado, afrontaron un derrotero distinto: un ostracismo paulatino aunque inexorable, al quedar disociadas de las nuevas clases dominantes a pesar de los gestos de apertura ensayados despus de la primera guerra mundial. El caso de la nobleza piamontesa es muestra de ello.15

En consecuencia, las sugerencias brindadas por la teora y la historiografa muestran un amplio abanico de posibilidades: las pautas exogmicas pudieron ser clave para la perduracin de las elites, pero tambin incidir —o causar— su ocaso. A su turno, la endogamia suele ser funcional a un grupo consolidado, pero tambin puede motivar su declive si se traduce en una clausura pronunciada.

Se advierte alguna de estas variantes en la elite argentina? Esto es lo que procuraremos contestar en las pginas que siguen. Para ello conviene tener claro cul era la situacin hacia 1900; precisar las coordenadas de nuestro punto de partida. Digamos al respecto que, para entonces, la elite argentina haba cambiado notoriamente sus pautas matrimoniales en comparacin con lo usual hasta el ltimo cuarto del siglo XIX: la exogamia moderada (recurrente, como ya apuntamos, segn varias investigaciones) dej su lugar a una pronunciada endogamia entre las tres ramas que la compusieron (recordemos: familias porteas coloniales; familias fundadas por inmigrantes tempranos y extranjeros; familias del Interior del pas).16

Los problemas a abordar, en consecuencia, son dos: si el funcionamiento del mercado matrimonial de las familias tradicionales cambi entre la belle poque de preguerra y los aos de entreguerras; y qu relacin puede pensarse entre las conductas matrimoniales y el lugar ocupado por dichas familias en la sociedad argentina entre 1900 y 1940.

LA MUESTRA

Para nuestra indagacin se ha construido una muestra de 550 matrimonios distribuidos entre 1899 y 1944, segn puede verse en el cuadro 1 (apndice). Vale hacer algunas precisiones sobre la muestra y las fuentes utilizadas, a fin de aclarar desde un principio los alcances de los argumentos que pueden inferirse de ellas.

Con relacin a la muestra, los casos elegidos son aquellos casamientos en que uno de los consortes, o ambos, poseen apellidos que pertenecen a familias tradicionales. Cules son esos apellidos? Aquellos que renen una serie de requisitos: aparecer en las membresas de los clubes "de elite" de la poca (Club del Progreso, Jockey Club, Crculo de Armas); figurar en los listados publicados en la prensa de asistencia a eventos emblemticos de la alta sociedad tradicional; estar incluidos en trabajos genealgicos que reconstruyeron la "sociedad portea".17 Conviene subrayar, entonces, que los casos se eligieron por una variable especfica: el origen social/familiar. La eleccin de este recorte para la muestra, quiz a riesgo de reiterar cosas ya dichas, vale resaltarse: el propsito fue identificar un elenco que fue preeminente en la composicin de las elites argentinas hasta el Centenario, y que integr el crculo que por entonces se consolid como el de mayor prestigio y sinnimo de alto estatus. En segundo lugar, este recorte permite calibrar el espesor que posey, y mantuvo a lo largo del periodo elegido un capital simblico significativo por su singularidad en una sociedad inmigratoria (y que, adems, fue un pilar identitario de las familias tradicionales). Precisemos al respecto que algunos apellidos fueron descartados porque, a pesar de que legtimamente podran ser considerados como parte de la alta sociedad tradicional, tambin podran no serlo (Fernndez por ejemplo). Ahora bien, como toda muestra, esta tiene sus sesgos, que pueden tener implicancias interpretativas. Precismoslos, para evitar tales riesgos.

En primer lugar, debido a que el objeto de anlisis es una elite, es plausible suponer que la muestra puede tener un sesgo a favor de la endogamia, ya que es esperable que esta sea la conducta ms recurrente en personas y/o familias con una posicin social encumbrada. De algn modo se puede postular que el criterio de formacin de la muestra no es totalmente independiente de lo que se pretende analizar. A modo ilustrativo, digamos que si nuestro estudio comenzara en un corte temporal distinto al aqu elegido (1860 en vez de 1900, por ejemplo), es probable que las pautas matrimoniales de nuestros casos presentaran un panorama distinto, debido al diferente estatus ocupado en aquella fecha ms temprana. En sntesis, tomar como punto de partida una elite en su mximo momento de esplendor puede aparejar un sesgo en el retrato de sus conductas matrimoniales que no puede pasarse por alto. Por ello, el nfasis del trabajo no es el de "descubrir" la endogamia, sino el de ubicar los ritmos y el momento de aparicin de la exogamia.

En segundo lugar, aqu se analiza un conjunto de casos cuyo requisito para haber sido incluidos en la muestra es variable, no constante: es una posicin social (no una nacionalidad, por ejemplo).18 De ello se desprenden, por lo tanto, dos aspectos a tener en cuenta: que la posicin social de un individuo o de una familia haya cambiado entre 1900 y 1940, y, por otro lado, que los atributos o cualidades que hacan a una posicin social encumbrada se hayan modificado entre 1900 y 1940. Teniendo esto en cuenta, un problema eventual es si lo que emerge como endogamia o como exogamia lo fue efectivamente, o si, en cambio, slo son fenmenos existentes en la muestra, por los criterios elegidos (un problema que tambin hubiera surgido si hubieran sido otros los criterios o atributos para recortar nuestro universo de anlisis). Por ejemplo, pudo haber uniones que hayan vinculado a individuos y familias en una situacin social similar pero con backgrounds familiares y sociales diferentes; o, a la inversa, individuos o familias que, a pesar de tener distinto estatus econmico y social, se habran vinculado por compartir algunos rasgos identitarios, como el origen familiar. Como se ver en las pginas que siguen, la muestra no es absolutamente opaca para advertir estas posibilidades histricamente plausibles, sobre las que tambin echan luz los retratos contemporneos que se trazaron del alto mundo social y sus dinmicas. Por eso, en el desarrollo de los argumentos, el cruce de fuentes cualitativas con los datos derivados de la muestra ser una operacin recurrente para superar las limitaciones de esta ltima.

En tercer lugar, los casos fueron extrados de las guas sociales de la poca (Libro de Oro, Gua Social Valuta, Anuario Social —vase apndice). Est claro que estas guas no publicaron todos los casamientos realizados en un ao determinado, sino slo algunos: los de aquellas familias que, para sus autores, tenan cierta gravitacin social. Como ya sealamos, ello puede motivar que la endogamia est sobrerrepresentada en la muestra, razn por la cual nos interesar, ante todo, identificar los momentos y ritmos de aparicin de la exogamia. Este sesgo eventual de las fuentes debe contemplarse, pero tampoco, sin embargo, sobreestimarse, pues los listados crecieron notoriamente a lo largo del periodo, sugiriendo que los criterios de inclusin en las guas fueron algo laxos: pinsese que de las 800 familias que se relevan en las de fines del siglo XIX se pasa a alrededor de 4 000 en las de fines de la dcada de 1920. La laxitud de los criterios bien pudo tener relacin con la bsqueda de ampliar el mercado de subscriptores (la modalidad de venta de estas publicaciones). En otras palabras, los criterios sociales y los comerciales parecen haberse conjugado en la confeccin de las guas, un rasgo que, puede pensarse, nos enfrenta a un universo no exclusivamente circunscrito a las elites, sino ampliado a familias con cierta reputacin y prestigio pero no necesariamente integrantes de los sectores ms encumbrados de Argentina (lo cual hace suponer, a su vez, que el sesgo hacia la endogamia, del que se ha tomado nota, como ya dijimos, tampoco sea demasiado categrico). Por todo esto, a su vez, las guas no slo publicaron casamientos de familias tradicionales, sobre todo a medida que se avanza en el tiempo. Este dato, sin embargo, no incide en los resultados obtenidos, pues, como se dijo, no se tomaron todos los casamientos listados, sino slo aquellos en los que al menos uno de sus protagonistas puede vincularse con las familias tradicionales (por eso puede advertirse en el cuadro 1 que la cantidad de uniones relevadas difiere segn los aos). Por otro lado, en algunos aos las guas publicaban los enlaces realizados el ao anterior al de su publicacin, y en otros anunciaban los casamientos a hacerse al ao siguiente a ella. En este ltimo caso, por lo tanto, no todos los casamientos pudieron concertarse efectivamente. Aun as, se consider que esto no tiene demasiada importancia porque a pesar de ello s ofrecen informacin sobre pautas de eleccin. Finalmente, las guas son fuentes parcas para conocer aspectos generacionales, pues no figuran las edades de los consortes.

A pesar de estas limitaciones o silencios, debidamente contemplados para que no incidan en los balances interpretativos, se ha considerado que tanto las fuentes como el criterio de armado de la muestra son pertinentes para obtener evidencias empricas que permitan edificar un panorama general y en perspectiva de las pautas matrimoniales de las familias tradicionales argentinas a lo largo de las primeras cuatro dcadas del siglo XX.

TENDENCIAS

De la endogamia a una paulatina exogamia

El primer aspecto a resaltar es que a mediados de los aos 1910 parece haber un punto de inflexin. Hasta entonces, predomina la endogamia (matrimonios entre las tres ramas sealadas: porteas coloniales; del Interior; fundadas por inmigrantes y extranjeros anteriores a 1880). De all en ms, aumenta la exogamia: los casamientos endogmicos no alcanzan en ningn momento 50% de los casos relevados en los aos veinte, treinta y cuarenta. El descenso, adems, es gradual, no abrupto: desde proporciones cercanas a 48% en 1917 y 1924, los enlaces endogmicos pasan a ser la cuarta parte en 1935 y la quinta en 1944 (esta evolucin slo se ve matizada por el repunte a cerca de 41% en 1941).

El avance de la exogamia se advierte asimismo con otros datos derivados de la muestra. Consideremos por ejemplo el apellido de los consortes exogmicos. Es plausible afirmar que el apellido espaol o italiano (los orgenes preponderantes de la inmigracin ultramarina en la Argentina del pasaje del siglo XIX al XX) nos enfrentara con casos ms cercanos al de hombres o familias nuevas, lase que ascendieron socialmente desde orgenes modestos. Pues bien, algo ms de 60% de los consortes exogmicos de nuestros casos son de apellido italiano o espaol (vase apndice, cuadro 2). Adems, la evolucin de la endogamia a la exogamia se acompaa de la predominancia de este tipo de casamientos exogmicos: en un extremo del periodo, en 1899, cuando prevalece la endogamia, los consortes exogmicos con apellidos del norte europeo superan ligeramente a los de origen espaol o italiano (trece contra diez); en 1944, cuando prepondera la exogamia, los casamientos exogmicos mayoritarios son con gente de apellido italiano o espaol (43 contra 21 de apellidos del norte de Europa) (vase tambin cuadro 2). Desde ya, es aventurado concluir sobre el lugar social de las personas a partir del perfil que sugiere la procedencia del apellido. Pero vale subrayar que esta operacin es el resultado de la dificultad de encontrar informacin sobre los consortes exogmicos en las fuentes relevadas (el detalle de ellas, en el Apndice): esto es especialmente aplicable a los de los aos 1930 y 1940. Si esta carencia de informacin, este "anonimato", se considera un indicio de relevancia social, en esos aos los consortes exogmicos no pareceran provenir de familias nuevas y ricas, o poderosas. En consecuencia, y siempre a modo tentativo, para los aos treinta y cuarenta habra, en los vnculos matrimoniales exogmicos (por el origen de los consortes) de las familias tradicionales, una probable incidencia de casamientos con individuos que no provenan de la cima de la pirmide social argentina. La pregunta, entonces, se impone: por qu se produjo este cambio?, por qu se dio el paso de la endogamia a la exogamia?

En primer lugar, una explicacin plausible es que el contraste entre una y otra conducta est vinculado con el cambio en la situacin social de nuestro elenco: en la belle poque de preguerra, y como reflejo de su apogeo y esplendor, las familias tradicionales argentinas fueron endogmicas; la declinacin paulatina sufrida entre las dcadas de 1920 y 1940, en cambio, estuvo ritmada por una distensin de esa conducta, por un giro hacia la exogamia.19

Sin entrar en el reacomodamiento poltico y econmico sufrido por nuestro elenco en la Argentina de entreguerras, en s sinuoso, y cuyas relaciones con las conductas matrimoniales exigiran un anlisis que escapa a los lmites de este artculo, entre antes y despus del Centenario se produjo un importante cambio cultural que puede relacionarse con el cambio en las conductas matrimoniales: el mundo aristocrtico heredado del siglo XIX cedi su lugar a un escenario ms descontracturado.

En verdad, en los 20 aos anteriores a la primera guerra mundial, la vida social estuvo fuertemente pautada, sobre todo para las mujeres. Las aspiraciones aristocrticas de la elite argentina de entonces motivaron, entre otras cosas, el abandono de cdigos de relacin relativamente espontneos e informales (que rememoraron los nostlgicos cuando las nuevas tendencias cobraron fuerza)20 y la adopcin de protocolos ms rgidos. La etiqueta pas a ritmar las conductas y los modos de relacionarse, y reinaron convenciones que llegaron a considerar indecoroso que un hombre entablara una conversacin con una mujer de sociedad en la calle. En este nuevo escenario, segn cont una contempornea, "ni pensar salir solas con algn joven, el chaperonnage tena fuerza de ley".21

Los nuevos cdigos de comportamiento fueron rplicas locales de los usos europeos, y por ello, distaron de ser originalidades argentinas: la fuerte tutela sobre la mujer, por caso, estuvo en sintona con la misoginia caracterstica del siglo XIX en Occidente. Con todo, los testigos de entonces notaron que la alta vida social en Buenos Aires, si era menos encorsetada que en Europa, lo era ms que en otras sociedades nuevas, como la estadunidense: "No es posible imaginarse la enorme diferencia que existe entre la libertad de que goza en el trato social la muchacha soltera de Norte Amrica y la vida restringida de las jvenes argentinas."22

Este mundo social hermtico y estricto (que hemos explorado en otra oportunidad)23 parece haber respondido a una bsqueda de resguardo ante una sociedad efervescente, radicalmente transformada por la inmigracin (el temor al advenedizo que tan reiteradamente aparece en la literatura de la poca), pero ms an, fue el gesto de una elite que a comienzos del siglo XX, gracias a una prosperidad econmica sin precedentes y a un estilo de vida que conjug las pretensiones aristocrticas y las conductas plutocrticas, se sinti segura de su posicin social y no consider necesario abrir sus filas a nuevos integrantes. La relacin entre clausura y rigidez del mundo social y endogamia resulta an ms ntida si se considera que hacia el 1900 los casamientos ya no fueron el resultado de las digitaciones de los padres, sino de las decisiones de los hijos e hijas. Como lo retrat ejemplarmente otra joven de la high life: "una muchacha deba casarse con el candidato que ella tena la libertad de elegir, pero dentro del crculo en el cual la eleccin le estaba permitida".24

En coincidencia con esto, la muestra, segn sealamos, nos devuelve una prevalencia de la endogamia hasta mediados de la dcada de 1910. Sin embargo, tambin vale sealar que la misma no es demasiado contundente: nunca super 60% entre 1899 y 1912 (cuadro 1). La ausencia de testimonios que sugieran un alto mundo ineficaz en "cerrar el crculo" (por el contrario, como recin expusimos, el diagnstico prevaleciente fue el xito en circunscribir un mundo social dentro de cuyas fronteras la elite se reprodujo), invita a pensar que los incluidos en ese crculo fueron ms que los integrantes de las tres ramas familiares aludidas (recordemos: porteas coloniales, provincianas tradicionales e inmigratorias o extranjeras fundadas antes del ltimo cuarto del siglo XIX). En otras palabras, es tentador pensar que hubo otros atributos o capitales al origen tradicional argentino para ser considerado un par por la elite del Centenario. Segn lo que la muestra nos permite ver, el ttulo de nobleza y la condicin europea fue uno de ellos: aparecen casamientos entre mujeres de elite y nobles del Viejo Mundo (a menudo funcionarios diplomticos en Buenos Aires), por ejemplo, el de Eleonor Martnez de Hoz con el barn V. Bussche–Haddenhauser en 1899 o el de Maura de Drysdale con el conde Bottaro Costa en 1904.25 Estos casamientos con personas ajenas a las familias tradicionales, en realidad refuerzan el retrato de una preponderancia de la endogamia social: el enlace con un noble europeo no era sntoma de declinacin, sino de todo lo contrario, de consagracin de estatus (ante la sociedad en su conjunto, y, por qu no, tambin en el interior de la elite).

El retrato de un alto mundo social que pierde eficacia en cerrar fronteras y en tutelar conductas emerge despus de la gran guerra. Por entonces, las coordenadas culturales (otra vez en sintona con lo que ocurra en el resto de Occidente) dieron un vuelco. Nuevos consumos (desde el jazz al tango; el cine; tendencias en la moda ms sensuales), nuevas tecnologas (el automvil), nuevas referencias (las estadunidenses por sobre las europeas) le dieron a las diferencias generacionales una estatura de ruptura. Los "modernos" aos veinte enmarcaron el eclipse del mundo aristocrtico proveniente del siglo XIX. Las dificultades de los mayores para controlar a los y las jvenes, la vida autnoma que estos se daban y un contraste en conductas, en gestos corporales, en los modos de relacionarse (ms ntimos, ms desacartonados) es una semblanza que se repite al retratar el alto mundo social de la dcada de 1920. A tal punto, que se alertaba contra "el atolondramiento de esta nueva generacin [...] esos jovencitos que huyen de nuestros salones, desdeando alternar con nias de su clase".26

En los aos 1930, el diagnstico fue an ms contundente: los espacios que haban enmarcado la vida social de comienzos de siglo eran para los jvenes de entonces testimonios de lo obsoleto, vestigios del pasado, como lo precis el presidente de uno de los clubes ms exclusivos de la ciudad, el Crculo de Armas, al conmemorar su 50 aniversario en 1935:

las nuevas aficiones, la atraccin del sport al aire libre, el vrtigo de la velocidad y de la altura, el imn de los placeres ms intensos y menos inocentes, han concluido para siempre con la grave cortesana de los histricos salones, con la esgrima de la frase y con la charla jocunda que amaron nuestros mayores.27

Aunque es posible que los cambios hayan estado sobreestimados, excesivamente acentuados, como ocurre cuando las personas estn convencidas de que viven un fin de poca, las torsiones de las nuevas tendencias eclipsaron toda una serie de convenciones que haban guiado la vida de las familias tradicionales desde fines del siglo XIX.

En este contexto de mutaciones culturales hubo una especialmente relevante para lo que aqu nos ocupa: cambi, paulatinamente, la consideracin de lo que era un "buen casamiento". En las dcadas del veinte y del treinta, las referencias al origen familiar como credencial satisfactoria para ganar lugar en el mercado matrimonial de las familias tradicionales, conviven con (cuando no se ven sustituidas por) la ponderacin de otros atributos: "un buen nombre, una buena familia, una abundante fortuna, un ttulo universitario, hbitos de trabajo y ningn vicio".28 Como se entrev en esta cita, el "nombre" ya no remite necesariamente a un origen patricio, sino a la nocin de mrito, de respetabilidad. Desde ya, la asociacin de la respetabilidad con un origen social tradicional fue recurrente: las familias ms respetables eran aquellas que, justamente, podan demostrar una continuidad de la virtud a travs de las generaciones. Sin embargo, esa asociacin supuso algunas novedades: la antigedad familiar ya no era prestigiosa slo o incluso principalmente por indicar la pertenencia a un grupo fundacional y por ello excepcional (el "patriciado"), sino por condensar valores reconocidos por el conjunto de la sociedad. Adems, poco a poco la respetabilidad y el origen social fueron disocindose: se poda ser virtuoso y respetable sin proceder de familias antiguas, como resultado del propio esfuerzo. La virtud remita as a una cualidad individual, no social.29 En este escenario, por lo tanto, la antigedad familiar como capital social y simblico recort su alcance y su sentido: era importante, desde ya, y prestigioso, pero no algo imprescindible para demostrar reputacin.

El cambio de la endogamia a la exogamia, en consecuencia, puede ponerse en relacin con estas mutaciones culturales: con la erosin de los cnones que haban pautado la alta vida social hasta mediados de la dcada de 1910, y su sustitucin por criterios, si vale la expresin, ms permisivos o tolerantes. En estas coordenadas, posiblemente lo que hubiera sido escandaloso en 1900 dej de serlo (o ya no lo fue tanto) en las dcadas de 1920 y 1930. Por ello mismo, si bien la exogamia es un cambio notorio de conductas, no debe verse como algo estrictamente traumtico, pues no fueron necesariamente conductas a contramano de las convenciones imperantes, sino comportamientos que tradujeron nuevos cdigos, normas y criterios. El eclipse de una alta sociedad endogmica (y quiz ms an, su distensin como grupo social) no fue necesariamente el resultado de las inconductas de la nueva generacin, como la presentaron a menudo los contemporneos, sino el inexorable desenlace de una profunda transformacin cultural.

La aparicin y la evolucin de la exogamia (mas no sus implicancias) deben evaluarse con moderacin no slo por ello, sino tambin por su verdadero alcance. La muestra nos permite aprehender matices que no deben descuidarse. Uno de ellos es que prepondera ms entre las mujeres que entre los hombres. A lo largo de todo el periodo, los enlaces exogmicos siempre frieron ms numerosos en el universo femenino que en el masculino (salvo en 1935) (vase cuadro 2). La tasa de endogamia masculina, por su parte, como puede verse en el apndice, cuadro 3, es siempre superior a la femenina, tanto cuando la endogamia prepondera en el cuadro general, como cuando el escenario se reorienta hacia la exogamia (exceptuando, otra vez, el ao 1935).

Estas tendencias, en verdad, pueden pensarse en sintona con las convenciones imperantes en las familias tradicionales, ms que a contramano de ellas: para una "nia", casarse con un hombre de mrito, aunque "nuevo", no era necesariamente un mal casamiento. S lo era, en cambio, que un hombre de la elite lo hiciera con una mujer ajena a la alta sociedad, debido a que era deseable que la esposa proviniera del mismo mundo social que el marido, pues era quien educaba y socializaba a los hijos en las tradiciones y costumbres imperantes.30 A su vez, el temor a la "soltera", ms pronunciado y peyorativo entre mujeres que entre hombres, tambin pudo incidir en que la exogamia fuera ms frecuente entre las mujeres y que la misma no haya sido necesariamente escandalosa o sinnimo de un eclipse de las convenciones tradicionales (era mejor casarse con alguien, que no casarse). Es cierto, sin embargo, que el lmite que imponen nuestras fuentes con relacin a cuestiones generacionales impide calibrar el alcance de esta posibilidad.

Otro matiz a la exogamia proviene de casos poco importantes en trminos estadsticos, pero s ilustrativos. Por un lado, el de aquellos consortes exogmicos, pues tienen orgenes ajenos a las tres ramas tradicionales, que en la Argentina de los aos treinta y cuarenta, sin embargo, provenan de familias que para entonces ya tenan una actuacin importante en alguna franja de la vida social. Es el caso, por ejemplo, de apellidos como Repetto o Dickmann (vinculados a protagonistas de la vida poltica), que tienen enlaces con personas portadoras de apellidos tradicionales en estos aos.

Otro tipo de consortes exogmicos, que aparecen en las dcadas de 1930 y 1940 (momento, reiteremos, en el que ese tipo de uniones pasa a tener una primaca ntida) y que son poco visibles en las dcadas de 1900, 1910 y 1920 son aquellos que, para simplificar la exposicin, denominaremos de "apellidos compuestos". Estos son quienes tienen un apellido asimilable a las familias tradicionales, y otro ajeno a l (Canale Demara; Parodi Cantilo; Barruti Lans; Soldatti Posse; Cichero Ayerza, por citar algunos ejemplos). Estos casos, cuya paulatina aparicin es tentador ponerla en relacin con la evolucin gradual que presenta la exogamia en la muestra, tienen un cariz muy singular: evidencian una apertura dada en la generacin anterior a la del consorte (por ello los incluimos entre los exogmicos), pero a la vez tambin son personajes con cierta familiaridad con el alto mundo tradicional, o, cuanto menos, no del todo ajenos a l. Lo interesante es que en los aos treinta y cuarenta, la mayora de los consortes con "apellidos compuestos" son mujeres. En otras palabras, cuando prevalece la exogamia, la exogamia ms moderada, el casamiento con personas de "apellidos compuestos" fue una conducta ms frecuente entre los hombres que entre las mujeres de apellidos Tradicionales, tendencia que, por lo tanto, tambin puede pensarse como una expresin de la supervivencia de las convenciones ms asentadas (en este caso, la mayor censura que reciba la exogamia masculina que la femenina). Un ltimo pliegue sugerente de los casos con "apellidos compuestos" es que en 1935, 1941 y 1944 el apellido nuevo es el del padre, y el tradicional, el de la madre. En consecuencia, muestran que en la generacin anterior, en los padres del consorte, existi la pauta convencional ya sealada: fue una mujer de familia tradicional la que se cas con un hombre nuevo. Pasando en limpio, entonces: la mayora de los consortes con "apellidos compuestos" de las dcadas de 1930 y 1940 fueron mujeres que, a su vez, eran hijas de un hombre nuevo y de una madre de familia tradicional.

En sntesis, los "apellidos compuestos" nos recuerdan lo pausado que fue el giro hacia la exogamia: indican, en tanto que casamientos exogmicos "moderados", que las convenciones tradicionales no murieron de manera repentina, a pesar de las voces de alarma; y que la bsqueda de un consorte en una franja de la sociedad no del todo ajena al mundo tradicional (en especial entre los hombres) sigui siendo deseable o bien visto.

Con todo, y para restituir el cuadro general, conviene precisar tambin la importancia relativa de los "apellidos compuestos". En el conjunto de los casamientos exogmicos tienen una importancia relativa aproximadamente similar en las dcadas de 1930 y 1940, y nunca mayoritaria: 19 sobre 63 casamientos exogmicos en 1935; doce sobre 50 en 1941; trece sobre 64 en 1944. Su carcter minoritario se suma a otros indicadores (la preponderancia de apellidos italianos o espaoles; el "anonimato" de estos casos) que permiten concluir que, cuando la exogamia pas a prevalecer en las familias tradicionales argentinas, la misma, dentro de un crecimiento gradual y rodeado de matices, tendi a unir a integrantes de familias tradicionales con personas que haban tenido un ascenso social relativamente reciente, o que, al menos, posean escasa familiaridad con el universo y el mundo social del que provenan sus maridos o sus esposas.

De la endogamia, a la endogamia?

Sealamos que un sensible cambio cultural, que distendi criterios y pautas de relacin fue contemporneo al cambio en las conductas matrimoniales (tambin lo fueron cambios polticos y econmicos que, quiz forzadamente, sumaron motivos para la atenuacin de la clausura y de los pruritos elitistas).

Estas circunstancias permiten pensar por qu las familias tradicionales giraron de la endogamia a la exogamia. Sin embargo, no nos explican por qu hubo gente interesada en casarse con ellas. La existencia de consortes exogmicos es precisamente el indicador que nos muestra que ese inters existi (algo que merece resaltarse, pues es vlido pensar que la declinacin o la prdida de gravitacin de nuestro elenco bien podra haber provocado una "endogamia forzosa": casarse entre s ante la ausencia de inters de otros por vincularse a ellas).

Este hecho nos enfrenta con dos puntos muy sugerentes. Uno es la funcionalidad que mantuvo en la Argentina de entreguerras un casamiento con una familia de la elite tradicional: cul era el rdito que poda conseguirse con l. Desde ya, una respuesta concluyente a este interrogante exigira una exploracin familia por familia (tambin, tener presente que no siempre existen clculos utilitaristas al momento de casarse, porque la gente se enamora). En una mirada global y en perspectiva, est claro que el protagonismo poltico, econmico o incluso cultural de miembros de las familias tradicionales perdur; que no hubo un eclipse rotundo y rpido de este elenco en la Argentina democracia. Sin embargo, como hemos explorado en otra oportunidad, es posible concluir que el casamiento con una familia tradicional en las dcadas de 1920 a 1940 recort sus alcances como medio de promocin social en comparacin con la Argentina de la belle poque de preguerra. No slo por la declinacin que afect a algunas de ellas, sino por una razn ms estructural: la misma transformacin de la sociedad argentina. La progresiva complejidad que adquirieron todas las dimensiones de la vida social (la poltica, la cultura, la economa), se tradujo en canales y espacios singulares, independientes del arbitraje de la elite tradicional, para escalar y hacerse un lugar en esas dimensiones (desde el partido poltico a los cenculos y sociabilidades intelectuales).31

Si se contempla que plausiblemente el costado funcional de un casamiento con una familia de elite tradicional menguo en la Argentina de entreguerras, la bsqueda de respuestas a por qu hubo interesados en casarse con ellas debe cambiar de ngulo, o contemplar otros, complementarios a aquel. Aqu aparece el segundo punto al que nos referamos en el prrafo anterior y que es un problema que merece en s mismo una exploracin en profundidad, tambin mayor a la que se puede desplegar en estas lneas: qu imagen o qu representacin de la clase alta tradicional circul en la Argentina de entreguerras; cul fue su reputacin.

El cuadro que puede trazarse al respecto a partir de la historiografa que ha rondado este tema es ambiguo. Por un lado, las conductas polticas (posiciones antidemocrticas cada vez ms recalcitrantes) y las decisiones econmicas (un giro de la produccin a la renta, en el caso de la elite terrateniente, la ms ntimamente referenciada con las familias tradicionales de todos los sectores propietarios de la Argentina de las dcadas de 1920 y 1930) tomadas por nuestro elenco en estos aos contribuyeron a desacreditar su imagen pblica.32 El estilo de vida ostentoso, a su vez, se adecu mal a una sociedad en la que los valores del ahorro, el esfuerzo y la respetabilidad ganaron fuerza, alentando una crtica moral que circul en los medios de prensa y se extendi a distintas manifestaciones culturales, de la literatura al tango.33

Frente a esto, sin embargo, la contracara: la irradiacin simblica de la elite tradicional perdur. Sigui siendo sinnimo de prestigio y de alto estatus. Una demostracin ilustrativa al respecto es que algunas marcas referenciaron sus productos con este crculo social para prestigiarlos.34 Podra afirmarse, entonces, que la irradiacin simblica de la elite tradicional, su estatura como grupo de referencia en lo tocante al estatus y el prestigio perdur, aunque fue menguando. Los "apellidos compuestos" podran pensarse como las expresiones, en la muestra, de semejante situacin: su existencia, en s misma, muestra el inters por mantener una referencialidad con el alto mundo tradicional (expuesta en la marca identitaria de portar el apellido); su carcter minoritario entre los casamientos exogmicos, por su parte, sugiere que esa referencialidad no fue una aspiracin muy extendida o valorada.

Ahora bien, todo lo argumentado hasta aqu supone que el elenco de las familias tradicionales mantuvo una posicin social encumbrada. No obstante, y como ya hemos sealado, no fue necesariamente este el cuadro de situacin de todas ellas. Aun cuando no podemos inferir, con nuestros datos, las causas (aunque algunas de ellas son bien conocidas, como el impacto de la gran depresin en las familias terratenientes), la muestra, recordemos, nos ofrece indicios que pueden vincularse con la declinacin de las familias tradicionales: el "anonimato" de la gran mayora de los consortes exogmicos de las dcadas de 1930 y 1940 es uno de ellos.

En verdad, la carencia de informacin sobre estos consortes puede pensarse como un indicio de la situacin de las propias personas con apellido tradicional que se casaron con ellas. En otras palabras, es plausible sostener que aqu estamos frente a uniones que vincularon a familias en una situacin econmico social relativamente similar, y cuyas diferencias estaban ms que nada en su origen y procedencia: para acudir a expresiones ilustrativas (quiz en desmedro del rigor analtico), que sean casamientos entre familias de sectores medios de orgenes inmigratorios y otras de orgenes tradicionales.

De este tipo de uniones se infieren, entonces, dos fenmenos muy interesantes. En primer lugar, que estos casamientos seran socialmente endogmicos, no exogmicos, porque habran vinculado a familias de similar estatus econmico social que slo habran diferido en sus orgenes familiares. Esta endogamia, sin embargo, no oculta dos fenmenos relevantes (ms bien los expone): la ya comentada declinacin de parte del elenco de las familias tradicionales y, por otro lado, la prdida de importancia del origen familiar como marca identitaria, y ms en general, como atributo estratificante (algo que bien puede leerse como una demostracin de las limitaciones de los atributos inmateriales en una sociedad capitalista). Es decir, poseer un apellido tradicional ya no fue en la dcada de 1930 un capital suficiente para tener un lugar en las elites argentinas o, al menos, una cualidad que por s misma haya alentado a las familias tradicionales a casarse entre s.

En segundo lugar, y en otro sentido, la declinacin de parte de las familias tradicionales, quiz paradjicamente, pudo contribuir a la vigencia de la irradiacin simblica de nuestro elenco, pues el apellido tradicional, en vez de remitir a elites de creciente descrdito, pas a ser un capital de distincin en el seno de los sectores medios. As, es posible pensar que nuestro elenco retuvo una supervivencia (simblica) cuando se estaba desdibujando como actor colectivo, debido a la dispora que lo afect bajo los efectos de la movilidad, ascendente y descendente, de la Argentina de entreguerras.

CONCLUSIONES

Una conclusin que puede desprenderse de la muestra, retomando lo sealado en el final del apartado anterior, es que si se mira en perspectiva el periodo 1900–1940, al comienzo del mismo el origen social tradicional fue un criterio de peso entre las familias tradicionales al momento de concertar matrimonio (la endogamia prevaleciente entre ellas es su principal evidencia), mientras que dej de serlo al final. La prdida de importancia de ese capital, sin embargo, no podra leerse necesariamente o en todos los casos como un giro de la endogamia a la exogamia, pues probablemente las familias tradicionales de las dcadas de 1930 y 1940 se casaron, como lo haban hecho a comienzos de siglo, con gente a la que consideraron iguales sociales (aun cuando debieran hacerlo a regaadientes, como probablemente ocurri entre las que declinaron socialmente). La exogamia, evidente al ponderar los orgenes familiares de los consortes, no habra sido en verdad tal si hubieran sido otros los criterios considerados. Vimos, despus de todo, que hubo capitales compensatorios o equivalentes al del apellido tradicional: desde ya, seguramente, econmicos; entre los sociales, la respetabilidad, posiblemente, fue el ms importante en la Argentina de entreguerras. Algo as, incluso, ocurri en los aos de la belle poque: la endogamia social fue ms pronunciada que la que se infiere de los casamientos que vincularon a las familias tradicionales entre s (nunca superiores a 60%), debido a los enlaces con personas que fueron pares sociales o, ms an, que sirvieron para ratificar la condicin de elite de las familias argentinas, a pesar de no provenir de los crculos patricios (los nobles europeos). En este sentido, retomando lo argumentado al comenzar este artculo, otra conclusin que se puede inferir de nuestro trabajo es la dificultad de identificar todos los criterios y pautas que mueven a la gente al momento de elegir consorte, pues los mismos, al comps de las mutaciones de la sociedad, y del lugar de la gente en ella, cambian.

Destilando la lectura, podra inferirse que en realidad la importancia del origen social en el funcionamiento del mercado matrimonial es resultado de la muestra aqu estudiada, y no necesariamente un fenmeno "real": esto es, la gente de elite a comienzos de nuestro periodo se cas entre s, y tambin lo hizo al final, slo que, como hubo una recomposicin en las elites, la preponderancia del apellido tradicional en el mercado matrimonial mengu al comps de la renovacin de los elencos de los sectores encumbrados. Desde este mismo punto de vista, el apellido como marca identitaria de las elites argentinas habra existido cuando las condiciones objetivas lo hicieron posible, lase cuando en su universo social preponderaron las familias tradicionales, y dej de serlo cuando esa prevalencia declin.

Semejante retrato, plausible, hace perder de vista algunos matices. El ms importante es que subestima el peso del origen social, del apellido tradicional: en verdad fue un pilar central en la constitucin y en la identidad de las familias tradicionales como un actor colectivo en el pasaje del siglo XIX al XX. Su prdida de importancia como criterio al momento de concertar matrimonio merece rescatarse porque es un fenmeno relevante en s mismo. Es decir: casarse con gente de distinto origen social pudo no haber sido un casamiento exogmico en sentido estricto y, ms an, ni siquiera una conducta que pueda asociarse nicamente con la declinacin social. As habra sido en el caso de aquellas familias tradicionales que retuvieron posiciones encumbradas y que se vincularon con familias nuevas de elite (una conducta, sin embargo, que en la muestra no es preponderante, como se infiere del anonimato de los consortes, signo verosmil de su escasa gravitacin social). Pero, con estas nuevas pautas y conductas, las familias tradicionales distendieron sus relaciones recprocas, en un escenario en el que sus caminos se bifurcaron (posiblemente, los caminos bifurcados alentaron la distensin). As, algunas sobrevivieron individualmente en elites renovadas, mientras que otras declinaron. En consecuencia, mirar las cosas desde la perspectiva planteada en el prrafo anterior (la gente de elite se cas, a comienzos y a finales de nuestro periodo, entre s, nada ms cambiaron el elenco y los criterios) es vlido y verosmil, pero nos impedira ver un fenmeno que aqu hay que destacar: la prdida de densidad e incluso del carcter de actor colectivo de las familias tradicionales argentinas (algo que haban sido, al menos, hasta el Centenario).

Un segundo matiz se deriva, tambin, del peso identitario que el origen social tuvo en nuestro elenco. Es cierto, como hemos argumentado pginas arriba, que hubo cambios culturales en los aos de la primera posguerra que seguramente las hicieron ms permeables que en la belle poque de comienzos del siglo XX. Sin embargo, los ritmos de esos cambios fueron pausados (los casamientos exogmicos, por ejemplo, fueron ms frecuentes a travs de las mujeres, algo en consonancia con las convenciones ms tradicionales), y no avanzaron sin resistencias. En este contexto, y a pesar de una tendencia, insistamos, conducente al cambio ms que a la permanencia de conductas y cosmovisiones, parece difcil que las familias tradicionales encumbradas hayan abandonado rpidamente uno de sus pilares identitarios ms asentados y ms singulares, el apellido tradicional, a menos que las circunstancias lo hayan exigido.

Desde este punto de vista, es verosmil plantear que el casamiento con personas de orgenes sociales diferentes, siendo una pauta en extensin, haya sido una conducta ms usual entre las familias tradicionales que declinaron socialmente, que entre las que retuvieron un lugar en las elites argentinas. Una hiptesis a profundizar en este sentido es que los casamientos endogmicos por origen social de las dcadas de 1930 y 1940 (minoritarios, recordemos, en nuestra muestra) hayan sido los de las familias Tradicionales que por entonces mantuvieron poder econmico o poltico. Es una conjetura interesante, porque abre la posibilidad de pensar que el mercado matrimonial de las elites argentinas, a medida que su elenco se renov y a pesar de una tendencia general en la que el origen social perdi estatura y significacin, tuvo segmentaciones que no haban tenido demasiado espesor en la Argentina del Centenario, cuando su composicin haba sido ms uniforme. Ms an, es tentador pensar en mercados matrimoniales diferentes entre familias tradicionales de elite y de sectores medios: en aquellas, entonces, el origen social no habra perdido importancia rpidamente, debido a un inters por resguardar una distincin simblica en unas elites renovadas, mientras que en las de sectores medios la unin con familias nuevas habra sido ms rpida, o al menos, frecuente (y quiz, tambin, ms forzada que entre aquellas que tuvieron estas conductas pero mantuvieron una posicin de elite).

Lo cierto es que, de la muestra, y a pesar de las limitaciones ya sealadas, surgen por lo tanto evidencias que nos indican la recomposicin de las elites, y la dispora de las familias tradicionales en la Argentina de entreguerras. A propsito de esto, una de las conclusiones ms sugerentes que pueden inferirse de nuestro anlisis es que esa dispora pudo haber contribuido a que los pilares identitarios de las familias Tradicionales mantuvieran una significacin simblica cuando ya se haba desdibujado su entidad como actor colectivo: las familias de elite que pasaron a engrosar los sectores medios permitieron que el origen Tradicional se desligara de una referencialidad estrecha o exclusiva con unas clases dominantes progresivamente carentes de legitimidad ante la sociedad. Los "apellidos compuestos", recordemos, minoritarios en trminos estadsticos pero sugestivos, porque son casos que aparecen en las dcadas de 1930 y 1940, son el indicio, en la muestra, de que el apellido tradicional sigui teniendo un lugar como smbolo de reputacin. Por lo tanto, la perduracin, en la sociedad argentina, de la vigencia (o si se quiere, cambiando el ngulo, la agona paulatina) no slo de remitir a una condicin de elite, de ese capital simblico que haba sido sino del declive de este elenco en la Argentina marca identitaria muy fuerte de las tina de entreguerras. familias tradicionales, pudo as derivarse no slo de remitir a una condicin de elite, sino del declive de este elenco en la Argentina de entreguerras.

FUENTES CONSULTADAS

Para la confeccin de la muestra y la reconstruccin prosopogrfica.

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–––––––––– y Carlos Juregui Rueda, Familias argentinas, Ediciones Callao, Buenos Aires, 2003, t. I.         

Prensa

Se mencionan a continuacin los eventos considerados para ponderar la pertenencia al alto mundo social; los listados de asistentes fueron relevados de los diarios y medios de prensa que se consignan en cada oportunidad:

Baile Anual del Club del Progreso, El Diario, 9 y 10 de julio de 1882.         

Abonados a los palcos del viejo Teatro Coln, El Diario, 15 de mayo de 1884.  

Baile Anual del Club del Progreso, El Diario, 9 de julio 1884.     

Corso de las flores, El Diario, 3 de noviembre de 1888.         

Premio Jockey Club, Hipdromo de Palermo, El Diario, 7 de septiembre de 1896.        

Premio Nacional, Hipdromo de Palermo, El Diario, 5 de octubre de 1896.        

Baile Inaugural Palacio Jockey Club, La Nacin, 1 y 2 de octubre de 1897.         

Gala Inaugural del nuevo Teatro Coln, La Nacin, 25 de julio de 1908.      

Premio Nacional, Hipdromo de Palermo, La Nacin, 9 de septiembre de 1911.         

Paseo de Palermo, La Nacin, 24 de diciembre de 1912.       

Gran Premio Nacional, Hipdromo de Palermo, La Nacin, 18 de octubre de 1920.        

Corso de las Flores, La Nacin, 5 de diciembre de 1920.         

Clubes sociales

Club del Progreso, Actas y listas de movimientos de socios (1885, 1905, 1925, 1930).         

Comisiones directivas del Club del Progreso entre 1880 y 1902 en Club del Progreso, Datos histricos sobre su origen y desenvolvimiento, Buenos Aires, 1902.       

Comisiones directivas del Jockey Club, 1882–1920 en Jorge Newton y Lily Sosa de Newton, Historia del Jockey Club de Buenos Aires, Ediciones la Nacin, Buenos Aires, 1966, pp. 293–330.        

Comisiones directivas y socios del Crculo de Armas, 1885–1920 en Girado de Armas, En el centenario de su fundacin, Buenos Aires, 1985, pp. 10–12,83–107.         

Jockey Club, Nmina de socios, 1889, 1899, 1904,1910, 1915, 1919, 1927.       

Diccionarios biogrficos

Abad de Santilln, Diego, Gran enciclopedia argentina, Ediar, Buenos Aires, 1959, 8 vols.        

Cutolo, Vicente, Nuevo diccionario biogrfico argentino, Elche, Buenos Aires, 1968, 7 tt.      

Hombres de la Argentina, Ed. Veritas, Buenos Aires, 1948.       

Muzzio, Julio, Diccionario histrico y biogrfico de la repblica argentina, Buenos Aires, 1920.     

Piccirili, Ricardo et al., Diccionario histrico argentino, Ediciones Historias Argentinas, Buenos Aires, 1953, 6 tt.      

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Sanguiao, Osvaldo, Diccionario de ministros (de Urquiza a Menem), Dunten, Buenos Aires, 1998.        

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Guas y anuarios econmico–sociales

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Anuario Pillado de la deuda pblica y de las sociedades annimas establecidas en la Repblica Argentina(1899–1900).       

Gua comercial de la capital (director y propietario Feliciano Csar), 1887.       

Hogg, Ricardo, Gua biogrfica, 1904.  

Otras

El parlamento argentino 1854–1947, Imprenta del Congreso de la Nacin, Buenos Aires, 1968.         

Nmina de diputados de la nacin por distrito electoral (1854–1991), Honorable Cmara de Diputados de la Nacin, Subdireccin de Publicaciones e Investigaciones Histricas, Buenos Aires, 1991.        

Sociedad Rural Argentina, Anales, 1867, 1869, 1880, 1885, 1890, 1894, 1897, 1900, 1905,1911, 1920, 1925, 1930, 1935.         

Universidad de Buenos Aires, Anales –Revista de la Universidad, 1888, 1891, 1901, 1910, 1912, 1925, 1935.        

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NOTAS

1 Losada, Aba, 2008.

2 Losada, Historia, 2009, pp. 207–23S. Vase tambin Germani, Poltica, 1962.

3 Vase Vicua, Belle, 2001; Stabili, Sentimiento, 2003; Needell, Tropical, 1987, y Nutini, Mexican, 2004.

4 Para una visin de las tendencias actuales en esta historiografa, vanse los dossier: Paz, "Elites", 2007, y Losada, "Elites", 2009. El primero lo integran los trabajos: Bragoni "Linaje", 2007, pp. 13–34; Herrera, "Redes", 2007, pp. 35–54; Gayol, "Exigir", 2007, pp. 55–80; Losada, "Alta", 2007, pp. 81–96, y Castro, "Liberados", 2007, pp. 97–114. El segundo, por su parte, est compuesto por los artculos de Hora, "Grandes", 2009, pp. 307–337; Bruno, "Vida", 2009, pp. 339–368; Alonso, "Partido", 2009, pp. 369–388, y Paz, "Roquismo", 2009, pp. 389–410.

5 La investigacin pionera y de referencia obligada al respecto es Halperin, Revolucin, 1972.

6 Como excepcin a esta tendencia, aunque con una marca sociolgica ms que histrica, citemos los trabajos, ya clsicos, de Imaz, Mandan, 1964, y Clase, 1959.

7 Una excepcin, referida a los reacomodamientos econmicos, es el trabajo de Hora, Terratenientes, 2002.

Con relacin a estos ltimos, vanse Moutoukias, "Rseaux", 1992, pp. 889–915, y "Negocios", 1996, pp. 37–55.

9 Vase Gonzlez, Civilidad, 2001.

10 Vase Otero, "Endogamia", 2000.

11 Vase Pareto, Rise, 2000.

12 Vanse entre otros, Balmori, Voss y Wortman, Alianzas, 1990; Socolow, Mercaderes, 1991; Punta, Crdoba,1997; Maca, Tierra, 2000; Bascary, Familia, 1999, y Paz, "Familia", 1997, pp. 145–174.

13 Gelman, "Cabildo", 1985, pp. 3–20, y "Economa", 1987, pp. 89–107.

14 Vanse Cannadine, Decline, 1990, y Stone y Fawcier, Open, 1986.

15 Vase Cardoza, Arstocrats, 1998.

16 Losada, Alta, 2008, pp. 1–44.

17 Remito al apndice para precisiones sobre el armado de la muestra, y listado de fuentes.

18En la Argentina, recordemos, no hay criterios de estatus que "naturalicen" una posicin de elite (como los ttulos de nobleza en Europa, por ejemplo).

19 Hemos sealado que la endogamia en el mercado matrimonial de elites en apogeo ha sido planteada para Casos contemporneos al aqu estudiado. Vase Cannadine, Decline, 1990; tambin Vicua, Belle, 2001. La apertura como rasgo o causa de la declinacin de elites puede verse formulada, como tambin comentamos, en Pateto, Rise, 2000.

20 Vase por ejemplo Wilde, Buenos, 1960; Calzadilla, Beldades, 1982; Quesada, Memorias, 1998.

21 Peers, ramos, 1969, p. 105.

22 Impresiones, 1911, p. 374.

23 Losada, Alta, 2008.

24 Jurado, Descubrimiento, 1989, p. 163.

25 Vanse, respectivamente, Libro de Oro, "Casamientos, 1899", 1900, p. 146, y "Matrimonios", 1904, p. 170.

26 "Notas sociales de la Dama Duende", Caras y Cardas, nm. 970, ao XX, 5 de mayo de 1917. Vase tambin Garca, Chiche, 1955.

27 Crculo, Centenaria, 1985, p. IS.

28 Loncn, Aldea, 1933, p. 124.

29 Estas nociones pueden leerse en distintos textos de los aos veinte y treinta. Vase por ejemplo Glvez,Espritu, 1924, pp. 1(1 y ss. Vase tambin Mguez, "Familias", 1999, pp. 21–45.

30 Losada. Alia, 2008, pp. 93–147.

30 Losada. Alia, 2008, pp. 93–147.

31 " Losada, "Oligarqua", 2007, pp. 43–75.

32 Con relacin a la elite terrateniente, vase Hora, Terratenientes, 2002, pp. 282–300.

33 Losada, Alta, 2008, pp. 357–364.

34 Vase Rocchi, Chimmeys, 2006, p. S3.

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