ISSN impreso: 0186-0348

ISSN electrónico: 2395-8464

El lugar de la narrativa del exilio republicano en la historiografa literaria mexicana

 

The Place of the Narrative of Republican Exiles in Mexican Literary Historiography

 

Iliana Olmedo Muoz

 

INFORMACIN SOBRE LA AUTORA:

Iliana Olmedo Muoz. Licenciada en Lengua y Literaturas Hispnicas por la Universidad Nacional Autnoma de Mxico (UNAM) y doctora en Filologa Hispnica por la Universidad Autnoma de Barcelona (UAB). En 2009, obtuvo el grado con la tesis, "Compromiso, memoria y exilio: la narrativa de Luisa Carns (1926-1964)". Ha sido becaria del Centro Mexicano de Escritores (2000) en el rubro de ensayo y desde 2006 es colaboradora del Grupo de Estudios del Exilio Espaol (Gexel) de la Universidad Autnoma de Barcelona. Actualmente realiza una estancia posdoctoral en el Instituto de Investigaciones Filolgicas de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico.

ABOUT THE AUTHOR

Iliana Olmedo Muoz. BA in Spanish Language and Literature from the Universidad Nacional Autnoma de Mxico (UNAM) and Ph. D. in Hispanic Philology from the Universidad Autnoma de Barcelona (UAB). In 2009, she obtained her doctorare through the dissertation on "Compromiso, memoria y exilio: la narrativa de Luisa Carns (1926-1964)". She was awarded a grant by the Mexican Writers' Center (2000) in the essay section and since 2006, she has collaborated with the Group of Studies en the Spanish Exile (Gexel) at the Universidad Autnoma de Barcelona. She is currently completing a post-doctoral stay ar the Instituto de Investigaciones Filolgicas of the Universidad Nacional Autnoma de Mxico.

 

 

Fecha de recepcin: junio de 2011. Fecha de aceptacin: enero de 2012.

 

Resumen

El debate acerca de la localizacin en la historia de la literatura de los autores exiliados de 1939 concierne igualmente a Espaa como a Mxico. En el contexto espaol an se discute si deben integrarse como un grupo aislado, delimitado y paralelo o si se debe reformular el canon; en el mexicano, se han incorporado en algunos trabajos de referencia y antologas, pero en la historia literaria todava no se ha establecido cul es su posicin. Al rastrear y describir los distintos criterios historiogrficos (en compilaciones, manuales y estudios) que definen la elaboracin de las historias de la literatura y la construccin del escenario cultural, este trabajo muestra el difcil lugar del exilio espaol de 1939 dentro de la literatura mexicana.

Palabras clave: Exilio espaol de 1939, historiografa literaria, historia de la literatura, narrativa mexicana, novela del exilio.

 

Abstract

The debate on the position of the history of the literature of authors exiled in 1939 concerns both Spain and Mxico. In the Spanish context, there is still debate on whether these authors should be considered an isolated, delimited, parallel group or whether the canon should be reformulated. In the Mexican context, they have been incorporated into certain reference works and anthologies but their position in literary history has yet to be determined. By tracking and describing the various historiographic criteria (in compilations, manuals and studies) that define the elaboration of the stories in literature and the construction of the cultural setting, this study reveals the awkward position of the Spanish exile of 1939 within Mexican literature.

Key words: Spanish exile of 1939, literary historiography, history of literature, Mexican narrative, exile novel.

 

As como en la organizacin de los sucesos del pasado intervienen factores del presente,1 del mismo modo los enfoques que conforman la historia d la literatura participan en su escritura a travs de categoras influidas por valores externos a los intrnsecamente literarios o de calidad, como legitimar una tradicin, sostener una imagen cultural o apoyar a un grupo en el poder y, puesto que "toda evaluacin cultural lo aceptado como literatura no es simplemente un aspecto formal de la crtica acadmica [...] sino una compleja red de actividades sociales y culturales",2 la historia de la literatura es una construccin de sentido creada a partir de distintas manifestaciones discursivas.3 De esta manera, se hace necesaria la observacin del canon a partir de criterios reevaluados4 y el debate se acenta en la dcada de los aos noventa.5 Pese a que la discusin fue perdiendo gradualmente predominancia y los focos de atencin movieron sus ejes, el anlisis acerca de la configuracin de la historia literaria y del canon no ha perdido vigencia.6 En cuanto a la literatura mexicana, todava restan grupos y autores cuyo sitio no se ha localizado por falta de evaluacin crtica. Valorizar hoy el lugar del exilio intelectual espaol en la literatura mexicana contiene un doble propsito, discutir la institucionalizacin historiogrfica y pedaggica de la literatura y jerarquizar el papel de la historiografa en la formacin del canon, pues el caso del exilio pone en crisis paradigmas clsicos basados en la territorialidad nacional. A travs de la descripcin de la trayectoria de los narradores exiliados en la literatura mexicana, este trabajo muestra que las causas de la exclusin de un autor se relacionan ms con elementos exteriores (ideolgicos, polticos, sociales, geogrficos) o subjetivos (perspectiva de un crtico, modas) en los que se basan la elaboracin de las historias literarias, que con el valor de la obra y revela la vigencia de revisin del diseo de la historia literaria en lengua espaola.

El acercamiento a un autor o a su obra, como ha sealado Astradur Eysteinsson, "is an act of literary history; any approach to a particular work is bound to involve its implicit placement, its inscription into literary history".7 Situar el texto lo convierte en activo, permite observar su dimensin completa y la del contexto sobre el que acta. Los autores del exilio se mueven en los mrgenes de dos historias de la literatura y son catalizadores naturales de la transformacin de la arquitectura cannica. Afirmar su autoridad literaria y afianzar su lugar dentro del canon reformula por completo la historia de la literatura mexicana y plantea la necesidad de formar nuevos criterios historio-grficos. Este trabajo evala los criterios basados en la territorialidad nacional y los discursos crticos basados en una concepcin de la literatura como constructora de la nacin que han impedido la inclusin de la narrativa del exilio en la literatura mexicana y propone otras categoras (principalmente las redes y lugares de sociabilidad literaria, los espacios de interaccin pblica, las formas de produccin simblica y cultural y la actuacin social) que permitan situarlos dentro del canon mexicano. El debate acerca del nacionalismo frente al exilio espaol polemiza la forma en que se elabora la historia de la literatura para sustentar un discurso hegemnico que articula la memoria, la historia y las identidades nacionales.

El alejamiento geogrfico de los narradores exiliados implica a largo plazo el desconocimiento. En 1964, Ernesto Salazar Chapela seal que "La guerra civil o incivil fue fatal para los prosistas espaoles exiliados, en el sentido de que nadie los conoce en Espaa al cabo de tantos aos, hayan publicado lo que hayan publicado en el exilio."8 Y no slo en Espaa, la querella acerca de la localizacin en la historia de la literatura de los exiliados concierne igualmente a Espaa como a Mxico. En el contexto espaol an se discute si deben integrarse como grupo aislado, delimitado y paralelo o si se debe reformular el canon;9 en el mexicano, se han incorporado en algunos trabajos generales o antolgicos, pero en la historia literaria todava no resulta claro cul es su lugar. Debido a la escisin geogrfica, la narrativa espaola del siglo XX, como anota Hctor Perea, "no siempre se ha visto como un todo orgnico".10 Numerosos autores del exilio no se conocen en Espaa y tampoco han circulado con constancia en Latinoamrica.

Al observar la presencia de la narrativa del exilio en Espaa y Mxico, se llega a la misma conclusin que Manuel Aznar Soler sealaba en 2000 refirindose a Pablo de la Fuente, que su olvido "ejemplifica hasta qu punto esa recuperacin es an claramente insuficiente".11 A pesar de que desde finales de la dcada de los noventa12 se multiplic el conocimiento de autores a travs de trabajos particulares y reediciones,13el estudio de la narrativa del exilio contina siendo incompleto, como demuestra la antologa Slo una larga espera: cuentos del exilio republicano espaol (2006), editada por Javier Quiones,14 en la que slo aparecen tres adhesiones nuevas a la nmina cannica; Manuel Chaves Nogales,15 Alvaro Fernndez Surez y Rafael Dieste. Rafael Cont seala,

Hay sorpresas, arinque pocas, en los nombres de los autores llamados "fijos" ([Francisco] Ayala, [Max] Aub, [Manuel] Andjar, (Rosa] Chacel, [Merc] Rodoreda, [Paulino] Masip, [Ramn] Sender, [Jos Ramn] Arana, [Arturo] Barea, [Segundo] Serrano Poncela y Pere Calders) aunque los cuentos hayan cambiado bastante, pues la bibliografa utilizada ha aumentado considerablemente, pues 40 aos no pasan en balde, lo que permite un mejor conocimiento del tema.16

La obra de los autores exiliados resulta de un proceso histrico y cultural derivado de la guerra y, as como es posible analizar la obra anterior al conflicto de estos autores en contraposicin con la de sus contemporneos, slo su condicin de exiliados (muchos pasaron la mitad de su vida en Mxico) explica ciertas mutaciones de su obra. Su narrativa se enmarca entonces en dos mbitos: la preguerra y el exilio. Dos contextos geogrficos que intervienen necesariamente en la constitucin de sus creaciones y en la zona que ocupan en la historia de la literatura.

 

Situacin de la literatura mexicana

Pese a que las primeras historias de la literatura mexicana datan del siglo XVIII, que en el siguiente se realizaron varios intentos importantes de sistematizacin del panorama literario17 y que en el siglo XX se publicaron propuestas que partan de las anteriores y abundaron las monografas sobre autores particulares, en 1989 Beatriz de la Garza conclua que "hay muy pocas historias de conjunto".18 En 1996, David Foster mantena la misma perspectiva,

Despite de enormous production of interpretative criticism in Latn Ametica since midcentury, the lack of adequate historical and bibliographical control is really quite surprising [...] This is true not only of what is available in english, but also, and more significantly what is available in specific languages of Latin American Literary Production.19

En el mismo 1996, Jorge Ruedas de la Serna confirmaba la premisa anterior:

Es un lugar comn, hoy en da, decir que no tenemos en Mxico una verdadera historia de la literatura. Quiz, por eso, en los ltimos aos han surgido diversos proyectos de escribir esta historia, proyectos que hasta ahora han quedado en eso mismo.20

De hecho, en 2001, Aralia Lpez discuta:

Por qu llegamos al fin de siglo sin historias literarias actualizadas, sin correlacin de ideas y proyectos, sin categoras conceptuales estabilizadas para elaborar historiografas y presupuestos tericos en y de nuestros pases, cuando a lo largo de dos siglos y mayormente en el ltimo cuarto del XX, se ha realizado tanto trabajo crtico literario en Amrica Latina y el Caribe?21

El primer obstculo para ubicar el trabajo de los narradores exiliados en Mxico es la falta de una historia de la literatura puesta al da. Este problema se traslada a los manuales escolares que parten de estas investigaciones, y de ah a la institucin escolar que por repeticin canoniza y que, con el paso del tiempo, populariza ciertos autores y discursos crticos incompletos.

La segunda dificultad se encuentra en las coordenadas que definen el contexto de actuacin de la narrativa exiliada. Puesto que las historias de la literatura se basan en criterios de pertenencia territorial22 y es innegable la vinculacin del despertar de la conciencia nacional y la formacin de las historias de la literatura mexicana, en ellas se detecta la fuerte presencia de un discurso nacionalista.

 

Escenario de discusin: debate acerca del nacionalismo en la crtica literaria

La conocida polmica entre nacionalismo y universalismo en literatura transform sus argumentos a lo largo del siglo XX, pas a travs de sonadas estaciones desde 1925 y tuvo varios puntos altos en 1928 y 1932.23 Estas perspectivas derivan en una dicotoma crtica que adquiere solidez y fuerza y que da lugar a una valoracin incompleta del horizonte literario, como plantea Lourdes Franco,

Las distintas historias de la literatura mexicana reflejan como antagnicas dos nicas posturas en el panorama de la narrativa mexicana a lo largo de 25 aos: en la vieja tradicin del nacionalismo y la vanguardia parecen existir solamente el relato rural y de la revolucin y la escasa nmina narrativa de los escritores ms jvenes.24

Y que tambin seala a la narrativa como tradicional y realista y a la poesa como innovadora y vanguardista.25Tales constructos crticos cerraban el espacio analtico restringindolo a dos vertientes en las que los autores (nacionales o forneos) activos en Mxico deban encontrar cabida. Voces discordantes con este esquema resultaban imposibles de ubicar dentro de un marco histrico mayor y eran catalogadas como singulares, cuando no se marginaban por extraas o carentes de inters. No es gratuito que la novela sobre el maquis,Juan Caballero, de Luisa Carns, alejada del tema mexicano y demasiado especfica para adentrarse en la categora universal, escrita en los aos cuarenta, y pese a que en 1947 recibi el premio de narrativa de los Talleres Grficos "La Nacin",26 no fuera publicada hasta 1956, en la editorial Atlante, cuyos promotores eran casi exclusivamente exiliados.27

En el momento en que los exiliados espaoles desembarcaron en Mxico, la querella acerca de la relacin de la literatura con la formacin del concepto de nacin continuaba vigente. En Mxico, el proyecto de crear una cultura nacional se acentu en las primeras dcadas de siglo XX y los primeros esfuerzos por historiar la narrativa partieron del marco terico fundado en que la narrativa deba expresar lo mexicano. Se buscaba "construir un imaginario social que afianzar un discurso nacionalista que intentar integrar en su seno a todos los sectores sociales".28 El exiliado Max Aub, como figura que observa desde fuera pero que se encuentra dentro, valora la situacin:

Hacia 1940 se despierta un sbito inters por las literaturas aborgenes [...] Lo que sucedi es que, aun sin darse cuenta, al pas le convena, polticamente, buscar una plataforma ms ampla para su nacionalismo y ms en la poca que los intelectuales espaoles llegan en manadas y las industrias norteamericanas se establecen ms firmemente desde el punto de vista econmico.29

Este nacionalismo y "las profundas reorientaciones culturales que se iniciaron en Mxico a partir de 1940 y una vez que Manuel vila Camacho ech a anclar la poltica de 'unidad nacional'"30 impiden incorporar a los exiliados a la definicin de la historia cultural, independientemente de que cumplan con los requisitos de valor literario.

La posible inclusin de los narradores del exilio dentro de la historia literaria mexicana estaba determinada por la idea de que la literatura colaboraba en la formacin de una cultura nacional capaz de consolidar el discurso hegemnico de nacin.31 Discurso que conllevaba una fuerte dosis de anticolonialismo. De hecho, en esa dcada se fundaron los estudios latinoamericanistas que pretendan identificar a los pases del continente como territorio de preocupaciones y pasados comunes y sealar divergencias respecto a la pennsula, sobre todo de ideas polticas y de construcciones histricas.32 Este anhelo de independencia nacional, venido desde el siglo XIX,33 resonaba con ligeras modificaciones en el medio siglo XX. Ya no se entenda como herramienta de ordenamiento sino de consolidacin. Se entenda como separacin de Espaa34 pero representaba ms un gesto de autonoma que un sentimiento puramente antiespaol; adems, uno de sus impulsores era un exiliado: Jos Gaos. Durante esta dcada tambin se gestaron varias empresas culturales con el objeto de configurar una cultura propia, iniciativas en las que se inscribieron los mismos exiliados, como Cuadernos Americanos. El apartamiento de Espaa era una categora que ratificaba la singularidad nacional y se entenda siempre en un sentido positivo e incluso form parte de las simientes que fomentaron que se desatara el rechazo al arribo de los exiliados, identificados con la figura del gachupn.35 Dentro de este contexto tan fuertemente dirigido en una sola direccin (el nacionalismo cultural) se complicaba la estimacin del papel de los exiliados, constitua el discurso que legitimaba la inclusin o exclusin de un autor. Surgi una literatura "que se comprende como alegora nacional",36 y estas coordenadas demarcaban su historia.

Como el exilio es una condicin establecida por delimitaciones geogrficas, la creacin de los exiliados se mueve en realidades de fronteras fluctuantes y culturalmente difciles de fijar y pone en crisis su insercin dentro de las historias nacionales de la literatura.37 En qu parte del panorama cultural es posible localizar a autores que no nacieron en Mxico y que viven con la mirada puesta en Espaa? Un autor cuyas preocupaciones se vincularan con Mxico era ms afn a los creadores locales y por tanto susceptible de ingresar en las filas de la historia patria.38

La visin que prioriza los factores naturales y el paisaje, venida del siglo xix, mantuvo su impulso en la crtica mexicana de inicios del siglo XX. Para Jos Luis Martnez, catalogador literario y uno de los ms importantes crticos de la literatura mexicana del siglo XX,39 la literatura mexicana era un cmulo de caractersticas comunes e identificables en la obra de un autor, las cuales, por su naturaleza (tema, escenario, lenguaje) definan lo mexicano.40 As seal como signo de cualidad literaria la visin que el autor presentaba de Mxico, "la imagen de Mxico que surge de nuestras novelas contemporneas arrastra an muchos de los rasgos que un da le impusieron con fuerza creadora los novelistas de la revolucin."41 Dentro de esta perspectiva crtica, donde la entrada de una obra a la historia de la literatura implicaba criterios temticos, como la descripcin de un entorno natural, la definicin del ser mexicano o el anlisis del pasado, no haba cabida para los autores que escriban y publicaban en Mxico sin hablar de Mxico.42 La narrativa, considerada expresin nacional, era una va de definicin de los rasgos culturales especficos de una cultura y constitua una herramienta de conformacin de lo nacional. En esta lnea, Al Chumacera declar:

A medida que nuestra sociedad prosigue integrndose, en tanto conforma su conciencia, la literatura empieza paralelamente a conformar su imagen. Pues es verdad que la literatura debe denotar no slo ese reflejo del espritu nacional sino que debe implicar en su propia imagen el espritu mismo de la nacin.43

La propuesta de originalidad, basada en su vinculacin con lo nacional y concebida como categora definitoria de una identidad mexicana, establece el primer sustento para la produccin de una historia de la literatura.44 De esta manera, Jos Luis Martnez asignaba autoridad a la literatura mexicana destacando que su valor intrnseco se hallaba en su singularidad, sinnimo de lo nacional-mexicano.45 En 1951, Martnez afirma:

La literatura mexicana, como la de todos los pases, es la expresin ms intensa de la conciencia y la imaginacin de Mxico, y su conocimiento y estimacin son factores importantes de nuestra integracin cultural.46

El crtico incluso utiliza lo mexicano para subrayar el valor especfico de un autor.47 El criterio de integracin de Martnez depende, por tanto, de la vinculacin de la obra con la mexicanidad, la cual, a su vez, se caracteriza por su tratamiento de temas locales. Por ejemplo, Alberto Delgado en el prlogo a El paisaje en la novela de Amrica (1949), de ngeles Mendieta, anotaba: "Cuando Amrica, sus novelistas, atisbaron con cuidado y parsimonia la naturaleza que los circundaba y el paisaje que los sorprenda, naci la verdadera novela americana."48

Hacia el final de la dcada de los aos cincuenta del siglo XX el precepto crtico para la narrativa intentaba superar el debate acerca del sentido de lo mexicano y aspiraba a valorar la universalidad de la obra literaria; sin embargo, los dos criterios mantuvieron su vigor y corrieron paralelos durante las siguientes dcadas, encontrndose a veces y enfrentando sus puntos de vista. Por un lado, crticos que han sido fuente primordial de la elaboracin de las historias de la narrativa, como Seymour Mentn49 o Luis Leal50 siguieron empleando lo nacional como categora crtica; y por otro, aumentaron las discrepancias sobre la literatura nacional comomexicana. La discusin de este paradigma de anlisis alcanz las esferas menos especializadas invadiendo diarios, revistas y suplementos culturales, y era tan frecuente que, en 1955, Jorge Portilla, en las pginas de laRevista Mexicana de Literatura, declaraba con acritud que, "uno de los fraudes en Mxico, una cierta 'crtica literaria' que no es ni literaria ni crtica, sino una grosera condenacin de algunos escritores, pronunciada en nombre de la nacin mexicana."51

En la misma publicacin, Emmanuel Carballo, uno de los principales detractores, volva a descalificarla:

Como consecuencia de un afn nacionalista, de noble y larga ascendencia entre nosotros, es comn escuchar o leer, consideraciones como estas, referidas a la produccin literaria: "es una obra muy mexicana" o bien "es un libro interesante pero no es mexicano.52

Dentro de este espacio se encuentra la conocida polmica encabezada por Emmanuel Carballo y Andrs Henestrosa, cuando el ltimo asegur, con el evidente propsito de producir bullicio, que leer a Proust eraproustituirse.53 A veces el dilema se resolva ampliando los criterios, por ejemplo, el mismo Henestrosa, como antologador del cuento mexicano de 1954, se ve obligado a incluir a los fuereos aunque no sin reservas, explica:

como la literatura de un pueblo la construye todo lo que en l se publica y la procedencia comn de los pueblos hispanoamericanos los asemeja entre s, y como la permanencia de un escritor en un ambiente dado acaba por hacerlo en cierto modo nacional, hemos incluido en la bibliografa, que no en la seleccin, algunos autores extranjeros, pues por la razn apuntada, su obra no es del todo ajena a la literatura mexicana.54

Los opositores a la crtica que exalta la mexicanidad como valor literario se multiplicaron con el avance del tiempo; en la mitad de la dcada de los sesenta incluso emergieron voces dispuestas a discrepar que demostraban que adems del "objective realism and explicit social purpose"55 existan otras vertientes narrativas significativas y algunos estudiosos incluso modificaron su opinin.56 La crtica comenz a dejar de lado los conflictos nacionales slo para recomponerlos bajo la demanda de universalidad. De esta manera, John S. Brushwood,57 uno de los principales historiadores de la novela mexicana, construa su propuesta histofiogrfica a partir de categoras asociadas con la idea de nacin pero matizadas, "The novel is particularly capable of expressing the reality of a nation, because of its ability to encompass both visible reality and the elements of reality that are not seen."58 El panorama crtico sintetiz estos discursos y busc una narrativa que representase la esencia nacional pero sin los defectos de la precedente novela de la revolucin, y se volvi constante el llamado a la nueva novela. La meta de la crtica era la universalidad pero con la esperanza de que contuviera temas o escenarios mexicanos. La interpretacin de la realidad nacional en la literatura segua siendo el valor hegemnico durante la dcada. La crtica argentina Mara Luisa Cresta de Leguizamn, defini en 1970: "En suma, que uno de los dramas de la novela mexicana puede residir, cmodamente, en esa angustiosa bsqueda por concretar qu es 'lo mexicano'."59 Algunos aos ms tarde, en 1989, Brushwood ya no consideraba corrientes opuestas el universalismo y el nacionalismo y buscaba sus puntos de contacto en el avance de la historia de la literatura; no obstante, todava empleaba el criterio de explicacin de lo mexicanocomo sinnimo de calidad e hilvanaba una cadena de novelas que trazaban este proceso, afirmaba: "El luto humano [1943], Al filo del agua [1947] y Pedro Pramo [1955] are nationalistic in the sense that narrati-ves were developed on basis of recognizably mexican referents."60 Tambin Sara Sefchovich esboz la trayectoria novelstica del siglo XX a partir del nexo entre historia y sociedad y destac, de lo publicado entre las dcadas de los aos cuarenta a los sesenta, a aquellas que lograban ahondar en el sentido de lo mexicano; de hecho, respecto a la narrativa exiliada aluda a autores que escribieron sobre las realidades locales, "Mxico influye en alguna literatura del exilio espaol [...] Tal es el caso de Max Aub, Ramn Sender y Antoniorrobles que en esos aos cantan a Mxico, a su paisaje y al general Crdenas."61 Pero ni siquiera el inters por Mxico era suficiente para que sugiriera la incorporacin de estos autores a la literatura mexicana.

 

Los narradores exiliados ante la polmica nacionalista

El agradecimiento a Mxico y a Crdenas produjo en el intelectual exiliado un conflicto entre ser espectador o actor, que resolvi creando un "discurso pblico"62 afn a las prcticas polticas del poder. As, circunscriba su mbito de accin poltica a Espaa y armonizaba sus posiciones crticas con la tnica general, ya que, como explica Faber, los intelectuales espaoles "se encontraban con unas barreras culturales, legales y polticas que, por regla general, les impedan hacer anlisis socio-polticos que contradijeran la imagen positiva difundida por la retrica oficial".63 Los narradores exiliados no se opusieron a los discursos hegemnicos acerca de la relacin entre nacin mexicana y literatura y en cierta manera contribuyeron a afianzar la vinculacin y, como crticos, realizaron una serie de actos evaluativos que fortalecieron la postura predominante. Max Aub, en Gua de escritores de la revolucin mexicana (FCE, Mxico, 1968), particip en la consolidacin del concepto crtico e historiogrfico novela de la revolucin. El autor hallaba una dicotoma en el itinerario de literatura mexicana y distingua entre seguidores y no de la narrativa de la revolucin.64 La creacin de esta categora no slo representaba un referente terico e historiogrfico a partir del cual se estructuraba la literatura, sino un medio de afirmacin de la corriente que explicaba la naturaleza nacional como sinnimo de calidad literaria. La novela de la revolucin era la cima de creacin para los novelistas y el modelo de anlisis para los crticos. En 1981, la estudiosa de la literatura mexicana, Aurora Ocampo, reuni "quince ensayos de panoramas generales de la novela mexicana de este siglo [XX]"65 y estableci, a partir de los textos compilados, a la novela de la revolucin mexicana como "antecedente indispensable para entender la madurez a la que llegara la novela contempornea".66 Si, de acuerdo con la crtica vigente, la narrativa demostraba su valor en su capacidad de reproducir la realidad local, la novela de la revolucin se alzaba como su paradigma. De hecho Edmundo Valads consideraba que "la revolucin, como se ve, identific por primera vez al mexicano con el mbito natural. Lo puso y lo adentr en lo suyo."67 El paisaje local se volva un descubrimiento de esta narrativa. El escenario en el que comienza el apogeo de la novela de revolucin revela la importancia que el discurso hegemnico conceda a la valoracin nacionalista en la narrativa, explica Luis Leal:

A finales del ao 1924, sin embargo, acontece un hecho inusitado: despierta, inesperadamente, el inters en la literatura de la revolucin. Como es bien sabido, este despertar se debe a la polmica que en los peridicos de la ciudad de Mxico se entabl entre Julio Jimnez Rueda y otros escritores, que negaban la existencia de una literatura nacional, y don Francisco Monterde, que la defenda, sealando el valor de Los de abajo de Azuela. Uno de los resultados de esa polmica fue el inters que los editores de El Universal Ilustrado demostraron en la novela de Azuela y el tema de la revolucin en la literatura. A principios de 1925 publicaron Los de abajo y dieron lugar prominente a cuentos y relatos de la revolucin. De ese ao en adelante se desata un alud de cuentos, ancdotas, relatos y episodios de la revolucin que llenan las pginas de los peridicos y revistas de la poca.68

La novela de la revolucin, como representacin de una memoria que se quiere certificar, avalaba la validez del discurso hegemnico en curso, puesto que pona el acento en ciertos acontecimientos y formas de expresin. Y su carcter es tan predominante que marca la percepcin crtica y la sistematizacin diacrnica de toda la narrativa del siglo XX mexicano. De esta manera,

Los aos comprendidos entre 1931 y 1947 corresponden al ao de reconocimiento de la revolucin como hecho trascendental en la historia del pas. Ahora predomina los temas y la conciencia nacional y se publican la mayora de las "novelas de la revolucin", por lo que en esos aos prevalece la tendencia descriptiva sobre la innovadora. Los autores contemplan los problemas nacionales olvidndose casi totalmente de lo que suceda fuera de sus fronteras. A partir de 1947 se entremezclan las dos tendencias dando por resultado la sntesis de lo cosmopolita y la conciencia nacional.69

Los factores que regan la recepcin de la narrativa y la popularidad de sus autores se asociaban tanto con el tratamiento de temas mexicanos como con el retrato del paisaje. Y pasaban a la historia de la literatura aquellos cuya obra se ajustaba a estos criterios.

Como creadores, los intelectuales exiliados rehuyeron la polmica nacionalista en los primeros aos y regresaron al pasado espaol. No importa el pas de residencia del autor, el argumento y discusin de la novela coincidan en Espaa, principalmente en los aos de la repblica y la guerra.70 El tiempo del escritor exiliado se detiene y constantemente retorna al momento (emocional e histrico) en el que se dej el lugar de nacimiento. Enrique de Rivas recurre a la historia de los durmientes de Efeso, cuyo tiempo est fuera del tiempo, no progresa y persiste en el cronotopo de la memoria, para explicar el orden mental de los exiliados.71 En las obras de los exiliados est presente una experiencia comn que dicta los enfoques y los temas; pero, si se ampla la perspectiva, no sera esta mirada del pasado inmediato un punto de coincidencia con algunos novelistas coetneos de los aos cuarenta y cincuenta en Mxico? Aunque sus narrativas difieren en escenario, hay un punto de contacto entre ambos marcado por la concepcin de la novela como forma de denuncia. Tanto la mayora de la narrativa exiliada acerca de la guerra civil o sus aos inmediatamente anteriores, como la suscitada por la revolucin abrevaban de una fuente autobiogrfica o partan de la experiencia y la disfrazaban con la ficcin. As sucede en el ciclo narrativo El laberinto mgico (1943-1967) de Max Aub o en la novela En mi hambre mando yo (1959) de Isabel Oyarzbal. Como testigos, los autores pretendan mostrar su visin documental del conflicto con ficciones en forma de memorias o crnicas que siguen el cdigo de la ficcin.72Textos fronterizos donde se suprimen los contornos entre lo imaginado y lo vivido. Para estos autores, el pasado y la historia significaban un asidero desde el cual sostener su identidad como exiliados y republicanos. El ser espaoles y exiliados era una categora que conformaba su imagen presente, que los cohesionaba como grupo y les otorgaba sentido de comunidad. Si el pasado construa la identidad, su escritura la afianzaba. De ah la necesidad, atizada por la aoranza, de poner la mirada en Espaa y analizar la guerra (suceso), los aos previos (las causas) y los posteriores (las consecuencias). De esta precepcin deriva la apreciacin de Aub en 1971, "la novela de la revolucin mexicana, en lo que tiene de ms valedero, se escribe casi al da aunque generalmente se publica en el exilio, en los exilios que fueron muchos y distintos".73 Para Aub el exilio es el cronotropo de escritura de la historia inmediata, una posibilidad para la crnica de los sucesos histricos vidos de novelizacin. Los autores del exilio asuman una propuesta casi misional, basada en revisar volver a ver y, sobre todo, comunicar los sucesos del pasado reciente. No sorprende, entonces, que los narradores exiliados en Mxico llegaran al tema de la revolucin y a la narracin indigenista, que identificaban como vetas valiosas de la literatura mexicana, como ejemplo, el relato "La prietita quiere una piel blanca"74de Luisa Carns, en cuyo ttulo se expresa su tema y el conflicto que ilustra. Los intelectuales exiliados se consideran a s mismos parte de la cultura en la que ya no slo participan, sino tambin escriben y la mayora habla de Mxico.75 Esta narrativa enarbola el discurso hegemnico heredero de la vertiente revolucionaria. Claramente no estaban motivados por un deseo de integracin sino por el concepto hegemnico de que dentro de esos temas se hallaba la verdadera literatura, sobre todo en la medida en que comulgaban con los supuestos de la literatura social, de orden realista, comprometido y de denuncia (hegemnicos en la novela espaola de preguerra). Aunque hay algunas voces discrepantes que ejercen modos distintos de narrar, casi siempre los autores conservan esta concepcin de literatura y cuando llega el momento la trasladan al contexto mexicano.

La apora del exilio respecto al nacionalismo se demuestra en su proyecto narrativo, que coincide mayormente con la cultura hegemnica, pero al mismo tiempo la contradice, puesto que ellos pertenecen a una cultura que el nacionalismo rechaza. As se comprende la amplitud de criterio de Max Aub al elaborar, por un lado, su antologa de Poesa mexicana. 1950-1960 e incluir a autores de otras latitudes: "Por esto se trae aqu, como buen colofn, unos cuantos poemas de poetas espaoles y americanos, mexicanos de hecho y pecho. No sera justa, ni para ellos ni para Mxico, su ausencia."76 Y por otro, al ni siquiera insinuar un posible vnculo con la literatura local o su integracin en la historia de la literatura mexicana de los autores exiliados en su manual,Historia de la literatura espaola (1966 y publicado por supuesto fuera de Espaa), en el que se propuso eliminar la ausencia de los autores del exilio en las historias de la literatura espaolas.77 Aub utiliz distintas categoras para clasificar a los prosistas exiliados, algunos los agrup dentro del mote generacin de la primera dictadura (Ramn Sender, Joaqun Arderus, Csar Arconada), a otros en la segunda dictadura, donde incluy a autores que permanecieron en Espaa y a los que formaron su carrera en el exilio porque llegaron muy jvenes (Arturo Barea, Jos Herrera Petere), y plante una tercera, la prosa de exiliados y no exiliados en la que repiti algunos nombres circunscritos en otros grupos (Benjamn Jarns, Antonio Espina, Jos Bergamn, Ernesto Gimnez Caballero, Juan Chabs, Rosa Chacel, Ramn Sender, Jos Daz Fernndez, Rafael Dieste, Csar Arconada, Francisco Ayala, Esteban Salazar Chapela). En este manual Aub, como historigrafo literario, estableca la pertenencia de un autor a una literatura por el nacimiento, el orden de sus temas y preocupaciones, no por el lugar de actuacin o de sus publicaciones.

El anlisis de las prcticas discursivas y las polticas culturales implicadas en la construccin de la historia de la literatura revela que el nacionalismo como valor literario y condicin de pertenencia a la historia de la literatura fue una categora crtica implcita en la eleccin de autores y obras, hasta que empieza a cuestionarse y termina por reformularse.

 

Administradores de los valores estticos: inclusiones en antologas, manuales y diccionarios como parte de la literatura mexicana78

Para definir la perspectiva crtica de los estudios acerca de la narrativa exiliada en el contexto mexicano, primero se debe trazar la trayectoria de obras generales sobre el exilio intelectual y despus entrar en trabajos literarios especficos.

Los trabajos iniciales sobre los intelectuales exiliados los presentaban como grupo, describan su actividad, explicaban su trabajo y en cierta medida justificaban su estancia, de hecho apelaban a su condicin de indefensin y solan definirlos como refugiados.79

En la dcada de los cincuenta, la labor de los exiliados se clasifica y prosiguen las publicaciones que juzgan positivamente su llegada a Mxico,80 textos informativos que subrayan la labor de los refugiados para mejorar su percepcin social. Fuera de Mxico (aunque no en Espaa) se editaron libros quiz ms analticos acerca del trabajo de los exiliados pero que reiteran tambin la conclusin sobre los beneficios de su llegada, ya que tratan de modificar la opinin internacional respecto al refugiado enfatizando su trabajo intelectual y cultural.81 Los primeros estudios especficos de la narrativa del exilio en Mxico empezaron en 1959, con "Literatura de la emigracin republicana en Mxico",82 de A. Alatorre, donde estableca algunos intereses comunes y constantes temticas de la obra de los exiliados que ayudaron a conformar una categora que los reuna dentro del conjuntonovela del exilio.83 Nocin que terminar por adoptar y petrificar la historiografa espaola.84

Una de las principales dificultades para ubicar a los intelectuales exiliados en el panorama cultural mexicano es el apego al modelo generacional de las historias de la literatura. Este mtodo ha arraigado con tal fuerza en la sistematizacin de la cultura mexicana85 que no hemos encontrado historia de la literatura del siglo XX que no emplee de alguna forma su terminologa o planteamiento.86 Incluso la historiografa cultural ms reciente sigue validando este modelo, no obstante alguna propuesta aislada que propone la periodizacin. Puesto que el mtodo se estructura a partir de la fecha de nacimiento, para insertar a los autores exiliados hay que ajustar datos y propuestas con las generaciones existentes.87 Tambin ha sido formulada una suerte de sntesis de los criterios de ao de nacimiento y de actuacin a travs de la idea de constelaciones, que divide en periodos pero vierte luz sobre las personas, "bien puede estar integrada por estrellas de diferentes edades pero que se caracterizan por un mismo temple".88 Esta divisin proviene a su vez de la segmentacin histrica basada en el paso de la estafeta de las distintas asociaciones literarias.89 La historizacin de la literatura mexicana del siglo XX debe sintetizar las anteriores la periodizacin, la divisin generacional, el seguimiento de los grupos y las prcticas culturales para trazar un horizonte cabal de la literatura y seleccionar autores a travs del lugar de actuacin ms que el de nacionalidad.

En la historia cultural mexicana la insercin de los intelectuales exiliados se observa desde la influencia y slo suele mencionar a los que de manera directa intervinieron en temas cardinales de la cultura (Jos Gaos), mientras que otros de similar importancia pero menor visibilidad son ignorados (Juan Rejano). Para hallar a los poco evidentes narradores exiliados en el panorama historiogrfico mexicano es necesario acudir a textos que modifican los criterios de historicidad. De este modo, forman parte de varias obras de referencia en las que, al no implicar una sistematizacin, su insercin resulta menos conflictiva. Aparecen as en el Diccionario de escritores mexicanos de Aurora M. Ocampo y Ernesto Prado Velzquez (1967 y en sus posteriores reediciones), cuyo proyecto promueve la integracin en la literatura mexicana de cualquier autor que haya residido y publicado en Mxico. En la edicin de 1988, explicaba Ocampo, "tambin hemos incorporado a los escritores de otras nacionalidades con residencia en este pas, cuya produccin total y parcialmente pertenece a nuestras letras".90 Como texto referencial serva para localizar la trayectoria de varios narradores que estuvieron activos en Mxico, no obstante, ninguna historia de la literatura los asoci con sus coetneos mexicanos. Tambin se incluy a los exiliados en el Diccionario enciclopdico bsico del teatro mexicano (1996) de Edgar Ceballos; enMilenios de Mxico. Diccionario enciclopdico de Mxico (Mxico, Diagrama, 1999) de Humberto Musacchio, y enBreve historia del teatro mexicano (Mxico, Editorial de Andrea, 1968) de Antonio Magaa.

La recopilacin de ensayos de El exilio espaol en Mxico, 1939-1982 (FCE, Mxico, 1982), que adjunta elDiccionario biobibliogrfico compilado por Matilde Mantecn, se convirti en un texto de consulta indispensable para identificar a los intelectuales exiliados, aunque segua circunscribiendo el conocimiento de los autores exiliados al mbito de la referencia. En los aos ochenta Joaquina Rodrguez Plaza proporcion un abundante listado de narradores exiliados en Mxico de distintas edades, adems de los ms cannicos, y present a varios prcticamente desconocidos en su "catlogo comentado".91 Sin embargo, esta ampliacin no se convirti en una fuente de nombres para las historias de literatura mexicana ni vivero que originara trabajos particulares. En esta dcada, la investigacin acerca del exilio en Mxico estuvo marcada principalmente por tres lneas: la primera fue el proyecto testimonial de construir una memoria del exilio;92 la segunda estuvo guiada por los estudios especficos,93 y la ltima fueron los homenajes.94 Estas tres sendas marcan la investigacin de las tres dcadas posteriores.

Desde el siglo XIX, en Mxico existe una slida tradicin de antologas poticas, pero no hay una preocupacin similar respecto a la narrativa.95 Para afianzar la comunidad entre autores residentes y recin llegados, surgi una iniciativa conjunta: Laurel. Antologa de la poesa moderna en lengua espaola (Sneca, Mxico, 1941) que, como su nombre indica, reuna a poetas de lengua espaola con independencia de su nacionalidad. La seleccin estuvo a cargo de dos espaoles (Emilio Pardos y Juan Gil Albert) y dos mexicanos (Xavier Villaurrutia y Octavio Paz). Villaurrutia firm el prlogo y la portada y las vietas correspondieron a Ramn Gaya. Este libro dio a conocer en Mxico a un grupo de poetas exiliados y particip en su integracin al establecerlos dentro de un mismo espacio con sus compaeros mexicanos.96 En el eplogo escrito para la reedicin de 1986, Paz explica:

A m se me ocurri la idea de la antologa. Con ella quera mostrar la unidad y continuidad de la poesa en nuestra lengua. Era un acto de fe. Crea (y creo) que una tradicin potica no se define por el concepto poltico de nacionalidad sino por la lengua y por las relaciones que se tejen entre los estilos y los creadores.97

Un proyecto semejante al de Laurel para la narrativa resulta improbable dentro del contexto de llegada de los intelectuales espaoles y dificulta tambin el conocimiento de su obra.

Las propuestas inclusivas de los autores del exilio en la literatura mexicana cuestionan las coordenadas tradicionales de la historia literaria y no se encuentran hasta los aos noventa, cuando la perspectiva crtica se transforma y la sociabilidad literaria se convierte en el principio comn para la seleccin de autores. Quiz a causa de que desde las dos dcadas previas empez a predominar la narrativa de los espacios ntimos, que se aleja de manera consciente del entorno mexicano, creando as una nueva versin de la novela mexicana.Adems de que la visin tradicional del canon se encuentra en crisis. De esta manera, en 1995 Jos Luis Martnez y Christopher Domnguez presentan y analizan en su compendio crtico a los narradores de exilio espaol y a otros nacidos en Latinoamrica porque "son parte integral de la literatura mexicana".98 Tambin el libro Si cuento lejos de ti (1998), contiene ensayos de autores cuya actividad creadora se realiz en Mxico, entre ellos Max Aub, Augusto Monterroso o Gabriel Garca Mrquez; el libro "se propone recuperar a los nuestros, incorporarlos a nuestra historia literaria y cultural pues, si bien nacieron en otros paisajes y atavismos, han construido con nosotros la geografa y geometra social del Mxico de hoy".99 Dentro de esta misma lnea, Arturo Souto propone que los criterios para formar una historia de la literatura deben fundarse en la lengua y el estilo ms que en el lugar de nacimiento o nacionalidad.100

Aunque no aparecan en las historias de la literatura, sus nombres eran familiares para los lectores locales, ya que sus obras se editaron en las principales colecciones, como la miscelnea Tezontle, del FCE, fundada en 1940 por Francisco Giner de los Ros.101 Tambin integran el catlogo de Lecturas Mexicanas, del CONACULTA102 y sus obras forman parte de Los Presentes, la iniciativa editorial promovida por Juan Jos Arrela en los cincuenta.103Al publicarlos dentro de estas editoriales empezaban a formar parte de la literatura de Mxico y se hacan accesibles sus textos.

Los autores que emprendieron su carrera literaria en Mxico, a diferencia de sus padres que llegaron con una trayectoria detrs, estn plenamente aceptados por la historiografa mexicana. En la espaola, sin embargo, no hay la misma uniformidad, como se observa en la anotacin de Sanz Villanueva en el volumen sobre narrativa de la coleccin El Exilio Espaol (Taurus, Madrid, 1977), ah menciona a Roberto Ruiz y Jos de la Colina, aunque afirma centrar su atencin en los que llegaron ya formados. La crtica espaola con frecuencia emplea la categora hispanomexicana para distinguirlos de sus mayores.104 Este trmino tambin ha tenido cierta aceptacin entre la crtica mexicana, aunque todava no se ha consolidado como nocin clasificatoria.105En la mayora de los estudios acerca de estos autores se seala su origen106 pero se consideran parte de la literatura mexicana. Octavio Paz asevera: "No me refiero a los poetas que eran nios y que aqu se formaron, pues sus obras son parte de la literatura mexicana contempornea."107 De hecho, Emmanuel Carballo incluy a Jos de la Colina en su antologa temprana, Cuentistas mexicanos modernos (1956). Los mismos autores se asocian con otros mexicanos, dice Jos de la Colina: "Me siento a gusto con la amistad, la crtica y el estilo de algunos compaeros de generacin como Juan Vicente Mel, Juan Garca Ponce, Fernando del Paso."108 Al estar aceptados por la crtica como mexicanos, estos autores cuentan con mayor nmero de estudios y sus nombres se encuentran con facilidad en antologas e historias de la literatura, que los hacen ms asequibles e incrementan su recepcin.

En el manual Literatura espaola y mexicana (1973), en la parte espaola no se menciona a ninguno de los autores del exilio, ni siquiera a los ms cannicos y, en la parte de Mxico, se incluye a Arturo Souto Albarce.109 En su estudio de la narrativa fantstica de 1977, Ross analiza la obra de Jos de la Colina y Arturo Souto como parte de la literatura mexicana porque ellos "were brought to Mxico when they were children, and thus their writings can be classified only as Mexican".110 Souto y De la Colina aparecen tambin en la antologa elaborada por Enrique Congrains, que explica la seleccin:

Aparecen dos autores nacidos en Espaa y que, vctimas de la guerra civil y del exilio, desde temprana edad se arraigaron definitivamente en su patria adoptiva. No seremos los primeros, ni seremos los ltimos, en situarlos dentro del panorama cultural de Mxico.111

Tambin entre sus intenciones, el autor propone superar el criterio nacional:

Con ello, le facilitaremos [al lector] un mayor conocimiento de autores que han destacado, no por recalcar la visin extica y convencional que desfigura a Mxico, sino debido a su calidad literaria y a su preocupacin por comunicar una realidad autntica, nica que conmueve al artista.112

En la seleccin de cuentos de Emmanuel Carballo, Narrativa mexicana hoy (Alianza, Madrid, 1969), incluye "Barcarola" de Jos de la Colina entre los textos de autores jvenes. De la Colina tambin fue incluido en la antologa de Jaime Erasto Corts, Dos siglos de cuento mexicano. XIX y XX (Promexa, Mxico, 1979), junto con Arturo Souto.113 Ambos autores fueron antologados por Gustavo Sainz en Los mejores cuentos mexicanos(Ocano, Espaa, 1982), sin comentario sobre el origen de los dos narradores. Estos prosistas, que llegaron en la infancia o adolescencia a Mxico, ya forman parte de la historia de la literatura mexicana por su actuacin e incidencia dentro del medio cultural. Christopher Domnguez, en Antologa de la narrativa mexicana del siglo XX(FCE, Mxico, 1989-1991, tomos I y n), evita incluir a autores que nacieron fuera de la esfera nacional; afirma:

Problemas de orden y concepcin lo impidieron: las fronteras nacionales y estatales son una realidad poltica que an define a las narrativas. Ms an en el caso de una tradicin narrativa esencialmente endgena como es la mexicana.114

A pesar de sus reparos hacia los mayores, el crtico incluye a dos narradores de segunda generacin: Jos de la Colina y Pedro F. Miret, aunque sin explicar los criterios. Tambin en la historia de la literatura editada por David W. Foster (1996) estos autores aparecen como parte de la literatura mexicana. Del mismo modo, Luis Ignacio Helguera incluye en su Antologa del poema en prosa en Mxico (FCE, Mxico, 1993) sin anotacin especial a Toms Segovia, Jos de la Colina y Pedro F. Miret, todos llegaron a temprana edad a Mxico; en cambio, argumenta la inclusin de Benjamn Jarns, Luis Cernuda y Jos Bergamn, que contaban con una carrera literaria anterior, justificndola con la influencia que ejercieron en el panorama literario. Hacia principios del siglo XX, la tendencia crtica suele distanciarse del criterio nacional. La asimilacin de los autores que desarrollaron su actividad en Mxico se constata en el caso de Jos de la Colina, que aparece como mexicano en la antologa de minificcin latinoamericana, Relatos vertiginosos (Alfaguara, Mxico, 2000) compilada por Lauro Zavala. Pedro F. Miret forma parte de la antologa Paisajes del limbo (Tusquets, Mxico, 2001), en la que Mario Gonzlez Surez, como seleccionador y comentarista, explica la eleccin de los autores porque "han sabido navegar por debajo de la marea literaria nacional"115 puesto que

hace un siglo era una verdad latinoamericana que el escritor, as como el abogado y el cura, funga como preceptor social y sus ms importante misin consista en "hacer patria", edificar cvica y nacionalistamente a los lectores.116

La incorporacin de Pedro F. Miret, como narrador fantstico, se realiza porque se mueve en ese espacio paralelo a la literatura realista, que hasta aos recientes acostumbraba segregar la crtica.

A partir de los aos noventa aparece una intencin crtica activa que incorpora a autores que marcaron el medio cultural. La incorporacin de Arturo Souto a la literatura mexicana se verifica al aparecer en la antologa,Acechando al unicornio, ha virginidad en Mxico, realizada por Brianda Domecq.117 Tampoco se justifica la presencia de Paulino Masip. Al parecer la seleccin estaba determinada por el lugar de publicacin. Este criterio se vuelve constante en antologas recientes que, tras los acosos al canon, proponen la apertura de las nminas clsicas. En Voces recobradas. Narrativa mexicana fuera del canon (1925-1950) (2008), coordinada por Lourdes Franco, cumple con el doble propsito de incorporar voces obviadas por la crtica y superar el criterio del lugar de nacimiento, as

se incluyen algunos nombres de escritores espaoles que vivieron algn tiempo en Mxico [...] en estos casos estn las plumas de Magda Donato, Jos Herrera Petere y Alfonso Camn. De estos escritores de nacionalidad espaola se eligieron textos que, ya sea por su carcter universal o bien por su acercamiento a la cultura mexicana, son ya parte importante de nuestro acervo cultural.118

La crtica reciente empieza a ponderar el papel de los narradores del exilio y de esta manera hace visible una parte importante del quehacer cultural y revela una influyente corriente literaria, slida y con su propia normativa que forma parte de la narrativa mexicana.

 

Configuracin del canon

Tres direcciones encauzan la discusin de la historia de la literatura respecto a la posicin de los autores descentrados o de difcil ubicacin: una propuesta inclusiva en la que se realicen adendas a una historia de la literatura ya establecida; la creacin de un canon paralelo y autnomo formado por estos autores y la posible reformulacin del canon. La historiografa espaola opt por la segunda va apoyndose en el trmino novela del exilio. Si bien esta nomenclatura identifica a un grupo de autores, conforma un ncleo apartado de la historia de la literatura y pierde utilidad en el momento de interpretar periodos narrativos extensos, sobre todo porque como unidad se ubica al margen de las transformaciones literarias. En el caso de la literatura mexicana se puede ir trazando el camino planteando una cronologa paralela que revele las similitudes, conexiones y espacios de dilogo entre narradores de orgenes diferentes. Ampliar el canon y anexar a autores que estuvieron activos en Mxico, influyeron y transformaron el escenario mexicano, propicia un mejor entendimiento del panorama cultural del siglo XX. La literatura del exilio significa un fenmeno independiente pero no aparte en dilogo con la literatura local.

El exiliado debe ser entendido como integrado-integrante de la cultura receptora y a su vez actor en un proceso cultural. La herencia colonial mexicana influye en la percepcin del exilio espaol y de manera inevitable la historiografa de la literatura mexicana muestra este proceso de dilogo en el que hay que transigir y ceder entre un pasado y un presente poscolonial. En este sentido el ya muy debatido y cuestionado concepto de transterrado,119 creado para salvar las distancias por Jos Gaos, resuelve de manera efectiva el conflicto de admisin por parte de la cultura receptora y de integracin del exiliado. De ah la aceptacin general, no obstante su imprecisin.

La ubicacin de estos autores, a travs de cualquiera de estas tres vas, cuestiona los mecanismos que constituyen la tradicin. Al analizar la relacin entre nacionalismo y literatura, la narrativa del exilio surge como posibilidad de resistencia a la hegemona cultural y a los acomodos de la historia de la literatura. Se trata de poner atencin en textos perifricos que pueden enriquecer la comprensin del periodo, ya que alrededor de una obra creativa surgen otras afines o diferentes y hay una conjuncin o una divergencia de intereses en el interior de un ambiente especfico; por tanto, por qu no mirar la historia de la literatura como un proceso mltiple y dialgico, ms que como una estructura lineal formada por una serie de personalidades que se transfieren la estafeta de la tradicin. Observar el papel de los autores del exilio en la historia de la literatura mexicana constituye un primer acercamiento a esta transformacin.

 

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Notas

1 Brger, "Literary", 1997, p. 184.

2 Zavala, "Canon", 1997, p. 289.

3 Pozuelo y AradraTeora, 2000, p. 123.

4 Pozuelo, "Lotman", 2004, p. 1.

5 Sobre todo a raz de libros como el polmico The Western Canon: The Books and School of the Ages(1994)deHarold Bloom.

6 Algunas iniciativas encaminadas a presentar y analizar la obra de escritoras aparecieron con a mira puesta en ampliar el canon (o, en palabras de Lillian Robinson, elaborar un contra-canon femenino) y mantienen su actualidad. Vase Simn, "Mil", 2006, pp. 661-703.

7 EysteinssonConcept, 1990, p. 50.

8 Salazar, "Carta", 1964, p. 9.

9 En los aos sesenta comienza una apertura relativa del franquismo que se traduce en la circulacin ms constante en Espaa de libros acerca del exilio y se empieza a hablar de los autores que salieron al finalizar la guerra civil. Aparece el estudio antolgico Narrativa espaola fuera de Espaa. 1939-1961 (1963), de Jos Mara Marra-Lpez que cre una categora de estudio, la novela del exilio. Aunque no era una nmina exhaustiva, la propuesta de Marra-Lpez sirvi de gua principal de las historias de la literatura-, A partir de este momento empiezan a repetirse tres nombres: Ramn Sender, Rosa Chacel y Francisco Ayala. Despus aparecen los trabajos de Eugenio Garca de Nora, La. novela espaola contempornea (1963); Rafael Cont, Narraciones de la Espaa desterrada (1970) y Joaqun de Marco, La nueva literatura en Espaa, y Amrica (1972), que muestran una gradual absorcin de la narrativa exiliada pero siempre desde el mismo paradigma, novela del exilio, no implican una seleccin exhaustiva sino la apropiacin de una nmina ya convertida en hegemnica. Los crticos realizan valoraciones horizontales, en las que seleccionan dentro de la obra de un autor pero no frente a otros narradores. Esto produce algunas menciones de exiliados en historias de la literatura espaola pero siempre la misma nmina. Al final de la dictadura surgen nuevos trabajos que amplan el panorama. En la dcada de los aos ochenta, el trmino novela del exilio se consolida como paradigma crtico en historias de la literatura espaola, significa una forma de integracin parcial que mantiene al grupo cohesionado y aparte. Esta aproximacin contina en tas dcadas siguientes y se discute hasta la fecha. Sobre el sitio del exilio en la historia de la literatura espaola, vase SoldevilaHistoria, 2001, p. 98; "Literatura", 1995, p. 11, y "Novela", 2001, pp. 193-205; Mainer, "Consideraciones", 2002, p. 54; Rodrguez, "Exilo", 2005, p. 2; Caudet, "Hablamos?", 2009, p. 1004, y LarrazMonopolio, 2009

10 VV. AA., Cuento, 1987, p. 7.

11 Aznar, "Exilio", 2000, p. 246.

12 Allier concluye: "el auge del debate pblico referido al exilio con la consiguiente construccin de memorias pblicas, puede ser situado en los albores del siglo XXI". Allier, Tiempos, 2008, p. 238.

13 La bibliografa se multiplica a partir de esos aos. Tambin surge el Gexel (Grupo de Estudios del Exilio Litetario) de la Universidad Autnoma de Barcelona que promueve el estudio de la literatura del exilio realizando mltiples congresos y promoviendo publicaciones, como la coleccin Biblioteca del Exilio de la editorial Renacimiento.

14 Quiones, Slo, 2006.

15 Recientemente reeditado con inusitado xito por la joven editorial barcelonesa, Asteroide.

16 Cont, "Relatos", 2006, p. 14.

17 Como el de Ignacio Altamirano. Vase Tola de Habich, "Propuesta", 2005, pp. 203-221.

18 Garza, "Historia", 1989, p. 551.

19 Foster, "Preface", 1996, p. vil.

20 Ruedas de la Serna, "Presentacin", 1996, p. 7.

21 Lpez, "Nuestra", 2001, p. 71.

22 Una excepcin al criterio de nacimiento en el siglo XIX es la propuesta de Francisco Pimentel. Vase Jardn, "Literatura", 1996, p. 169.

23 SefchovichMxico, 1987, p. 250.

24 Franco, Voces, 2008, p. 12.

25 Ibid., p. 25.

26 Imprenta donde trabajaron varios exiliados, como Josep Soler i Vidal.

27 Editorial Atlante constituy una de las primeras iniciativas editoriales de Juan Grijalbo. Grijalbo se fund con el apoyo financiero del Partit Socialista Unificat de Catalunya en Francia, que determin los miembros de su Consejo de Administracin formado por Manuel Snchez Sarro y Estanislau Ruiz Ponset, como directores gerentes, Leonardo Martn Echeverra, subdirector y Grijalbo, administrador. Grijalbo, Snchez Sarto y Echeverra se llevaron el proyecto a Mxico y establecieron la compaa el 25 de septiembre de 1939- Vase FrrizEdicin, 1998, p. 99.

28 Bernal, "Literatura", 2001, p. 180.

29 Aub, "Algunos", 1981, p. 83.

30 Guevara, "Cultura", 1989, p. 173.

31 Gonzlez-Stephan, Fundaciones, 2002, p. 37.

32 Por ejemplo, el conocido texto de Zea, "Emancipacin", 1949.

33 Ya Jos Mara Vigil hablaba de la necesidad, como explica Ruedas de la Serna, de cobrar "conciencia de nuestro verdadero ser nacional". Ruedas de la Serna, "Presentacin", 1996, p. 12.

34 Martnez, "Emancipacin", 1951.

35 Sheridan, "Refugachos", 2002, pp. 42-51.

36 Hlz, "Conciencia", 2003, p. 208.

37 Mainer, "Canon", 1998, pp. 271-299. Cuestiona la validez del concepto historiogrfico "literatura nacional", ejemplificando con la historia de la literatura espaola, que pierde de vista a las literaturas regionales.

38 Esta sobreestimacin de la literatura como elemento definitorio de la nacin parta de la historia literaria romntica. Colebrook, "History", 1997, p.13.

39 Rodrguez, "Historia", 1996.

40 Sus preocupaciones se vinculan con las del grupo Hyperion.

41 Martnez, Problemas, 1955, p. 108.

42 Durante el siglo XIX, la historia literaria adquiere su ms alta valoracin, "se consideraba la obra culminante de la vida de un fillogo." JaussHistoria, 2001, p. 149.

43 Chumacero, "Literatura", 1987, p. 73.

44 La propuesta de Martnez se basa en el sistema generacional orteguiano. Vase Martnez, Problemas, 1955. El artculo, "Problemas de la historia literaria", fue publicado originalmente en El Hijo Prdigo en febrero de 1946.

45 Como "En busca del carcter de la literatura mexicana", pp. 107-124 o "En qu sentido nuestra literatura ha sido expresin de Mxico", textos publicados en la dcada de los aos cincuenta y reunidos en Martnez, Trato,1993. Vase tambin en Martnez, Literatura, 1949.

46 Martnez, Expresin, 1984, p. 394. Originalmente de 1951.

47 Martnez, "Mexicano", 1955, p. 55.

48 Delgado, "Prlogo", 1949, p. 7.

49 Brushwood, "Search", 1955, pp. 432-442.

50 Breve historia del cuento mexicano (1956); Antologa del cuento mexicano (1957); "La revolucin mexicana y el cuento" en ha revolucin y las letras (1960); El cuento hispanoamericano (1966); Historia del cuento hispanoamericano (1966); Mariano Azuela (1967); Cuentos de la revolucin (1971), y Juan Rulfo (1983).

51 Portilla, "Crtica", 1955, p. 49.

52 Carballo, "Importa", 1956, p. 387.

53 Entrevista de Elena Poniatowska a Andrs Henestrosa: "Castro Leal tiene el sentido de lo mexicano: melanclico, crepuscular y tono menor integran nuestro carcter", Mxico en la Cultura, suplemento deNovedades 3 de octubre de 1954, Mxico, p. 3.

54 Henestrosa, "Advertencia", 1954, p. XIII.

55 LarsonFantasy, 1977, p. ix.

56 No obstante, Jos Luis Martnez en su discurso de entrada a la Academia Mexicana, insiste en el apego de la narrativa a "los problemas sociales inmediatos" en Martnez, Naturaleza, 1960, p. 51.

57 Brushwood, "Periodos", 1981. Originalmente . publicado en 1976.

58 BrushwoodMxico, 1966, p. IX.

59 Cresta de Leguizamn, "Caminos", 1981, p. 150. Publicado originalmente en 1970.

60 BrushwoodNarrative, 1989, p. 58.

61 SefchovichMxico, 1987, p. 139- Para la autora, "Mxico es un pas que ha pasado la historia (su historia) descubrindose, conocindose, construyndose, explicndose", p. 241. Esta declaracin define su postura crtica.

62 Faber, "Silencios", 2005, p. 377.

63 Faber, "Exilio", 2002, p. 431.

64 Aub, "Algunos", 1981, pp. 4-11. Publicado originalmente en Dilogos, 1971, pp. 1-37.

65 Ocampo, "Prlogo", 1981, p. 8.

66 Ibid.

67 Valads, "Revolucin", 1990, p. 21. Primera edicin en 1960.

68 Leal, "Revolucin", 1990, p. 96. Primera edicin en 1960.

69 Ocampo, "Prlogo", 1981, p. 13.

70 Recordemos las lneas que Marra (Narrativa, 1963) establece como constantes de la narrativa exiliada: la exploracin del pasado remoto e inmediato como un deseo de alejarse de un presente extrao y una necesidad de "descubtir la entraa ntima de Espaa". Filsofos e historiadores del exilio, a la par que los novelistas, dedicaron mltiples pginas a dilucidar las singularidades de la naturaleza espaola tanto para analizar los motivos de la guerra como para definir las peculiaridades de su exilio el mismo Marra-Lpez realiza esta disquisicin- o a polmica sobre la historia espaola en la revista Presencia. Del mismo modo, suele ser captulo prioritario de autobiografas y memorias.

71 Metfora que explica la dislocacin temporal del exiliado. Rivas, "Durmientes", 1998.

72 Por un lado aparecen las novelas que muestran un personaje en formacin; y por otro, las autobiografas que relatan la vida, verdadera y real. Es entonces cuando asoman varias designaciones dependiendo del tipo de relacin que se establezca entre el protagonista y el autor. La autobiografa novelada elabora una ficcin sobre hechos reales, en algunos casos se limita a la narracin de un segmento de la vida, un episodio particular significativo, aunque tambin puede abarcar toda la vida. La novela autobiogrfica emplea elementos biogrficos y los ordena valindose de los mecanismos de la ficcin. Si se quiere hacer una disrincin enrre ambas, esta podra ser el apego o desapego a la ficcin. La primera ms alejada de lo imaginario y la segunda ms cercana. Ambas son categoras familiares, provienen de la misma lnea genealgica. Tambin aparecen episodios autobiogrficos que se consignan como tales insertos dentro de la ficcin.

73 Aub, "Algunos", 1981, p. 78. Originalmente de 1971.

74 Carns, "Prietita", 1951, pp. 8-9.

75 Algunos con el paso del tiempo, como Manuel Andjar, otros lo hacen poco despus de su llegada, como Ramn Sender.

76 AubPoesa, 1960, p. 223. Sobre este texto vase el interesante trabajo de Valender ("Max", 2005, pp. 269-311) en el que explica el proyecto de Aub como una iniciativa de vinculacin entre exiliados y locales.

77 Unos cuantos aos antes, Juan Chabs haba publicado con la misma intencin, el manual ha literatura espaola contempornea (La Habana, Cultural, 1953. Reedicin de Javier Prez Bazo, Madrid, Verbum, 2001). Al hablar de las obras posteriores a la guerra, cre el apartado "Literatura enterrada, exiliada y peregrina" que divida en gneros, uniendo en un solo conjunto a novelistas y dramaturgos exiliados (Aub, Jarns, Casona, Arconada, Salas Viu, Chacel y Mara Teresa Len), pero a la mayora de los narradores los incluy en la seccin dedicada a los aos treinta: "La prosa: crisis de la novela", donde hablaba indistintamente de exiliados y de los que permanecieron en Espaa.

78 Este recuento se centra en la narrativa y slo menciona los textos tiles para los fines de este trabajo.

79 El presidente Crdenas y la inmigracin de espaoles republicanos (Mxico, Multgrafos, 1939), de Antola Pia Soria; Alma espaola. La casa de Espaa, en la repblica mexicana. Por la unificacin, (Mxico, spi, 1940) firmado por varios autores, o Refugiados! (Mxico, Ideas, 1944), de Mariana Moch.

80 Obra impresa de los intelectuales espaoles en Amrica, 1936-1946 (Estados Unidos, Stanford University Press, 1950. Reeditado en Madrid, ANABAD, 1994), de J. del Amo en colaboracin con Charmion Shelby y prlogo de Alfonso Reyes. La emigracin republicana espaola: una victoria de Mxico, de Mauricio Fresco (Mxico, Editores Asociados, 1950), o la descriptiva Crnica de una emigracin (Mxico, 1959), de Carlos Martnez.

81 Mxico and the Spanish Republicans (Berkeley, U. of California, 1955), de Lois Elwyn Smith.

82 Texto presentado y publicado en Comparative Literature: Proceedings of the ICCA. Congress in Chapel Hill,North Carolina, 1959, y reeditado en el Boletn de la Unin de Intelectuales Espaoles, nm. 10, 1959.

83 En Estados Unidos continu la edicin de nuevas investigaciones que ampliaron el estudio de los exiliados de 1939, como Los espaoles fuera de su casa. Esquema histrico de Espaa. 1868-1965 (Nueva York, Las Amricas Publishing Company, 1968), de Vctor Alba y ya en los aos setenta, el conocido Exiles and Citizens. Spanish Republicans in Mxico (Austin, Institute of Latin American Srudies, The University of Texas at Austin, 1973. Traduccin de Ana ZaguryTransterrados y ciudadanos. Los republicanos espaoles en Mxico (FCE, Mxico, 1975), de Patricia W. Fagen.

84 Como demuestra LarrazMonopolio, 2009.

85 Tambin en la literatura hispanoamericana, Pedro Henrquez Urea (Las corrientes literarias en la Amrica hispnica, FCE, Mxico, 1949) realiza una cronologa de 30 aos. Enrique Anderson Imbert {Historia de la literatura hispanoamericana, FCE, Mxico, 1954) divide por periodos y cada uno por generaciones. Tambin Juan Jos Arrom (Esquema generacional de las letras hispanoamericanas. Ensayo de un mtodo, Insrituto Caro y Cuervo, 2a ed., Bogot, 1977).

86 Algunos ejemplos, Menron, "Esrructura", 1981, originalmente publicado en 1967. Wigbcrto Jimnez Moreno, El enfoque generacional en la historia de Mxico (Mxico, 1974). Enrique Krauze, "Cuatro estaciones de la cultura mexicana" en Caras de la historia (Mxico, 1983). Enrique Krauze, "Los remples de la cultura" en Los intelectuales y el poder en Mxico, Memorias de la VI Conferencia de Historiadores Mexicanos y Estadounidenses (Mxico-Los Angeles, 1991). Enrique, KrauzeMexicanos eminentes (Mxico, 1999). Recientemente, Fernando Curiel, Elementos para un esquema, generacional aplicable a cien aos (aprx.) de literatura patria (Mxico, 2001).

87 Krauze ("temples", 1991) localiza al exilio espaol en la que llama "generacin de 1915".

88 Clark, "Generaciones", 2005, p. 16.

89 Perales, Asociaciones, 2000, p. 29.

90 Ocampo, Diccionario, 1988, s. p.

91 Rodrguez, Novela, 1986. Incluye a: Andjar, Arana, Aub, Bartra, Bolea, Botella Pastor, Capo-Bonnafous, Carns, Carreo, Chopitea, Fe Alvarez, Fernndez Gual, Gimnez Igualada, Gonzlez Ballesta, Gordon Carmona, Gorkin, Guilarte, Herrera Petere, Jarns, Masip, Muoz Galache, Otaola, Oyarzbal, Pascual Leone, Pomares Monlen, Robles Soler, Romero Almaraz, Antonio Ros, Snchez Barbudo, Sancho Granados, Santuallo, Sanz Sainz, Sender y Jorge Valles.

92 Continuar con un grupo de investigadores del inahPalabras del exilio (Mxico, inah, 1980), coordinado por Eugenia Meyer y de la misma investigadora, Contribucin a la historia de los refugiados espaoles (SEP/INAH, Mxico, 1984).

93 Los nios espaoles de Morelia: el exilio infantil en Mxico (Editores Asociados de Mxico, Mxico, 1985), de Emeterio Paya Valera; El exilio espaol y la UNAM (UNAM, Mxico, 1987), de Mara Luisa CapellaLa casa de Espaa en Mxico (Colmex, Mxico, 1988), de Clara Lida.

94 Homenaje a Mxico, 1939-1979 (Ateneo Espaol, Mxico, 1983) o, en el marco de los 50 aos, Cincuenta aos de exilio espaol en Mxico (Universidad Autnoma de Tlaxcala/Embajada de Espaa, Tlaxcala, 1989), y El exilio espaol m Mxico, Palacio de Velzquez del Retiro, Madrid, dic. 1983-febrero de 1984. Exposicin organizada por el Ministerio de Cultura (Direccin General de Bellas Artes/SEP/Colmex/ICI, Mxico, 1984).

95 Tambin en Espaa sucede algo similar. Vase Bayo, Poesa, 1994. Y es muy claro en la creacin y consolidacin de la categora "generacin del 27". Vase Anderson, Veintisiete, 2005.

96 Tambin se publicaron antologas poticas slo de exiliados, como Las cien mejores poesas espaolas del destierro (Signo, Mxico, 1945), tecopilada por Francisco Giner de los Ros.

97 Paz, "Eplogo", 1986, p. 485.

98 Martnez y Domnguez, Literatura, 1995, p. 215. Se analizan y presentan a los narradores de exilio espaol y a otros nacidos en Latinoamrica pero activos en Mxico. De hecho, se dedica un apartado a Max Aub, que "en Espaa haba publicado nueve libros; en Mxico completar la centena", p. 128.

99 Pavn, "Prlogo", 1998, p. X.

100 Souto, "Narradores", 1998, pp. 2-10.

101 Max Aub, Jos Gaos, Agust Bartra, Eugenio Imaz, Sindulfo de la Fuente, Pedro Salinas, Manuel Dutn, Len Felipe, Francisco Giner de los Ros, Pedro Garfias. De hecho, La realidad y el deseo, de Luis Cernuda cont con dos ediciones. Vase Catlogo, 1980, pp. 180-195.

102 Aurora Arniz, Emilio Prados, Roger Bartra, Jos de la Colina, Ramn Xirau, Pedro F. Miret, Paco Ignacio Taibo I, Maruxa Vilalta, etctera.

103 Entte ellos, Manuel Andjar, Federico Fe Alvarez, Pedro F. Miret, Angelina Muiz, Toms Segovia, Manuel Durn.

104 La categota hispanomexicano es usada pot la crtica espaola. Rivetaultima, 1990, pp. 9-42, y Mateo,Nios, 1996. Un listado de autotes que llegaron a Mxico de nios o jvenes en Mateo, Diccionario, 1997, 314 pp.

105 Zamudio, "Calas", 2001, p. 149. De la misma autora y con similar punto de vista, "Angelina", 2004, pp. 237-258.

106 Prado, "Exilio", 1995, p. 415.

107 Citado en Zelaya, Testimonios, 1983, p. 247.

108 Colina, Narradores, 1966, p. 196.

109 Lozano, Madero y Servn, Literatura, 1973, p. 430.

110 LarsonFantasy, 1977, p. X.

111 CongrainsAntologa, 1963, pp. IX-X.

112 Ibid., p. X.

113 Afirma el antologador: "Por primera vez no slo aparecen cuentistas espaoles exiliados (Arturo Souto, Jos de la Colina), incluidos ya en anteriores antologas, sino tambin otros que comparten la condicin de transterrados, pero nacidos en pases hispanoamericanos (Jos Luisa Gonzlez, Augusto Mon-terroso). Mexicanos, espaoles, un puertorriqueo y un guatemalteco comparten esta antologa como comparten un pas, una lengua y una actividad creadora". Ibid., p. XII.

114 Domnguez, Antologa, 1991, pp. 15-16.

115 Gonzlez, 'Paisajes, 2001, pp. 9-10.

116 Ibid., p. 10.

117 DomecqAcechando, 1989, p. 11.

118 Franco, Voces, 2008, p. 12.

119 Transterrado constituye el precedente terico a lo que ahora se conoce como transculturado. Mertz-Baumgartner, "Introduccin", 2005, p. 2.

 

 

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