El lugar de la narrativa del exilio republicano en
la historiografa literaria mexicana
The
Place of the Narrative of
Republican Exiles in Mexican Literary
Historiography
Iliana Olmedo Muoz
INFORMACIN SOBRE LA AUTORA:
Iliana Olmedo Muoz. Licenciada en Lengua y Literaturas Hispnicas
por la Universidad Nacional Autnoma de Mxico (UNAM) y doctora en Filologa
Hispnica por la Universidad Autnoma de Barcelona (UAB). En 2009, obtuvo el
grado con la tesis, "Compromiso, memoria y exilio: la narrativa de Luisa
Carns (1926-1964)". Ha sido becaria del Centro Mexicano de Escritores
(2000) en el rubro de ensayo y desde 2006 es colaboradora del Grupo de Estudios
del Exilio Espaol (Gexel) de la Universidad Autnoma
de Barcelona. Actualmente realiza una estancia posdoctoral en el Instituto de
Investigaciones Filolgicas de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico.
ABOUT THE AUTHOR
Iliana Olmedo Muoz. BA in Spanish Language and Literature from the Universidad Nacional
Autnoma de Mxico (UNAM) and Ph. D. in Hispanic Philology from the Universidad Autnoma de
Barcelona (UAB). In 2009, she obtained
her doctorare through the dissertation on "Compromiso, memoria y exilio: la narrativa de
Luisa Carns (1926-1964)". She was awarded a grant
by the Mexican
Writers' Center (2000) in the
essay section and since 2006, she has collaborated with the Group of Studies
en the Spanish Exile (Gexel) at the Universidad
Autnoma de Barcelona. She is
currently completing a
post-doctoral stay ar the Instituto de Investigaciones Filolgicas of the Universidad Nacional Autnoma de Mxico.
Fecha de recepcin:
junio de 2011. Fecha de aceptacin: enero de 2012.
Resumen
El
debate acerca de la localizacin en la historia de la literatura de los autores
exiliados de 1939 concierne igualmente a Espaa como a Mxico. En el contexto
espaol an se discute si deben integrarse como un grupo aislado, delimitado y
paralelo o si se debe reformular el canon; en el mexicano, se han incorporado
en algunos trabajos de referencia y antologas, pero en la historia literaria
todava no se ha establecido cul es su posicin. Al rastrear y describir los
distintos criterios historiogrficos (en compilaciones, manuales y estudios)
que definen la elaboracin de las historias de la literatura y la construccin
del escenario cultural, este trabajo muestra el difcil lugar del exilio
espaol de 1939 dentro de la literatura mexicana.
Palabras clave: Exilio
espaol de 1939, historiografa literaria, historia de la literatura, narrativa
mexicana, novela del exilio.
Abstract
The
debate on the position of the history of the literature of authors exiled in 1939 concerns both Spain
and Mxico. In the Spanish context, there is still debate on whether these
authors should be considered an isolated,
delimited, parallel group or whether
the canon should be reformulated. In the Mexican context, they have been
incorporated into certain reference works and anthologies but their position in literary history has yet to be determined. By tracking and describing the various historiographic
criteria (in compilations, manuals and studies) that define the elaboration of the stories in literature and the construction of the cultural setting, this study reveals
the awkward position of the Spanish exile of 1939 within Mexican literature.
Key words: Spanish exile of
1939, literary historiography,
history of literature, Mexican narrative, exile novel.
As
como en la organizacin de los sucesos del pasado intervienen factores del
presente,1 del mismo modo los enfoques que conforman la
historia d la literatura participan en su escritura a travs de categoras
influidas por valores externos a los intrnsecamente literarios o de calidad,
como legitimar una tradicin, sostener una imagen cultural o apoyar a un grupo
en el poder y, puesto que "toda evaluacin cultural lo aceptado como
literatura no es simplemente un aspecto formal de la crtica acadmica [...]
sino una compleja red de actividades sociales y culturales",2 la historia de la literatura es
una construccin de sentido creada a partir de distintas manifestaciones
discursivas.3 De esta manera, se hace necesaria la
observacin del canon a partir de criterios reevaluados4 y el debate se acenta en la
dcada de los aos noventa.5 Pese a que la discusin fue perdiendo
gradualmente predominancia y los focos de atencin movieron sus ejes, el
anlisis acerca de la configuracin de la historia literaria y del canon no ha
perdido vigencia.6 En cuanto a la literatura mexicana, todava
restan grupos y autores cuyo sitio no se ha localizado por falta de evaluacin
crtica. Valorizar hoy el lugar del exilio intelectual espaol en la literatura
mexicana contiene un doble propsito, discutir la institucionalizacin
historiogrfica y pedaggica de la literatura y jerarquizar el papel de la
historiografa en la formacin del canon, pues el caso del exilio pone en
crisis paradigmas clsicos basados en la territorialidad nacional. A travs de
la descripcin de la trayectoria de los narradores exiliados en la literatura
mexicana, este trabajo muestra que las causas de la exclusin de un autor se
relacionan ms con elementos exteriores (ideolgicos, polticos, sociales,
geogrficos) o subjetivos (perspectiva de un crtico, modas) en los que se
basan la elaboracin de las historias literarias, que con el valor de la obra y
revela la vigencia de revisin del diseo de la historia literaria en lengua
espaola.
El
acercamiento a un autor o a su obra, como ha sealado Astradur
Eysteinsson, "is an act of literary
history; any approach to a particular work is bound to involve
its implicit placement, its inscription into literary history".7 Situar el texto lo convierte en
activo, permite observar su dimensin completa y la del contexto sobre el que
acta. Los autores del exilio se mueven en los mrgenes de dos historias de la
literatura y son catalizadores naturales de la transformacin de la
arquitectura cannica. Afirmar su autoridad literaria y afianzar su lugar
dentro del canon reformula por completo la historia de la literatura mexicana y
plantea la necesidad de formar nuevos criterios historio-grficos. Este trabajo
evala los criterios basados en la territorialidad nacional y los discursos
crticos basados en una concepcin de la literatura como constructora de la
nacin que han impedido la inclusin de la narrativa del exilio en la
literatura mexicana y propone otras categoras (principalmente las redes y
lugares de sociabilidad literaria, los espacios de interaccin pblica, las
formas de produccin simblica y cultural y la actuacin social) que permitan
situarlos dentro del canon mexicano. El debate acerca del nacionalismo frente
al exilio espaol polemiza la forma en que se elabora la historia de la
literatura para sustentar un discurso hegemnico que articula la memoria, la
historia y las identidades nacionales.
El
alejamiento geogrfico de los narradores exiliados implica a largo plazo el
desconocimiento. En 1964, Ernesto Salazar Chapela
seal que "La guerra civil o incivil fue fatal para los prosistas
espaoles exiliados, en el sentido de que nadie los conoce en Espaa al cabo de
tantos aos, hayan publicado lo que hayan publicado en el exilio."8 Y no slo en Espaa, la querella
acerca de la localizacin en la historia de la literatura de los exiliados
concierne igualmente a Espaa como a Mxico. En el contexto espaol an se
discute si deben integrarse como grupo aislado, delimitado y paralelo o si se
debe reformular el canon;9 en
el mexicano, se han incorporado en algunos trabajos generales o antolgicos,
pero en la historia literaria todava no resulta claro cul es su lugar. Debido
a la escisin geogrfica, la narrativa espaola del siglo XX, como anota Hctor
Perea, "no siempre se ha visto como un todo orgnico".10 Numerosos autores del exilio no
se conocen en Espaa y tampoco han circulado con constancia en Latinoamrica.
Al
observar la presencia de la narrativa del exilio en Espaa y Mxico, se llega a
la misma conclusin que Manuel Aznar Soler sealaba en 2000 refirindose a
Pablo de la Fuente, que su olvido "ejemplifica hasta qu punto esa
recuperacin es an claramente insuficiente".11 A pesar de que desde finales de
la dcada de los noventa12 se multiplic el conocimiento de autores a
travs de trabajos particulares y reediciones,13el estudio de la narrativa del exilio
contina siendo incompleto, como demuestra la antologa Slo una larga
espera: cuentos del exilio republicano espaol (2006), editada por
Javier Quiones,14 en la que slo aparecen tres adhesiones
nuevas a la nmina cannica; Manuel Chaves Nogales,15 Alvaro
Fernndez Surez y Rafael Dieste. Rafael Cont
seala,
Hay
sorpresas, arinque pocas, en los nombres de los autores llamados
"fijos" ([Francisco] Ayala, [Max] Aub,
[Manuel] Andjar, (Rosa] Chacel, [Merc]
Rodoreda, [Paulino] Masip,
[Ramn] Sender, [Jos Ramn] Arana, [Arturo] Barea,
[Segundo] Serrano Poncela y Pere Calders) aunque los
cuentos hayan cambiado bastante, pues la bibliografa utilizada ha aumentado
considerablemente, pues 40 aos no pasan en balde, lo que permite un mejor
conocimiento del tema.16
La
obra de los autores exiliados resulta de un proceso histrico y cultural
derivado de la guerra y, as como es posible analizar la obra anterior al
conflicto de estos autores en contraposicin con la de sus contemporneos, slo
su condicin de exiliados (muchos pasaron la mitad de su vida en Mxico)
explica ciertas mutaciones de su obra. Su narrativa se enmarca entonces en dos
mbitos: la preguerra y el exilio. Dos contextos geogrficos que intervienen
necesariamente en la constitucin de sus creaciones y en la zona que ocupan en
la historia de la literatura.
Situacin de la literatura mexicana
Pese
a que las primeras historias de la literatura mexicana datan del siglo XVIII,
que en el siguiente se realizaron varios intentos importantes de
sistematizacin del panorama literario17 y que en el siglo XX se publicaron propuestas
que partan de las anteriores y abundaron las monografas sobre autores
particulares, en 1989 Beatriz de la Garza conclua que "hay muy pocas
historias de conjunto".18 En 1996, David Foster mantena la misma
perspectiva,
Despite
de enormous production of interpretative criticism in Latn
Ametica since midcentury, the lack of adequate historical and bibliographical
control is really quite surprising [...] This is true not only
of what is available in english, but also, and more significantly what is available in specific languages of Latin American Literary
Production.19
En
el mismo 1996, Jorge Ruedas de la Serna confirmaba la premisa anterior:
Es
un lugar comn, hoy en da, decir que no tenemos en Mxico una verdadera
historia de la literatura. Quiz, por eso, en los ltimos aos han surgido
diversos proyectos de escribir esta historia, proyectos que hasta ahora han
quedado en eso mismo.20
De
hecho, en 2001, Aralia Lpez discuta:
Por
qu llegamos al fin de siglo sin historias literarias actualizadas, sin
correlacin de ideas y proyectos, sin categoras conceptuales estabilizadas
para elaborar historiografas y presupuestos tericos en y de nuestros pases,
cuando a lo largo de dos siglos y mayormente en el ltimo cuarto del XX, se ha
realizado tanto trabajo crtico literario en Amrica Latina y el Caribe?21
El
primer obstculo para ubicar el trabajo de los narradores exiliados en Mxico es
la falta de una historia de la literatura puesta al da. Este problema se
traslada a los manuales escolares que parten de estas investigaciones, y de ah
a la institucin escolar que por repeticin canoniza y que, con el paso del
tiempo, populariza ciertos autores y discursos crticos incompletos.
La
segunda dificultad se encuentra en las coordenadas que definen el contexto de
actuacin de la narrativa exiliada. Puesto que las historias de la literatura
se basan en criterios de pertenencia territorial22 y es innegable la vinculacin del
despertar de la conciencia nacional y la formacin de las historias de la
literatura mexicana, en ellas se detecta la fuerte presencia de un discurso
nacionalista.
Escenario de discusin: debate acerca del
nacionalismo en la crtica literaria
La
conocida polmica entre nacionalismo y universalismo en literatura transform
sus argumentos a lo largo del siglo XX, pas a travs de sonadas estaciones
desde 1925 y tuvo varios puntos altos en 1928 y 1932.23 Estas perspectivas derivan en una
dicotoma crtica que adquiere solidez y fuerza y que da lugar a una valoracin
incompleta del horizonte literario, como plantea Lourdes Franco,
Las
distintas historias de la literatura mexicana reflejan como antagnicas dos
nicas posturas en el panorama de la narrativa mexicana a lo largo de 25 aos:
en la vieja tradicin del nacionalismo y la vanguardia parecen existir
solamente el relato rural y de la revolucin y la escasa nmina narrativa de
los escritores ms jvenes.24
Y
que tambin seala a la narrativa como tradicional y realista y a la poesa
como innovadora y vanguardista.25Tales constructos crticos cerraban el espacio
analtico restringindolo a dos vertientes en las que los autores (nacionales o
forneos) activos en Mxico deban encontrar cabida. Voces discordantes con
este esquema resultaban imposibles de ubicar dentro de un marco histrico mayor
y eran catalogadas como singulares, cuando no se marginaban por extraas o
carentes de inters. No es gratuito que la novela sobre el maquis,Juan Caballero, de Luisa Carns,
alejada del tema mexicano y demasiado especfica para adentrarse en la
categora universal, escrita en los aos cuarenta, y pese a que en 1947 recibi
el premio de narrativa de los Talleres Grficos "La Nacin",26 no fuera publicada hasta 1956, en
la editorial Atlante, cuyos promotores eran casi exclusivamente exiliados.27
En
el momento en que los exiliados espaoles desembarcaron en Mxico, la querella
acerca de la relacin de la literatura con la formacin del concepto de nacin
continuaba vigente. En Mxico, el proyecto de crear una cultura nacional se
acentu en las primeras dcadas de siglo XX y los primeros esfuerzos por
historiar la narrativa partieron del marco terico fundado en que la narrativa
deba expresar lo mexicano. Se buscaba "construir un
imaginario social que afianzar un discurso nacionalista que intentar integrar
en su seno a todos los sectores sociales".28 El exiliado Max Aub, como figura que observa desde fuera pero que se
encuentra dentro, valora la situacin:
Hacia
1940 se despierta un sbito inters por las literaturas aborgenes [...] Lo que
sucedi es que, aun sin darse cuenta, al pas le convena, polticamente,
buscar una plataforma ms ampla para su nacionalismo y ms en la poca que los
intelectuales espaoles llegan en manadas y las industrias norteamericanas se
establecen ms firmemente desde el punto de vista econmico.29
Este
nacionalismo y "las profundas reorientaciones culturales que se iniciaron
en Mxico a partir de 1940 y una vez que Manuel vila Camacho ech a anclar la
poltica de 'unidad nacional'"30 impiden incorporar a los exiliados a la
definicin de la historia cultural, independientemente de que cumplan con los
requisitos de valor literario.
La
posible inclusin de los narradores del exilio dentro de la historia literaria
mexicana estaba determinada por la idea de que la literatura colaboraba en la
formacin de una cultura nacional capaz de consolidar el discurso hegemnico de
nacin.31 Discurso que conllevaba una fuerte dosis de
anticolonialismo. De hecho, en esa dcada se fundaron los estudios
latinoamericanistas que pretendan identificar a los pases del continente como
territorio de preocupaciones y pasados comunes y sealar divergencias respecto
a la pennsula, sobre todo de ideas polticas y de construcciones histricas.32 Este anhelo de independencia
nacional, venido desde el siglo XIX,33 resonaba con ligeras
modificaciones en el medio siglo XX. Ya no se entenda como herramienta de
ordenamiento sino de consolidacin. Se entenda como separacin de Espaa34 pero representaba ms un gesto de
autonoma que un sentimiento puramente antiespaol; adems, uno de sus
impulsores era un exiliado: Jos Gaos. Durante esta
dcada tambin se gestaron varias empresas culturales con el objeto de
configurar una cultura propia, iniciativas en las que se inscribieron los
mismos exiliados, como Cuadernos Americanos. El apartamiento
de Espaa era una categora que ratificaba la singularidad nacional y se
entenda siempre en un sentido positivo e incluso form parte de las simientes
que fomentaron que se desatara el rechazo al arribo de los exiliados,
identificados con la figura del gachupn.35 Dentro de este contexto tan
fuertemente dirigido en una sola direccin (el nacionalismo cultural) se
complicaba la estimacin del papel de los exiliados, constitua el discurso que
legitimaba la inclusin o exclusin de un autor. Surgi una literatura
"que se comprende como alegora nacional",36 y estas coordenadas demarcaban su
historia.
Como
el exilio es una condicin establecida por delimitaciones geogrficas, la
creacin de los exiliados se mueve en realidades de fronteras fluctuantes y
culturalmente difciles de fijar y pone en crisis su insercin dentro de las
historias nacionales de la literatura.37 En qu parte del panorama cultural es
posible localizar a autores que no nacieron en Mxico y que viven con la mirada
puesta en Espaa? Un autor cuyas preocupaciones se vincularan con Mxico era
ms afn a los creadores locales y por tanto susceptible de ingresar en las
filas de la historia patria.38
La
visin que prioriza los factores naturales y el paisaje, venida del siglo xix,
mantuvo su impulso en la crtica mexicana de inicios del siglo XX. Para Jos
Luis Martnez, catalogador literario y uno de los ms importantes crticos de
la literatura mexicana del siglo XX,39 la literatura mexicana era un cmulo de
caractersticas comunes e identificables en la obra de un autor, las cuales,
por su naturaleza (tema, escenario, lenguaje) definan lo mexicano.40 As seal como signo de cualidad literaria la visin que el autor presentaba de
Mxico, "la imagen de Mxico que surge de nuestras novelas contemporneas
arrastra an muchos de los rasgos que un da le impusieron con fuerza creadora
los novelistas de la revolucin."41 Dentro de esta perspectiva crtica, donde la
entrada de una obra a la historia de la literatura implicaba criterios
temticos, como la descripcin de un entorno natural, la definicin del ser
mexicano o el anlisis del pasado, no haba cabida para los autores que
escriban y publicaban en Mxico sin hablar de Mxico.42 La narrativa, considerada expresin
nacional, era una va de definicin de los rasgos culturales
especficos de una cultura y constitua una herramienta de conformacin de lo
nacional. En esta lnea, Al Chumacera declar:
A
medida que nuestra sociedad prosigue integrndose, en tanto conforma su
conciencia, la literatura empieza paralelamente a conformar su imagen. Pues es
verdad que la literatura debe denotar no slo ese reflejo del espritu nacional
sino que debe implicar en su propia imagen el espritu mismo de la nacin.43
La
propuesta de originalidad, basada en su vinculacin con lo nacional y concebida
como categora definitoria de una identidad mexicana, establece el primer
sustento para la produccin de una historia de la literatura.44 De esta manera, Jos Luis
Martnez asignaba autoridad a la literatura mexicana destacando que su valor
intrnseco se hallaba en su singularidad, sinnimo de lo nacional-mexicano.45 En 1951, Martnez afirma:
La
literatura mexicana, como la de todos los pases, es la expresin ms intensa
de la conciencia y la imaginacin de Mxico, y su conocimiento y estimacin son
factores importantes de nuestra integracin cultural.46
El
crtico incluso utiliza lo mexicano para subrayar el valor especfico de un
autor.47 El criterio de integracin de Martnez
depende, por tanto, de la vinculacin de la obra con la mexicanidad, la cual, a
su vez, se caracteriza por su tratamiento de temas locales. Por ejemplo,
Alberto Delgado en el prlogo a El paisaje en la novela de Amrica (1949),
de ngeles Mendieta, anotaba: "Cuando Amrica, sus novelistas, atisbaron
con cuidado y parsimonia la naturaleza que los circundaba y el paisaje que los
sorprenda, naci la verdadera novela americana."48
Hacia
el final de la dcada de los aos cincuenta del siglo XX el precepto crtico
para la narrativa intentaba superar el debate acerca del sentido de lo mexicano
y aspiraba a valorar la universalidad de la obra literaria; sin embargo, los
dos criterios mantuvieron su vigor y corrieron paralelos durante las siguientes
dcadas, encontrndose a veces y enfrentando sus puntos de vista. Por un lado,
crticos que han sido fuente primordial de la elaboracin de las historias de
la narrativa, como Seymour Mentn49 o Luis Leal50 siguieron empleando lo nacional
como categora crtica; y por otro, aumentaron las discrepancias sobre la
literatura nacional comomexicana. La
discusin de este paradigma de anlisis alcanz las esferas menos
especializadas invadiendo diarios, revistas y suplementos culturales, y era tan
frecuente que, en 1955, Jorge Portilla, en las pginas de laRevista
Mexicana de Literatura, declaraba con acritud que, "uno de los
fraudes en Mxico, una cierta 'crtica literaria' que no es ni literaria ni
crtica, sino una grosera condenacin de algunos escritores, pronunciada en
nombre de la nacin mexicana."51
En
la misma publicacin, Emmanuel Carballo, uno de los principales detractores,
volva a descalificarla:
Como
consecuencia de un afn nacionalista, de noble y larga ascendencia entre
nosotros, es comn escuchar o leer, consideraciones como estas, referidas a la
produccin literaria: "es una obra muy mexicana" o bien "es un
libro interesante pero no es mexicano.52
Dentro
de este espacio se encuentra la conocida polmica encabezada por Emmanuel
Carballo y Andrs Henestrosa, cuando el ltimo
asegur, con el evidente propsito de producir bullicio, que leer a Proust eraproustituirse.53 A veces el dilema se resolva
ampliando los criterios, por ejemplo, el mismo Henestrosa,
como antologador del cuento mexicano de 1954, se ve
obligado a incluir a los fuereos aunque no sin reservas, explica:
como
la literatura de un pueblo la construye todo lo que en l se publica y la
procedencia comn de los pueblos hispanoamericanos los asemeja entre s, y como
la permanencia de un escritor en un ambiente dado acaba por hacerlo en cierto
modo nacional, hemos incluido en la bibliografa, que no en la seleccin,
algunos autores extranjeros, pues por la razn apuntada, su obra no es del todo
ajena a la literatura mexicana.54
Los
opositores a la crtica que exalta la mexicanidad como valor literario se
multiplicaron con el avance del tiempo; en la mitad de la dcada de los sesenta
incluso emergieron voces dispuestas a discrepar que demostraban que adems del
"objective realism and
explicit social purpose"55 existan otras vertientes
narrativas significativas y algunos estudiosos incluso modificaron su opinin.56 La crtica comenz a dejar de
lado los conflictos nacionales slo para recomponerlos bajo la demanda de
universalidad. De esta manera, John S. Brushwood,57 uno de los principales
historiadores de la novela mexicana, construa su propuesta histofiogrfica
a partir de categoras asociadas con la idea de nacin pero matizadas, "The novel is particularly
capable of expressing the reality of a nation, because of its ability to encompass both visible reality and the elements of reality that are not seen."58 El panorama crtico sintetiz
estos discursos y busc una narrativa que representase la esencia nacional pero
sin los defectos de la precedente novela de la revolucin, y se volvi
constante el llamado a la nueva novela. La meta de la crtica
era la universalidad pero con la esperanza de que contuviera temas o escenarios
mexicanos. La interpretacin de la realidad nacional en la literatura segua
siendo el valor hegemnico durante la dcada. La crtica argentina Mara Luisa
Cresta de Leguizamn, defini en 1970: "En suma, que uno de los dramas de
la novela mexicana puede residir, cmodamente, en esa angustiosa bsqueda por
concretar qu es 'lo mexicano'."59 Algunos aos ms tarde, en 1989, Brushwood ya no consideraba corrientes opuestas el universalismo
y el nacionalismo y buscaba sus puntos de contacto en el avance de la historia
de la literatura; no obstante, todava empleaba el criterio de explicacin de
lo mexicanocomo sinnimo de calidad e
hilvanaba una cadena de novelas que trazaban este proceso, afirmaba: "El
luto humano [1943], Al filo del agua [1947] y Pedro
Pramo [1955] are nationalistic in the sense that
narrati-ves were developed on basis
of recognizably mexican
referents."60 Tambin Sara Sefchovich
esboz la trayectoria novelstica del siglo XX a partir del nexo entre historia
y sociedad y destac, de lo publicado entre las dcadas de los aos cuarenta a
los sesenta, a aquellas que lograban ahondar en el sentido de lo mexicano; de
hecho, respecto a la narrativa exiliada aluda a autores que escribieron sobre
las realidades locales, "Mxico influye en alguna literatura del exilio
espaol [...] Tal es el caso de Max Aub, Ramn Sender y Antoniorrobles que en
esos aos cantan a Mxico, a su paisaje y al general Crdenas."61 Pero ni siquiera el inters por
Mxico era suficiente para que sugiriera la incorporacin de estos autores a la
literatura mexicana.
Los narradores exiliados ante la polmica
nacionalista
El
agradecimiento a Mxico y a Crdenas produjo en el intelectual exiliado un
conflicto entre ser espectador o actor, que resolvi creando un "discurso
pblico"62 afn a las prcticas polticas del poder.
As, circunscriba su mbito de accin poltica a Espaa y armonizaba sus
posiciones crticas con la tnica general, ya que, como explica Faber, los
intelectuales espaoles "se encontraban con unas barreras culturales,
legales y polticas que, por regla general, les impedan hacer anlisis
socio-polticos que contradijeran la imagen positiva difundida por la retrica
oficial".63 Los narradores exiliados no se opusieron a
los discursos hegemnicos acerca de la relacin entre nacin mexicana y
literatura y en cierta manera contribuyeron a afianzar la vinculacin y, como
crticos, realizaron una serie de actos evaluativos que fortalecieron la
postura predominante. Max Aub, en Gua de
escritores de la revolucin mexicana (FCE, Mxico, 1968), particip en
la consolidacin del concepto crtico e historiogrfico novela de la
revolucin. El autor hallaba una dicotoma en el
itinerario de literatura mexicana y distingua entre seguidores y no de la
narrativa de la revolucin.64 La creacin de esta categora no slo
representaba un referente terico e historiogrfico a partir del cual se
estructuraba la literatura, sino un medio de afirmacin de la corriente que
explicaba la naturaleza nacional como sinnimo de calidad literaria. La novela
de la revolucin era la cima de creacin para los novelistas y el modelo de
anlisis para los crticos. En 1981, la estudiosa de la literatura mexicana,
Aurora Ocampo, reuni "quince ensayos de panoramas generales de la novela
mexicana de este siglo [XX]"65 y estableci, a partir de los textos
compilados, a la novela de la revolucin mexicana como "antecedente
indispensable para entender la madurez a la que llegara la novela
contempornea".66 Si, de acuerdo con la crtica vigente, la
narrativa demostraba su valor en su capacidad de reproducir la realidad local,
la novela de la revolucin se alzaba como su paradigma. De hecho Edmundo Valads consideraba que "la revolucin, como se ve,
identific por primera vez al mexicano con el mbito natural. Lo puso y lo
adentr en lo suyo."67 El paisaje local se volva un descubrimiento
de esta narrativa. El escenario en el que comienza el apogeo de la novela de
revolucin revela la importancia que el discurso hegemnico conceda a la
valoracin nacionalista en la narrativa, explica Luis Leal:
A
finales del ao 1924, sin embargo, acontece un hecho inusitado: despierta,
inesperadamente, el inters en la literatura de la revolucin. Como es bien
sabido, este despertar se debe a la polmica que en los peridicos de la ciudad
de Mxico se entabl entre Julio Jimnez Rueda y otros escritores, que negaban
la existencia de una literatura nacional, y don Francisco Monterde,
que la defenda, sealando el valor de Los de abajo de Azuela.
Uno de los resultados de esa polmica fue el inters que los editores de El
Universal Ilustrado demostraron en la novela de Azuela y el tema de la
revolucin en la literatura. A principios de 1925 publicaron Los de
abajo y dieron lugar prominente a cuentos y relatos de la revolucin.
De ese ao en adelante se desata un alud de cuentos, ancdotas, relatos y
episodios de la revolucin que llenan las pginas de los peridicos y revistas
de la poca.68
La
novela de la revolucin, como representacin de una memoria que se quiere
certificar, avalaba la validez del discurso hegemnico en curso, puesto que
pona el acento en ciertos acontecimientos y formas de expresin. Y su carcter
es tan predominante que marca la percepcin crtica y la sistematizacin
diacrnica de toda la narrativa del siglo XX mexicano. De esta manera,
Los
aos comprendidos entre 1931 y 1947 corresponden al ao de reconocimiento de la
revolucin como hecho trascendental en la historia del pas. Ahora predomina
los temas y la conciencia nacional y se publican la mayora de las
"novelas de la revolucin", por lo que en esos aos prevalece la
tendencia descriptiva sobre la innovadora. Los autores contemplan los problemas
nacionales olvidndose casi totalmente de lo que suceda fuera de sus
fronteras. A partir de 1947 se entremezclan las dos tendencias dando por
resultado la sntesis de lo cosmopolita y la conciencia nacional.69
Los
factores que regan la recepcin de la narrativa y la popularidad de
sus autores se asociaban tanto con el tratamiento de temas mexicanos como con
el retrato del paisaje. Y pasaban a la historia de la literatura aquellos cuya
obra se ajustaba a estos criterios.
Como
creadores, los intelectuales exiliados rehuyeron la polmica nacionalista en
los primeros aos y regresaron al pasado espaol. No importa el pas de
residencia del autor, el argumento y discusin de la novela coincidan en
Espaa, principalmente en los aos de la repblica y la guerra.70 El tiempo del escritor exiliado
se detiene y constantemente retorna al momento (emocional e histrico) en el
que se dej el lugar de nacimiento. Enrique de Rivas recurre a la historia de
los durmientes de Efeso, cuyo tiempo est fuera del
tiempo, no progresa y persiste en el cronotopo de la memoria, para explicar el
orden mental de los exiliados.71 En las obras de los exiliados est presente
una experiencia comn que dicta los enfoques y los temas; pero, si se ampla la
perspectiva, no sera esta mirada del pasado inmediato un punto de
coincidencia con algunos novelistas coetneos de los aos cuarenta y cincuenta
en Mxico? Aunque sus narrativas difieren en escenario, hay un punto de
contacto entre ambos marcado por la concepcin de la novela como forma de
denuncia. Tanto la mayora de la narrativa exiliada acerca de la guerra civil o
sus aos inmediatamente anteriores, como la suscitada por la revolucin abrevaban
de una fuente autobiogrfica o partan de la experiencia y la disfrazaban con
la ficcin. As sucede en el ciclo narrativo El laberinto mgico (1943-1967)
de Max Aub o en la novela En mi hambre mando
yo (1959) de Isabel Oyarzbal. Como
testigos, los autores pretendan mostrar su visin documental del conflicto con
ficciones en forma de memorias o crnicas que siguen el cdigo de la ficcin.72Textos fronterizos donde se suprimen
los contornos entre lo imaginado y lo vivido. Para estos autores, el pasado y
la historia significaban un asidero desde el cual sostener su identidad como
exiliados y republicanos. El ser espaoles y exiliados era una categora que
conformaba su imagen presente, que los cohesionaba como grupo y les otorgaba
sentido de comunidad. Si el pasado construa la identidad, su escritura la
afianzaba. De ah la necesidad, atizada por la aoranza, de poner la mirada en
Espaa y analizar la guerra (suceso), los aos previos (las causas) y los
posteriores (las consecuencias). De esta precepcin deriva la apreciacin de Aub en 1971, "la novela de la revolucin mexicana, en
lo que tiene de ms valedero, se escribe casi al da aunque generalmente se
publica en el exilio, en los exilios que fueron muchos y distintos".73 Para Aub
el exilio es el cronotropo de escritura de la
historia inmediata, una posibilidad para la crnica de los sucesos histricos
vidos de novelizacin. Los autores del exilio
asuman una propuesta casi misional, basada en revisar volver a ver y, sobre
todo, comunicar los sucesos del pasado reciente. No sorprende, entonces, que
los narradores exiliados en Mxico llegaran al tema de la revolucin y a la
narracin indigenista, que identificaban como vetas valiosas de la literatura
mexicana, como ejemplo, el relato "La prietita quiere una piel
blanca"74de Luisa Carns, en cuyo ttulo se expresa su tema
y el conflicto que ilustra. Los intelectuales exiliados se consideran a s
mismos parte de la cultura en la que ya no slo participan, sino tambin
escriben y la mayora habla de Mxico.75 Esta narrativa enarbola el discurso
hegemnico heredero de la vertiente revolucionaria. Claramente no estaban
motivados por un deseo de integracin sino por el concepto hegemnico de que
dentro de esos temas se hallaba la verdadera literatura, sobre
todo en la medida en que comulgaban con los supuestos de la literatura social,
de orden realista, comprometido y de denuncia (hegemnicos en la novela
espaola de preguerra). Aunque hay algunas voces discrepantes que ejercen modos
distintos de narrar, casi siempre los autores conservan esta concepcin de
literatura y cuando llega el momento la trasladan al contexto mexicano.
La
apora del exilio respecto al nacionalismo se demuestra en su proyecto
narrativo, que coincide mayormente con la cultura hegemnica, pero al mismo
tiempo la contradice, puesto que ellos pertenecen a una cultura que el
nacionalismo rechaza. As se comprende la amplitud de criterio de Max Aub al elaborar, por un lado, su antologa de Poesa
mexicana. 1950-1960 e incluir a autores de otras latitudes: "Por
esto se trae aqu, como buen colofn, unos cuantos poemas de poetas espaoles y
americanos, mexicanos de hecho y pecho. No sera justa, ni para ellos ni para
Mxico, su ausencia."76 Y por otro, al ni siquiera insinuar un
posible vnculo con la literatura local o su integracin en la historia de la
literatura mexicana de los autores exiliados en su manual,Historia
de la literatura espaola (1966 y publicado por supuesto fuera de
Espaa), en el que se propuso eliminar la ausencia de los autores del exilio en
las historias de la literatura espaolas.77 Aub utiliz
distintas categoras para clasificar a los prosistas exiliados, algunos los
agrup dentro del mote generacin de la primera dictadura (Ramn Sender, Joaqun Arderus, Csar Arconada), a otros en la segunda dictadura, donde incluy a
autores que permanecieron en Espaa y a los que formaron su carrera en el
exilio porque llegaron muy jvenes (Arturo Barea, Jos Herrera Petere), y plante una tercera, la prosa de exiliados y no
exiliados en la que repiti algunos nombres circunscritos en otros grupos
(Benjamn Jarns, Antonio Espina, Jos Bergamn,
Ernesto Gimnez Caballero, Juan Chabs, Rosa Chacel, Ramn Sender, Jos Daz
Fernndez, Rafael Dieste, Csar Arconada,
Francisco Ayala, Esteban Salazar Chapela). En este
manual Aub, como historigrafo literario, estableca
la pertenencia de un autor a una literatura por el nacimiento, el orden de sus
temas y preocupaciones, no por el lugar de actuacin o de sus publicaciones.
El
anlisis de las prcticas discursivas y las polticas culturales implicadas en
la construccin de la historia de la literatura revela que el nacionalismo como
valor literario y condicin de pertenencia a la historia de la literatura fue
una categora crtica implcita en la eleccin de autores y obras, hasta que
empieza a cuestionarse y termina por reformularse.
Administradores de los valores estticos: inclusiones
en antologas, manuales y diccionarios como parte de la literatura mexicana78
Para
definir la perspectiva crtica de los estudios acerca de la narrativa exiliada
en el contexto mexicano, primero se debe trazar la trayectoria de obras
generales sobre el exilio intelectual y despus entrar en trabajos literarios
especficos.
Los
trabajos iniciales sobre los intelectuales exiliados los presentaban como
grupo, describan su actividad, explicaban su trabajo y en cierta medida
justificaban su estancia, de hecho apelaban a su condicin de indefensin y
solan definirlos como refugiados.79
En
la dcada de los cincuenta, la labor de los exiliados se clasifica y prosiguen
las publicaciones que juzgan positivamente su llegada a Mxico,80 textos
informativos que subrayan la labor de los refugiados para mejorar su percepcin
social. Fuera de Mxico (aunque no en Espaa) se editaron libros quiz ms
analticos acerca del trabajo de los exiliados pero que reiteran tambin la
conclusin sobre los beneficios de su llegada, ya que tratan de modificar la
opinin internacional respecto al refugiado enfatizando su trabajo intelectual
y cultural.81 Los primeros estudios especficos de la
narrativa del exilio en Mxico empezaron en 1959, con "Literatura de la
emigracin republicana en Mxico",82 de A. Alatorre, donde estableca algunos
intereses comunes y constantes temticas de la obra de los exiliados que
ayudaron a conformar una categora que los reuna dentro del conjuntonovela del exilio.83 Nocin que terminar por adoptar
y petrificar la historiografa espaola.84
Una
de las principales dificultades para ubicar a los intelectuales exiliados en el
panorama cultural mexicano es el apego al modelo generacional de las historias
de la literatura. Este mtodo ha arraigado con tal fuerza en la sistematizacin
de la cultura mexicana85 que no hemos encontrado historia de la
literatura del siglo XX que no emplee de alguna forma su terminologa o
planteamiento.86 Incluso la historiografa cultural ms
reciente sigue validando este modelo, no obstante alguna propuesta aislada que
propone la periodizacin. Puesto que el mtodo se estructura a partir de la
fecha de nacimiento, para insertar a los autores exiliados hay que ajustar
datos y propuestas con las generaciones existentes.87 Tambin ha sido formulada una
suerte de sntesis de los criterios de ao de nacimiento y de actuacin a travs
de la idea de constelaciones, que divide en periodos pero vierte luz sobre las
personas, "bien puede estar integrada por estrellas de diferentes edades
pero que se caracterizan por un mismo temple".88 Esta divisin proviene a su vez
de la segmentacin histrica basada en el paso de la estafeta de las distintas
asociaciones literarias.89 La historizacin de
la literatura mexicana del siglo XX debe sintetizar las anteriores la
periodizacin, la divisin generacional, el seguimiento de los grupos y las
prcticas culturales para trazar un horizonte cabal de la literatura y
seleccionar autores a travs del lugar de actuacin ms que el de nacionalidad.
En
la historia cultural mexicana la insercin de los intelectuales exiliados se
observa desde la influencia y slo suele mencionar a los que de manera directa
intervinieron en temas cardinales de la cultura (Jos Gaos),
mientras que otros de similar importancia pero menor visibilidad son ignorados
(Juan Rejano). Para hallar a los poco evidentes
narradores exiliados en el panorama historiogrfico mexicano es necesario
acudir a textos que modifican los criterios de historicidad. De este modo,
forman parte de varias obras de referencia en las que, al no implicar una
sistematizacin, su insercin resulta menos conflictiva. Aparecen as en el Diccionario
de escritores mexicanos de Aurora M. Ocampo y Ernesto Prado Velzquez
(1967 y en sus posteriores reediciones), cuyo proyecto promueve la integracin
en la literatura mexicana de cualquier autor que haya residido y publicado en
Mxico. En la edicin de 1988, explicaba Ocampo, "tambin hemos
incorporado a los escritores de otras nacionalidades con residencia en este
pas, cuya produccin total y parcialmente pertenece a nuestras letras".90 Como texto referencial serva
para localizar la trayectoria de varios narradores que estuvieron activos en
Mxico, no obstante, ninguna historia de la literatura los asoci con sus
coetneos mexicanos. Tambin se incluy a los exiliados en el Diccionario
enciclopdico bsico del teatro mexicano (1996) de Edgar Ceballos; enMilenios de Mxico. Diccionario enciclopdico
de Mxico (Mxico, Diagrama, 1999) de Humberto Musacchio,
y enBreve historia del teatro mexicano (Mxico,
Editorial de Andrea, 1968) de Antonio Magaa.
La
recopilacin de ensayos de El exilio espaol en Mxico, 1939-1982 (FCE,
Mxico, 1982), que adjunta elDiccionario biobibliogrfico compilado por Matilde Mantecn,
se convirti en un texto de consulta indispensable para identificar a los
intelectuales exiliados, aunque segua circunscribiendo el conocimiento de los
autores exiliados al mbito de la referencia. En los aos ochenta Joaquina
Rodrguez Plaza proporcion un abundante listado de narradores exiliados en
Mxico de distintas edades, adems de los ms cannicos, y present a varios
prcticamente desconocidos en su "catlogo comentado".91 Sin embargo, esta ampliacin no
se convirti en una fuente de nombres para las historias de literatura mexicana
ni vivero que originara trabajos particulares. En esta dcada, la investigacin
acerca del exilio en Mxico estuvo marcada principalmente por tres lneas: la
primera fue el proyecto testimonial de construir una memoria del exilio;92 la
segunda estuvo guiada por los estudios especficos,93 y la ltima fueron los homenajes.94 Estas tres sendas marcan la
investigacin de las tres dcadas posteriores.
Desde
el siglo XIX, en Mxico existe una slida tradicin de antologas poticas,
pero no hay una preocupacin similar respecto a la narrativa.95 Para afianzar la comunidad entre
autores residentes y recin llegados, surgi una iniciativa conjunta: Laurel.
Antologa de la poesa moderna en lengua espaola (Sneca, Mxico,
1941) que, como su nombre indica, reuna a poetas de lengua espaola con
independencia de su nacionalidad. La seleccin estuvo a cargo de dos espaoles
(Emilio Pardos y Juan Gil Albert) y dos mexicanos (Xavier Villaurrutia y
Octavio Paz). Villaurrutia firm el prlogo y la portada y las vietas
correspondieron a Ramn Gaya. Este libro dio a conocer en Mxico a un grupo de
poetas exiliados y particip en su integracin al establecerlos dentro de un
mismo espacio con sus compaeros mexicanos.96 En el eplogo escrito para la
reedicin de 1986, Paz explica:
A
m se me ocurri la idea de la antologa. Con ella quera mostrar la unidad y
continuidad de la poesa en nuestra lengua. Era un acto de fe. Crea (y creo)
que una tradicin potica no se define por el concepto poltico de nacionalidad
sino por la lengua y por las relaciones que se tejen entre los estilos y los
creadores.97
Un
proyecto semejante al de Laurel para la narrativa resulta
improbable dentro del contexto de llegada de los intelectuales espaoles y
dificulta tambin el conocimiento de su obra.
Las
propuestas inclusivas de los autores del exilio en la literatura mexicana
cuestionan las coordenadas tradicionales de la historia literaria y no se
encuentran hasta los aos noventa, cuando la perspectiva crtica se transforma
y la sociabilidad literaria se convierte en el principio comn para la
seleccin de autores. Quiz a causa de que desde las dos dcadas previas empez
a predominar la narrativa de los espacios ntimos, que se aleja de manera
consciente del entorno mexicano, creando as una nueva versin de la novela mexicana.Adems de que la visin tradicional del
canon se encuentra en crisis. De esta manera, en 1995 Jos Luis Martnez y
Christopher Domnguez presentan y analizan en su compendio crtico a los
narradores de exilio espaol y a otros nacidos en Latinoamrica porque
"son parte integral de la literatura mexicana".98 Tambin el libro Si
cuento lejos de ti (1998), contiene ensayos de autores cuya actividad
creadora se realiz en Mxico, entre ellos Max Aub,
Augusto Monterroso o Gabriel Garca Mrquez; el libro "se propone
recuperar a los nuestros, incorporarlos a nuestra historia literaria y cultural
pues, si bien nacieron en otros paisajes y atavismos, han construido con
nosotros la geografa y geometra social del Mxico de hoy".99 Dentro de esta misma lnea,
Arturo Souto propone que los criterios para formar
una historia de la literatura deben fundarse en la lengua y el estilo ms que
en el lugar de nacimiento o nacionalidad.100
Aunque
no aparecan en las historias de la literatura, sus nombres eran familiares
para los lectores locales, ya que sus obras se editaron en las principales
colecciones, como la miscelnea Tezontle, del FCE, fundada en 1940 por
Francisco Giner de los Ros.101 Tambin integran el catlogo de Lecturas
Mexicanas, del CONACULTA102 y sus obras forman parte de Los Presentes, la
iniciativa editorial promovida por Juan Jos Arrela
en los cincuenta.103Al publicarlos dentro de estas editoriales
empezaban a formar parte de la literatura de Mxico y se hacan accesibles sus
textos.
Los
autores que emprendieron su carrera literaria en Mxico, a diferencia de sus
padres que llegaron con una trayectoria detrs, estn plenamente aceptados por
la historiografa mexicana. En la espaola, sin embargo, no hay la misma
uniformidad, como se observa en la anotacin de Sanz Villanueva en el volumen
sobre narrativa de la coleccin El Exilio Espaol (Taurus, Madrid, 1977), ah
menciona a Roberto Ruiz y Jos de la Colina, aunque afirma centrar su atencin
en los que llegaron ya formados. La crtica espaola con frecuencia emplea la
categora hispanomexicana para
distinguirlos de sus mayores.104 Este trmino tambin ha tenido cierta
aceptacin entre la crtica mexicana, aunque todava no se ha consolidado como
nocin clasificatoria.105En la mayora de los estudios acerca de estos
autores se seala su origen106 pero se consideran parte de la literatura
mexicana. Octavio Paz asevera: "No me refiero a los poetas que eran nios
y que aqu se formaron, pues sus obras son parte de la literatura mexicana
contempornea."107 De hecho, Emmanuel Carballo incluy a Jos de
la Colina en su antologa temprana, Cuentistas mexicanos modernos (1956).
Los mismos autores se asocian con otros mexicanos, dice Jos de la Colina:
"Me siento a gusto con la amistad, la crtica y el estilo de algunos
compaeros de generacin como Juan Vicente Mel, Juan Garca Ponce, Fernando
del Paso."108 Al estar aceptados por la crtica como
mexicanos, estos autores cuentan con mayor nmero de estudios y sus nombres se
encuentran con facilidad en antologas e historias de la literatura, que los
hacen ms asequibles e incrementan su recepcin.
En
el manual Literatura espaola y mexicana (1973), en la parte
espaola no se menciona a ninguno de los autores del exilio, ni siquiera a los
ms cannicos y, en la parte de Mxico, se incluye a Arturo Souto
Albarce.109 En su estudio de la narrativa fantstica de
1977, Ross analiza la obra de Jos de la Colina y Arturo Souto
como parte de la literatura mexicana porque ellos "were
brought to Mxico when they were children,
and thus their writings can be classified only as Mexican".110 Souto y
De la Colina aparecen tambin en la antologa elaborada por Enrique Congrains, que explica la seleccin:
Aparecen
dos autores nacidos en Espaa y que, vctimas de la guerra civil y del exilio,
desde temprana edad se arraigaron definitivamente en su patria adoptiva. No
seremos los primeros, ni seremos los ltimos, en situarlos dentro del panorama
cultural de Mxico.111
Tambin
entre sus intenciones, el autor propone superar el criterio nacional:
Con
ello, le facilitaremos [al lector] un mayor conocimiento de autores que han
destacado, no por recalcar la visin extica y convencional que desfigura a
Mxico, sino debido a su calidad literaria y a su preocupacin por comunicar
una realidad autntica, nica que conmueve al artista.112
En
la seleccin de cuentos de Emmanuel Carballo, Narrativa mexicana hoy (Alianza,
Madrid, 1969), incluye "Barcarola" de Jos de la Colina entre los
textos de autores jvenes. De la Colina tambin fue incluido
en la antologa de Jaime Erasto Corts, Dos siglos de cuento mexicano. XIX y XX (Promexa, Mxico, 1979), junto con Arturo Souto.113 Ambos autores fueron antologados por Gustavo Sainz en Los mejores
cuentos mexicanos(Ocano,
Espaa, 1982), sin comentario sobre el origen de los dos narradores. Estos
prosistas, que llegaron en la infancia o adolescencia a Mxico, ya forman parte
de la historia de la literatura mexicana por su actuacin e incidencia dentro
del medio cultural. Christopher Domnguez, en Antologa de la narrativa
mexicana del siglo XX(FCE, Mxico,
1989-1991, tomos I y n), evita incluir a autores que nacieron fuera de la
esfera nacional; afirma:
Problemas
de orden y concepcin lo impidieron: las fronteras nacionales y estatales son
una realidad poltica que an define a las narrativas. Ms an en el caso de
una tradicin narrativa esencialmente endgena como es la mexicana.114
A
pesar de sus reparos hacia los mayores, el crtico incluye a dos narradores de
segunda generacin: Jos de la Colina y Pedro F. Miret,
aunque sin explicar los criterios. Tambin en la historia de la literatura
editada por David W. Foster (1996) estos autores aparecen como parte de la
literatura mexicana. Del mismo modo, Luis Ignacio Helguera incluye en su Antologa
del poema en prosa en Mxico (FCE, Mxico, 1993) sin anotacin
especial a Toms Segovia, Jos de la Colina y Pedro F. Miret,
todos llegaron a temprana edad a Mxico; en cambio, argumenta la inclusin de
Benjamn Jarns, Luis Cernuda y Jos Bergamn, que
contaban con una carrera literaria anterior, justificndola con la influencia
que ejercieron en el panorama literario. Hacia principios del siglo XX, la
tendencia crtica suele distanciarse del criterio nacional. La asimilacin de
los autores que desarrollaron su actividad en Mxico se constata en el caso de
Jos de la Colina, que aparece como mexicano en la antologa de minificcin latinoamericana, Relatos vertiginosos (Alfaguara,
Mxico, 2000) compilada por Lauro Zavala. Pedro F. Miret
forma parte de la antologa Paisajes del limbo (Tusquets, Mxico, 2001), en la que Mario Gonzlez Surez,
como seleccionador y comentarista, explica la eleccin de los autores porque
"han sabido navegar por debajo de la marea literaria nacional"115 puesto que
hace
un siglo era una verdad latinoamericana que el escritor, as como el abogado y
el cura, funga como preceptor social y sus ms importante misin consista en
"hacer patria", edificar cvica y nacionalistamente a los lectores.116
La
incorporacin de Pedro F. Miret, como narrador
fantstico, se realiza porque se mueve en ese espacio paralelo a la literatura
realista, que hasta aos recientes acostumbraba segregar la crtica.
A
partir de los aos noventa aparece una intencin crtica activa que incorpora a
autores que marcaron el medio cultural. La incorporacin de Arturo Souto a la literatura mexicana se verifica al aparecer en
la antologa,Acechando
al unicornio, ha virginidad en Mxico, realizada por Brianda Domecq.117 Tampoco se justifica la presencia de Paulino Masip. Al parecer la seleccin estaba determinada por el
lugar de publicacin. Este criterio se vuelve constante en antologas recientes
que, tras los acosos al canon, proponen la apertura de las nminas clsicas. En Voces
recobradas. Narrativa mexicana fuera del canon (1925-1950) (2008),
coordinada por Lourdes Franco, cumple con el doble propsito de incorporar
voces obviadas por la crtica y superar el criterio del lugar de nacimiento,
as
se
incluyen algunos nombres de escritores espaoles que vivieron algn tiempo en
Mxico [...] en estos casos estn las plumas de Magda Donato, Jos Herrera Petere y Alfonso Camn. De estos escritores de nacionalidad
espaola se eligieron textos que, ya sea por su carcter universal o bien por
su acercamiento a la cultura mexicana, son ya parte importante de nuestro
acervo cultural.118
La
crtica reciente empieza a ponderar el papel de los narradores del exilio y de
esta manera hace visible una parte importante del quehacer cultural y revela
una influyente corriente literaria, slida y con su propia normativa que forma
parte de la narrativa mexicana.
Configuracin del canon
Tres
direcciones encauzan la discusin de la historia de la literatura respecto a la
posicin de los autores descentrados o de difcil ubicacin: una propuesta
inclusiva en la que se realicen adendas a una historia de la literatura ya
establecida; la creacin de un canon paralelo y autnomo formado por estos
autores y la posible reformulacin del canon. La historiografa espaola opt
por la segunda va apoyndose en el trmino novela del exilio. Si
bien esta nomenclatura identifica a un grupo de autores, conforma un ncleo
apartado de la historia de la literatura y pierde utilidad en el momento de
interpretar periodos narrativos extensos, sobre todo porque como unidad se
ubica al margen de las transformaciones literarias. En el caso de la literatura
mexicana se puede ir trazando el camino planteando una cronologa paralela que
revele las similitudes, conexiones y espacios de dilogo entre narradores de
orgenes diferentes. Ampliar el canon y anexar a autores que estuvieron activos
en Mxico, influyeron y transformaron el escenario mexicano, propicia un mejor
entendimiento del panorama cultural del siglo XX. La literatura del exilio
significa un fenmeno independiente pero no aparte en dilogo con la
literatura local.
El
exiliado debe ser entendido como integrado-integrante de la cultura receptora y
a su vez actor en un proceso cultural. La herencia colonial mexicana influye en
la percepcin del exilio espaol y de manera inevitable la historiografa de la
literatura mexicana muestra este proceso de dilogo en el que hay que
transigir y ceder entre un pasado y un presente poscolonial. En este sentido
el ya muy debatido y cuestionado concepto de transterrado,119 creado para salvar las
distancias por Jos Gaos, resuelve de manera efectiva
el conflicto de admisin por parte de la cultura receptora y de integracin del
exiliado. De ah la aceptacin general, no obstante su imprecisin.
La
ubicacin de estos autores, a travs de cualquiera de estas tres vas,
cuestiona los mecanismos que constituyen la tradicin. Al analizar la relacin
entre nacionalismo y literatura, la narrativa del exilio surge como posibilidad
de resistencia a la hegemona cultural y a los acomodos de la historia de la
literatura. Se trata de poner atencin en textos perifricos que pueden
enriquecer la comprensin del periodo, ya que alrededor de una obra creativa
surgen otras afines o diferentes y hay una conjuncin o una divergencia de
intereses en el interior de un ambiente especfico; por tanto, por qu no mirar
la historia de la literatura como un proceso mltiple y dialgico, ms que como
una estructura lineal formada por una serie de personalidades que se
transfieren la estafeta de la tradicin. Observar el papel de los autores del
exilio en la historia de la literatura mexicana constituye un primer
acercamiento a esta transformacin.
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1 Brger, "Literary",
1997, p. 184.
2 Zavala,
"Canon", 1997, p. 289.
3 Pozuelo
y Aradra, Teora, 2000, p. 123.
4 Pozuelo,
"Lotman", 2004, p. 1.
5 Sobre
todo a raz de libros como el polmico The
Western Canon: The Books
and School of the Ages(1994)deHarold Bloom.
6 Algunas
iniciativas encaminadas a presentar y analizar la obra de escritoras
aparecieron con a mira puesta en ampliar el canon (o,
en palabras de Lillian Robinson, elaborar un contra-canon
femenino) y mantienen su actualidad. Vase Simn, "Mil",
2006, pp. 661-703.
7 Eysteinsson, Concept, 1990, p. 50.
8 Salazar,
"Carta", 1964, p. 9.
9 En
los aos sesenta comienza una apertura relativa del franquismo que se traduce
en la circulacin ms constante en Espaa de libros acerca del exilio y se
empieza a hablar de los autores que salieron al finalizar la guerra civil.
Aparece el estudio antolgico Narrativa espaola fuera de Espaa.
1939-1961 (1963), de Jos Mara Marra-Lpez que cre una categora de
estudio, la novela del exilio. Aunque no era una nmina
exhaustiva, la propuesta de Marra-Lpez sirvi de gua principal de las
historias de la literatura-, A partir de este momento empiezan a repetirse tres
nombres: Ramn Sender, Rosa Chacel
y Francisco Ayala. Despus aparecen los trabajos de Eugenio Garca de Nora, La.
novela espaola contempornea (1963); Rafael
Cont, Narraciones de la Espaa desterrada (1970) y Joaqun de
Marco, La nueva literatura en Espaa, y Amrica (1972), que
muestran una gradual absorcin de la narrativa exiliada pero siempre desde el
mismo paradigma, novela del exilio, no implican una seleccin
exhaustiva sino la apropiacin de una nmina ya convertida en hegemnica. Los
crticos realizan valoraciones horizontales, en las que seleccionan dentro de
la obra de un autor pero no frente a otros narradores. Esto produce algunas
menciones de exiliados en historias de la literatura espaola pero siempre la
misma nmina. Al final de la dictadura surgen nuevos trabajos que amplan el
panorama. En la dcada de los aos ochenta, el trmino novela del
exilio se consolida como paradigma crtico en historias de la literatura
espaola, significa una forma de integracin parcial que mantiene al grupo
cohesionado y aparte. Esta aproximacin contina en tas dcadas siguientes y se
discute hasta la fecha. Sobre el sitio del exilio en la historia de la
literatura espaola, vase Soldevila, Historia, 2001,
p. 98; "Literatura", 1995, p. 11, y "Novela", 2001, pp.
193-205; Mainer, "Consideraciones", 2002,
p. 54; Rodrguez, "Exilo", 2005, p. 2; Caudet,
"Hablamos?", 2009, p. 1004, y Larraz, Monopolio, 2009
10 VV.
AA., Cuento, 1987, p. 7.
11 Aznar,
"Exilio", 2000, p. 246.
12 Allier
concluye: "el auge del debate pblico referido al exilio con la
consiguiente construccin de memorias pblicas, puede ser situado en los
albores del siglo XXI". Allier, Tiempos, 2008, p. 238.
13 La
bibliografa se multiplica a partir de esos aos. Tambin surge el Gexel (Grupo de Estudios del Exilio Litetario)
de la Universidad Autnoma de Barcelona que promueve el estudio de la
literatura del exilio realizando mltiples congresos y promoviendo publicaciones,
como la coleccin Biblioteca del Exilio de la editorial Renacimiento.
14 Quiones, Slo, 2006.
15 Recientemente
reeditado con inusitado xito por la joven editorial barcelonesa, Asteroide.
16 Cont,
"Relatos", 2006, p. 14.
17 Como
el de Ignacio Altamirano. Vase Tola de Habich,
"Propuesta", 2005, pp. 203-221.
18 Garza,
"Historia", 1989, p. 551.
19 Foster,
"Preface", 1996, p. vil.
20 Ruedas
de la Serna, "Presentacin", 1996, p. 7.
21 Lpez,
"Nuestra", 2001, p. 71.
22 Una
excepcin al criterio de nacimiento en el siglo XIX es la propuesta de
Francisco Pimentel. Vase Jardn,
"Literatura", 1996, p. 169.
23 Sefchovich, Mxico, 1987, p. 250.
24 Franco, Voces, 2008,
p. 12.
25 Ibid., p. 25.
26 Imprenta
donde trabajaron varios exiliados, como Josep Soler i Vidal.
27 Editorial
Atlante constituy una de las primeras iniciativas editoriales de Juan
Grijalbo. Grijalbo se fund con el apoyo financiero del Partit
Socialista Unificat de Catalunya en Francia, que
determin los miembros de su Consejo de Administracin formado por Manuel
Snchez Sarro y Estanislau Ruiz Ponset,
como directores gerentes, Leonardo Martn Echeverra, subdirector y Grijalbo,
administrador. Grijalbo, Snchez Sarto y Echeverra se llevaron el proyecto a
Mxico y establecieron la compaa el 25 de septiembre de 1939- Vase Frriz, Edicin, 1998, p. 99.
28 Bernal,
"Literatura", 2001, p. 180.
29 Aub, "Algunos", 1981, p. 83.
30 Guevara,
"Cultura", 1989, p. 173.
31 Gonzlez-Stephan, Fundaciones, 2002,
p. 37.
32 Por
ejemplo, el conocido texto de Zea, "Emancipacin", 1949.
33 Ya
Jos Mara Vigil hablaba de la necesidad, como
explica Ruedas de la Serna, de cobrar "conciencia de nuestro verdadero ser
nacional". Ruedas de la Serna, "Presentacin", 1996, p. 12.
34 Martnez,
"Emancipacin", 1951.
35 Sheridan,
"Refugachos", 2002, pp. 42-51.
36 Hlz, "Conciencia", 2003, p. 208.
37 Mainer, "Canon", 1998, pp. 271-299. Cuestiona la
validez del concepto historiogrfico "literatura nacional", ejemplificando
con la historia de la literatura espaola, que pierde de vista a las
literaturas regionales.
38 Esta
sobreestimacin de la literatura como elemento definitorio de la nacin parta
de la historia literaria romntica. Colebrook, "History", 1997, p.13.
39 Rodrguez,
"Historia", 1996.
40 Sus
preocupaciones se vinculan con las del grupo Hyperion.
41 Martnez, Problemas, 1955,
p. 108.
42 Durante
el siglo XIX, la historia literaria adquiere su ms alta valoracin, "se
consideraba la obra culminante de la vida de un fillogo." Jauss, Historia, 2001, p. 149.
43 Chumacero, "Literatura", 1987, p. 73.
44 La
propuesta de Martnez se basa en el sistema generacional orteguiano. Vase
Martnez, Problemas, 1955. El artculo, "Problemas de la
historia literaria", fue publicado originalmente en El Hijo
Prdigo en febrero de 1946.
45 Como
"En busca del carcter de la literatura mexicana", pp. 107-124 o
"En qu sentido nuestra literatura ha sido expresin de Mxico",
textos publicados en la dcada de los aos cincuenta y reunidos en Martnez, Trato,1993. Vase
tambin en Martnez, Literatura, 1949.
46 Martnez, Expresin, 1984,
p. 394. Originalmente de 1951.
47 Martnez,
"Mexicano", 1955, p. 55.
48 Delgado,
"Prlogo", 1949, p. 7.
49 Brushwood, "Search",
1955, pp. 432-442.
50 Breve
historia del cuento mexicano (1956); Antologa
del cuento mexicano (1957); "La revolucin mexicana y el
cuento" en ha revolucin y las
letras (1960); El cuento hispanoamericano (1966); Historia
del cuento hispanoamericano (1966); Mariano Azuela (1967); Cuentos
de la revolucin (1971), y Juan Rulfo (1983).
51 Portilla,
"Crtica", 1955, p. 49.
52 Carballo,
"Importa", 1956, p. 387.
53 Entrevista
de Elena Poniatowska a Andrs Henestrosa:
"Castro Leal tiene el sentido de lo mexicano: melanclico, crepuscular y
tono menor integran nuestro carcter", Mxico en la Cultura, suplemento
deNovedades 3 de octubre de 1954, Mxico,
p. 3.
54 Henestrosa, "Advertencia", 1954, p. XIII.
55 Larson, Fantasy, 1977,
p. ix.
56 No
obstante, Jos Luis Martnez en su discurso de entrada a la Academia Mexicana,
insiste en el apego de la narrativa a "los problemas sociales
inmediatos" en Martnez, Naturaleza, 1960, p. 51.
57 Brushwood, "Periodos", 1981. Originalmente
. publicado en 1976.
58 Brushwood, Mxico, 1966, p. IX.
59 Cresta
de Leguizamn, "Caminos", 1981, p. 150. Publicado originalmente en
1970.
60 Brushwood, Narrative, 1989,
p. 58.
61 Sefchovich, Mxico, 1987, p. 139- Para la
autora, "Mxico es un pas que ha pasado la historia (su historia)
descubrindose, conocindose, construyndose, explicndose", p. 241. Esta
declaracin define su postura crtica.
62 Faber,
"Silencios", 2005, p. 377.
63 Faber,
"Exilio", 2002, p. 431.
64 Aub, "Algunos", 1981, pp. 4-11. Publicado
originalmente en Dilogos, 1971, pp. 1-37.
65 Ocampo,
"Prlogo", 1981, p. 8.
66 Ibid.
67 Valads, "Revolucin", 1990, p. 21. Primera
edicin en 1960.
68 Leal,
"Revolucin", 1990, p. 96. Primera edicin en 1960.
69 Ocampo,
"Prlogo", 1981, p. 13.
70 Recordemos
las lneas que Marra (Narrativa, 1963) establece como
constantes de la narrativa exiliada: la exploracin del pasado remoto e
inmediato como un deseo de alejarse de un presente extrao y una necesidad de
"descubtir la entraa ntima de Espaa". Filsofos
e historiadores del exilio, a la par que los novelistas, dedicaron mltiples
pginas a dilucidar las singularidades de la naturaleza espaola tanto para
analizar los motivos de la guerra como para definir las peculiaridades de su
exilio el mismo Marra-Lpez realiza esta disquisicin- o a polmica sobre la
historia espaola en la revista Presencia. Del mismo modo,
suele ser captulo prioritario de autobiografas y memorias.
71 Metfora
que explica la dislocacin temporal del exiliado. Rivas, "Durmientes",
1998.
72 Por
un lado aparecen las novelas que muestran un personaje en formacin; y por
otro, las autobiografas que relatan la vida, verdadera y real. Es
entonces cuando asoman varias designaciones dependiendo del tipo de relacin
que se establezca entre el protagonista y el autor. La autobiografa novelada
elabora una ficcin sobre hechos reales, en algunos casos se limita a la
narracin de un segmento de la vida, un episodio particular significativo,
aunque tambin puede abarcar toda la vida. La novela autobiogrfica emplea
elementos biogrficos y los ordena valindose de los mecanismos de la ficcin.
Si se quiere hacer una disrincin enrre
ambas, esta podra ser el apego o desapego a la ficcin. La primera ms alejada
de lo imaginario y la segunda ms cercana. Ambas son categoras familiares,
provienen de la misma lnea genealgica. Tambin aparecen episodios
autobiogrficos que se consignan como tales insertos dentro de la ficcin.
73 Aub, "Algunos", 1981, p. 78. Originalmente de
1971.
74 Carns,
"Prietita", 1951, pp. 8-9.
75 Algunos
con el paso del tiempo, como Manuel Andjar, otros lo hacen poco despus de su
llegada, como Ramn Sender.
76 Aub, Poesa, 1960, p. 223. Sobre este
texto vase el interesante trabajo de Valender
("Max", 2005, pp. 269-311) en el que explica el proyecto de Aub como una iniciativa de vinculacin entre exiliados y
locales.
77 Unos
cuantos aos antes, Juan Chabs haba publicado con
la misma intencin, el manual ha literatura espaola contempornea (La
Habana, Cultural, 1953. Reedicin de Javier Prez Bazo, Madrid, Verbum, 2001).
Al hablar de las obras posteriores a la guerra, cre el apartado
"Literatura enterrada, exiliada y peregrina" que divida en gneros,
uniendo en un solo conjunto a novelistas y dramaturgos exiliados (Aub, Jarns, Casona, Arconada, Salas Viu, Chacel y Mara Teresa Len), pero a la mayora de los
narradores los incluy en la seccin dedicada a los aos treinta: "La
prosa: crisis de la novela", donde hablaba indistintamente de exiliados y
de los que permanecieron en Espaa.
78 Este
recuento se centra en la narrativa y slo menciona los textos tiles para los
fines de este trabajo.
79 El
presidente Crdenas y la inmigracin de espaoles republicanos (Mxico, Multgrafos, 1939), de Antola Pia Soria; Alma espaola. La casa de
Espaa, en la repblica mexicana. Por la unificacin, (Mxico, spi, 1940) firmado por varios autores, o Refugiados! (Mxico,
Ideas, 1944), de Mariana Moch.
80 Obra
impresa de los intelectuales espaoles en Amrica, 1936-1946 (Estados Unidos, Stanford University
Press, 1950. Reeditado en Madrid, ANABAD, 1994), de
J. del Amo en colaboracin con Charmion Shelby y prlogo de Alfonso Reyes. La emigracin
republicana espaola: una victoria de Mxico, de Mauricio Fresco
(Mxico, Editores Asociados, 1950), o la descriptiva Crnica de una
emigracin (Mxico, 1959), de Carlos Martnez.
81 Mxico
and the Spanish Republicans (Berkeley,
U. of California, 1955), de Lois Elwyn
Smith.
82 Texto
presentado y publicado en Comparative Literature: Proceedings of the ICCA. Congress in Chapel Hill,North Carolina, 1959, y
reeditado en el Boletn de la Unin de Intelectuales Espaoles, nm.
10, 1959.
83 En
Estados Unidos continu la edicin de nuevas investigaciones que ampliaron el
estudio de los exiliados de 1939, como Los espaoles fuera de su casa.
Esquema histrico de Espaa. 1868-1965 (Nueva York, Las Amricas
Publishing Company, 1968), de Vctor Alba y ya en los aos setenta, el conocido Exiles
and Citizens. Spanish Republicans in Mxico (Austin, Institute
of Latin American Srudies, The University of Texas at
Austin, 1973. Traduccin de Ana Zagury: Transterrados y ciudadanos. Los republicanos
espaoles en Mxico (FCE, Mxico, 1975), de Patricia W. Fagen.
84 Como
demuestra Larraz, Monopolio, 2009.
85 Tambin
en la literatura hispanoamericana, Pedro Henrquez Urea (Las
corrientes literarias en la Amrica hispnica, FCE, Mxico, 1949)
realiza una cronologa de 30 aos. Enrique Anderson Imbert {Historia de
la literatura hispanoamericana, FCE, Mxico, 1954) divide por periodos
y cada uno por generaciones. Tambin Juan Jos Arrom (Esquema
generacional de las letras hispanoamericanas. Ensayo de un mtodo, Insrituto Caro y Cuervo, 2a ed., Bogot,
1977).
86 Algunos
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1981, originalmente publicado en 1967. Wigbcrto
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eminentes (Mxico, 1999). Recientemente, Fernando Curiel, Elementos
para un esquema, generacional aplicable a cien aos (aprx.)
de literatura patria (Mxico, 2001).
87 Krauze ("temples", 1991) localiza al exilio
espaol en la que llama "generacin de 1915".
88 Clark,
"Generaciones", 2005, p. 16.
89 Perales, Asociaciones, 2000,
p. 29.
90 Ocampo, Diccionario, 1988,
s. p.
91 Rodrguez, Novela, 1986.
Incluye a: Andjar, Arana, Aub, Bartra, Bolea,
Botella Pastor, Capo-Bonnafous, Carns, Carreo, Chopitea, Fe Alvarez, Fernndez
Gual, Gimnez Igualada, Gonzlez Ballesta, Gordon Carmona, Gorkin,
Guilarte, Herrera Petere, Jarns, Masip, Muoz Galache, Otaola, Oyarzbal, Pascual Leone, Pomares Monlen,
Robles Soler, Romero Almaraz, Antonio Ros, Snchez Barbudo, Sancho Granados, Santuallo, Sanz Sainz, Sender y
Jorge Valles.
92 Continuar
con un grupo de investigadores del inah, Palabras
del exilio (Mxico, inah, 1980), coordinado
por Eugenia Meyer y de la misma investigadora, Contribucin a la
historia de los refugiados espaoles (SEP/INAH, Mxico, 1984).
93 Los
nios espaoles de Morelia: el exilio infantil en Mxico (Editores Asociados de Mxico, Mxico, 1985),
de Emeterio Paya Valera; El exilio espaol y la UNAM (UNAM,
Mxico, 1987), de Mara Luisa Capella; La
casa de Espaa en Mxico (Colmex, Mxico,
1988), de Clara Lida.
94 Homenaje
a Mxico, 1939-1979 (Ateneo Espaol, Mxico, 1983) o,
en el marco de los 50 aos, Cincuenta aos de exilio espaol en Mxico (Universidad
Autnoma de Tlaxcala/Embajada de Espaa, Tlaxcala, 1989), y El exilio
espaol m Mxico, Palacio de Velzquez del Retiro, Madrid, dic. 1983-febrero de
1984. Exposicin organizada por el Ministerio de Cultura (Direccin
General de Bellas Artes/SEP/Colmex/ICI, Mxico,
1984).
95 Tambin
en Espaa sucede algo similar. Vase Bayo, Poesa, 1994. Y es
muy claro en la creacin y consolidacin de la categora "generacin del
27". Vase Anderson, Veintisiete, 2005.
96 Tambin
se publicaron antologas poticas slo de exiliados, como Las cien
mejores poesas espaolas del destierro (Signo, Mxico, 1945), tecopilada por Francisco Giner de los Ros.
97 Paz,
"Eplogo", 1986, p. 485.
98 Martnez
y Domnguez, Literatura, 1995, p. 215. Se analizan y presentan
a los narradores de exilio espaol y a otros nacidos en Latinoamrica pero
activos en Mxico. De hecho, se dedica un apartado a Max Aub,
que "en Espaa haba publicado nueve libros; en Mxico completar la
centena", p. 128.
99 Pavn,
"Prlogo", 1998, p. X.
100 Souto, "Narradores", 1998, pp. 2-10.
101 Max
Aub, Jos Gaos, Agust
Bartra, Eugenio Imaz, Sindulfo
de la Fuente, Pedro Salinas, Manuel Dutn, Len
Felipe, Francisco Giner de los Ros, Pedro Garfias. De hecho, La
realidad y el deseo, de Luis Cernuda cont
con dos ediciones. Vase Catlogo, 1980, pp. 180-195.
102 Aurora
Arniz, Emilio Prados, Roger Bartra, Jos de la
Colina, Ramn Xirau, Pedro F. Miret,
Paco Ignacio Taibo I, Maruxa
Vilalta, etctera.
103 Entte ellos, Manuel Andjar, Federico Fe Alvarez, Pedro F. Miret, Angelina
Muiz, Toms Segovia, Manuel Durn.
104 La
categota hispanomexicano es
usada pot la crtica espaola. Riveta, ultima, 1990,
pp. 9-42, y Mateo,Nios, 1996.
Un listado de autotes que llegaron a Mxico de nios
o jvenes en Mateo, Diccionario, 1997, 314 pp.
105 Zamudio,
"Calas", 2001, p. 149. De la misma autora y con similar punto de
vista, "Angelina", 2004, pp. 237-258.
106 Prado,
"Exilio", 1995, p. 415.
107 Citado
en Zelaya, Testimonios, 1983, p. 247.
108 Colina, Narradores, 1966,
p. 196.
109 Lozano,
Madero y Servn, Literatura, 1973, p. 430.
110 Larson, Fantasy, 1977,
p. X.
111 Congrains, Antologa, 1963, pp. IX-X.
112 Ibid., p. X.
113 Afirma
el antologador: "Por primera vez no slo
aparecen cuentistas espaoles exiliados (Arturo Souto,
Jos de la Colina), incluidos ya en anteriores antologas, sino tambin otros
que comparten la condicin de transterrados, pero
nacidos en pases hispanoamericanos (Jos Luisa Gonzlez, Augusto Mon-terroso). Mexicanos, espaoles, un puertorriqueo y un
guatemalteco comparten esta antologa como comparten un pas, una lengua y una
actividad creadora". Ibid., p.
XII.
114 Domnguez, Antologa, 1991,
pp. 15-16.
115 Gonzlez, 'Paisajes, 2001,
pp. 9-10.
116 Ibid., p. 10.
117 Domecq, Acechando, 1989, p. 11.
118 Franco, Voces, 2008,
p. 12.
119 Transterrado constituye el precedente terico a lo que
ahora se conoce como transculturado. Mertz-Baumgartner, "Introduccin", 2005, p. 2.
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