Miradas diplomticas: Mxico en la correspondencia
del Palacio Itamaraty (1919-1939)
Diplomatic Approaches: Mexico in the Correspondence
of the Itamaraty Palace
(1919-1939)
Regina Crespo
INFORMACIN SOBRE LA AUTORA:
Regina Crespo. Doctora
en Historia Social por la Universidad de So Paulo, maestra en Letras y
licenciada en Ciencias Sociales (Universidad de Campinas).
Investigadora titular A del Centro de Investigaciones sobre Amrica Latina y el
Caribe (CIALC), y profesora y tutora del posgrado en Estudios Latinoamericanos
de la UNAM. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores (SNl). Es autora de Itinerarios intelectuales:
Vasconcelos, habato y sus proyectos para la nacin (2004) y coautora
de Ensayistas brasileos. Literatura, cultura y sociedad (2005)
y Alguna poesa brasilea. Antologa: 1963-2007 (2009). Es
coordinadora del volumenRevistas en Amrica
Latina: proyectos literarios, polticos y culturales (2010). Sus
lneas de investigacin son: historia intelectual, literaria
y cultural; intelectuales, poltica y cultura; revistas y redes
intelectuales latinoamericanas.
ABOUT THE AUTHOR:
Regina Crespo. Ph. D. in Social History (University of So Paulo), MA in Lterature
and BA in Social Sciences (University
of Campinas). Tenured Professor A at the Center for Research on
Latin America and the Caribe (CIALC) and graduate professor and tutor in Latin
American Studies, UNAM. Member
of the National System of Researchers (SNI). She is the
author of Itinerarios intelectuales: Vasconcelos,
Lobato y sus proyectos para la nacin (2004) and co-author
of Ensayistas brasileos. Literatura, cultura y sociedad (2005) and Alguna
poesa brasilea. Antologa: 1963-2007 (2009). She is the coordinator
of the Revistas en Amrica Latina: proyectos
literarios, polticos y culturales (2010) issue. Lines of research include intellectual, literary and cultural history; intellectuals, politics and
culture; Latin American journals
and intellectual networks.
Fecha de recepcin: junio de 2011; Fecha de
aceptacin: marzo de 2012.
Resumen
En
este trabajo se analiza cmo evolucionaron las relaciones poltico-culturales
entre Mxico y Brasil en el periodo de 1919 a 1939, a partir del estudio de la
correspondencia de los representantes diplomticos brasileos en Mxico. Se
busca entender hasta qu punto el histrico aislamiento poltico y cultural de
Brasil en el continente, su tradicional poltica de alineamiento con Estados
Unidos y el evidente conservadurismo de su gobierno intervinieron en la imagen
que sus diplomticos construyeron de Mxico y los mexicanos en sus anlisis de
los acontecimientos culturales y polticos del pas.
Palabras clave: Mxico,
Brasil, relaciones diplomticas, correspondencia diplomtica, Abelardo Roas.
Abstract
This
article analyzes the way political
and cultural relations evolved
between Mexico and Brazil during the
period from 1919 to 1939 on the basis
of the study of the correspondence between Brazilian diplomatic representatives in Mexico. It seeks
to understand the extent to which Brazil's historic political and cultural isolation on the continent,
its traditional policy of alignment with the United
States and the obvious conservatism of its government intervene in the image its diplomats
constructed of Mexico and Mexicans in their analysis of the country's cultural and political events.
Key words: Mexico, Brazil, diplomatic relations, diplomatic correspondence, Abelardo Roas.
Introduccin
Las
relaciones entre Mxico y Brasil han tenido periodos de proximidad variable, de
conflicto o indiferencia. Esto se debe a la competencia poltica y econmica
que, a lo largo de los aos, han mantenido los gobiernos de ambos pases;
algunas veces de manera velada, otras de forma explcita. Por una parte, la
bsqueda de ambos por el liderazgo continental ha incidido en la conduccin de
sus relaciones intelectuales y culturales; esto ha llevado a la construccin de
un imaginario no siempre halagador acerca del "otro", que se concibe,
muchas veces, como un contrincante potencial. Tal imaginario ha llevado ms
hacia la separacin que al acercamiento de brasileos y mexicanos. Por otra
parte, la influencia de Estados Unidos sobre Amrica Latina y la inevitable
presencia del poderoso pas en la agenda econmica y poltica de los gobiernos
de Mxico y Brasil han afectado y, con frecuencia determinado, los contactos
entre ambos.
No
se puede negar la presencia de un esfuerzo constante por lograr intercambios
econmicos y culturales, esfuerzo que ha sido la tnica de los convenios,
tratados de cooperacin cultural e, incluso, acuerdos comerciales que han
vinculado a Mxico y Brasil desde el origen de sus vnculos diplomticos.1 Sin embargo, las relaciones comerciales
entre los dos pases han sido, por lo general, problemticas; y las relaciones
polticas y culturales, poco productivas.2
En
lo que se refiere al mbito cultural, algunas fuentes consultadas en la prensa
brasilea y mexicana, as como el material encontrado en los archivos
diplomticos de ambos pases muestran, durante la primera mitad del siglo XX,
un estado general de indiferencia, intercalado con situaciones episdicas de
intercambio entusiasta. Estos episodios fueron motivo de jbilo, pero no
echaron races ni mostraron continuidad. Es posible, por lo tanto, no slo
confirmar la ausencia de una poltica continua y sistemtica de intercambio
cultural entre los dos pases, sino tambin observar que las poco trascendentes
relaciones culturales entre Mxico y Brasil en el periodo dependieron en gran
medida de la accin eventual de intelectuales vinculados a la estructura
diplomtica, as como de las actividades rutinarias del cuerpo de profesionales
del servicio exterior.
La
perspectiva de fondo del presente trabajo es comparativa.3 Sin embargo, el foco de atencin
estar en uno de los polos de la comparacin. Se examinarn las relaciones
polticas y culturales entre Mxico y Brasil a partir del anlisis a
profundidad de la correspondencia enviada por los diplomticos brasileos al
Ministerio de Relaciones Exteriores de su pas en el periodo comprendido entre
1919 y 1939.4 Los diplomticos brasileos escribieron
acerca de la poltica, la sociedad, la vida cultural y las perspectivas
econmicas de Mxico, a fin de ofrecer bases concretas para el posicionamiento
del gobierno de su pas en sus relaciones con el mexicano. Revisar esta
correspondencia ofrece a los lectores actuales una mayor comprensin sobre el
lugar y el papel que el gobierno brasileo destin a Mxico y a Hispanoamrica
en su agenda poltica, durante esos 20 aos.
El
material a analizarse rene oficios, reportes y correspondencia confidencial.
Asimismo, los expedientes abarcan recortes de peridicos sobre temas brasileos
o asuntos polticos de relevancia para las relaciones entre Mxico y Brasil,
acompaados algunas veces de notas explicativas, adems de noticias sobre la
publicacin de libros, encuentros cientficos y artsticos. Algunos embajadores
fueron ms minuciosos: adoptaron la poltica de enviar mensualmente al ministro
de Relaciones Exteriores un largo reporte sobre los sucesos polticos, econmicos
y culturales del pas. Otros slo elaboraron notas escuetas. En varias
ocasiones, la embajada qued bajo las rdenes del encargado de Negocios. La
ausencia del embajador se dio, en algunas ocasiones, por razones personales y,
en otras, por disposicin oficial del gobierno brasileo, disgustado por
cuestiones diversas. En estos casos, la correspondencia se volva
responsabilidad del encargado de Negocios en turno, quien, al parecer, dispona
de la misma autonoma que su superior para comunicar y opinar. Hubo, entre los
encargados de Negocios, varios a quienes les encantaba producir anlisis
detallados y cargados de subjetividad acerca de hechos, situaciones y
costumbres mexicanos.
El
tradicional aislamiento poltico y cultural de Brasil en el continente hizo de
los brasileos observadores curiosos de un entorno que siempre les pareci poco
familiar. El ejercicio constante de la comparacin, con la consecuente
construccin de un imaginario acerca del otro -distinto y en muchos aspectos
inferior al que mira y compara, condujo a la elaboracin de lneas de accin
en el mbito de la agenda poltica externa del pas hacia Amrica Latina,
priorizando algunos contactos y alianzas en detrimento de otros. Para los
brasileos, Mxico representaba un caso singular, dadas las circunstancias de
ser un pas histricamente marcado por violentos conflictos externos y largas
pugnas internas de carcter poltico, tnico e incluso religioso.
En
sus apreciaciones, y en las acciones que tomaron como representantes de su pas,
los diplomticos brasileos reflejaron no slo los rasgos tpicos de una orden
casi estamental, sino tambin las lneas maestras de un Estado poltica y
socialmente conservador. En los relatos y reportes que enviaron a su gobierno,
fueron muchas veces incapaces de rebasar los estereotipos sobre Mxico, al que
consideraban explcita o veladamente un pas retrasado, habitado por un pueblo
ignorante y atvicamente condenado a la barbarie. Asimismo, era notoria entre
la mayora de ellos la ausencia de una apreciacin crtica y honesta sobre la
naturaleza de Brasil, tildado una y otra vez, de pas desarrollado y armonioso,
dueo de un pueblo pacfico, destinado incuestionablemente al progreso. Tales
imgenes e impresiones, en el primer caso mordaces y agrias y, en el segundo,
elogiosas y autorreverentes, funcionaron como el
caldo de cultivo ideal para la construccin de una relacin ms de alejamiento
y competencia que de colaboracin y solidaridad.
Aun
as, es posible encontrar una serie de escritos cuya tnica era el genuino
deseo de acercamiento e intercambio. La nocin de Brasil como parte de Amrica
Latina orient muchos de los documentos enviados al Itamaraty,
en los cuales se percibe la preocupacin de sus autores por buscar formas de
que la presencia del pas en Mxico se viera fortalecida. Llaman la atencin la
descripcin minuciosa de algunos encuentros entre los diplomticos brasileos y
las autoridades polticas locales y el placer con el que muchos narraron las
atenciones de los intelectuales y la prensa mexicana hacia Brasil, plasmadas en
artculos elogiosos sobre el pas.
Los
textos seleccionados, escritos al calor de los acontecimientos y repletos de la
subjetividad de sus autores, sern los hilos conductores de este trabajo, el
cual transitar por un camino inevitablemente lleno de ausencias y vacos. Los
archivos diplomticos guardan joyas documentales, pero tambin conforman
verdaderos laberintos en que tales joyas se dispersan o se pierden. Sin
embargo, entre ausencias y extravos, se percibe tambin el ejercicio explcito
del silencio, con el cual se dio respuesta a comentarios y peticiones. As,
entre oficios extraviados, fotos desaparecidas, recortes perdidos y asuntos no
concluidos, o simplemente silenciados, fue posible construir un breve cuadro de
lo que representaron las miradas, no siempre diplomticas, de los funcionarios
brasileos en el mbito de la historia de las relaciones entre Mxico y Brasil.
En
estos 20 aos de correspondencia enviada al Palacio de Itamaraty,
algunos temas fueron constantes: la revolucin mexicana y sus consecuencias
para el pas y el continente; el lugar y la accin de los caudillos en el
contexto sociopoltico; la estructuracin de la vida poltica mexicana
alrededor de la accin del partido oficial y de las deliberaciones del
presidente en turno (la discusin acerca del carcter dictatorial o no del
gobierno mexicano siempre llam la atencin de los brasileos). Tambin ocup
lugar importante la cuestin religiosa. La guerra cristera fue objeto de muchas
cartas y lleg incluso a ser motivo de conflicto entre la embajada de Mxico en
Brasil y la prensa catlica local. Finalmente, las relaciones polticas y
econmicas de Mxico y Brasil con Estados Unidos, durante el periodo, tambin
ocuparon muchos de los textos enviados al Ministerio.5
Aos 1920: de la admiracin por Obregn a la
antipata por Calles
En
1919, Brasil era representado en Mxico por Lus Gurgel
do Amaral, encargado de Negocios. Se puede decir que las relaciones entre
Mxico y Brasil pasaban, entonces, por un momento de distensin. La cada de
Porfirio Daz en 1911 no haba agradado al gobierno brasileo. Los
representantes diplomticos del pas vieron con aprensin el fin del un rgimen cuyo lema, "orden y progreso", era
compartido por su gobierno. Varios factores contribuyeron al alejamiento entre
los gobiernos de Brasil y Mxico durante la revolucin. La intervencin
ineficaz de Brasil, al lado de Argentina y Chile (el llamado "ABC"),
en la mediacin del conflicto entre Mxico y Estados Unidos, en I914, fue un
ejemplo. La preocupacin del gobierno brasileo por complacer a Estados Unidos,
siguiendo su poltica hacia Mxico, molestaba con razn a los gobernantes
mexicanos. El polmico ministro plenipotenciario brasileo, Jos Manuel Cardoso
de Oliveira, quien permaneci en Mxico de agosto de 1912 a octubre de 1915,
primero como representante de Brasil y despus como encargado de Negocios del
gobierno de Estados Unidos, contribuy al alejamiento entre los gobiernos de
los dos pases pues cre varias situaciones polticamente delicadas.6
En
los aos siguientes a la salida de Cardoso de Oliveira, los gobiernos de Mxico
y Brasil slo mantuvieron contactos superficiales y protocolarios a travs de
sus respectivas legaciones y cancilleras.
La
recepcin de Gurgel do Amaral por el mismo presidente
Venustiano Carranza daba al diplomtico brasileo un estatus diferenciado y
abra el camino de una reaproximacin entre los dos pases, algo muy importante
para el gobierno mexicano. Carranza llev a cabo esta campaa de acercamiento
con los pases sudamericanos, a la que los presidentes lvaro Obregn y
Plutarco Elias Calles dieron continuidad.
Las
relaciones de Mxico con Estados Unidos fueron un tema constante en la correspondencia
de Gurgel do Amaral al Itamaraty.
De enero a mayo de 1919, el encargado de Negocios envi al Ministerio varios
recortes de peridicos relacionados con temas clave de la poltica externa de
Mxico, principalmente sus problemas con Estados Unidos relativos al petrleo y
a cuestiones territoriales.7 La correspondencia, que ces abruptamente en
mayo, resurgi en 1921, cuando el embajador Antonio Feitosa
recibi la misin de comparecer en los festejos por el Centenario de la
Independencia mexicana como embajador extraordinario y plenipotenciario; el
embajador envi una larga carta sobre el evento al ministro de Relaciones Exteriores,
Jos Manuel de Azevedo Marques.8
Por
instrucciones del gobierno mexicano, Feitosa fue
nombrado decano del cuerpo diplomtico; recibi una serie de honores del
presidente Obregn a ttulo personal, lo que consider una atencin directa a
Brasil. De hecho, continuaba el gran inters del gobierno mexicano por
estrechar relaciones con el gobierno brasileo. Dos aos antes, en 1919, Aarn
Senz, quien ocupara el puesto de secretario de Relaciones Exteriores de 1923
a 1926, lleg a Brasil como enviado plenipotenciario. Su misin como
diplomtico era abrir un puente directo hacia el gobierno y la sociedad
brasileos, para contrarrestar la campaa de difamacin que las agencias de
noticias estadunidenses seguan llevando a cabo en contra de Mxico en
Sudamrica.9 Senz percibi muy pronto que en Brasil, cuyo
gobierno era el principal aliado de Estados Unidos en Sudamrica, la visin
sobre Mxico era sesgada por tal campaa, e incluso por el mismo
conservadurismo de las elites gobernantes, las cuales no vean con simpata los
cambios sociales generados por la revolucin.
Despus
de la clida recepcin a Feitosa, la inauguracin en
el centro de la ciudad de Mxico de la calle Brasil (al mismo tiempo que las de
Chile y Argentina, homenajeados en los festejos del Centenario) y la promesa de
regalar al pueblo brasileo una estatua de Cuauhtmoc,10 el gobierno mexicano, de manera
unilateral, elev su representacin diplomtica en Brasil a la categora de
embajada, el 25 de enero de 1922. Evidentemente, presion para que el gobierno
brasileo hiciera lo propio. El anlisis de la correspondencia brasilea de
todo el ao 1922 y del primer semestre de 1923 muestra cmo el tema recibi la
atencin del gobierno y de la prensa de Mxico, la cual prcticamente exiga la
reciprocidad inmediata del gobierno de Brasil.11 En carta confidencial al ministro
de Relaciones Exteriores, Rgis de Oliveira, ya
nombrado embajador de Brasil en Mxico, perciba con desagrado lo que
consideraba evaluaciones oportunistas de la prensa y de los mexicanos en
general. Segn el embajador, los mexicanos -deseosos de enfrentar a los pases
del sur del continente con Estados Unidos, consideraban toda y cualquier
iniciativa de los sudamericanos por acercarse a Mxico como un reproche velado
a Estados Unidos.12
Oliveira,
saludado en la prensa como la persona ms idnea por su trayectoria, cultura y
orgenes nacionales para ser el decano del cuerpo diplomtico en Mxico,13manifestaba
en su correspondencia confidencial ideas que no seran, en absoluto, del agrado
de los mexicanos. A su temor sobre las repercusiones negativas que la creacin
de la embajada de Brasil en Mxico podra generar al gobierno de Estados
Unidos, se aunaba una reprobacin total al rgimen poltico que los mexicanos
haban adoptado ("un rgimen demaggico que sera de los peores en
cualquier parte del mundo, pero que, en una tierra nueva y rica, slo podr
aumentar los males que esta sufre y traerle aislamiento").14
Un
editorial de El Universal, de julio de 1922, exiga la
instalacin de la embajada brasilea y a la vez criticaba irnicamente la
conducta del gobierno brasileo:
No
falta quien crea que para no herir la susceptibilidad de los Estados Unidos,
sino antes bien para tenerlos gratos y contentos, el Brasil no enviar
embajador a Mxico antes de que aqu se encuentre el que nos venga de
Washington.15
La
carta que el embajador envi al Itamaraty ocho meses
despus confirma las sospechas del peridico:
Sin
tomar la libertad de juzgar los motivos que sin duda existan para llevarnos a
la creacin de una embajada, creo, sin embargo, que el momento no era oportuno
y que hubiera sido mucho mejor aguardar a la posible modificacin del rgimen
constitucional, que est trayendo las ms serias complicaciones a las
relaciones internacionales de este pas, y el reinicio de las relaciones
diplomticas con Estados Unidos, lo que difcilmente se dar mientras en Mxico
no exista una verdadera garanta para la propiedad privada.16
El
alineamiento automtico con Estados Unidos, considerado una poltica de Estado
segura y oportuna, se evidencia en las palabras de Oliveira. Su visin ingenua
o idlica haca que justificara la posicin convenenciera del gobierno
brasileo y, simultneamente, aceptara la conducta desptica y patriarcal de
Estados Unidos frente al continente, fundamento de su teora del "destino
manifiesto":
A
pesar del enorme poder material de Estados Unidos, que la gran guerra vino a
poner en la posicin de arbitro mundial, es grande el
peso moral de la opinin de las grandes naciones de Sudamrica que, a mi modo
de ver, no deben temer para nada a la expansin norteamericana, ya que Estados
Unidos siempre buscar colaborar poltica y econmicamente con nosotros, sin
oposiciones antipticas, para el progreso de cada una de las naciones del
continente cuya administracin y cuyas leyes ofrezcan la garanta de la
seriedad y de un verdadero espritu de colaboracin internacional.17
En
un artculo para el peridico El Universal, que Oliveira agreg
a su carta confidencial a Flix Pacheco,18Isidro Fabela saludaba la creacin
de la embajada de Brasil en Mxico como un hecho trascendente, que cambiara la
orientacin de la poltica internacional en Amrica Latina. Recordemos que
Fabela haba sido el gran impulsor de la poltica de acercamiento entre Mxico
y los pases de Sudamrica durante su actuacin como encargado de las
relaciones exteriores de Mxico en la regin, en el gobierno del presidente
Carranza. En este artculo, escrito varios aos despus, Fabela observaba que
hasta ese entonces slo Estados Unidos haba creado embajadas en pases del
continente, con el obvio beneplcito de sus gobiernos, sobreponindose al
fomento de las relaciones regionales que deberan ser ms relevantes. Fabela se
preguntaba por qu Chile, Argentina y Brasil an no haban intercambiado
embajadas y mantenan sus relaciones bilaterales a travs de simples
legaciones.19 Ahora bien, si Estados Unidos haba enviado
embajadores a Sudamrica por razones de Estado, a fin de expandir su influencia
poltica y poder econmico en la regin, con el fundamento de la
"arbitraria doctrina Monroe", los pases latinoamericanos, al enviar
embajadores a Estados Unidos y meros ministros a los vecinos, mantenan una poltica
de subalternidad y "recproco desdn".
Evidentemente,
Fabela iba en direccin contraria a la postura de Oliveira. Su justificado
temor hacia el imperialismo estadunidense lo llevaba a defender la creacin de
una diplomacia iberoamericana, en la cual el intercambio de embajadas entre
Mxico y Brasil representaba el primer logro. En su artculo, Fabela busc
manejar tal intercambio como si hubiera sido una decisin conjunta. Sin
embargo, en un ligero desliz contradijo su discurso, afirmando: "nuestra
Cancillera puede ufanarse con derecho de haber conseguido un triunfo que la
nacin debe mirar [...] como un paso ms hacia la soada unin iberoamericana
que puede ser, en un porvenir ms o menos lejano, la salvacin de nuestra
raza".
Innegablemente,
el intercambio de embajadas expandi el espectro de relaciones entre Mxico y
Brasil. Fue resultado de un largo y calculado trabajo poltico que el gobierno
mexicano inici en las conmemoraciones del Centenario de la Independencia de
Mxico y que tuvo su acto ms espectacular en los festejos del Centenario de la
Independencia de Brasil. Cont con la flamante presencia de Jos Vasconcelos,
enviado especialmente al evento como embajador extraordinario y
plenipotenciario, junto con una importante comitiva de intelectuales y artistas.
Hechos como la inauguracin de un precioso pabelln de exposiciones y la
entrega de la estatua de Cuauhtmoc, que hasta el da de hoy adorna la playa de
Flamengo en Ro de Janeiro,20 dieron a Mxico una
visibilidad de la que hasta entonces no disfrutaba, y a Alvaro
Obregn un aura de simpata que produjo hondas manifestaciones de aprecio en
los sectores de la izquierda brasilea cuando lo asesinaron.21
En
julio de 1923, Mxico recibi la visita de dos brasileos ilustres. El primero
fue el consagrado jurista Rodrigo Octavio, quien fungi como rbitro en varias
cuestiones internacionales de Mxico, y que deliber casi siempre a su favor.
Rodrigo Octavio escribi un simptico libro de viaje sobre sus estancias en
Mxico y Per. El segundo fue el joven poeta y futuro diplomtico Ronald de
Carvalho, quien, invitado por Jos Vasconcelos, dict conferencias sobre
literatura brasilea en varias ciudades mexicanas y escribi una serie de
poemas sobre Mxico y Amrica Latina, contagiado por el latinoamericanismo
de Vasconcelos y del gobierno mexicano bajo la presidencia de Obregn.22 Ambos visitantes recibieron
muchos homenajes de los sectores polticos e intelectuales del pas. Algunos
meses antes, en marzo, el futuro embajador de Brasil en Mxico, Rgis de Oliveira, recibi un retrato de los mexicanos que
contrastaba con la atenta acogida arriba descrita. El encargado de Negocios le
haba enviado sus impresiones sobre el pas, despus de vivir ah por un ao y
medio:
Las
condiciones polticas y econmicas de Mxico, a mi modo de ver, no pueden ser
peores y la actitud del gobierno al elevar los impuestos de manera continua, al
mismo tiempo que prestigia ostensivamente a los sindicatos, conducir a Mxico
hacia la ruina inevitable y sin remedio. [...] En cuanto al progreso
intelectual y artstico del pueblo, se resume con raras
excepciones, en admirar cada vez ms las corridas de toros y las peleas de
gallos.23
La
preocupacin del cuerpo diplomtico brasileo por el "bolchevismo"
que, segn su punto de vista, floreca en Mxico de la misma manera que en
Rusia, fue uno de los temas ms tratados en la correspondencia que Oliveira
envi a Brasil durante los casi tres aos que vivi en el pas.24 Tal preocupacin increment las
visiones negativas de los diplomticos sobre Mxico, visiones que se agudizaron
an ms cuando Plutarco Elias Calles sucedi a Alvaro Obregn en la presidencia y acentu los rasgos
radicales que ya vena imponiendo a la poltica nacional, como secretario de
Gobernacin, desde el gobierno anterior.
En
1925, el embajador Antonio Feitosa present sus
credenciales a Calles.25 En septiembre de 1926, Feitosa
envi al Itamaraty un interesante diagnstico acerca
de la estructura poltica de Mxico bajo la presidencia de Calles y de la pugna
entre la Iglesia catlica y el gobierno. El embajador observaba la ausencia de
separacin entre los poderes en el pas, al examinar la reforma que Calles, autorizado
por el Congreso de la Unin, realiz de los "Cdigos Civil, Penal,
Comercial, etc."26 El 14 de julio de 1926, el presidente haba
promulgado una ley que "blind" la prctica religiosa y la accin de
los religiosos en el pas, ocasionando tal ruptura entre las altas jerarquas
catlicas y el gobierno que el pas se sumergi en otra guerra civil, la
"cristera", que se prolong hasta 1929, con miles de muertos y
heridos.
El
tema de la intolerancia religiosa y del "bolchevismo" del Estado
mexicano llam la atencin de la prensa catlica brasilea y en particular
atiz la pluma sagaz de Jackson de Figueiredo,
intelectual catlico, quien haba ocupado el puesto de censor durante el
gobierno de Artur Bernardes.
Figueiredo escribi varios artculos en contra de
Mxico, con una carga altamente prejuiciosa acerca del presidente Calles, a
quien el autor se refera como "el judo Elias".27 Feitosa
narr al Ministerio las plticas que sostuvo con Genaro Estrada, entonces
subsecretario de Relaciones Exteriores, en las que reclam acerca de la
conducta nada diplomtica del entonces embajador de Mxico en Brasil, Pascual
Ortiz Rubio quien, entre otros arrebatos, amenaz con romper relaciones con
Brasil y abandonar el pas.
Las
versiones de este episodio son muy distintas. En sus memorias,28 Ortiz Rubio justificaba su
conducta afirmando que defenda a Mxico y a su presidente de ataques y ofensas
de una prensa ideolgicamente sesgada. Segn Ortiz, el mismo ministro de
Relaciones Exteriores de Brasil, Flix Pacheco, era el propietario de uno de
los ms tradicionales peridicos conservadores, el Jornal do Comrcio, en cuyas pginas Figueiredo
sola escribir. A pesar del casi incidente diplomtico que ocasion, y que la
embajada brasilea ayud a resolver,29 la conducta de Ortiz Rubio
recibi el apoyo de sectores de la izquierda local, partidarios del Estado
laico y contrarios a la intervencin de la Iglesia en la vida poltica.30 De cualquier manera, Ortiz tuvo
que soportar la situacin. Segn el embajador, el mismo presidente Calles le
pidi que lo hiciera
pues
no convena a los intereses del gobierno romper relaciones con el Brasil,
porque los dems pases de la Amrica del Sur interpretaran torcidamente el
acto y tal vez en perjuicio de Mxico, y adems muy pronto dejara el poder el
doctor Bernardes, y el futuro presidente, doctor
Washington Lus Pereira, tena reputacin de liberal y amigo de Mxico.31
Recurdese
que Artur Bernardes gobern
Brasil bajo estado de sitio durante ms de la mitad de su mandato (1922-I926).32 La sociedad viva en permanente
tensin y la censura a la prensa impeda la manifestacin de la oposicin al
rgimen. En tal contexto, el gobierno sufri varias rebeliones civiles y
militares importantes. Asimismo, hay que recordar tambin que Bernardes sufri una fragorosa derrota en el mbito de la
poltica externa. Despus de un largo e infructuoso proceso de negociaciones en
el seno de la Liga de las Naciones, donde pretenda que Brasil ocupara un
asiento permanente, el 10 de junio de 1926 acab determinando que el pas
abandonara el organismo.
Curiosamente,
aunque no conste en ningn documento de la correspondencia diplomtica
consultado, la actitud de Bernardes recibi apoyo de
la prensa mexicana33 y fue tema de un amplio artculo de Isidro
Fabela, con fecha del 5 de abril de 1926.34La perspectiva latinoamericanista de Fabela lo
llev a reproducir el siguiente pasaje de un discurso de Bernardes:
Pertenecemos
a un gran continente cuya importancia no se puede y
poner en duda, y cuya influencia en los destinos del mundo se desarrolla cada
vez ms en provecho de la civilizacin y en beneficio de la humanidad. [...]
Hay veinte naciones americanas en la Liga sin que ninguna de ellas figure en el
cuadro permanente de su Consejo.
El
pasaje reproducido lo llev a afirmar:
Tales
conceptos de verdad y justicia ameritan el aplauso y la solidaridad de todos
los pases hispanoamericanos porque el Brasil dentro de la Asamblea
Internacional de Ginebra, es la hermana de mayor prestigio diplomtico que
dentro de la Liga pudiera defender con mayores facilidades los fueros de
nuestra Amrica. [...] La Amrica Latina tiene un gran inters en los futuros
acuerdos de la Sociedad de las Naciones y los estadistas europeos deben saberlo
y tenerlo presente; porque si en la prxima asamblea no se resuelve dar a los
pueblos de nuestra raza uno o dos puestos, cuando menos en el Consejo, nuestros
derechos no se sentirn garantizados y la Liga dejara de inspirar confianza a
la repblica de este hemisferio.
A
pesar de todo, Brasil no cont ni siquiera con el apoyo de los pases
hispanoamericanos a los cuales pretenda representar, lo que ilustra su
histrico aislamiento en el continente y la asociacin de su poltica con una
cierta postura imperialista, visin que predominaba entre sus vecinos.35
Despus
de los conflictos de 1926, Ortiz Rubio permaneci al frente de la embajada de
Mxico en Ro hasta diciembre de 1928 y, como se sabe, regres a su pas para
asumir primeramente el puesto de secretario de Gobernacin, bajo la presidencia
de Emilio Portes Gil, y posteriormente para contender por la presidencia del
pas en las elecciones de 1929.
Antonio
Feitosa dej su puesto en 1926. Rinaldo
de Lima e Silva present sus credenciales el 11 de noviembre del mismo ao.
Qu reportes envi el nuevo embajador al Palacio de Itamaraty?
Lima e Silva empez su misin en Mxico cuatro das antes del inicio del
gobierno de Washington Lus, el ltimo presidente de la etapa conocida en la
historiografa como "Repblica Vieja". Bajo las rdenes del nuevo
ministro de Relaciones Exteriores, Octavio Mangabeira,
Lima e Silva inici su correspondencia, caracterizada por un estilo directo y
escueto, sin prejuicio de un espritu analtico y relativamente neutral.
Cmo
vea a Mxico y a los mexicanos el embajador Lima e Silva en los cerca de
cuatro aos que estuvo en el pas? El 15 de enero de 1927, el embajador envi
un resumen del mensaje de ao nuevo que el presidente Calles prepar a la
nacin.36 Sin emitir ningn juicio explcito, se limit
prcticamente a enumerar los puntos tratados en el mensaje de Calles, puntos
que en sus reportes posteriores al Ministerio tratara de contradecir explcita
o implcitamente.
Segn
Lima e Silva, Calles inici su discurso hablando de las dificultades que su
poltica de liberacin del yugo econmico extranjero estaba encontrando. Sin
embargo, afirmaba que su gobierno poda presentar algunos logros: haba
generado capacidad suficiente para abrir escuelas agrcolas y profesionales,
aumentar la eficiencia del ejrcito y mejorar todas las ramas de la
administracin. Sus programas de redencin del indio y mejora de las clases
proletarias y "su ciega obediencia a los preceptos legales en materia
religiosa y econmica" haban servido de pretexto para que sus enemigos
tildaran a su gobierno de bolchevista, lo que le
pareca injusto, pues nada era ms repugnante y extico al medio y a las
condiciones del pas que tal ideologa. En cuanto a la rebelda del clero a las
leyes del culto, afirmaba que lo nico que pretenda con ellas era la plena
libertad de fe, sin privilegios a ninguna religin. Finalmente, segn Lima e
Silva, Calles hizo una apologa del ejrcito que, para l, se haba mantenido
rigurosamente en su papel. De hecho, en la opinin del presidente, el pas
deba la tranquilidad de que gozaba a la disciplina del ejrcito nacional.
Los
siguientes dos oficios que Lima e Silva envi a Mangabeira
presentaron elementos no precisamente acordes con la evaluacin hecha por
Calles. En el mensaje a la nacin, el presidente mencionaba los programas de
redencin del indio y la eficiencia y disciplina del ejrcito nacional como
conquistas de su propio programa de gobierno. En oficio reservado del 2 de
marzo de 1927, Lima e Silva comentaba acerca de la violencia del
"disciplinado" ejrcito federal precisamente contra los indgenas.37 Los yaquis, que desde tiempos
coloniales haban sostenido campaas de resistencia al despojo de sus tierras y
a la deportacin de sus miembros, nuevamente se haban rebelado contra el
gobierno mexicano y sufran su represin. Al comentar que este era implacable,
pasando por las armas a simples sospechosos, el embajador concluy: "Como
usted puede ver, aqu no se conoce el respeto por la vida humana."38
Al
narrar algunos eventos de la verdadera guerra por la sucesin presidencial que
provoc el enfrentamiento entre los generales Gmez y Serrano y que los condujo
a ambos a la muerte, ejecutados por el ejrcito federal fiel a Calles, el embajador
pona en tela de juicio la "tranquilidad" que el pas viva bajo la
disciplina del ejrcito. El relato, aunque conciso, deja ver la estupefaccin
del narrador:
La
represin que el gobierno ha ejercido no conoce piedad. Basta con decir que se
ejecutaron nada ms ni nada menos que a 25 generales, algunos de ellos despus
de que fueron sometidos a consejos de guerra sumarios, otros sin ninguna
formalidad. Aqu la vida humana est totalmente a la merced del poder
ejecutivo.39
Sobre
la ejecucin de cuatro individuos acusados de intentar asesinar a Obregn, Lima
e Silva coment:
Por
primera vez se vio el simple intento de un delito, que el Cdigo castiga mximo
con diez aos de crcel, recibir como punicin la pena capital, sin forma de
proceso, sin que se permitiera a los reos una palabra de defensa. Y eso en
pleno vigor de la Constitucin, sin que se hubiera proclamado el estado de
sitio.40
A
pesar de su asombro frente a lo que vea, Lima e Silva trat de lograr mantener
una cierta neutralidad en sus reportes y entender las razones y argumentos para
la poltica interna y externa adoptada por el gobierno. As lo hizo al comentar
los planes de Mxico para la Conferencia Panamericana que se acercaba. Lima e
Silva tena datos que lo llevaban a afirmar que Mxico rechazara las
posiciones de Estados Unidos debido a la sistemtica oposicin existente entre
ambos pases.41 Al contrario de Oliveira y Feitosa, verdaderos apologetas de los estadunidenses y de
su accin en Latinoamrica, Lima e Silva busc entender las razones de Mxico
para su oposicin al vecino y critic la truculencia y la soberbia de Estados
Unidos
en
lugar de practicar una poltica amplia de entendimiento, de suavidad e incluso
de indulgencia, hieren frecuentemente, sea por querer intervenir en la
confeccin de las leyes mexicanas, sea por la arrogancia y tono del superior
que advierte al inferior, la susceptibilidad exageradamente sensible de Mxico.42
Al
trazar un mapa de la intervencin de los estadunidenses en la regin, el embajador
brasileo justifica su condena a este pas. La cita es un poco extensa, pero
vale la pena reproducirla:
As,
en esta atmsfera de sospecha y hostilidad, no es de admirar que Mxico sea un
campo apropiado para las intrigas de los enemigos de Estados Unidos. Aqu
encuentran buena acogida: Nicaragua, que tiene su territorio dominado por
marinos americanos; Guatemala, que es un satlite poltico de este pas; Cuba,
medio soberana, que no puede firmar un tratado o contraer un prstamo sin la
audiencia de Estados Unidos, amenazada siempre de intervencin, en virtud de la
Enmienda Platt; Salvador, con sus aduanas ocupadas;
Colombia, que no olvida la afirmacin de Roosevelt: "I took
Panam". Este, en la falsa posicin de quien tiene su territorio con una
zona extranjera de por medio, dividido en dos partes que no se comunican y que
ha sido forzado recientemente a firmar un pacto que realmente anula su
soberana. Junto con todos estos, Honduras, Costa Rica, pases recelosos acerca
de los vecinos, dado que la poltica externa americana debe principal y
necesariamente girar alrededor del canal de Panam, [...] a todos esos se une
Argentina que, o porque no olvid la sentencia de Cleveland o por ver que
nuestra poltica siempre ha sido de franca amistad hacia Estados Unidos,
convencida o fingidamente afirma que su poltica es de altruismo, basada en la
tradicin de San Martn de liberacin de los pueblos de este Continente de
sumisiones e influencias extraas. Se pone as, siempre que puede, al frente de
los descontentos, enfrentando a Estados Unidos.43
La
cita es interesante tambin porque indica una importante cuestin paralela,
siempre presente en la poltica externa brasilea: las relaciones entre Brasil
y Argentina. Si Estados Unidos configuraba un punto de referencia fundamental
en las relaciones entre Brasil y Mxico, la presencia de Argentina y sus
acciones en el panorama latinoamericano y en relacin con Estados Unidos
tambin lo eran. A lo largo de los 20 aos investigados, la presencia de temas
relacionados con la poltica externa argentina fue constante en la
correspondencia enviada al Palacio Itamaraty. Los
diplomticos brasileos acompaaron con atencin y bajo un espritu siempre
competitivo los movimientos de acercamiento o distanciamiento entre Mxico y
Argentina, y entre esta y Estados Unidos.
La
dcada de 1920 termin con un escueto reporte dirigido al ministro Mangabeira, en que Lima e Silva le comunicaba el fin
"oficial" de la guerra cristera, resultado del acuerdo entre la alta
cpula eclesistica y el presidente Portes Gil. El tema volvera a aparecer en
la correspondencia diplomtica que fue enviada durante el llamado
"Maximato" (1928-1934), periodo de las presidencias de Emilio Portes
Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodrguez, en el cual Calles se mantuvo de
facto al mando del pas. La figura autoritaria y llena de soberbia del
"Jefe Mximo de la Revolucin" ocupara una y otra vez la pluma de
los diplomticos brasileos, en su crtica al "caudillismo atvico"
de los mexicanos.
La dcada de 1930: Reyes en Brasil y Roas en Mxico
El
ao de 1930 empez con dos noticias importantes. La primera fue la toma de
posesin de Ortiz Rubio (con una breve nota sobre el atentado que sufri el
presidente el mismo da de la ceremonia y sin ninguna alusin importante a las
polmicas elecciones del ao anterior, de las cuales sali vencedor el ex
embajador de Mxico en Brasil).44 La segunda fue la entrega de credenciales de
Alfonso Reyes al presidente Washington Lus como el nuevo embajador de Mxico
en Brasil.45
A
partir de finales de octubre de 1930, Alfonso Reyes empez a narrar con riqueza
de detalles y a evaluar con una percepcin poltica admirable (principalmente
tratndose de alguien que haba llegado a Ro de Janeiro apenas en marzo de
aquel ao) los movimientos, personajes y sectores sociales involucrados en lo
que llam la "Revolucin en Brasil".46 De 1930 a 1936, el embajador
acompa con inters todo el proceso de rearticulacin de las fuerzas polticas
y la reestructuracin econmica del pas que, como varios de sus vecinos,
experiment un crecimiento industrial significativo, aunado a un proceso
acelerado de urbanizacin y modernizacin de los grandes centros, con una
expansin importante de las clases medias y el surgimiento de nuevas demandas
sociales. El embajador mexicano pudo seguir de cerca la trayectoria de Getlio Vargas, como presidente provisional, primero, y
constitucional, despus (1934-1937).47 En 1938, Reyes volvi a Brasil para cumplir
una misin poltico-comercial de carcter temporal y encontr el pas inmerso
en la dictadura del Estado Novo que terminara en 1945.
La
revolucin de 1930 no gener cambios significativos en la estructura
burocrtica del Estado y tampoco afect la organizacin funcional y la lnea
ideolgica de la diplomacia brasilea, que supo adecuarse a las demandas
especficas de cada etapa de la llamada "Era Vargas". En trminos
generales, los representantes del pas en el exterior cumplieron con eficiencia
la misin de representarlo sin abrazar pblicamente y de manera explcita ninguna
tendencia ideolgica que no fuera la indicada por el Ministerio de Relaciones
Exteriores.48 En
lo que se refiere particularmente a Mxico, se observa la defensa de imgenes
de Brasil generalmente acordes al pensamiento poltico conservador que orient
todo el periodo y que normalmente se contrapona a cualquier alternativa de
fondo revolucionario (asociada casi siempre al temido comunismo).
El
19 de junio de 1931 Abelardo Roas present
credenciales al presidente Ortiz Rubio.49 La misin de este embajador en Mxico se
extendi de 1931 a 1939-Abarc algunos prolongados periodos de ausencia (en los
cuales la embajada se qued en manos del encargado de Negocios) y sucedi en
uno de los periodos ms intensos de las relaciones entre Mxico y Brasil.50
Abelardo
Roas se acercaba a su colega mexicano, Alfonso
Reyes, en la manera sensible y aguda de evaluar eventos y coyunturas polticas,
sus principales actores, contingencias y singularidades. Aunque no contaba con
el talento literario de Reyes, Roas desempe muy
bien su papel de observador y acompa de manera perspicaz la evolucin
poltico-social de Mxico, utilizando, l tambin, su pluma meticulosa en la
descripcin y diagnstico de temas y acontecimientos. En muchos de sus anlisis
de la poltica, la cultura y la sociedad mexicanas, el embajador brasileo se
introdujo por los interesantes caminos de la psicologa social, aderezada, sin
embargo, por elementos como el evolucionismo spenceriano,
el positivismo comteano y, principalmente, el racialismo todava predominante entre los sectores
conservadores brasileos, de los cuales provena la mayora de los
diplomticos. La percepcin de aspectos poltico-culturales como el fuerte
nacionalismo mexicano (que Roas critic ya en sus
primeros oficios a Brasil), se desarroll y profundiz a lo largo de su misin
en el pas. El mismo embajador trat de justificar tal nacionalismo en algunas
ocasiones, al recordar la incmoda y amenazante presencia de Estados Unidos en
la vida econmica y poltica de los mexicanos.51 Al analizar un conflicto entre
Mxico y China, que haba sucedido en 1931 y que tuvo como resultado la
expulsin de varios chinos del norte del pas, Roas
hizo algunos comentarios emblemticos de su percepcin sobre los mexicanos y su
relacin con los extranjeros y representativos de sus propios criterios
ideolgicos:
Los
mexicanos son animados de un vivo nacionalismo, tendencia an ms exacerbada en
el momento presente por los efectos de la angustiosa crisis mundial. Una
intensa campaa nacionalista agita todo el pas, campaa que acusa a los
extranjeros de robar el pan y el trabajo a los nacionales. En lo general no les
gustan los extranjeros, psicologa de fcil explicacin porque, limtrofes de
un gran pueblo, que es un vecino incmodo, tienden naturalmente a ampliar la
misma visin a los dems pases. Nosotros, los brasileos, somos de los pocos a
quienes se mira aqu con un poco de simpata. Por los chinos, el sentimiento
dominante en Mxico es una mezcla de odio y desdn. [...] Asimismo, debido a
los matrimonios cada vez ms frecuentes con nacionales, este elemento
asitico se est infiltrando en la raza mexicana, cruzamiento este justamente
considerado como una calamidad para un pueblo ya eugensicamente inferior como
el mexicano. Adems, habra que comentar que los chinos, a fin de
evitar las persecuciones y malos tratos, recurren al soborno que es una
institucin tradicional en la poltica mexicana.52
En
octubre de 1931, al hablar sobre cambios en el Ministerio, Roas
afirmaba que Mxico era "un pas debrigands y
caudillos".53 En su intento de explicar tal afirmacin,
sigui la prctica constante en la poca: mezclar elementos relacionados con aspectos
tnicos, sociales y polticos. As la "psicologa bandolera" de los
mexicanos se explicaba, en primer lugar, por el substratum de
la raza: el indio (la inmensa mayora del pas) era por ndole natural bravucn
y vengativo, sin respeto por la vida humana.
Segn
Roas, 80% de la sociedad mexicana se compona de
indios indolentes, que vivan embriagados de pulque y cuya nica virtud era su
apurado sentido artstico. Del 20% restante, 5% reuna a la aristocracia de
blancos latifundistas, sin ninguna conciencia de sus deberes para con el pas y
para los cuales Mxico slo era un feudo a explotarse. El restante 15% abarcaba
a los mestizos.
La
mezcla entre raza y clase social caracterizaba el discurso de Roas. Sin embargo, al mencionar a este 15% de la poblacin,
el embajador dedic ms importancia al anlisis de su composicin social que al
anlisis de su composicin tnica. La "clase intermedia entre el blanco y
el indio" se compona de militares, funcionarios, intelectuales, pequeos
agricultores, propietarios y comerciantes. A ellos, principalmente al ejrcito,
se deba la revolucin. A pesar de afirmar que el ejrcito mexicano haba
reclutado a todos los "elementos malos" del pas, no era homogneo.
Haba en sus filas, polticos que se haban hecho generales en el campo de
batalla y conquistado la consigna de caudillos. Tambin haba entre sus
miembros un elemento "joven, sectario, con cierta cultura intelectual,
animado de las ms puras intenciones", que el autor comparaba a los
jvenes militares brasileos de la poca de la fundacin de la repblica. Sin
embargo, haba una diferencia (y aqu la comparacin denota una visin idlica
y patticamente condescendiente de Brasil en oposicin a una amarga y dura
definicin de Mxico):
El
sectarismo de nuestros oficiales era principalmente en el dominio intelectual.
En el mbito moral y material un dulce humanismo los inspiraba. No poda ser de
otra manera, porque la crueldad y la maldad no son brasileas. El fanatismo de
los oficiales mexicanos se reviste de algunos rasgos nacionales inferiores, es
feroz y dinmico, con algo de ruso, y su frmula es: crees o te mueres.54
Esta
visin, no exactamente condescendiente de los principales protagonistas de la
revolucin, no impedira, sin embargo, que Roas la
viera con cierta simpata. A pesar de observar que el error ms grande de los
hombres que la llevaron a cabo haba sido la lucha religiosa que generaron y
que los "divorci del pueblo",55 el embajador reconoca que la revolucin
haba generado importantes cambios sociales. En noviembre de 1931, Roas afirmaba que la revolucin iniciada por Madero contra
Porfirio Daz:
haba
conservado, a travs de todas las oscilaciones, una cierta unidad de
orientacin, haba dado a Mxico una faccin moral y social completamente
nueva, y sus sucesivos caudillos estaban logrando mantener en el pas una
tregua aparente de paz, al refrenar con riendas fuertes los impulsos y codicia
de los generales.56
Roas
enumeraba una serie de conquistas sociales logradas por la revolucin mexicana
que, en este texto, describa como "inspirada en un puro espritu
democrtico y colorida de cristianismo", orientada "preferentemente
en el sentido de los desprotegidos, de los pobres y humildes". Segn el
embajador, la reparticin de los grandes latifundios haba generado la
emancipacin poltica y econmica del hombre del campo. La promulgacin de una
legislacin laboral, que garantizaba el derecho a la huelga y la formacin de
sindicatos, haba liberado al obrero de la opresin del capital y la industria.
El sentimiento jacobino que la revolucin haba despertado hacia las cosas del
pas, haba orientado "todas las actividades e ideas hacia un vivo
nacionalismo, buscando crear una conciencia nacional".57
En
1937, ya bajo la presidencia de Lzaro Crdenas, e inmediatamente despus del
golpe de Estado de Getlio Vargas y la implantacin
del "Estado Novo", Roas envi al
Ministerio de Relaciones Exteriores un largo reporte sobre la situacin
poltica y econmica de Mxico. Pasados seis aos, el embajador segua pensando
que la revolucin mexicana haba sido justa, dado que "la orgullosa
aristocracia rural, aunada a un clero vido y parasitario, despilfarraba las
riquezas del pas, sin cumplir sus deberes con la nacin".58 Sin embargo, a pesar de observar
que la bandera de la revolucin haba sido la justicia social y su emblema el
agrarismo, Roas conclua ahora que el movimiento no
haba sido ms que un "brote de pretorianismo, con el predominio de la
clase militar y el olvido del ideal revolucionario". El carcter reservado
de su largo reporte le permiti extenderse en la evaluacin del izquierdismo mexicano
y vaticinar el fracaso del Estado mexicano en todos los mbitos, del social al
econmico.
Roas
haba iniciado su misin como embajador durante el "Maximato" y pudo
observar el fuerte dominio que Calles ejerca sobre la poltica, los polticos
y los generales del pas.59 El embajador lleg a afirmar que la poltica
mexicana era "la ms inmoral, corrupta y menos escrupulosa de toda Amrica
Latina" y que no haba que olvidar que su jefe haba sido el "propio
general Calles".60 Roas senta una
fuerte admiracin por el sucesor de Calles, el general Lzaro Crdenas.61 Segn el brasileo, Crdenas haba
logrado romper "con el pretorianismo para encarnar el espritu originario
de la revolucin". Para Roas, Crdenas era
"un hombre con las nobles virtudes del honor y la sinceridad. Alma sana y
moralizadora, defensora de las costumbres pblicas, combatiente de los vicios
como el juego y el alcohol." Sin embargo, la simpata de Roas por Crdenas no lo exima de crticas. Para el
embajador, Crdenas, adems de que en trminos de cultura y ciencia de la
poltica era "un primario", no dejaba de ser "un idealista
sectario, con el fanatismo de su credo y la creencia en una predestinacin
propia".
Asimismo,
Roas consideraba que la inspiracin del presidente
era tnica o racial, y propugnaba "la glorificacin del indgena,
considerado el verdadero representante de la patria mexicana". De tal
eleccin resultaba, en palabras del brasileo, que el "Dios nacionalista
de la revolucin no es, de facto, el gran conquistador Fernando[sic] Corts
que, con el estandarte de Castilla, cre la nacionalidad mexicana y la incorpor
a la cultura universal", sino "el autctono Cuauhtmoc, el aborigen
dominado por las fuerzas telricas y entregado al brbaro culto de los
sacrificios humanos". Para Roas, tal ideal era
una falsedad histrica que, adems, iba en contra de la perfeccin
materializada, para l, en el eugenismo. El
pobre
indio, a pesar de todo el esfuerzo civilizador segu[a] siendo el mismo del tiempo precortesiano de Cuauhtmoc.
Un ser primario, an no despierto para la vida del espritu, sin ninguna
conciencia de la nacionalidad [...], en actitud nirvnica
de buda solitario.
Con
estos antecedentes, el veredicto de Abelardo Roas
para Mxico sera definitivo e implacable: "con el predominio de este
triste culto del indigenismo, del resurgimiento de una nacionalidad autctona,
se podr imaginar fcilmente cmo ser Mxico dentro de algunos siglos: una
inmensa nacin de parias".
En
1931, el embajador brasileo vea en la reparticin de tierras y en la avanzada
legislacin laboral formas exitosas de rescatar a la poblacin mexicana de la
opresin de los terratenientes y del gran capital. En 1937, sin embargo, su
visin cambio radicalmente. Roas comparaba lo que
defina como "izquierdismo mexicano" con regmenes a su modo de ver
anlogos a l, pero histricamente posteriores: el bolchevismo, el fascismo, el
"hitlerismo" e incluso el "new deal".
Roas perciba cmo Crdenas abra espacio a las
fuerzas polticas de izquierda de manera explcita y cmo esta apertura influa
en la configuracin misma de las polticas pblicas de su gobierno e incluso de
su poltica exterior. En el anlisis del embajador brasileo, el izquierdismo
mexicano se resuma "en lo que se refiere a la propiedad, en la supremaca
del trabajo sobre el capital y, en el orden poltico, en un nacionalismo a
ultranza, cercano a la xenofobia". Su germen, el agrarismo, haba llevado
la poltica voluntarista de reparticin de las tierras a los campesinos
indgenas. El resultado fue la desaparicin de los grandes latifundios sin la
creacin de la pequea agricultura, pues los ejidos (base de la agricultura
comunitaria) no podran funcionar, debido a las ya mencionadas limitaciones
intelectuales y morales de los indgenas.62 En tal contexto, Mxico, que haba sido un
gran productor agrcola y pecuario tuvo que empezar a importar granos y carnes.
En el mbito de la industria, Roas vea solamente
una profusin de huelgas, que el mismo gobierno tema y en las que el
movimiento obrero, sin "ninguna inspiracin sincera y sana de comunismo o
socialismo [...] ambiciona[ba]
sustituir a la antigua y agotada aristocracia rural del pas en el goce de la
vida y en la posesin de palacios y coches de lujo". La ausencia de
tcnica y de fuerza de voluntad de los campesinos se repeta entre los obreros
(algunos de los cuales ambicionaban puestos de mando sin tener la competencia
necesaria para ocuparlos) y comprometa la temeraria e inconsecuente poltica
de nacionalizacin de las industrias extranjeras que el gobierno mexicano, bajo
las rdenes del presidente Crdenas, empezaba a implementar.
Roas
vaticinaba como resultado de la poltica de nacionalizacin de la industria, en
especial la petrolera, la salida del gran capital del pas; la prdida del
mercado externo para el petrleo (controlado por compaas solidarias a las
nacionalizadas); la consecuente prdida de la principal fuente de ingreso del
pas; la imposibilidad de manejar una industria tan compleja como la petrolera,
sin disponer de tcnica, capital y crdito suficientes para ello; la
paralizacin de varias actividades industriales debido a la falta de
combustible y un agravamiento de la situacin social dado el inevitable
desempleo generado en tales circunstancias.
Para
el brasileo pareca casi imposible que el gobierno del presidente Crdenas
sobreviviera a tan graves perturbaciones econmicas. Sin embargo, como lo
sabemos, Crdenas resisti y logr construir un consenso nacional, apoyndose,
en gran medida, en el nacionalismo y el izquierdismo que tanto molestaban a
Abelardo Roas.
Para
entender las posiciones de Roas hay que considerar,
por una parte, que, a pesar de que el embajador entenda la relacin delicada
de los mexicanos con los estadunidenses y criticaba los acostumbrados
atropellos de estos sobre aquellos, era un admirador incondicional del progreso
material de Estados Unidos, su ideologa poltica y forma de gobierno. Roas lleg a afirmar que la mera cercana de Mxico con
Estados Unidos, tal como si afueran vasos comunicantes, podra llegar a
rescatar a Mxico de su atraso y hacer del pas el mayor de Amrica Latina. Tal
idea, aunada a sus comentarios acerca del alivio que los viajeros podan
sentir, al llegar en tren al otro lado de la frontera, despus de dejar atrs
todos los descalabros comunes de un "pueblo sin ley", ilustra la
admiracin de muchos brasileos por los estadunidenses. Tambin ayuda a
entender la tradicional poltica de alineamiento de Brasil con Estados Unidos y
expone esta -injustificable actitud de superioridad de los brasileos al
analizar hechos, temas y aspectos de la realidad mexicana.
Por
otra parte, hay que recordar que la dcada de 1930 en Brasil fue marcada por
una atmsfera poltica agitada, de mucha confrontacin ideolgica y en la que
la represin del gobierno de Getlio Vargas a la
oposicin de izquierda se materializ en un aciago y eficaz discurso
anticomunista. Tal discurso, que se volvi prcticamente la voz del Estado y
ayud en la preparacin del golpe de Vargas en 1937, reforz entre los
partidistas de las corrientes liberales su incompatibilidad con las corrientes
de matiz revolucionario, principalmente el comunismo. La dcada de 1930 se
inaugur con la deposicin de un presidente y el aislamiento del sector
poltico y econmico que representaba, y fue marcada por sucesos como la
revolucin constitucionalista de 1932; la "intentona comunista", en
1935; la misma proclamacin de la dictadura del Estado novo,
en 1937; y el levante integralista, de 1938
(oportunidad que Vargas supo aprovechar para aplastar tambin a la oposicin de
derecha).
En
tal contexto, no deja de sorprender que Roas y, como
veremos a continuacin, su sustituto, el encargado de Negocios Carlos Alves de
Souza, se asombraran con la inestabilidad, los conflictos entre grupos
polticos y el espritu caudillesco de la poltica
mexicana. Sin embargo, se explica su indignacin con el trato que la
"aristocracia revolucionaria" mexicana le daba a la cuestin
religiosa, y se entiende la crtica de ambos diplomticos al izquierdismo del
gobierno mexicano. El conservadurismo poltico y de clase de los diplomticos
brasileos se exteriorizaba en la defensa que, por deber de oficio, pero
principalmente por conviccin, hacan de los rumbos adoptados por el gobierno
del Estado al que servan como funcionarios.
Carlos
Alves de Souza radicaliz algunas posiciones de Roas.
Su explcito y casi militante anticomunismo marc toda la correspondencia que
envi al Itamaraty durante los aos de 1935 a 1937.
El ao de 1936 fue especialmente intenso en este sentido. Hay que mencionar que
a Alves de Souza le toc manejar una situacin totalmente adversa en relacin
con este tema. La prisin del lder comunista Lus Carlos Prestes inflam a los
grupos de izquierda mexicanos y el embajador tuvo que encarar una serie de
protestas de algunos gremios laborales frente a la embajada en contra de la
poltica del gobierno brasileo hacia los comunistas.
Alves
de Souza, como antes lo haba hecho y lo seguira haciendo Roas,
tuvo que justificar la represin del gobierno brasileo a los movimientos de
oposicin y la permanencia de los prisioneros polticos en la crcel.63Contestar a la prensa y a los grupos de
izquierda no era tarea fcil pues, segn l, los que criticaban la conducta del
gobierno brasileo y demandaban la liberacin de Lus Carlos Prestes, como
Vctor Manuel Villaseor y Alejandro Carillo (ambos militantes de izquierda,
vinculados a las organizaciones obreras y, posteriormente, reconocidos
funcionarios del gobierno mexicano), eran personas que "ignora[ban] completamente los problemas y asuntos brasileos"
y vivan "intoxicadas por doctrinas marxistas". El enojo de Alves de
Souza era tal que lleg a sugerir al ministro Macedo Soares
que "al igual a lo que ya hizo el gobierno de Washington, el gobierno de
Brasil haga sentir al embajador Alfonso Reyes que no ve con buenos ojos esa
complacencia del gobierno mexicano hacia los comunistas".64
La
oposicin de Alves de Souza al comunismo hizo que atacara al movimiento obrero
y a su principal lder e idelogo. Para el encargado de Negocios, el fundador y
secretario general de la Confederacin de Trabajadores Mexicanos (CTM), Vicente
Lombardo Toledano, era un "hombre altamente inteligente y francamente comunista"
y un "agitador peligroso".65 Recordemos que Lombardo Toledano estaba muy
ligado a Crdenas y era muy crtico acerca de la situacin poltica brasilea.66Asimismo, al fungir como organizador y
consejero de centrales obreras en Amrica Latina representaba un peligro ms
para el gobierno de Vargas y a los que lo sucederan. Entre los temas
recurrentes en la correspondencia del encargado de Negocios al Itamaraty estaba precisamente el apoyo tcito y a veces
explcito a los "agitadores comunistas" que vea en el gobierno de
Crdenas67 y que la figura y la accin de Lombardo
Toledano ilustraban a perfeccin. Asimismo, Alves de Souza reprobaba el apoyo
poltico y en armas que el presidente brindaba al gobierno republicano espaol.68 Como era de esperarse, la
decisin de Crdenas de dar asilo a Trotsky tambin lo disgust.69
Como
consecuencia de todo lo anterior, la visin de Alves de Souza acerca de Mxico,
su rgimen poltico y su presidente no poda ser positiva. Veamos sus palabras,
arbitrarias y sesgadas por el prejuicio:
En
este curioso pas, la infiltracin comunista es obra del gobierno y de los
profesionales de la poltica, quienes generalmente son hombres sin escrpulos y
formados en el rgimen del abuso y la violencia. [...] El
general Crdenas, principal responsable de los destinos de Mxico, es un
militar ignorante, pero es un hombre de bien. Sucede, sin embargo, que el
cuadro de los protagonistas de la vida partidista de Mxico no comporta sino
individuos perfectamente emancipados del complejo de sentimientos de honradez y dignidad.
El caos poltico y la destruccin del orden cristiano
transformaron el pas en un gran campo experimental, donde se instal una
colonia de la tirana roja e impa, condenndose este pueblo a los peores
sufrimientos morales y materiales, bajo el jugo de la
cuadrilla de los judos de Mosc.70
Tal
evaluacin se completa con la siguiente, que puede servir de contrapunto para
comparar la situacin poltica mexicana -que el encargado de Negocios condenaba
tajantemente con la que ya se viva en Brasil y que se radicalizara a partir
de agosto del ao siguiente, con el golpe de Estado llevado a cabo por el
presidente Vargas:
El
aspecto ms interesante de la vida poltica mexicana es la ausencia de
oposicin al presidente de la repblica. Los radicales, los izquierdistas, los
socialistas, los comunistas apoyan incondicionalmente al presidente de la
repblica. Los clericales y los conservadores no entran a la
discusin. La prensa y los polticos consideran al presidente
de la repblica como una especie de tab. Nadie lo ataca directa o
indirectamente. Personalmente el mexicano es bravo, pero el poltico mexicano,
como la mayora de los hombres pblicos y gobernantes de Amrica
Latina posee ese complejo de inferioridad que es el deseo subalterno de agradar
a los poderosos del momento.71
Bajo
la dictadura de Vargas, habra que preguntar si en Brasil la adhesin al
presidente sera fruto de acuerdos o consenso, se regira por oportunismos o
conveniencias o simplemente se establecera por la fuerza, se consolidara por
la propaganda y se legitimara con la poltica de conciliacin. La censura, la
represin, la ausencia de partidos y el aplastamiento de corrientes y
movimientos polticos no acordes a la poltica del Estado caracterizaran al
nuevo rgimen que el catlico, antisemita y derechista Alves de Souza tendra
que defender como diplomtico.
En
1937, pocos das despus de la proclamacin del Estado Novo, Roas, de regreso a su puesto, escribi al Itamaraty comentando acerca de la recepcin al nuevo
rgimen brasileo en Mxico.72 Es interesante observar cmo las palabras del
embajador tienen como teln de fondo una cierta rivalidad y disputa entre los
dos pases. "El fanatismo del Mxico revolucionario por su ideologa
poltica", afirmaba el diplomtico, "juzga su deber propagarla y su
misin convertirla en un postulado continental". Para el embajador, el
nuevo rgimen brasileo haba sido un golpe profundo en las pretensiones de
universalidad mexicanas debido no slo a la gran ascendencia de Brasil sobre el
continente, sino a la posibilidad de que en el futuro otros pases decidieran
adoptar el mismo modelo poltico. La creencia de los sectores conservadores
brasileos en la posibilidad de "exportar" su nuevo rgimen a los
pases hispanoamericanos se alimentaba tambin de su desprecio hacia los
gobiernos de tendencia izquierdizante, como el
mexicano (aunque en este caso muchos de los principios de su programa poltico,
como mencionaba el mismo Roas, no se cumplieran en
la prctica y su izquierdismo funcionara en varios aspectos de manera ms
retrica que concreta). En Mxico, el corporativismo y el clientelismo se
encontraban en proceso de consolidacin, a partir de la vinculacin de las
organizaciones obreras al Estado y del afianzamiento de un partido nacional,
iniciado por Calles y continuado por Crdenas. En Brasil, Getlio
Vargas impona, siete aos despus de tomar el poder, un rgimen corporativista
de matiz poltico autoritario y conservador que, aunque concluira ocho aos
despus, dejara huellas duraderas en la sociedad brasilea, en su estructura
sindical y en la dependencia de esta ante el Estado.
A
pesar de las diferencias ideolgicas entre los gobiernos de Mxico y Brasil en
este momento, el pragmatismo de preservar la necesaria convivencia pacfica
entre los dos mayores pases del continente llev al presidente Crdenas no
slo a recordar los preceptos de la famosa Doctrina Estrada, sino tambin a
evitar excesos tanto de la prensa, en sus artculos crticos, como de los
movimientos de izquierda y los gremios laborales, en sus marchas de protesta en
contra del nuevo rgimen brasileo. Tambin hizo que la cancillera contuviera
al embajador de Mxico en Brasil, Jos Rubn Romero, despus de algunos
episodios que protagoniz y que le parecieron al gobierno brasileo una
inapropiada intromisin en los asuntos internos del pas.73
En
septiembre de 1939, Roas se despidi definitivamente
de Mxico y una vez ms fue homenajeado por el presidente de la repblica,
quien le ofreci una comida oficial y adems lo visit, junto con su esposa,
para una cena ntima en la residencia oficial de la embajada brasilea.74 El reconocimiento pblico a Roas (le rindieron homenajes el cuerpo diplomtico,
ministros de Estado, personalidades importantes de la vida pblica y familias
tradicionales del pas) culmin en el siguiente comentario del embajador al Itamaraty: "fue, pues, sincero el seor presidente
Crdenas, cuando afirm que habamos realizado en este pas una gran obra de
amistad".75
Reyes
haba dejado Ro de Janeiro tres aos antes y tambin haba sido objeto de
sendos homenajes y de la atencin personal de Getlio
Vargas. Reyes parti nuevamente a Argentina y dej la capital del pas en medio
a una atmsfera de violencia y consternacin. No vio el nacimiento del Estado
Novo pero, como agudo observador, report en sus informes polticos y
correspondencia reservada todo su proceso de gestacin. La crtica al
izquierdismo mexicano, presencia constante en los reportes de los diplomticos brasileos,
tuvo su contrapartida en los relatos de Alfonso Reyes. El embajador vio crecer
la poltica represiva del gobierno de Getlio Vargas,
la diseminacin de la propaganda anticomunista, protegida por una censura
estricta, la extensin de un estado de excepcin con el cual la poblacin ya
casi empezaba a acostumbrarse y que generaba una ola constante de detenciones y
encarcelamientos de intelectuales, estudiantes, profesionistas, polticos y
lderes sindicales. Reyes se preguntaba acerca de "qu estaba pasando con
las juventudes, del porqu del avance de las derechas y el repliegue de las
izquierdas" en Brasil. Quera entender, finalmente, "por dnde
marchaba Brasil".76Su larga correspondencia diplomtica, los registros
en su diario personal y los textos ensaysticos y poticos que escribi,
inspirados en temas brasileos, son la prueba de que Reyes pudo explicarse a s
y al gobierno mexicano mucho de lo que observ en el pas en que vivi por casi
seis aos.
A manera de conclusin
En
los oficios, cartas e informes que los diplomticos brasileos en misin en
Mxico enviaron al Palacio de Itamaraty fue posible
encontrar varios elementos interesantes para entender cmo evolucionaron las
relaciones entre ambos gobiernos durante el periodo de 1919 a 1939.
En
primer lugar, en los textos analizados se nota una crtica constante al
nacionalismo mexicano. Aunque mucho de su carcter se explique como algunos de
los diplomticos lo afirmaron en su correspondencia por la historia de un pas
constantemente amenazado por el expansionismo de sus vecinos del norte, la
xenofobia que ha producido no escap a la mirada crtica de los brasileos.
Antes, quizs, de que algunos consagrados intelectuales del propio pas lo
hicieran, como Samuel Ramos y Octavio Paz, los diplomticos brasileos pudieron
detectar en la expresin del nacionalismo mexicano un peculiar sentimiento de
inferioridad. El llamado nacionalismo de defensa de los mexicanos que los
diplomticos brasileos observaron de manera crtica se opondra, pues, al
nacionalismo autocelebratorio y confiado que ellos
mismos exhiban en su correspondencia. De nuevo, la historia ayuda a explicar
esta situacin, principalmente por los contextos geopolticos de cada pas:
Brasil no tuvo un vecino amenazante tan cercano y su territorio se mantuvo
ntegro. Sin tener a quienes temer, los brasileos no se preocuparan, como los
mexicanos, por defenderse de los extranjeros hostigndolos y estigmatizndolos,
actitudes que los diplomticos definieron como prcticas constantes de la
sociedad mexicana.
En
segundo lugar, la adopcin de una poltica de alineamiento casi automtico con
Estados Unidos, a la par que generaba una cierta precaucin de parte del
gobierno brasileo en la adopcin de relaciones ms cercanas con posibles
contrincantes por el liderazgo poltico y econmico en el continente como
sera el caso de Mxico, reforzaba su desinters hacia muchos de los temas
caros a los hispanoamericanos, como la lucha por la unidad continental y la
defensa de un espiritualismo arielista. Quizs el
histrico aislamiento del pas en el subcontinente -ilustrado en este trabajo
en la negativa de apoyo de los pases hispanoamericanos para que Brasil ocupara
un asiento permanente en la Liga de las Naciones justificara para muchos la
conducta altiva de los brasileos frente a los vecinos. En tal contexto, temas
polticos de trascendencia continental, cuestiones regionales y sucesos
nacionales referentes a los dems pases de Amrica Latina slo ocuparon los
reportes de los diplomticos brasileos en misin en Mxico de manera eventual.
El gobierno brasileo posea representaciones y embajadas en los pases de la
regin y estas se encargaran de enviar sus noticias a Brasil.
En
tercer lugar, el notorio conservadurismo del gobierno brasileo, que llevaba a
sus representantes a considerar a la poltica mexicana (que era en gran medida
tributaria de las transformaciones generadas por la revolucin de 1910) con
reservas, los llevaba tambin a defender como una alternativa poltica y social
para todo el continente el modelo poltico autoritario del Estado Novo. La
oposicin entre un Mxico anrquico y sin ley y un Brasil conservador y
ordenado, entre mexicanos broncos y matones y brasileos cultos y civilizados,
apareca de manera explcita o implcita en los reportes que los diplomticos
enviaban al Itamaraty. Esta oposicin alimentaba el
clima de competencia que fungi generalmente como teln de fondo de las
relaciones entre los gobiernos de Mxico y Brasil.
Durante
los 20 aos investigados, la correspondencia de los diplomticos brasileos
inform al Itamaraty acerca de lo que suceda en
Mxico en trminos econmicos, polticos y culturales. El anlisis de esta
correspondencia comprueba que los caminos que los gobiernos de Mxico y Brasil
adoptaron en la conduccin de sus vidas polticas, interna y externa, los
distanciaron en mltiples ocasiones. Sus respectivas metas y planes de
desarrollo econmico y el deseo compartido de conquistar y mantener el
liderazgo econmico y poltico continental implicaron la eleccin de pautas de
accin no siempre amistosas. Finalmente, sus respectivos proyectos culturales,
consecuencia de historias nacionales distintas y de sociedades con una
constitucin sociotnica diversa, no siempre
generaron simpata y comprensin.
Fuentes consultadas
Archivos
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*
Este artculo es producto de una investigacin sobre las relaciones
diplomticas entre Mxico y Brasil, que se llev a cabo dentro de los programas
de fomento a la investigacin de la Direccin General de Asuntos del Personal
Acadmico (DGAPA) de la UNAM.
1 Con
el apoyo de documentacin diplomtica de ambos pases, pero principalmente de
Mxico, Guillermo Palacios ofrece al lector un amplio panorama de las
relaciones entre los dos pases durante el largo periodo comprendido entre 1822
y 1993. Palacios, Intimidades, 2001. El artculo de Palacios,
"Brasil", 2005, es una sntesis de su libro. El autor aclara que
consult los archivos diplomticos Genaro Estrada y del Palacio Itamaraty para el periodo de 1822 a 1937. A partir de esta
fecha se limit a las fuentes del archivo mexicano (Palacios, Intimidades, 2001,
p. 10).
2 Si
en trminos econmicos la relacin entre los dos pases se desarroll con
altibajos frecuentes, los roces aumentaron y la situacin de desencuentro se
complic a partir de 1993, con la firma del Tratado de Libre Comercio con
Amrica del Norte (TLCAN). Tal hecho hizo que los gobernantes brasileos
decidieran no plantear ms sus proyectos de integracin e intercambio a partir
del amplio concepto econmico de Amrica Latina y concentraran sus esfuerzos en
el espacio geogrfico de Amrica del Sur.
3 La
comparacin es esencial en la construccin de nuevas cuestiones y problemas;
propicia el surgimiento de nuevas perspectivas e interpretaciones. A partir de
la adopcin de los criterios indicados por Mare Bloch,
se pueden investigar aspectos y problemas especficos ocurridos en las
sociedades brasilea y mexicana. Esto es posible debido a su proximidad en el
tiempo y en el espacio, a que poseen varios rasgos originarios comunes y al
hecho de que son sociedades sujetas a interferencias mutuas y a la accin de
las mismas grandes causas. Vase Devoto, "Historia", 2004, pp.
232-234.
4 Este
estudio forma parte de una investigacin ms amplia, que abarca el periodo de
1919 a 1959, cuando Ro de Janeiro era la capital del pas. Este material, por
congruencia histrica, se conserva en el acervo del Arquivo
Histrico do Palcio do Itamaraty,
en Ro de Janeiro. Con la mudanza de la capital federal, en I960, toda la
documentacin diplomtica generada a partir de esta fecha fue depositada en las
nuevas instalaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores en Brasilia.
5 Los
temas econmicos -que no son objeto de esta investigacin aparecieron muchas
veces en los informes. El desequilibrio de la balanza comercial, que favoreca
a Mxico, debido especficamente al peso del suministro del petrleo mexicano a
Brasil, fue tema corriente entre los embajadores, preocupados por abrir caminos
para los productos brasileos en el mercado mexicano y por buscar estrategias
para disminuir los costos del transporte, a fin de poder viabilizar rutas fijas
de comercio.
6 Durante
el periodo de grave inestabilidad que transcurri desde el asesinato de Madero
hasta la victoria de Carranza, el brasileo busc inmiscuirse sistemticamente
en la poltica interna y externa mexicana. Palacios,Intimidades, 2001, pp. 103-139.
Carranza lleg a escribir una carta al presidente brasileo Hermes da Fonseca
criticando la actuacin de Cardoso, y el gobierno mexicano tambin solicit el
apoyo del secretario de Estado de Estados Unidos para que convenciera al
gobierno brasileo a que retirara a su ministro. Ibid., p.
133. Sobre la actuacin de la diplomacia brasilea durante la revolucin,
consltese tambin Vinhosa, Diplomacia, 1975.
7 Arquivo Histrico del Palacio Itamaraty
(en adelante AHI), 1919-1922, Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, exp. 221/1/8.
8 Feitosa al ministro Azevedo
Marques, 1 de noviembre de 1921, en ibid. Para
mantener la fluidez del texto, todos los ttulos de los documentos y citas en
portugus sern traducidos al espaol.
9 Senz
a Relaciones Exteriores, 27 de octubre de 1919, en Archivo Histrico Genaro
Estrada, Secretara de Relaciones Exteriores (AHGE-SER), exp.
17-10-174; pud Palacios, Intimidades, 2001,
p. 149, nota.
10 Telegrama
cifrado de Feitosa al ministro de Relaciones
Exteriores, anexo al oficio N., R., serie de 1922, dirigido al gabinete, 2 de
enero, en AHI, exp. 221/1/8.
11 Recordemos
que la elevacin oficial de la legacin brasilea a la embajada ocurri el 10
de marzo de 1922; slo el 30 de julio se nombr a Rgis
de Oliveira embajador y apenas el 15 de febrero del ao siguiente este present
credenciales. Huerta y Casado, Relaciones, 1994, p.. 241.
12 Mxico
y Estados Unidos reactivaron sus relaciones en agosto de 1923. Oliveira,
siempre simptico a Estados Unidos, evalu este suceso de manera optimista,
afirmando que con l podra iniciarse una poca de prosperidad para Mxico.
Oliveira al ministro Flix Pacheco, 3 de septiembre de 1923, en AHI, NP 21, exp. 221/1/9.
13 "Nuevo
decano del cuerpo diplomtico", seccin Editorial de El Universal, s.
, recorte de peridico, en Oliveira a Flix Pacheco, confidencial, 10 de marzo
de 1923, en AHI, NP 2, exp. 221/1/9.
14 Oliveira
a Flix Pacheco, confidencial, 10 de marzo de 1923, en AHI, NP 2, exp. 221/1/9.
15 "Y
la embajada?", 13 de julio de 1922 (recorte), seccin Editorial de El
Universal, en AHI, exp. 221/1/8. En el mismo
editorial, el peridico confirmaba el pragmatismo de la iniciativa del gobierno
mexicano al implantar su embajada y exigir la reciprocidad de los brasileos.
16 Oliveira
a Flix Pacheco, confidencial, 10 de marzo de 1923, en AHI, NP 2, exp. 221/1/9.
17 Idib.
18 Especial
para El Universal por el licenciado Isidro Fabela,
"Significacin de la embajada brasilea", s. f, recorte de peridico,
en Oliveira a Flix Pacheco, confidencial, 10 de marzo de 1923, en AHI, NP 2, exp. 221/1/9.
19 El
gobierno brasileo busc retrasar al mximo la creacin de su embajada en
Mxico, argumentando precisamente que an no dispona de embajadas en Chile y
Argentina por falta de recursos econmicos suficientes, y que no poda herir
las susceptibilidades de los vecinos con la creacin de una embajada en Mxico.
Huerta y Casado, Relaciones, 1994, p. 33.
20 Sobre
el tema vanse Tenorio, "Tropical", 1994, pp. 93-138, y Crespo,
"Cultura", 2003, pp. 187-208.
21 El
entonces embajador de Mxico, Pascual Ortiz Rubio, se hizo amigo de la
izquierda universitaria, reunida alrededor de la revista Folha Acadmica, que
organiz un emocionante homenaje al general y dedic prcticamente un nmero
completo a su memoria. Vase, Folha Acadmica, 2 de agosto de 1928. El ex embajador
recordara en sus memorias: "Mis amigos universitarios organizaron una
velada en memoria de nuestra vctima ilustre, velada que se verific en el
saln de actos de la Escuela Politcnica, presidida por m, y por el gemeral Rondn. Y cuando uno de los oradores atac
rudamente al clero catlico por su complicidad en el crimen, un grupo de
fanticos que estaba en el saln, encabezado por Jackson de Figueiredo,
prorrumpi en gritos destemplados contra el orador y contra Mxico, dando lugar
a que algunos estudiantes liberales lo arrojaran a golpes a la calle."
Ortiz, Memorias, 1981.
22 Oliveira
coment acerca del xito de Carvalho en el pas y mencion que el poeta lleg a
ser recibido para una cena ntima por el presidente Obregn. Oliveira a Flix
Pacheco, 4 de septiembre de 1923, en AHI, NP 22, exp.
221/1/9.
23 Berenguer
al embajador Oliveira, confidencial, 8 de marzo de 1923, en AHI, exp. 221/1/9. Cursivas mas.
24 Oliveira
a Flix Pacheco, 16 de julio de 1923, en AHI, NP 10, exp.
221/1/9. En este oficio, Oliveira analiz las huelgas obreras en Veracruz y
Orizaba. Observaba que "han sido provocadas por elementos francamente bolchevistas que, al especular sobre la ignorancia del
proletariado, pretendieron crear una atmsfera tal que permitiera instituir
all un verdadero soviet". Criticaba el apoyo a las huelgas del
gobernador, el coronel Tejeda, a quien defina como "apstol del
bolchevismo, de la tirana del proletariado, del confisco de tierras, etctera".
25 En
sustitucin a Oliveira, Feitosa lleg a Mxico y fue
nuevamente recibido como un verdadero jefe de Estado, con una recepcin
particular de Obregn. Vase Carta de Feitosa a Flix
Pacheco, 2 de diciembre de 1924, en AHI, NP 18, exp.
221/1/9.
26 Feitosa a Flix Pacheco, reservado, 15 de septiembre de
1926, en AHI, NP 2, exp. 221/1/9.
27 Vanse,
por ejemplo, los artculos de Jackson de Figueiredo,
del 28 de julio al 1 de septiembre de 1926, publicados en la Gazeta de Noticias, todava durante la
presidencia de Artur Bernardes,
en <http://www.permanencia.org.br/revista/historia/Dossie/jackson.htm>.
28 Ortiz, Memorias, 1981.
29 El
episodio est documentado en Palacios, Intimidades, 2001, pp.
176-183.
30 "Los
obreros, los estudiantes universitarios y la prensa libre, principalmente 0
Jornal, dirigido por Assis de Chateaubriand, me ayudaron mucho en mi campaa de defensa
del Mxico liberal avanzado." Ortiz, Memorias,1981, p. 103.
31 Ibid., p. 104.
32 Bernardes decret estado de sitio a partir de la revuelta
de 1924, que ocurri en la ciudad de So Paulo, a la cual el presidente mand
bombardear. El tema repercuti en Mxico. Tanto Exclsior como El
Universalrecurriendo
principalmente a agencias internacionales, researon el evento. El encargado de
Negocios Lourival Guillobel
tuvo que hacer declaraciones pblicas para atenuar lo que se deca acerca de la
gravedad de la revuelta. Guillobel a Flix Pacheco, 2
de agosto de 1924, en AHI, NP 12, exp. 221/1/9.
33 El
diario Exclsior difundi y apoy el discurso de Bernardes en su "Editorial" del 26 de marzo de
1926.
34 Isidro
Fabela, "Espaa, Alemania y Brasil, en pugna?", Exclsior, 5
de abril de 1926, Mxico.
35 Consltese
sobre el tema a Santos, "Diplomacia", 2003, pp. 87-112.
36 Lima
e Silva al ministro Mangabeira, 15 de enero de 1927,
en AHI, NP 11, exp. 21/1/10.
37 Lima
e Silva a Mangabeira, reservado, 2 de marzo de 1927,
en AHI, PA 1, exp. 21/1/10.
38 Ibid.
39 Lima
e Silva a Mangabeira, reservado, 21 de noviembre de
1927, en AHI, NP 67, exp. 21/1/10.
40 Ibid.
41 Lima
e Silva a Mangabeira, reservado, 24 de agosto de
1927, en AHI, N 64, exp. 21/1/10.
42 Ibid.
43 Ibid.
44 Moreira
de Abreu a Mangabeira, 22 de febrero de 1930, en AHI,
N 5, exp. 21/1/10.
45 Ibid.
46 En
la correspondencia enviada por los brasileos al Itamaraty,
no encontr ninguna referencia a la repercusin de los movimientos polticos y
militares que conturbaron Brasil durante todo el ao y culminaron en la
"revolucin de octubre de 1930". Y eso, a pesar de que el mismo
Alfonso Reyes tuvo que abrigar en la embajada mexicana a periodistas,
familiares y partidarios del presidente depuesto Washington Lus.
47 La
correspondencia diplomtica de Alfonso Reyes fue compilada y prologada por
Vctor Daz Arciniega. Vase Reyes, Misin, 2001, 2 vol.
48 Sin
embargo, no siempre los corresponsales brasileos lograban mantener en la
correspondencia interna el respeto al protocolo diplomtico y a los
lineamientos polticos de su gobierno. Las cartas y oficios que el encargado de
Negocios Alves de Souza envi al ministro Macedo Soares
son un claro ejemplo de cmo muchas veces el diplomtico se dej llevar por sus
duras convicciones ideolgicas, en las que destacaba un exacerbado
antisemitismo aunado a un fuerte anticomunismo.
49 Huerta
y Casado, Relaciones, 1994, p. 240.
50 Roas se separ de su cargo del 25 de septiembre de 1935
hasta el 5 de febrero de 1937, y del 12 de junio al 15 de diciembre de este
mismo ao (ibid.), dejando al frente
de la embajada al encargado de negocios Carlos Alves de Souza. En los ltimos
meses de su larga licencia, el secretario de Relaciones Exteriores mexicano
Eduardo Hay intent sacarlo de su puesto. Para mayores detalles sobre el tema,
consltese Palacios,Intimidades, 2001,
pp. 224-225.
51 En
un oficio reservado de 1934, despus de narrar un encuentro difcil que haba
tenido con el ex presidente Portes Gil, en este entonces procurador del Estado,
para discutir acerca del caso de un acadmico brasileo injustamente
encarcelado (caso que casi se convierte en un incidente diplomtico entre
Mxico y Brasil), Roas trat de justificar su
indulgencia hacia los mexicanos. A final de cuentas, despus de 20 aos de
bandolerismo, los mexicanos estaban apenas empezando a recobrar la conciencia
de las nociones de vida, honor y propiedad. Adems, afirmaba el embajador,
habra que comprender y aceptar que un pas que haba vivido tantos atropellos
y perdido ms de la mitad de su territorio en beneficio de los vecinos, odiara
a los extranjeros y no tuviera por la justicia el mismo respecto que "otros
pueblos felices para los cuales los das siempre amanecan bellos". Roas al ministro interino de Relaciones Exteriores
embajador Cavalcanti de Lacerda,
reservado, 10 de febrero de 1934, en AHI, N 46, exp.
32/2/3.
52 Roas al ministro Mello Franco, de
septiembre de 1931, en AHI, N 49, exp. 32/2/1.
Cursivas mas.
53 Roas a Mello Franco, reservado, 26 de octubre de 1931, en
AHI, N 62, exp. 32/2/1.
54 Ibid.
55 Roas elabor un anlisis interesante de la relacin entre
la religin y la poltica a partir de la presidencia de Calles, en la cual hace
un contrapunteo entre el profundo catolicismo de la poblacin mexicana y las
conveniencias de los polticos. Roas a Mello Franco,
20 de enero de 1932, en AHI, N 9, exp. 32/2/2.
56 Roas a Mello Franco, 27 de noviembre de 1931, en AHI, N
74, exp. 32/2/2.
57 Ibid.
58 Roas a Pimentel Brando,
reservado, 11 de septiembre de 1937, en AHI, N 110, exp.
32/2/5 (26 cuartillas). Todas las citas que siguen en el cuerpo del texto
pertenecen a este documento.
59 Roas desarroll un atinado anlisis del tablero poltico
bajo la sombra de Calles. En 1932 observ la falta de libertad del presidente
Ortiz Rubio para tomar decisiones y su total sumisin a Calles, rodeado de
generales. Roas al ministro Afrnio
de Mello Franco, 25 de enero de 1932, en AHI, N 10, exp.
32/2/2. Tambin anticip la renuncia de Ortiz. Roas
a Mello Franco, 30 de agosto de 1932, en AHI, N 43, exp.
32/2/2. Y finalmente la anunci, con comentarios sobre Ortiz Rubio ("es un
buen hombre, de poco valor intelectual, sin gran autoridad, pero estaba animado
de un deseo sincero de evolucionar a Mxico hacia una poltica ms humana y
conservadora"), y sobre Abelardo Rodrguez, quien lo sustituy por orden
de Calles ("un hombre joven, simptico, enrgico, poseedor de una de las
fortunas ms grandes del pas" y que se jacta de su poca escolaridad). Roas a Mello Franco, 8 de septiembre de 1932, en AHI, N
45, exp. 32/2/2. Asimismo, dibuj un agudo y profundo
perfil psicolgico de Calles y analiz con perspicacia su enriquecimiento
personal a expensas del Estado y su forma de actuar y manipular la poltica del
pas. Roas al ministro interino de Relaciones
Exteriores Cavalcanti de Lacerda,
reservado, 10 de febrero de 1934, en AHI, N 46, exp.
32/2/3. Al observar el proceso sucesorio que llev a Crdenas al poder, el
inicio de su proyeccin personal y los celos que esta ocasion en el
"dictador Calles", Roas anticip la
ruptura entre ambos polticos, de la que sera testigo Carlos Alves de Souza,
encargado de Negocios, a finales de 1936. Roas al
ministro Macedo Soares, reservado, 12 de noviembre de
1934, en AHI, N 112, exp. 32/2/3; Roas
a Macedo Soares, 4 de diciembre de 1934, en AHI, N
125, exp. 32/2/3.
60 Roas a Macedo Soares, 8 de julio
de 1935, en AHI, exp. 31/2/4.
61 Y
al parecer la admiracin era recproca. Cuando Roas
dej su puesto pot primera vez, en septiembre de
1935, el encargado de Negocios coment: "El general Lzaro Crdenas,
presidente de Mxico, al despedirse del seor Roas,
declar que ningn diplomtico haba comprendido mejor el espritu
revolucionario del actual gobierno mexicano que el representante
brasileo." Asimismo, mencion que Crdenas le ofreci carros especiales
en el tren que condujo el embajador a Estados Unidos. Carlos Alves de Souza a Macedo
Soares, 17 de septiembre de 1935, en AHI, N 73, exp. 31/2/4.
62 Acerca
de lo que el brasileo define como los odiosos abusos polticos sobre la
creacin y uso de los ejidos, consltese Roas al
ministro interino de Relaciones Exteriores Cavalcanti
de Lacerda, reservado, 10 de febrero de 1934, en AHI,
N 46, exp. 32/2/3.
63 En
1939, ya de regreso a la embajada, Roas neg con
vehemencia la peticin de familiares y amigos del militante comunista Harry
Berger para que este fuera transferido a un sanatorio, recibiera tratamiento
mdico y no muriera en la crcel. Aleg que slo podan hacer semejante demanda
aquellos que ignoraban la extensin y gravedad de su crimen y que el hecho de
que estuviera vivo y no lo hubieran fusilado era una "prueba elocuente del
humanismo del gobierno brasileo". En el mismo oficio, el embajador
comentaba que tambin haba negado cualquier pedido de clemencia a Prestes y
observaba que su familia, que viva asilada en Mxico, trataba de convencer a
los sindicatos y peridicos a interceder por l y ya haba logrado la
publicacin de varios artculos en su defensa. Roas
al ministro Oswaldo Aranha, 18 de abril de 1939, en
AHI, N 34, exp. 32/2/6.
64 Alves
de Souza a Macedo Soares, confidencial, 27 de marzo
de 1936, en AHI, N 32, exp. 32/2/4.
65 Alves
de Souza a Macedo Soares, 15 de junio de 1936, en
AHI, N 69, exp. 32/2/4.
66 Lombardo
Toledano tuvo un papel muy importante en la lucha de Crdenas en contra de
Calles, para alejarlo definitivamente de la vida poltica mexicana. Sobre el
tema y sobre la actuacin internacional de Lombardo Toledano, consltese Spenser, "Vicente", 2009, pp. 1-20.
67 Alves
de Souza a Macedo Soares, confidencial, 10 de
noviembre de 1936, en AHI, N 141, exp. 32/2/4.
68 Vase
Alves de Souza a Macedo Soares, 2 de septiembre de
1936, en AHI, N 111, exp. 32/2/4.
69 Al
comentar sus repercusiones, adems de observar que la CTM estaba evidentemente
en su contra, comentaba que, en los medios diplomticos, se especulaba que la
polmica decisin se deba a que Crdenas, "hombre vanidoso y orgulloso, a
pesar de izquierdista y admirador del rgimen sovitico", quiso hacer una
demostracin pblica de su independencia poltica. Vase Alves de Souza a
Macedo Soares, 22 de diciembre de 1936, en AHI, N
162, exp. 32/2/4. Por otra parte, observaba que Diego
Rivera ya acusaba a los miembros de la CTM de planear su asesinato, lo que
denotaba fuerte divisin entre los comunistas: "el asilo que el gobierno
mexicano concedi a este judo sanguinario tuvo, al menos, la ventaja de
dividir a los marxistas mexicanos que, unidos, constituan una fuerza
considerable en este desorganizado pas". Alves de Souza a Macedo Soares, 6 de enero de 1937, en AHI, N 8, exp. 32/2/5.
70 Alves
de Souza a Macedo Soares, confidencial, 11 de febrero
de 1936, en AHI, N 19, exp. 32/2/4.
71 Alves
de Souza a Macedo Soares, 28 de agosto de 1936, en
AHI, N 105, exp. 32/2/4.
72 Roas a Pimentel Brando,
reservado, 25 de noviembre de 1937, en AHI, N 132, exp.
32/2/5.
73 Adems
de pronunciarse sobre temas de la poltica brasilea sin mantener la prudencia
siempre recomendada por el embajador Alfonso Reyes, Romero acept en la
embajada, como exiliados, a siete brasileos opositores al rgimen de Vargas y
decidi trasladar a Mxico, desde Brasil, a unos comunistas italianos
expulsados de Argentina. Con tales acciones, Romero casi ocasion un incidente
diplomtico que Roas logr evitar hablando
directamente con Crdenas. De cualquier manera, no se puede negar que la
conducta de Romero fue congruente con la poltica mexicana de ofrecer asilo a
perseguidos polticos de regmenes de derecha. Al reportar al Itamaraty su conversacin con Crdenas y, despus, con el
secretario de Relaciones Exteriores, Eduardo Hay, Roas
menciona que ambos reconocieron la falta de habilidad de Romero y le
propusieron su retirada inmediata del puesto de embajador, lo que el brasileo
declin, por creer que esta destitucin no sera buena para la imagen de Brasil
junto a sus vecinos. Asimismo, segn Roas, Hay trat
de justificar la actuacin de Romero de apoyar a los italianos perseguidos,
basado en la decisin del gobierno mexicano de aceptarlos "inspirado
nicamente en los principios de humanidad y puertas abiertas a todos los
credos". Roas a Pimentel Brando,
reservado, 25 de noviembre de 1937, en AHI, N 136, exp.
32/2/5. Sobre el tema, consltese Palacios, Intimidades, 2001,
pp. 229-231.
71 Antes
de partir, el presidente profiri un discurso en el que deca que era la
primera vez que compareca ante una misin extranjera. Crdenas haba abierto
un precedente "para pasar algunas horas, antes de su partida, con los
embajadores de Brasil, quienes haban sabido muy bien cmo asociarse a nuestro
pas y penetrar en el corazn mexicano". Roas a
Oswaldo Aranha, 4 de septiembre de 1939, en AHI, N
104, exp. 32/2/7.
75 lbid.
76 Enriquez, Alfonso, 2009, pp. 514-524.
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