Ana Buriano Castro (comp.), El "espritu nacional"
del Ecuador catlico: artculos selectos de El Nacional, 1872-1875 y Navegando
en la borrasca. Construir la nacin de la fe en el mundo de la impiedad.
Ecuador, 1860-1875
Brian Connaughton
Instituto Mora, Mxico,
2011/Instituto Mora, Mxico, 2008
UAM-Iztapalapa.
Ana Buriano
Castro nos ofrece en estos textos una ventana de observacin privilegiada sobre
los traumas del pasaje de la monarqua catlica de dos mundos a la constitucin
de repblicas en territorios caracterizados por su fragmentacin administrativa
y tendencias centrfugas, su demografa dispareja debida a causas naturales e
histricas y su caracterizacin por un mosaico tnico y habitualmente
lingstico derivado de un pasado de complejos procesos de convivencia s, pero
tambin de explotacin y ninguneos. Cmo constituir una vida republicana
moderna a partir de tales ingredientes y en medio de un siglo caracterizado por
acelerados cambios que solemos encapsular con trminos como secularizacin,
materialismo, revoluciones tecnolgicas, transformaciones educativas y
democracia?.
Era posible que un pas diera la
espalda a tales procesos y se fortificara en sus valores antiguos,
constituyndose en una especie de convento volcado sobre s mismo y cerrado a
toda influencia extraa? Cifrando su atencin en Ecuador y los aos
privilegiados de I860 a 1875, la autora nos sugiere que esa opcin no era la
que se eligi en aquel pas andino pese a las denuncias en ese sentido. Logra
hacernos comprender que la poca asociada con la figura de Gabriel Garca
Moreno estuvo profundamente tensionada por divisiones ideolgicas entre
liberales, catlicos liberales, catlicos tradicionalistas, quiz
tradicionalistas a secas, modernizadores quiz
tambin a secas o por sectores y modernizadores catlicos. No pareciera seguro
que los liberales seculares deseaban descatolizar a Ecuador, pero sus
planteamientos son comprensiblemente poco abordados aqu y quedan para un
estudio futuro.
En la antologa titulada El "espritu nacional" leemos textos elaborados hacia finales
del periodo estudiado que muestran la complejidad de las fuerzas en juego,
cuando el gobierno centralizador y dictatorial de Garca Moreno haba acumulado
suficiente poder para evidenciar sus ambiciones ms plenamente, cuando lograba
realizar obras pblicas relevantes y poda o deba defender ante sus
connacionales su postura de modernizacin catlica. Haba logrado agenciarse en
los aos sesenta un concordato con el Vaticano que le aseguraba amplios poderes
financieros y poltico-religiosos, haba venido doblegando desde entonces al
clero tradicional, simultneamente reformndolo en consonancia con el mximo
provecho extrado de tales poderes, haba introducido rdenes extranjeras que
pudieron misionar entre los indios, transformar la educacin a todos los
niveles y demostrar las posibilidades de congeniar Estado fuerte, catolicismo
vibrante y modernizacin nacional. Ahora faltaba convencer a los escpticos a
la derecha y a la izquierda, o a los que slo se ocupaban de sus intereses
inmediatos. Los artculos selectos de El
Nacional son exquisitas
piezas retricas y argumentativas que muestran a la intelectualidad del rgimen
de Garca Moreno pujando y sudando para razonar con elocuencia, convencer y
poner las bases para mayores logros y claro est un nuevo periodo
presidencial para el hombre indispensable del momento.
Los tres hombres clave de la
antologa de artculos fueron el poeta y escritor Juan Len Mera, el jesuta Manuel Jos Proao y Vega y, sobre todo, su
hermano, el periodista Eloy Proao y Vega. El primero, denunciando en 1872 los
avances del materialismo, afirmaba su fe en la razn "ilustrada y
vigorizada por la fe cristiana" (p. 47). Pugnaba Mera ms all del
liberalismo con el racionalismo y el socialismo, en los cuales perciba el
"virus de la revolucin anticatlica y antisocial". Se trataba de una
"guerra de ideas" en que el cristianismo deba triunfar (p. 50). Pero
la lucha que pretenda contra el mal aspiraba a la vez a la verdad y la ciencia
y no a un simple triunfo del ms fuerte. Quedaba claro que pese a ser un
momento de endurecimiento se luchaba para rescatar los "principios
catlicos" en el mundo y el tiempo (p. 53). Lo precisaba Manuel Jos
Proao en 1874: "creemos absolutamente necesario que respecto a la
enseanza cientfica nuestros jvenes vivan la vida de su siglo" (p. 63).
Este jesuta vea las minas del progreso futuro en
los talentos cultivados de los nios ecuatorianos y proyectaba su deseo de
espiritualizar el saber, no suprimirlo. Aceptaba el desafo de la competencia
internacional y en forma optimista se inspiraba no slo en los logros
nacionales sino en el ejemplo de los catlicos en los pases europeos y en
Estados Unidos.
En esta antologa los escritos de
Eloy Proao, de 1874 y 1875, ocupan el mayor nmero de pginas, representan la
mayora de los artculos y descuellan por sus planteamientos. Don Eloy no
escondi que el proyecto de consolidar la imagen de Ecuador como "pueblo
de la fe" tena fines hegemnicos, pues "en esta poca luctuosa de
revolucin y de trastorno, [...] los hombres estn prontos a sacudir el yugo de
los gobiernos que les contradicen" (p. 74). Haba que aceptar la necesidad
de "perfeccionar la inteligencia [de los] individuos con el conocimiento
de la verdad, la voluntad con la moral y el cuerpo orgnico con las comodidades
de la vida" (p. 75), pero evitando el "espritu de impiedad" y
la creacin de "espritus fuertes" que desafiaran la autoridad
religiosa a partir de su arrogancia (p. 79) o propagaran el "espritu
revolucionario" y la ingobernabilidad por sus quimricos ensueos utpicos
y anrquicos (pp. 83-84). Por contraste, Eloy Proao enalteca la
compatibilidad de la fe con la razn, y destacaba el camino de una
popularizacin creciente de la educacin catlica moderna con el apoyo del
Estado. Aureolaba los grandes talentos histricos del mundo catlico y sealaba
con orgullo a los cientficos franceses que mantenan su fe religiosa en medio
de sus aportaciones a la ciencia. Llamaba calumnias a los planteamientos que
sugeran una contradiccin entre fe y ciencia (p. 89). Defenda los colegios de
la repblica en trminos de su paridad con los mejores de Europa: en "los
mtodos de enseanza, los textos, los programas de certmenes pblicos, los
informes de los directores y maestros y aun el personal mismo de los
profesores, en su mayor parte europeos" (p. 97). Don Eloy mostraba su
impaciencia con los tradicionalistas, pues la "vida es un principio
intrnseco de movimiento" (p. 94). No aceptaba una "Iglesia inspirada
por el miedo y vencida por la ilustracin del siglo" (p. 105). Pero
tampoco quera cultivar en Ecuador "ese espritu funesto de contienda y
discusin que forma el carcter de nuestra poca" (p. 110). La direccin
que quera dar a la educacin nacional no slo era catlica sino eminentemente
prctica, con la teora atada directamente a los problemas a resolver: se
trataba de un conocimiento apto para el desarrollo de
[m]inas, plvora, salitre, puentes, calzadas, ingeniatura [sic],
marina, artillera, fsica, qumica, mecnica, historia natural, mineraloga,
botnica, geologa; en una palabra, todas aquellas artes y ciencias de
inmediata y tilsima aplicacin
que seran
llevadas a su mxima expresin mediante la nueva Escuela Politcnica como la
culminacin de los logros educativos del rgimen (p. 115). Lo contrario era
dejar a los jvenes ecuatorianos fuera del marco de la civilizacin e
irremediablemente subordinados a extranjeros. Era inaceptable. No se poda
permitir que los "hispano-americanos [fueran] ...
nada! nada en el mundo de las ciencias...! Nada en
el mundo artstico! (p. 117).
Esta antologa es corta en
pginas pero larga en ideas, y logra compartir las angustias de aquellos
catlicos ecuatorianos quienes se acogieron al proyecto de Garca Moreno de
construir un Estado catlico moderno. En la monografa titulada Navegando en la borrasca, Ana Buriano
profundiza su anlisis por diversas vertientes, remarcando la significacin del
ao de 1859 como uno en que Ecuador se bati en la anarqua y cay en el
peligro de repartirse entre sus vecinos o entregarse a Francia como una
dependencia americana. Fue en este escenario, al recomponerse un proyecto
nacional, que destac el primer gobierno de Gabriel Garca Moreno en el cual el
peso del liberalismo decimonnico y las aspiraciones regionales al autogobierno
no permitieron la elaboracin de una constitucin idnea para sus adeptos. Se
frustr la concentracin del poder y la creacin de un poder fiscal que
permitieran una poltica de obras como intentara el rgimen despus. Ese
primer gobierno, entre 1861 y 1865, adems iba a tener que ceder su lugar a
sucesores despegados de sus metas y slo recuperara el poder mediante un golpe
de Estado en 1869, que dara un pie falso al segundo periodo de gobierno que
durara hasta 1875.
No tratar de resumir la obra Navegando en la borrasca, pero s me gustara destacar algunos
aspectos de ella que no slo dan contexto a la antologa sino, a mi parecer,
sugieren nuevas pautas para la investigacin a futuro en materia de Estados,
sociedades nacionales, religiones y clero en Amrica Latina. Desde el amplio
captulo primero, dedicado a la geografa histrica de Ecuador, en donde se
remarcan no slo regiones sino subregiones y una notable diversidad de grupos
sociales e intereses econmicos, queda claro que este libro aborda la
pretensin hegemnica de la propuesta poltica de Garca Moreno, y no es
primordial o exclusivamente una investigacin sobre las peripecias de la fe
catlica en el siglo XIX. Cuando finalmente los aliados de Garca Moreno
plantearon muy al estilo de Lucas Alamn en el caso mexicano que el vnculo
religioso era el nico y potente lazo entre los ecuatorianos, lo comprendemos
en este marco de regionalismos y grupos y concedemos que la diversidad del pas
era un formidable valladar ante todo intento de unificacin.
Pero este desafo, agraviado
enormemente por el terror ante la anarqua en 1859, ambiciones ajenas y prdida
de voluntad nacional, hace comprensible adems que los gobiernos de Garca
Moreno no pudieron simplemente contentarse con una retrica de la fe y
regodearse en la espiritualidad de los ecuatorianos. Haba que construir nuevos
vnculos entre los connacionales mediante enlaces forjados por las obras
pblicas de caminos, puentes y vas frreas, a la vez que promover muelles,
aduanas y polticas fiscales que podan incentivar el comercio extranjero y
potenciar al Estado. Haca falta educar a la poblacin bajo ciertas normativas
compartidas, de modo que los cambios de modernizacin no dispersaran ms a los
ciudadanos y las regiones. As que la preocupacin de base de esta
investigacin, y que sale inmediatamente en la introduccin, es la capacidad de
los ecuatorianos y por extensin la de otros latinoamericanos de lidiar con
las exigencias de la tradicin y las pesadas coyunturas de sucesivas
actualidades para formar un Estado y polticas estatales capaces de responder a
los desafos y forjar un pas -viable para el hoy y el maana, de construir,
ampliar, sostener y reformar hegemonas polticas y culturales. No obstante,
las conclusiones de la autora no parecen ser contundentes: las respuestas
ecuatorianas bajo Garca Moreno son ambivalentes, menos hegemnicas en sus
logros que hubiera sido de esperarse, pero mucho ms ambiciosas en trminos de
desarrollo econmico y proyeccin cultural, bastante ms dialogantes con
opiniones e intereses disidentes de lo que a veces se ha dicho, y notablemente
ms preocupadas por un cotejo favorable con lo que se estaba haciendo fuera del
pas, particularmente en Europa. Y Francia, especialmente la de Napolen III,
serva para incentivar polticas de equilibrio y pretendida prudencia como
antdotos a la revolucin o la involucin. Tambin resulta un rgimen ms
evolutivo, ms incierto, ms tentativo, y finalmente ms poroso a muchos
aspectos del liberalismo que mucho se tema tanto en lo poltico como en lo
religioso. Pues el rgimen de Garca Moreno no se reneg del constitucionalismo
como solan hacerlo los idelogos ms conservadores de Europa, mostr el mismo
inters que los gobiernos liberales en la elaboracin de cdigos legales,
construy una moderna prisin panptica, y para los fines de reeleccin en 1875
conceba un Estado arbitro que mediara entre los extremos de la opinin pblica.
La autora nos presenta un
conservadurismo catlico al cual le toc bailar con la ms fea: aquella del
cambio que caracterizaba el siglo XIX. No haba forma de evadir a esa seora.
El cambio se presentaba por todas partes a la vez que las tradiciones heredadas
no daban para construir un Estado nacional. En el momento de no ceder a la
dispersin interna o la absorcin por terceras entidades en la esfera
internacional, la mediacin entre extremos se hizo presente.
La religin, aquella presentada
como el inmvil vnculo que subyaca en toda unidad nacional, result no ser ni
tan inmutable ni tan vinculante. Como la autora nos muestra con copiosa
informacin, obispos, rdenes religiosas y catlicos de orientacin distinta
resistieron, evadieron o se contrapusieron al rgimen de Garca Moreno o a las
polticas que los afectaban en sus intereses o visin social. La regin de
Cuenca mostr alguna susceptibilidad hacia el catolicismo liberal tan temido
por los portavoces gubernamentales. El (dos veces)
presidente resultaba casi tan regalista como los liberales que combata o como
sus antecesores espaoles o los gobiernos franceses revolucionarios repudiados.
Sus crticos entre el clero no negaban su piedad personal pero lamentaban sus
pretensiones a un poder omnmodo en la direccin de la Iglesia, el clero y la
sociedad catlica ecuatoriana. No todo el mundo comparta ni sus metas
educativas generales, ni sus mtodos polticos, ni su insistencia en un clero
europeo importado, ni su cerrazn ante la gestin regional de sus propios
intereses.
Se pregunta uno si estamos ante
un mosaico irremediablemente complejo, o ms bien ante un mundo en que la
religin se ha vuelto un adorno quiz un precioso vitral dentro del marco de
la ruda secularizacin, con su progreso material, la formacin de Estados y los
anhelos de integracin social, o si la religin se ha escindido a su vez en
partes o propuestas polticas, culturales, espirituales, educativas,
sociales... Ser que el cristal de un mundo integral se ha roto, dejando las
partes sueltas y dispersas, capaces de ser asumidas en nuevas propuestas? O
ser que aquel soado mundo integral era ms bien una creacin de la mentalidad
decimonnica al ver que se profundizaba la crisis de gobernabilidad y de metas
econmicas, sociales y culturales que acompaaba el trnsito hacia una dinmica
caracterizada no slo por nuevas independencias y formaciones estatales, sino
por inditas pretensiones de representacin ciudadana, noveles parmetros de
prensa libre y opinin pblica, inauditas exigencias polticas de libre
asociacin y formacin de partidos, as como inslitos reclamos a la discusin
de la autoridad cuando ya la Inquisicin haba desaparecido y otras
modalidades de censura eran habitualmente dbiles o carentes de institucionalidad
efectiva?
La argumentacin de la autora nos
parece llevar a la conclusin inevitable, que ella misma plantea desde la
introduccin, de que el rgimen de Garca Moreno jams pudo lograr ms que una
"hegemona intranquila" (p. 24). Quiz nos preguntaramos si esta es
el resultado de la poltica en todos los tiempos, pero acicateado en el siglo
XIX por tantas demandas nuevas. La competencia internacional, pero tambin
algunas nuevas oportunidades de mercadeo, innovaciones tecnolgicas, la presencia
de grupos sociales mviles y disponibles como los religiosos europeos, deben
haber formado un horizonte a su vez no slo movedizo sino inslito y a menudo
peligrosamente evanescente, como los prstamos internacionales que no acababan
de ofrecerse cuando ya sus trminos los volvan insufribles. La agitacin
estaba fuera y no slo adentro. Con razn la contradiccin y las coyunturas
temporales irrumpan en cualquier intento de coherencia discursiva.
A lo largo de estas dos obras
encuentro difcil evitar la conclusin de que el siglo XIX empujaba ya sobre
las espaldas de mucho de lo realizado en el siglo XVIII hacia la conversin de
la religin y la vivencia de la fe en muletillas de la cosa pblica. Las ricas
perspectivas de las obras me llevan a preguntarme si este es un cambio
fundamental en el papel de la religin en la sociedad y el Estado, o una simple
reformulacin. Me pregunto a la vez sobre cul ser el peso de la religin en
el fuero interno de las personas en aquellos tiempos, y para la construccin de
vnculos de fe y convivencia en el mbito local y comunitario. En el caso
mexicano, la obra de William B. Taylor ha desvanecido la visin de que los
pueblos vivan la religin nicamente segn las normas que marcaban el cura
prroco o el obispo diocesano. Por otra parte, es claro que el poder y la
legitimidad todava no podan concebirse plenamente sin su apoyo pinsese en
los debates de Francisco Zarco con sus congneres liberales despus de la
Reforma mexicana, y el conocimiento nuevo y el cambio constante en los
parmetros materiales de las naciones conllevaban peligros para la cohesin de
la sociedad, no menos que la obediencia prestada a los gobernantes poltico y
religioso. Qu mejor que asumir la religin como vnculo social, como pieza de
ajedrez del poder? Por qu concederle una esfera propia, bien que esta fuera
en la organizacin eclesistica o en sus propias normativas?
Es significativo que el mismo
Garca Moreno haya amenazado con imponer la separacin de la Iglesia y el
Estado si el clero no se amilanaba ante sus deseos para su proyecto de Estado.
Es de preguntar si el clero ecuatoriano acabara pensando, como algunos
clrigos mexicanos, que la separacin podra ser beneficiosa para la Iglesia,
concebida en funcin del libre cumplimiento de sus funciones primordiales. En
Mxico el obispo de Guadalajara, Pedro Espinosa, pudo mirar con inters y
aprecio el rgimen de separacin que exista en Estados Unidos, y plantear sus
ventajas al arzobispo Lzaro de la Garza y Ballesteros. No hubo voces
ecuatorianas de un tenor similar?
Por otra parte, ante los intentos
de utilizar la espiritualidad as como las instituciones eclesisticas para los
fines del Estado, no hubo intentos de reespiritualizar
la Iglesia de Ecuador? Llaman la atencin las referencias en esta obra a la
influencia del catolicismo liberal francs, a la presencia de esta tendencia en
Cuenca y entre los dominicos ecuatorianos, pero hay una propuesta espiritual
particular en esta orientacin, o es exclusivamente un esfuerzo por ligar la
religin con las libertades del siglo? A lo largo de Navegando en la borrasca hay numerosas referencias a
devociones, como el Sagrado Corazn de Jess, al cual se dedic la repblica en
1873, u obras como la Imitacin
de Cristo de Toms de Kempis
que era del gusto de Garca Moreno. Constituan un fenmeno nicamente
conservador? Fueron una expresin religiosa meramente secundaria, coyuntural,
de adorno o de preferencia personal, o se estaban promoviendo de una manera ms
sistemtica y con un sentido especfico?
Y finalmente, a qu nos conduce
el estudio del rgimen de Garca Moreno en Ecuador en cuanto al imperante
modelo de secularizacin para Amrica Latina en el siglo XIX? Necesitamos
muchos modelos de secularizacin? Funcionan mejor modelos conflictuales,
incluso contradictorios, que modelos que parecen locomotoras que avanzan sobre
rieles con destino fijo y sin obstculos internos? Ha cesado hoy la bsqueda y
rebsqueda de vnculos de identidad nacional que
alguna vez se supona que era un papel que cumplira la religin? Seguimos
temiendo la pluralidad tanto ahora como lo temieron tantos en el siglo XIX, o
ya estamos ms cmodos con ella y ms dispuestos a convivir con ella?
Estas obras realizadas por Ana Buriano Castro nos ofrecen enfoques claros, una
argumentacin rigurosa y numerosas respuestas a partir de una rica
documentacin. Nos revelan simultneamente una complejidad que inspira nuevas
preguntas y llama a nuevos cotejos con las dems experiencias latinoamericanas,
pero tambin con las de los catlicos de Europa y Estados Unidos, que fueron
motivo de repetidos sealamientos por los seguidores del modelo de
modernizacin catlica.
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