ISSN impreso: 0186-0348

ISSN electrónico: 2395-8464

Ana Buriano Castro (comp.), El "espritu nacional" del Ecuador catlico: artculos selectos de El Nacional, 1872-1875 y Navegando en la borrasca. Construir la nacin de la fe en el mundo de la impiedad. Ecuador, 1860-1875

 

Brian Connaughton

 

Instituto Mora, Mxico, 2011/Instituto Mora, Mxico, 2008

 

UAM-Iztapalapa.

 

Ana Buriano Castro nos ofrece en estos textos una ventana de observacin privilegiada sobre los traumas del pasaje de la monarqua catlica de dos mundos a la constitucin de repblicas en territorios caracterizados por su fragmentacin administrativa y tendencias centrfugas, su demografa dispareja debida a causas naturales e histricas y su caracterizacin por un mosaico tnico y habitualmente lingstico derivado de un pasado de complejos procesos de convivencia s, pero tambin de explotacin y ninguneos. Cmo constituir una vida republicana moderna a partir de tales ingredientes y en medio de un siglo caracterizado por acelerados cambios que solemos encapsular con trminos como secularizacin, materialismo, revoluciones tecnolgicas, transformaciones educativas y democracia?.

Era posible que un pas diera la espalda a tales procesos y se fortificara en sus valores antiguos, constituyndose en una especie de convento volcado sobre s mismo y cerrado a toda influencia extraa? Cifrando su atencin en Ecuador y los aos privilegiados de I860 a 1875, la autora nos sugiere que esa opcin no era la que se eligi en aquel pas andino pese a las denuncias en ese sentido. Logra hacernos comprender que la poca asociada con la figura de Gabriel Garca Moreno estuvo profundamente tensionada por divisiones ideolgicas entre liberales, catlicos liberales, catlicos tradicionalistas, quiz tradicionalistas a secas, modernizadores quiz tambin a secas o por sectores y modernizadores catlicos. No pareciera seguro que los liberales seculares deseaban descatolizar a Ecuador, pero sus planteamientos son comprensiblemente poco abordados aqu y quedan para un estudio futuro.

En la antologa titulada El "espritu nacional" leemos textos elaborados hacia finales del periodo estudiado que muestran la complejidad de las fuerzas en juego, cuando el gobierno centralizador y dictatorial de Garca Moreno haba acumulado suficiente poder para evidenciar sus ambiciones ms plenamente, cuando lograba realizar obras pblicas relevantes y poda o deba defender ante sus connacionales su postura de modernizacin catlica. Haba logrado agenciarse en los aos sesenta un concordato con el Vaticano que le aseguraba amplios poderes financieros y poltico-religiosos, haba venido doblegando desde entonces al clero tradicional, simultneamente reformndolo en consonancia con el mximo provecho extrado de tales poderes, haba introducido rdenes extranjeras que pudieron misionar entre los indios, transformar la educacin a todos los niveles y demostrar las posibilidades de congeniar Estado fuerte, catolicismo vibrante y modernizacin nacional. Ahora faltaba convencer a los escpticos a la derecha y a la izquierda, o a los que slo se ocupaban de sus intereses inmediatos. Los artculos selectos de El Nacional son exquisitas piezas retricas y argumentativas que muestran a la intelectualidad del rgimen de Garca Moreno pujando y sudando para razonar con elocuencia, convencer y poner las bases para mayores logros y claro est un nuevo periodo presidencial para el hombre indispensable del momento.

Los tres hombres clave de la antologa de artculos fueron el poeta y escritor Juan Len Mera, el jesuta Manuel Jos Proao y Vega y, sobre todo, su hermano, el periodista Eloy Proao y Vega. El primero, denunciando en 1872 los avances del materialismo, afirmaba su fe en la razn "ilustrada y vigorizada por la fe cristiana" (p. 47). Pugnaba Mera ms all del liberalismo con el racionalismo y el socialismo, en los cuales perciba el "virus de la revolucin anticatlica y antisocial". Se trataba de una "guerra de ideas" en que el cristianismo deba triunfar (p. 50). Pero la lucha que pretenda contra el mal aspiraba a la vez a la verdad y la ciencia y no a un simple triunfo del ms fuerte. Quedaba claro que pese a ser un momento de endurecimiento se luchaba para rescatar los "principios catlicos" en el mundo y el tiempo (p. 53). Lo precisaba Manuel Jos Proao en 1874: "creemos absolutamente necesario que respecto a la enseanza cientfica nuestros jvenes vivan la vida de su siglo" (p. 63). Este jesuta vea las minas del progreso futuro en los talentos cultivados de los nios ecuatorianos y proyectaba su deseo de espiritualizar el saber, no suprimirlo. Aceptaba el desafo de la competencia internacional y en forma optimista se inspiraba no slo en los logros nacionales sino en el ejemplo de los catlicos en los pases europeos y en Estados Unidos.

En esta antologa los escritos de Eloy Proao, de 1874 y 1875, ocupan el mayor nmero de pginas, representan la mayora de los artculos y descuellan por sus planteamientos. Don Eloy no escondi que el proyecto de consolidar la imagen de Ecuador como "pueblo de la fe" tena fines hegemnicos, pues "en esta poca luctuosa de revolucin y de trastorno, [...] los hombres estn prontos a sacudir el yugo de los gobiernos que les contradicen" (p. 74). Haba que aceptar la necesidad de "perfeccionar la inteligencia [de los] individuos con el conocimiento de la verdad, la voluntad con la moral y el cuerpo orgnico con las comodidades de la vida" (p. 75), pero evitando el "espritu de impiedad" y la creacin de "espritus fuertes" que desafiaran la autoridad religiosa a partir de su arrogancia (p. 79) o propagaran el "espritu revolucionario" y la ingobernabilidad por sus quimricos ensueos utpicos y anrquicos (pp. 83-84). Por contraste, Eloy Proao enalteca la compatibilidad de la fe con la razn, y destacaba el camino de una popularizacin creciente de la educacin catlica moderna con el apoyo del Estado. Aureolaba los grandes talentos histricos del mundo catlico y sealaba con orgullo a los cientficos franceses que mantenan su fe religiosa en medio de sus aportaciones a la ciencia. Llamaba calumnias a los planteamientos que sugeran una contradiccin entre fe y ciencia (p. 89). Defenda los colegios de la repblica en trminos de su paridad con los mejores de Europa: en "los mtodos de enseanza, los textos, los programas de certmenes pblicos, los informes de los directores y maestros y aun el personal mismo de los profesores, en su mayor parte europeos" (p. 97). Don Eloy mostraba su impaciencia con los tradicionalistas, pues la "vida es un principio intrnseco de movimiento" (p. 94). No aceptaba una "Iglesia inspirada por el miedo y vencida por la ilustracin del siglo" (p. 105). Pero tampoco quera cultivar en Ecuador "ese espritu funesto de contienda y discusin que forma el carcter de nuestra poca" (p. 110). La direccin que quera dar a la educacin nacional no slo era catlica sino eminentemente prctica, con la teora atada directamente a los problemas a resolver: se trataba de un conocimiento apto para el desarrollo de

[m]inas, plvora, salitre, puentes, calzadas, ingeniatura [sic], marina, artillera, fsica, qumica, mecnica, historia natural, mineraloga, botnica, geologa; en una palabra, todas aquellas artes y ciencias de inmediata y tilsima aplicacin

que seran llevadas a su mxima expresin mediante la nueva Escuela Politcnica como la culminacin de los logros educativos del rgimen (p. 115). Lo contrario era dejar a los jvenes ecuatorianos fuera del marco de la civilizacin e irremediablemente subordinados a extranjeros. Era inaceptable. No se poda permitir que los "hispano-americanos [fueran] ... nada! nada en el mundo de las ciencias...! Nada en el mundo artstico! (p. 117).

Esta antologa es corta en pginas pero larga en ideas, y logra compartir las angustias de aquellos catlicos ecuatorianos quienes se acogieron al proyecto de Garca Moreno de construir un Estado catlico moderno. En la monografa titulada Navegando en la borrasca, Ana Buriano profundiza su anlisis por diversas vertientes, remarcando la significacin del ao de 1859 como uno en que Ecuador se bati en la anarqua y cay en el peligro de repartirse entre sus vecinos o entregarse a Francia como una dependencia americana. Fue en este escenario, al recomponerse un proyecto nacional, que destac el primer gobierno de Gabriel Garca Moreno en el cual el peso del liberalismo decimonnico y las aspiraciones regionales al autogobierno no permitieron la elaboracin de una constitucin idnea para sus adeptos. Se frustr la concentracin del poder y la creacin de un poder fiscal que permitieran una poltica de obras como intentara el rgimen despus. Ese primer gobierno, entre 1861 y 1865, adems iba a tener que ceder su lugar a sucesores despegados de sus metas y slo recuperara el poder mediante un golpe de Estado en 1869, que dara un pie falso al segundo periodo de gobierno que durara hasta 1875.

No tratar de resumir la obra Navegando en la borrasca, pero s me gustara destacar algunos aspectos de ella que no slo dan contexto a la antologa sino, a mi parecer, sugieren nuevas pautas para la investigacin a futuro en materia de Estados, sociedades nacionales, religiones y clero en Amrica Latina. Desde el amplio captulo primero, dedicado a la geografa histrica de Ecuador, en donde se remarcan no slo regiones sino subregiones y una notable diversidad de grupos sociales e intereses econmicos, queda claro que este libro aborda la pretensin hegemnica de la propuesta poltica de Garca Moreno, y no es primordial o exclusivamente una investigacin sobre las peripecias de la fe catlica en el siglo XIX. Cuando finalmente los aliados de Garca Moreno plantearon muy al estilo de Lucas Alamn en el caso mexicano que el vnculo religioso era el nico y potente lazo entre los ecuatorianos, lo comprendemos en este marco de regionalismos y grupos y concedemos que la diversidad del pas era un formidable valladar ante todo intento de unificacin.

Pero este desafo, agraviado enormemente por el terror ante la anarqua en 1859, ambiciones ajenas y prdida de voluntad nacional, hace comprensible adems que los gobiernos de Garca Moreno no pudieron simplemente contentarse con una retrica de la fe y regodearse en la espiritualidad de los ecuatorianos. Haba que construir nuevos vnculos entre los connacionales mediante enlaces forjados por las obras pblicas de caminos, puentes y vas frreas, a la vez que promover muelles, aduanas y polticas fiscales que podan incentivar el comercio extranjero y potenciar al Estado. Haca falta educar a la poblacin bajo ciertas normativas compartidas, de modo que los cambios de modernizacin no dispersaran ms a los ciudadanos y las regiones. As que la preocupacin de base de esta investigacin, y que sale inmediatamente en la introduccin, es la capacidad de los ecuatorianos y por extensin la de otros latinoamericanos de lidiar con las exigencias de la tradicin y las pesadas coyunturas de sucesivas actualidades para formar un Estado y polticas estatales capaces de responder a los desafos y forjar un pas -viable para el hoy y el maana, de construir, ampliar, sostener y reformar hegemonas polticas y culturales. No obstante, las conclusiones de la autora no parecen ser contundentes: las respuestas ecuatorianas bajo Garca Moreno son ambivalentes, menos hegemnicas en sus logros que hubiera sido de esperarse, pero mucho ms ambiciosas en trminos de desarrollo econmico y proyeccin cultural, bastante ms dialogantes con opiniones e intereses disidentes de lo que a veces se ha dicho, y notablemente ms preocupadas por un cotejo favorable con lo que se estaba haciendo fuera del pas, particularmente en Europa. Y Francia, especialmente la de Napolen III, serva para incentivar polticas de equilibrio y pretendida prudencia como antdotos a la revolucin o la involucin. Tambin resulta un rgimen ms evolutivo, ms incierto, ms tentativo, y finalmente ms poroso a muchos aspectos del liberalismo que mucho se tema tanto en lo poltico como en lo religioso. Pues el rgimen de Garca Moreno no se reneg del constitucionalismo como solan hacerlo los idelogos ms conservadores de Europa, mostr el mismo inters que los gobiernos liberales en la elaboracin de cdigos legales, construy una moderna prisin panptica, y para los fines de reeleccin en 1875 conceba un Estado arbitro que mediara entre los extremos de la opinin pblica.

La autora nos presenta un conservadurismo catlico al cual le toc bailar con la ms fea: aquella del cambio que caracterizaba el siglo XIX. No haba forma de evadir a esa seora. El cambio se presentaba por todas partes a la vez que las tradiciones heredadas no daban para construir un Estado nacional. En el momento de no ceder a la dispersin interna o la absorcin por terceras entidades en la esfera internacional, la mediacin entre extremos se hizo presente.

La religin, aquella presentada como el inmvil vnculo que subyaca en toda unidad nacional, result no ser ni tan inmutable ni tan vinculante. Como la autora nos muestra con copiosa informacin, obispos, rdenes religiosas y catlicos de orientacin distinta resistieron, evadieron o se contrapusieron al rgimen de Garca Moreno o a las polticas que los afectaban en sus intereses o visin social. La regin de Cuenca mostr alguna susceptibilidad hacia el catolicismo liberal tan temido por los portavoces gubernamentales. El (dos veces) presidente resultaba casi tan regalista como los liberales que combata o como sus antecesores espaoles o los gobiernos franceses revolucionarios repudiados. Sus crticos entre el clero no negaban su piedad personal pero lamentaban sus pretensiones a un poder omnmodo en la direccin de la Iglesia, el clero y la sociedad catlica ecuatoriana. No todo el mundo comparta ni sus metas educativas generales, ni sus mtodos polticos, ni su insistencia en un clero europeo importado, ni su cerrazn ante la gestin regional de sus propios intereses.

Se pregunta uno si estamos ante un mosaico irremediablemente complejo, o ms bien ante un mundo en que la religin se ha vuelto un adorno quiz un precioso vitral dentro del marco de la ruda secularizacin, con su progreso material, la formacin de Estados y los anhelos de integracin social, o si la religin se ha escindido a su vez en partes o propuestas polticas, culturales, espirituales, educativas, sociales... Ser que el cristal de un mundo integral se ha roto, dejando las partes sueltas y dispersas, capaces de ser asumidas en nuevas propuestas? O ser que aquel soado mundo integral era ms bien una creacin de la mentalidad decimonnica al ver que se profundizaba la crisis de gobernabilidad y de metas econmicas, sociales y culturales que acompaaba el trnsito hacia una dinmica caracterizada no slo por nuevas independencias y formaciones estatales, sino por inditas pretensiones de representacin ciudadana, noveles parmetros de prensa libre y opinin pblica, inauditas exigencias polticas de libre asociacin y formacin de partidos, as como inslitos reclamos a la discusin de la autoridad cuando ya la Inquisicin haba desaparecido y otras modalidades de censura eran habitualmente dbiles o carentes de institucionalidad efectiva?

La argumentacin de la autora nos parece llevar a la conclusin inevitable, que ella misma plantea desde la introduccin, de que el rgimen de Garca Moreno jams pudo lograr ms que una "hegemona intranquila" (p. 24). Quiz nos preguntaramos si esta es el resultado de la poltica en todos los tiempos, pero acicateado en el siglo XIX por tantas demandas nuevas. La competencia internacional, pero tambin algunas nuevas oportunidades de mercadeo, innovaciones tecnolgicas, la presencia de grupos sociales mviles y disponibles como los religiosos europeos, deben haber formado un horizonte a su vez no slo movedizo sino inslito y a menudo peligrosamente evanescente, como los prstamos internacionales que no acababan de ofrecerse cuando ya sus trminos los volvan insufribles. La agitacin estaba fuera y no slo adentro. Con razn la contradiccin y las coyunturas temporales irrumpan en cualquier intento de coherencia discursiva.

A lo largo de estas dos obras encuentro difcil evitar la conclusin de que el siglo XIX empujaba ya sobre las espaldas de mucho de lo realizado en el siglo XVIII hacia la conversin de la religin y la vivencia de la fe en muletillas de la cosa pblica. Las ricas perspectivas de las obras me llevan a preguntarme si este es un cambio fundamental en el papel de la religin en la sociedad y el Estado, o una simple reformulacin. Me pregunto a la vez sobre cul ser el peso de la religin en el fuero interno de las personas en aquellos tiempos, y para la construccin de vnculos de fe y convivencia en el mbito local y comunitario. En el caso mexicano, la obra de William B. Taylor ha desvanecido la visin de que los pueblos vivan la religin nicamente segn las normas que marcaban el cura prroco o el obispo diocesano. Por otra parte, es claro que el poder y la legitimidad todava no podan concebirse plenamente sin su apoyo pinsese en los debates de Francisco Zarco con sus congneres liberales despus de la Reforma mexicana, y el conocimiento nuevo y el cambio constante en los parmetros materiales de las naciones conllevaban peligros para la cohesin de la sociedad, no menos que la obediencia prestada a los gobernantes poltico y religioso. Qu mejor que asumir la religin como vnculo social, como pieza de ajedrez del poder? Por qu concederle una esfera propia, bien que esta fuera en la organizacin eclesistica o en sus propias normativas?

Es significativo que el mismo Garca Moreno haya amenazado con imponer la separacin de la Iglesia y el Estado si el clero no se amilanaba ante sus deseos para su proyecto de Estado. Es de preguntar si el clero ecuatoriano acabara pensando, como algunos clrigos mexicanos, que la separacin podra ser beneficiosa para la Iglesia, concebida en funcin del libre cumplimiento de sus funciones primordiales. En Mxico el obispo de Guadalajara, Pedro Espinosa, pudo mirar con inters y aprecio el rgimen de separacin que exista en Estados Unidos, y plantear sus ventajas al arzobispo Lzaro de la Garza y Ballesteros. No hubo voces ecuatorianas de un tenor similar?

Por otra parte, ante los intentos de utilizar la espiritualidad as como las instituciones eclesisticas para los fines del Estado, no hubo intentos de reespiritualizar la Iglesia de Ecuador? Llaman la atencin las referencias en esta obra a la influencia del catolicismo liberal francs, a la presencia de esta tendencia en Cuenca y entre los dominicos ecuatorianos, pero hay una propuesta espiritual particular en esta orientacin, o es exclusivamente un esfuerzo por ligar la religin con las libertades del siglo? A lo largo de Navegando en la borrasca hay numerosas referencias a devociones, como el Sagrado Corazn de Jess, al cual se dedic la repblica en 1873, u obras como la Imitacin de Cristo de Toms de Kempis que era del gusto de Garca Moreno. Constituan un fenmeno nicamente conservador? Fueron una expresin religiosa meramente secundaria, coyuntural, de adorno o de preferencia personal, o se estaban promoviendo de una manera ms sistemtica y con un sentido especfico?

Y finalmente, a qu nos conduce el estudio del rgimen de Garca Moreno en Ecuador en cuanto al imperante modelo de secularizacin para Amrica Latina en el siglo XIX? Necesitamos muchos modelos de secularizacin? Funcionan mejor modelos conflictuales, incluso contradictorios, que modelos que parecen locomotoras que avanzan sobre rieles con destino fijo y sin obstculos internos? Ha cesado hoy la bsqueda y rebsqueda de vnculos de identidad nacional que alguna vez se supona que era un papel que cumplira la religin? Seguimos temiendo la pluralidad tanto ahora como lo temieron tantos en el siglo XIX, o ya estamos ms cmodos con ella y ms dispuestos a convivir con ella?

Estas obras realizadas por Ana Buriano Castro nos ofrecen enfoques claros, una argumentacin rigurosa y numerosas respuestas a partir de una rica documentacin. Nos revelan simultneamente una complejidad que inspira nuevas preguntas y llama a nuevos cotejos con las dems experiencias latinoamericanas, pero tambin con las de los catlicos de Europa y Estados Unidos, que fueron motivo de repetidos sealamientos por los seguidores del modelo de modernizacin catlica.

 

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