Catolicismo y condicin femenina: representaciones
de gnero sobre la maternidad y la domesticidad en la prensa del suroeste
bonaerense argentino a principios del siglo XX
Catholicism and the Female Condition: Gender Representations of Motherhood and Domesticity in the Southwest Argentinean
Buenos Aires Press in the Early 20th Century
Luca Bracamonte
INFORMACIN
SOBRE LA AUTORA:
Luca Bracamonte. Doctora
en Historia por la Universidad Nacional del Sur (UNS). Integrante del proyecto
de investigacin "Cultura Poltica y Representaciones en Baha Blanca
durante el Siglo XX", dirigido por la doctora Mabel Cernadas y subsidiado
por el Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET). Ha
sido becaria posdoctoral del CONICET (2008-2010). Su rea de inters es la
historia de las mujeres. Entre sus publicaciones recientes se encuentran los
artculos: "Mujeres, trabajo y educacin a principios del siglo XX: las
maestras en la prensa catlica del suroeste bonaerense argentino", Dilogos.
Revista Electrnica de Historia,Universidad de Costa Rica,
vol. 12, num. 1, febrero-agosto de 2011, pp. 101-127,
en <http://historiales.ucr.ac.cr>, y "Los derechos polticos de las
mujeres: representaciones de gnero en la prensa catlica de Baha Blanca a
principios del siglo XX", Nuevo Mundo/Mundos Nuevos, MASCIPO-CNRS,
EHESS, Universidades de Pars I y Pars X, 2011, en <http://nuevomundo.revues.org/6l582>.
ABOUT THE AUTHOR:
Luca Bracamonte. Ph. D. in History from the Universidad Nacional del
Sur (UNS). Member of the research project: "Cultura
Poltica y Representaciones en Baha Blanca durante el Siglo XX", directed by Dr. Mabel Cernadas
and subsidized by the Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y
Tcnicas (CONICET). She has been
a CONICET postdoctoral fellow (2008-2010). Her area of interest
is women's history. Her recent
publications include the articles: "Mujeres,
trabajo y educacin a principios del siglo XX: las maestras en la prensa
catlica del suroeste bonaerense argentino", Dilogos. Revista
Electrnica de Historia, Universidad de Costa Rica, vol. 12, no. 1, February-August, 2011, pp. 101-127., http://historiales.ucr.ac.cr and
"Los derechos polticos de las mujeres: representaciones de gnero en la
prensa catlica de Baha Blanca a principios del siglo XX", Nuevo
Mundo/Mundos Nuevos, MASCIPO-CNRS, EHESS, Universits
de Paris I et Paris X, 2011, en <http://nuevomundo.revues.org/61582 >.
Fecha de recepcin: agosto de 2011; Fecha de
aceptacin: febrero de 2012.
Resumen
En
el presente artculo se identifican y describen los significados atribuidos a
la maternidad y a la domesticidad analizando las representaciones de gnero en
el discurso de la prensa confesional que aparece en Baha Blanca y circula por
su zona de influencia en las tres primeras dcadas del siglo XX. Se sostiene
que los(as) catlicos(as) que escriben en la prensa comparten el concepto de
diferencia sexual dominante y abordan el problema de la condicin femenina
centrndose en las nociones de domesticidad y maternidad, que aluden al papel
de reproduccin material y biolgica de la sociedad en el marco de la divisin
sexual del trabajo. Sin embargo, algunos de ellos las reformulan frente a las
transformaciones de la poca que impactan sobre la familia, como resultado de
lo cual expresan ideas que, si bien no tienen en s mismas la intencin de
subvertir las relaciones de gnero, avalan ciertas mutaciones de signo moderno.
Palabras clave: Mujeres;
catolicismo; prensa; maternidad; domesticidad; Argentina.
Abstract
This
paper identifies and
describes the meanings ascribed to motherhood and domesticity by analyzing gender representations in the discourse of the confessional press that appears in Baha Blanca and travels through its zone of influence
during the first three decades
of the 20th century. It is argued
that Catholic men and women who
write in the press share the concept of dominant sexual difference and address the problem
of the female condition by focusing
on the notions
of domesticity and motherhood,
which refer to the role of the biological and material reproduction
of society in the context of the sexual division of labor. However, some of them reformulate
them in response to the epochal changes that have impacted
the family, as a result of which they express ideas which, while not
in themselves intended to subvert gender relations, endorse certain modern mutations.
Key words: Women, Catholicism, media, motherhood, domesticity, Argentina.
Introduccin
En
la invencin de la buena madre y de la mujer domstica realizada en el mundo
occidental desde el siglo xviii confluyen sectores heterogneos, como la
ciencia, la medicina, la literatura, los grupos de izquierda, los feminismos,
los Estados liberales y las religiones. Estas ltimas, ordenadores simblicos
privilegiados, funcionan como referentes para la conformacin de sistemas de
gnero. Durante siglos, los aspectos de la cosmovisin catlica que pautan el
"deber ser" de las personas operan delineando identidades sexuadas.
En los pases de raigambre catlica se ha sostenido que la doctrina de la
Iglesia constituye en los siglos XIX y XX uno de los obstculos existentes para
la ampliacin formal y material de los derechos de las mujeres, en razn de su
contribucin a la construccin del ideal de la divisin de las esferas pblicas
y privadas adscritas a hombres y mujeres respectivamente. En Argentina
—del mismo modo que en otros pases latinoamericanos— se interpela
a las mujeres para ejercer una maternidad patritica, proveyendo de ciudadanos
virtuosos a la nacin. Las fuerzas liberales, proclives a secularizar la esfera
pblica, preservan y reformulan las relaciones patriarcales que las subordinan
jurdicamente, sin ostentar mayores diferencias con respecto a las concepciones
eclesisticas que conservan su influencia moral sobre la sexualidad.1
Los
peridicos y revistas emergen como escenarios en los cuales los laicos, laicas
y sacerdotes exponen a los(as) fieles y al resto de la opinin pblica las
concepciones religiosas sobre la condicin de las mujeres. Por tratarse de un
medio de comunicacin extendido en el territorio nacional, la prensa permite
conocer las redes ideolgicas que enraizan
regionalmente y vislumbrar la diseminacin de definiciones sexuales
compartidas, as como las selecciones estratgicas de mensajes acordes a las
realidades particulares.
El
objetivo de este trabajo es identificar y describir los significados atribuidos
a la maternidad y la domesticidad analizando las representaciones de gnero en
el discurso de la prensa confesional que aparece en Baha Blanca y circula por
su zona de influencia en las tres primeras dcadas del siglo XX. Durante este
periodo se expande el periodismo religioso, que pone en circulacin numerosas
disquisiciones sobre el lugar de las mujeres en la sociedad, en un contexto de
fortalecimiento del Estado liberal y del proceso de modernizacin econmica y
social.2 Baha Blanca, fundada como enclave fronterizo
en 1828, se ve inmersa a partir de 1880 en el fenmeno de despegue y expansin
del litoral pampeano inserto en el modelo agroexportador. Este proceso impacta
en la ciudad al impulso de factores internos y externos como el desarrollo
ferroviario, el adelanto portuario, la expansin agraria y la llegada masiva de
inmigrantes, convirtindola en centro comercial y proveedor de servicios para
el suroeste de la provincia de Buenos Aires, el territorio de La Pampa y el
norte de la Patagonia. Como consecuencia, la prensa diversifica su oferta,
respondiendo a la ampliacin y segmentacin de un mercado lector vido de
novedades y crecientemente alfabetizado.
La
maternidad y la domesticidad, por su importancia en la construccin cultural de
la feminidad, han sido abordadas por numerosos estudios en Argentina en el
marco de la historia de las mujeres. Se han considerado tanto las prcticas
como los discursos que las acompaan y dotan de sentido en el marco de los
cambios que se producen entre fines del siglo XIX y la primera guerra mundial,
as como tambin durante el periodo de entreguerras, teniendo en cuenta el
crecimiento de la profesin mdica, los avances de los feminismos, las
preocupaciones por la natalidad y por el trabajo asalariado femenino, entre
otros puntos. En cuanto a las investigaciones sobre el periodismo de
inspiracin catlica, tambin se han intensificado de la mano de una renovacin
de la historia del catolicismo, dando lugar a miradas que complejizan, matizan
y complementan las visiones tradicionales. Las nuevas aproximaciones ponen el
acento en la multiplicidad de usos del peridico, que no es un simple mecanismo
vertical de adoctrinamiento al servicio de la autoridad eclesistica, vocero de
su discurso poltico e ideolgico, sino un actor que establece mediaciones
entre la feligresa y la jerarqua, refleja los intereses del laicado y su
participacin en asociaciones de diverso tipo, conecta entre s a los(as)
fieles, difunde las publicaciones peridicas y de libros, anuncia las
celebraciones y peregrinaciones, etc.3 Sin embargo, an son escasos los abordajes
desde las escalas locales y regionales en las cuales la presencia periodstica
catlica es significativa, como es el caso del suroeste bonaerense. Debido a
ello, la presente investigacin tiene el propsito de contribuir a ampliar el
conocimiento en torno al tema planteado, rescatando el discurso de la prensa
sobre la condicin femenina desde la historia de las mujeres.
A
partir del ltimo tramo del siglo XIX, los cuadros catlicos se asocian con
fines doctrinales y mutualistas y, adems de estructurar estrategias
prctico-organizativas, llevan a cabo una intervencin ideolgica a travs de
la prensa que se consolida en las primeras dcadas de la siguiente centuria.4 Entre 1908 y 1911 aparece El
Mensajero, que se subtitula Peridico Semanal, Noticioso,
Comercial y Literario y es dirigido por Manuel Orayen,
presidente del Crculo Catlico de Obreros Len XIII. Por su parte, Renovacin se
lanza a la circulacin semanalmente en 1920 y cierra su ciclo de vida en 1926,
recibiendo distintas influencias entre las cuales merecen destacarse la
salesiana, por medio del Centro de Ex Alumnos de Don Bosco; la del Crculo
Catlico de Obreros Len XIII, y la de la Unin Popular Catlica Argentina
(UPCA). Existen tambin ejemplares fechados entre 1921 y 1923 de la publicacin Bandera
Blanca, dirigida por Amlcar Sosa, cuyo subttulo es rgano
del Centro de Estudios Len XIII, que luego cambia por rgano
de los Centros de Ex Alumnos del Sur, y que sostiene los principios de
la Unin Democrtica Argentina. Finalmente, en el puerto de Ingeniero White
aparece, en 1924, el semanario bilinge talo-argentino denominado Un
Paso Ms, cuyo director es el sacerdote Tito Graziani,
que apoya el accionar de la upca. A este conjunto se
agregan, entre 1915 y 1930, los nmeros quincenales de la revista regional
ilustrada Arte y Trabajo, editada por Miguel A. Jannelli.5
De
este modo, los catlicos militantes se ubican dentro de una tendencia nacional
que responde a las inquietudes de la Iglesia por incorporar la prensa como
forma moderna de comunicacin y como medio pastoral. Por su intermedio, se
acercan a los fieles, muestran su preocupacin por la "cuestin
social", emprenden la difusin de los postulados del catolicismo social y
polemizan con feministas, liberales, socialistas y anarquistas acerca de
distintos tpicos, entre ellos la "cuestin familiar" y la condicin
femenina. En lo referente a este ltimo tema, sus reflexiones estn sustentadas
en la palabra del papa y del resto de la jerarqua eclesistica. Existen lincamientos acerca de las cualidades naturales de las
mujeres y de sus papeles domsticos y maternales, que son recogidos en las
encclicas de la poca.6 La difusin de este modelo se realiza a
travs de distintas herramientas, como el catecismo, el sermn, la confesin,
la educacin confesional, los libros y la prensa. Acercarse al discurso de esta
ltima resulta interesante para observar de qu manera se articula ese ideal
femenino con el impacto de problemticas especficas generadas por las
transformaciones modernizantes en distintos contextos espacio-temporales.
Considerando
que el periodismo, en su carcter de medio de comunicacin masiva, influye en la
vida comunitaria, sometiendo a discusin lo legtimo y lo ilegtimo dentro del
sistema de gnero imperante, el tema se aborda desde una perspectiva de gnero,
haciendo referencia al mismo como conjunto de funciones sociales sexuadas y de
representaciones referidas a la masculinidad y la feminidad. Esta ltima
categora es entendida como una construccin sociocultural que prescribe cmo
deben ser, sentir, pensar y comportarse las mujeres. Es un concepto definido de
manera relacional, en oposicin al de masculinidad, y vara de acuerdo con la
poca, el lugar, el estrato social, la etnia, la generacin y la etapa del
ciclo de vida en que se encuentren las personas. Se internaliza a travs de la
socializacin de gnero, que asigna valores, normas, costumbres, estereotipos y
papeles, teniendo lugar de manera primaria en la familia y de manera secundaria
en los dems escenarios de interaccin que transitan los sujetos durante sus
vidas, en los cuales actan otros agentes socializadores como la escuela, la
Iglesia y los medios de comunicacin.7
Se
identifican, en los artculos periodsticos referidos en su ttulo y/o
contenido a la domesticidad y la maternidad, las definiciones sociales del
sexo, entendidas como creencias, valores, estereotipos y normas ampliamente
compartidos por los miembros de una comunidad y formados a lo largo del tiempo.
Reconocer estos dispositivos es importante pues permiten acceder a las
representaciones de gnero. A partir de cmo se describen la feminidad y la
masculinidad, sealando naturalezas o esencias especficas para cada sexo y
proyectando esa distincin a la sociedad en la forma de divisin sexual del
trabajo, puede vislumbrarse si se justifica y legitima esa desigualdad
naturalizando o perpetuando las diferencias de gnero, o si se tornan visibles
como construcciones culturales que indican relaciones de poder asimtricas para
promover su transformacin.8
En
este contexto, sostenemos que los(as) catlicos(as) que escriben en la prensa
bahiense comparten el concepto de diferencia sexual dominante y abordan el
problema de la condicin femenina centrndose en las nociones de domesticidad y
maternidad, que aluden al papel de reproduccin material y biolgica de la
sociedad en el marco de la divisin sexual del trabajo. Sin embargo, algunos de
ellos(as) las reformulan frente a las transformaciones de la poca que impactan
sobre la familia, como resultado de lo cual expresan algunas ideas que, si bien
no tienen en s mismas la intencin de subvertir las relaciones de gnero, avalan
ciertas mutaciones de signo moderno. A continuacin se hace referencia a las
consideraciones catlicas sobre el modelo ideal femenino, para pasar luego a
analizar sus reflexiones sobre las mujeres "modernas" y algunas
concesiones al modelo familiarista.
El ideal de femineidad: domesticidad y maternidad
El
papel femenino se estructura en la prensa catlica en el marco de un
pensamiento binario que dicotomiza a los seres
humanos de acuerdo con su correspondencia con uno u otro registro de la
composicin biolgica de la especie, naturalizando as esencias que han sido
fijadas por Dios con rasgos inamovibles y abstractos. En esta lnea, las
diferencias entre los sexos no implican una jerarqua, sino que instauran una
complementariedad armnica. A grandes trazos, los hombres se asocian a la razn
y las mujeres —cuyos cuerpos estn preparados para gestar, parir y
amamantar— se ligan a los sentimientos.
La
visin acerca de la condicin femenina parte de un modelo a seguir: la Virgen
Mara, contrapuesta a Eva. Esta ltima proporciona un esquema de
culpa-castigo-sufrimiento y condena, ya que es relacionada con el concepto de
pecado y presentada por las diversas mitologas cristianas como un ser
ambicioso, curioso, dbil y perverso, propenso a caer en la tentacin. Cabe
destacar aqu que es nodal el control de la sexualidad de las mujeres, en razn
de su debilidad natural como descendientes de Eva, por lo cual la imagen de
Mara se introduce como un ideal. Pero existe una contradiccin irreducible:
Mara est vinculada, por un lado, a la maternidad y, por otro, a la
virginidad, rasgos inalcanzables conjuntamente para las mujeres reales. En
suma, Eva y Mara compendian y sintetizan la paradoja del ser femenino, que se
debate entre el bien y el mal, el pecado y la virtud. Finalmente, hay algo que
enlaza al modelo y al contramodelo, ya que ambas
estn asociadas a la maternidad: Mara como madre del Hijo de Dios, Eva como
madre primigenia de la humanidad.9
Los(as)
articulistas sostienen que las mujeres deben emular el papel mariano en la
Sagrada Familia de Nazareth, caracterizado por la
obediencia, la pureza y la castidad. La familia, clula de la sociedad, aparece
como una creacin de Dios cuyo fundamento es el sacramento del matrimonio, que
erige un lazo indisoluble cuyo fin es la procreacin. nicamente en su seno las
mujeres pueden desarrollar su sexualidad. Por ello, les explican que durante el
noviazgo deben conservar la virginidad y que es una etapa de aprendizaje para
la vida conyugal regida por el sentimiento del amor. El enlace es visto
entonces como una meta ineludible, la base para la conformacin del hogar y la
puerta legtima de acceso a la maternidad.10
El
origen del hogar es vinculado al instinto maternal femenino, es decir, el deseo
de cuidar a los hijos deriva en la creacin de sitios protegidos donde habitar,
dando lugar a la comunidad que a travs de los siglos se convierte en la
civilizacin moderna.11 En el hogar cristiano, punto final de la
evolucin histrica, tanto el padre como la madre tienen autoridad —por
derecho natural y positivo— y son irremplazables, pero no cumplen las
mismas funciones. Los hombres, provistos de derechos civiles y polticos, son
proveedores, responsables de las mujeres, los nios y los ancianos. Sus
obligaciones en relacin con las tareas domsticas son prcticamente nulas pero
detentan el mximo y sagrado imperio en todas las decisiones. Como contracara,
aparecen mujeres cuyos deberes, de acuerdo con el lugar que ocupen en la unidad
familiar, se circunscriben a todas las labores necesarias para la vida
cotidiana que se desenvuelven en el mbito domstico.
Numerosos
artculos particularizan los papeles de "la mujer"
—conceptualizada en sentido abstracto— en funcin de su posicin en
los lazos familiares. En carcter de hija, debe obedecer sumisamente a los
padres, empendose en complacerlos. Como esposa, debe convertirse en auxiliar
del marido, apoyndolo en sus luchas y consolndolo en sus penas. Si es madre,
sus deberes esenciales son el cuidado fsico y la formacin espiritual de los
hijos como cristianos y ciudadanos. Su misin domstica se resume en procurar
un ambiente de paz, armona y unin, suavizando la severidad del poder paterno
y ejerciendo un verdadero apostolado religioso en el "santuario" del
hogar.
Ms
especficamente, las tareas domsticas consisten en embellecer la casa, de
acuerdo con el estado econmico de la familia y destinando lugares a las
imgenes religiosas, adems de ocuparse de la limpieza, la alimentacin, la
contabilidad y la vestimenta, as como del cuidado de los enfermos, el
mantenimiento del jardn y la direccin de la servidumbre.12
Este
trabajo no remunerado —por considerarse una labor natural no
productiva— requiere organizacin, ahorro y empleo de gran cantidad de
tiempo. En pocas ocasiones se mencionan actividades de esparcimiento como tocar
el piano o pintar, especificando que son secundarias. Las mujeres deben prepararse
concienzudamente para cumplir su cometido, sustrayndose a las exigencias
sociales extradomsticas, cultivando su religiosidad
y aprendiendo los menesteres propios de un ama o duea de casa.13 En las referencias a estos temas
se vislumbran tensiones pues, por un lado, se consideran como inherentes al ser
mujer y, por otro, los periodistas se empean en indicar a sus lectoras que
deben instruirse sobre la administracin domstica.
Sobre
la maternidad, los(as) redactores(as) consideran que involucra, en primer
trmino, una dimensin fsica, ligada a las funciones de gestar, parir y
amamantar y, en segundo trmino, la crianza, que comprende tanto el cuidado del
cuerpo como del espritu del hijo. Considerando que las mujeres deben ser
formadas para cumplir esos fines, en algunos artculos les ofrecen informacin
relevante para la atencin de la salud infantil. Por ejemplo, les explican cul
es el periodo de contagio de las enfermedades y les dan indicaciones sobre
vestimenta, alimentacin e higiene. Del mismo modo, las instruyen acerca de la
importancia de la disciplina y de los valores que deben transmitir a sus hijos.
En esta lnea, les sugieren no mimarlos ni consentirlos demasiado,
aconsejarlos, darles un buen ejemplo y acostumbrarlos a obedecer. Sin utilizar
la violencia, de manera firme pero dulce y persuasiva para suavizar el rigor
paterno, deben transmitirles amor al trabajo, moralidad y rectitud. Todo ello
lograr que se conviertan en hombres y mujeres dignos, nobles de corazn,
valientes, caritativos y abnegados.14
El
componente religioso debe ocupar un lugar especial en la educacin de los hijos
y aparece de manera central en muchas reflexiones ligadas a la maternidad, como
las de Belsai Tamar, que
escribe desde Sierra de la Ventana:
desde
las columnas de RENOVACIN, decir, mejor dicho recordaros, la gran obligacin
que tenis de proporcionar, junto con la instruccin de la inteligencia, la
educacin del corazn; junto al modo de ganarse el pan corporal, el modo de
conquistarse el premio que Dios tiene reservado a todo buen cristiano;
proporcionndoles en una palabra, la instruccin religiosa, envindolos a lo
menos los das festivos, al catecismo que en las capillas e iglesias se da y
permitidles tambin cuanto antes, que el alimento del alma, la Sagrada
Eucarista, llegue a sus inocentes almas, antes que el vicio tome posesin de
ellas.15
Para
guiarlas en esta tarea, distintos articulistas les recomiendan lecturas
pertinentes y les presentan modelos ejemplificadores de madres que, a semejanza
de la Virgen Mara, son transmisoras de valores religiosos.
Criar
y educar no son tareas fciles ni cortas pues implican moldear a los infantes.
Numerosas metforas dan cuenta de estas facetas de la relacin madre-hijo. Se
los asimila, por ejemplo, al libro y su primera hoja, al escultor y el mrmol,
al jardinero y la flor. Las madres deben ocuparse personalmente de esta formacin
integral evitando, en la medida de lo posible, acudir a los servicios de
nodrizas y nieras que interfieren en el contacto directo con sus hijos. Se
ensalza a la maternidad como una misin plena de sacrificios en pro del
bienestar de los vstagos y que requiere una alta dosis de abnegacin. Implica
un tipo de sufrimiento que nunca tiene fin, pues las preocupaciones de las
madres se prolongan durante toda la vida de los hijos, especialmente si no se
encaminan por la senda del bien. Monseor Besteaud
seala al respecto: "el nio crece y se desarrolla bajo los sufrimientos
de la madre que lo modela y lo educa. Benditas las madres que han sufrido,
sufrido mucho, para educar a sus hijos!"16 En suma, se considera que la
consagracin al hogar conlleva sacrificios, pues requiere que las mujeres se
olviden de s mismas y procuren encontrar la "poesa" en una
"prosa" domstica compuesta por labores silenciosas, montonas, fsicamente
agobiantes y muchas veces invisibles, a diferencia de las actividades
masculinas que pueden redundar en grandes reconocimientos sociales.
Este
enfoque en torno a la maternidad y la domesticidad, que no idealiza
completamente la realidad, pretende convencer a las mujeres de que, a pesar de
las renuncias y esfuerzos que implica su condicin, su trascendencia es tan
significativa que compensa las eventuales aristas negativas. Por ello, los y
las articulistas ponen especial nfasis en recalcar la influencia social que
las mujeres ejercen desde el hogar:
el
hombre hace todo por ella, ella es el imn de su voluntad, el mvil de sus
acciones, ella es el eje cardinal de la familia [...] En los hechos ms
solemnes y culminantes de la historia, en los cambios de civilizacin, en los
avances del progreso, si es que ellas no los realizan, veris al lado y
cooperando con el hombre providencial una madre, una hermana o una esposa.17
Inviniendo
la asimetra de gnero, consideran que la mujer es la que tiene poder de hecho
sobre el hombre, que ostenta su poder por derecho. Esto es especialmente
sealado en relacin con la madre:
Un
corazn de madre, un verdadero corazn de madre puede salvar no slo a un hijo,
sino todo el mundo.
Las
mujeres —dice el conde de Maestre— no han producido ninguna obra
maestra en ningn gnero [...] No inventaron el lgebra, ni el telescopio, ni
la mquina de vapor [...] pero hicieron algo mucho ms grande que todo eso,
porque en su regazo se forma lo mejor del mundo: los hombres y las mujeres
virtuosas.
[...]
ellas son las que dirigen las costumbres; y los pueblos, a su vez se forman ms
por la influencia de las costumbres que por la fuerza de las leyes.18
A
los ojos de los(as) catlicos(as) que publican en la prensa bahiense, la
influencia de la madre es tan grande que se extiende considerablemente ms all
de las fronteras del ncleo domstico y de los primeros aos de vida de sus
vstagos. Sealan que si durante su juventud un hombre se acerca al vicio las
enseanzas maternas del pasado pueden salvarlo. Inclusive, su impronta
permanece an despus de su desaparicin fsica, actuando como una gua en la
conciencia de sus retoos. Indudablemente, la principal recompensa de una madre
que ha llevado a cabo correctamente su misin es el reconocimiento y el cario
perdurable de sus hijos. Al placer derivado del cumplimiento del deber se unir
la satisfaccin de ver cmo sus hijos varones buscan esposas que ostenten sus
mismas virtudes y cmo sus hijas replican en sus propias familias su modelo de
madre cristiana.19
En
distintas notas se indica que el cristianismo es un culto que procura el
enaltecimiento de las mujeres honrando sus papeles maternales y domsticos:
La
mujer ha recobrado su dignidad con la aparicin del cristianismo, el que le
devolvi todas las virtudes, todas las libertades, todos los derechos,
elevndola a la categora en que Dios la colocara al crearla, como compaera y
no como esclava del hombre; como ayuda semejante en todo a l y no como objeto
de placer o pasatiempo. Con la aureola con que la religin catlica la adorn,
ocup su puesto de reina del hogar y como madre, esposa e hija, constituy el
mayor timbre de gloria para la familia cristiana y reclam para s con toda
justicia los ms caros afectos, las ms delicadas ternuras.20
El
estatus femenino es concebido como una conquista cristiana que termina con la
posicin oprobiosa de las mujeres propia del paganismo. Esta referencia,
enraizada en los orgenes, es la piedra basal de una estructura argumentativa
que procura ser coherente con el fin de edificar una barrera que imposibilite
los cuestionamientos. Queda claro que al asumir su papel domstico, de acuerdo
con el modelo catlico de feminidad, las mujeres estn en condiciones de
"igualdad" con el "sexo fuerte" y ejercen el poder en sus
propios "reinos".
Pese
a lo anterior, cabe aclarar que el concepto de maternidad para el catolicismo
no se restringe a los aspectos vinculados con el binomio madre-hijo en el seno
domstico, pues conlleva tambin una dimensin espiritual y social que implica
una proyeccin de las caractersticas maternales femeninas, ya sean madres
potenciales, reales o mujeres estriles, hacia otros sujetos y espacios de
intervencin. La sensibilidad de las damas y seoritas a las que va dirigido
este discurso periodstico las predispone a comprender el sufrimiento de otras
madres en razn de su pobreza y de su explotacin laboral, y de manera
especial, las necesidades y padecimientos de los nios abandonados, hurfanos o
descuidados.21 De esos sentimientos nace la caridad de tipo
individual, que implica la colaboracin econmica con los desposedos, y un
caso particular de maternidad social que es la beneficencia, vista como
extensin legtima de las tareas domsticas hacia el espacio pblico.
La mujer "moderna" y algunas concesiones
al modelo familiarista
Desde
fines del siglo XIX, cuando se sancionan las denominadas "leyes laicas"
de educacin, matrimonio y registro civil, la Iglesia catlica reacciona ante
las intenciones laicizantes y la intromisin real o
potencial del Estado en la vida privada, as como tambin ante las
transformaciones de la realidad de las ltimas dcadas y la expansin de
ideologas que considera "disolventes", como lo son el socialismo, el
anarquismo y el feminismo. La preocupacin eclesistica por la condicin
femenina est entrelazada en el discurso con el diagnstico de una crisis
social atribuida a esos factores que provocan la decadencia de la familia
cristiana en una sociedad que, a los ojos de los catlicos, se seculariza con
rapidez.22
Quienes
escriben en la prensa confesional bahiense reconocen que an existen hogares
cristianos ejemplares, pero cuestionan a ciertas mujeres calificadas como
"modernas", cuyas conductas e ideas generan corrupcin en las
costumbres, produciendo graves efectos en las familias. Este patrn de
feminidad est ligado a una serie de transformaciones que impactan sobre las
damas y seoritas de la elite y la clase media en formacin pero se extienden a
las pertenecientes a los sectores obreros, que intentan imitarlas. Contiene
rasgos discordantes con el modelo catlico, que pueden observarse, por ejemplo,
en la siguiente contraposicin:
La
mujer ha credo y sigue creyendo que su misin en la tierra es la de agradar:
para lo cual, se atiene a las modas y a la exhibicin continua [...] y no es
as; la mujer hacendosa, la mujer amante de su hogar, la modesta, esa es la que
cumple con su deber [...] y aquella coqueta que no pierde fiestas, que no sabe
ms que presumir sin mirar el ms all, esa mujer no ha comprendido su misin.
La primera es buena, trabajadora, es la verdadera compaera del hombre: no es
la esclava, como se le quiere llamar a veces porque ella no se exhiba ni vaya a
fiestas [...] En cambio, la otra es derrochadora, muy amiga de la calle y de la
moda.23
En
trminos generales, los(as) redactores(as) critican la excesiva preocupacin de
las damas y seoritas por su aspecto.24 Hasta las militantes catlicas pecan por la
falta de discrecin y austeridad en sus modales, atuendo, peinado y maquillaje.
Algunas llegan a adquirir un porte viril, incurriendo en una deformacin tanto
fsica como espiritual. Advierten, adems, que la moderacin recomendada por la
Iglesia disminuye al tiempo que aumentan los gastos en telas, accesorios y modistas,
derrochando el dinero que podra dedicarse al socorro de los ms necesitados e
impidiendo la tranquilidad econmica de la familia.
La
mayora de quienes escriben sobre el tema piensan que el inters por la belleza
fsica exterior que implica seguir los dictados de una moda anticristiana est
en pugna con el cultivo del espritu y con la imagen de una mujer que desde
joven encamina sus acciones hacia el cumplimiento de los ms elevados fines a
que su sexo la destina para el futuro. Como expresa Lady Arers,
ponen en exhibicin el vaco de las almas que llevan dentro de sus cuerpos
mostrados sin reparos, a falta de talentos o habilidades.25
En
la crtica realizada a todos esos elementos subyace el lazo entre crisis moral
y sexualidad. El exhibicionismo y la falta de continencia que desencadenan esas
manifestaciones son altamente reprobables para una institucin que pregona la
moderacin como patrn de conducta. La tica catlica, que opera sobre lo
pblico, sanciona conductas inadecuadas en relacin con la convivencia social,
procurando alertar a los fieles sobre sus efectos negativos.26
Los
cuestionamientos estn ligados con nuevas modalidades de vinculacin intergenrica que se registran en otras latitudes de la
repblica y son palpables en la regin. El proceso de modernizacin trae
aparejada una intervencin femenina crecente en el
espacio pblico, como fruto de la insercin en el mercado laboral, el acceso de
alumnas y docentes a las instituciones educativas posprimarias
y la generacin de numerosos espacios de esparcimiento. En muchos casos,
resalta la libertad de movimientos que conduce a las mujeres a desdear la
presencia de acompaantes, obligada en otros tiempos. Sus cuerpos y voces se
hacen visibles tambin a travs de la escritura en los peridicos, de la
asistencia a las reuniones polticas organizadas por radicales, socialistas y
anarquistas e incluso de la adhesin a los principios del feminismo y la
vinculacin con movimientos capitalinos de mujeres. Segn los catlicos, su
exposicin pblica las vuelve propensas a contraer enfermedades y recibir
influencias perniciosas, como las de los bailes modernos, el cine y el teatro.
A esto se agrega el hecho de que entablan relaciones con sus pares masculinos
en gran nmero de sitios, dando lugar alflirt, que
no condice con los comportamientos moralmente correctos.
Para
contrarrestar todos esos procesos, quienes escriben en la prensa catlica
promueven acciones concretas por parte de religiosos y laicos, apoyndose en la
palabra papal que, por ejemplo, condena los estragos de la moda y predica la
modestia y la decencia. El sumo pontfice responsabiliza a las propias mujeres,
a los hombres que no se oponen a los desaciertos de sus esposas e hijas y a los
sacerdotes, a los cuales solicita que incluyan el tema en sus sermones. En la
misma lnea, difunden tambin las prcticas de algunos sacerdotes italianos que
se niegan a administrar la comunin a las mujeres que llevan los hombros y los
brazos descubiertos, as como las admoniciones de los prelados bahienses
tendientes a acotar las extravagancias de la moda femenina.27
En
cuanto a las mujeres bahienses, desde las pginas de los peridicos las
incitan, por ejemplo, a imitar un movimiento de la capital federal que lucha
contra las modas licenciosas, las danzas provocativas, los espectculos
teatrales y cinematogrficos bochornosos, las publicaciones inmorales y los
galanteos del "compadraje callejero".28 Como damas catlicas que desean
la dignificacin de la sociedad corrompida, aparecen as como responsables de
la moralizacin de una sociedad que ha perdido el rumbo, pero que puede
retomarlo si es guiada de manera adecuada.
Desde
la ptica catlica, muchas mujeres "modernas" subvierten la
distincin entre esferas masculinas y femeninas. En conexin con esto, se
seala el hecho de que no permanecen mucho tiempo en el hogar como una consecuencia
devastadora de estos procesos:
La
mujer se casa sin saber lo que es el matrimonio; ni como sacramento ni como
estado de la vida que no podr abandonar jams; es esposa sin conocer los
sagrados deberes que pesan sobre s; es madre y no comprende la sublimidad y
trascendencia de su misin en el seno del hogar. Los pasatiempos, las
diversiones, las conversaciones frivolas, cuando no
pecaminosas, la moda, el deseo de aparecer, he aqu los grandes pensamientos
que en general, preocupan a la mujer, an a las que son esposas y madres.29
El
afn de las mujeres por salir de sus casas, debido a que se aburren en ellas y
prefieren ocupar su tiempo paseando y comprando diversidad de productos, trae
aparejada una reduccin en el apego hacia el hogar que no se circunscribe a
ellas pero de la cual son responsables. En efecto, su ausencia desalienta
tambin la permanencia en l de los esposos, nios y jvenes.
Destacan
que cuando las madres, esposas y hermanas se encuentran en sus casas, no
emplean el tiempo en tareas tiles, sino que se arreglan durante horas frente
al tocador, observan a los transentes por la ventana y leen novelas inmorales.
No asumen correctamente su papel conyugal, mancillando el honor de sus maridos.
Para empeorar el panorama, generan el peligro de fracturar la transmisin de la
religin y la moral, pues ellas mismas descuidan sus deberes de cristianas,
como el rezo matinal y nocturno, la lectura de textos de formacin religiosa y
la asistencia a misa.
Se
trata de madres "modernas", indiferentes a sus deberes, que slo
viven para el mundo y no sacrifican las diversiones por el bien de sus hijos.
Se las acusa de no apreciar a sus vstagos como obras de Dios y de exponerse a
contraer enfermedades que, al transmitirse, darn lugar a una generacin dbil
y raqutica. Adems, su autoridad se ve menoscabada ya que no se ocupan
personalmente de sus nios, no los amamantan y los confan al cuidado de
nodrizas y nieras hasta que llega el momento de enviarlos a colegios o
internados.
Desde
la perspectiva periodstica, denotando un alto grado de inconciencia, estas
madres no se percatan de las influencias peligrosas para sus hijos que
provienen del cine, el teatro, los bailes, las malas compaas y las lecturas
inadecuadas:
Pero
hay madres, pobres madres! necias madres! Que al
confiar el encargo de preparar su hija para la primera comunin y al dirigir su
conciencia, no saben hacerlo sin mil recomendaciones. Por caridad! que no se
diga ninguna palabra que pueda ofender el candor de aquella delicada sentitiva\sic\, que sean muy prudentes las
preguntas y muy velada la explicacin doctrinal. Y a la noche conducen esa
tierna sensitiva al teatro o al cine, donde la seduccin se ofrece a la
infeliz, provocadora y maliciosa.30
Adems,
no saben lo que sus hijos aprenden en la escuela y son incapaces de
contrarrestar desde el hogar la mala influencia de los establecimientos
educativos ateos. Como resultado de este gnero de educacin los nios se
convierten jvenes incrdulos, irrespetuosos y viciosos.
Por
su parte, las nias devienen jovencitas independientes y frivolas,
que no se encuentran preparadas para sus futuros papeles de esposas y madres.
Por
lo anterior, se cree que las mujeres "modernas" corren el riesgo de
permanecer solteras, debido a que los jvenes que han tenido como modelo a una
madre verdaderamente catlica no encuentran en ellas las cualidades y
condiciones morales necesarias para desposarse y se desalientan ante sus
exigencias de una vida colmada de lujos.31 Si logran casarse, sus conductas desordenadas
producen el debilitamiento y la descomposicin del hogar —un proceso de
crisis de la familia cristiana que tambin registran en otros lugares del
mundo—, permitiendo la propagacin de ideas que atentan contra sus
principios fundantes. Los planteamientos acerca de la subalternidad
femenina en materia de derechos, as como las propuestas relativas al aborto y
al divorcio que provienen desde distintos sectores ideolgicos preocupan
considerablemente a los y las articulistas.32
Quienes
escriben en la prensa catlica se oponen en principio a todo aquello que
implique poner en riesgo la constitucin de la familia, la maternidad y las
funciones domsticas de las mujeres generando rivalidad con los hombres, ya sea
en la forma de competencia en el mercado o de pretensin de poder poltico.
Pese a ello, hay quienes aceptan algunas mutaciones modernas en la condicin
femenina. Por ejemplo, un articulista destaca algunas aristas beneficiosas de
la moda, sealando que existen mujeres que la estudian y la ponen en prctica
siendo al mismo tiempo excelentes madres, amas de casa y artistas. Indica,
adems, que si se informan no slo en lo relativo a la vestimenta, sino tambin
en lo que atae a las nuevas costumbres, ideas y artes, pueden desarrollar el
buen gusto y hablar de todos los temas, rebatiendo lo superficial e influyendo
convenientemente con una base slida para razonar.33
Algunas
voces avalan tambin ciertas intervenciones de las mujeres fuera del mbito
privado. Como hemos sealado, existe gran consenso en promover la beneficencia.
A las militantes catlicas asociadas se les encomienda, por ejemplo, la responsabilidad
de rescatar, moralizar y proteger a las madres obreras y a sus hijos. Como
seala Sofa Pico: "es innegable que la formacin de las madres es el
campo de accin ms adecuado a la mujer. Esta nia del pueblo que maana ser
columna de cuya firmeza dependern muchas ms, cuya misin se hace de da en
da ms difcil, le preocupa sobremanera."34 Esto implica, por un lado,
vigorizar la maternidad social de las damas sin desligarlas de su papel
familiar y, por otro, preservar esas mismas funciones en el caso de las
trabajadoras. Esta propuesta ayuda a propagar la fe y el modelo catlico de
familia hacia quienes se insertan en el campo laboral, contribuyendo, al mismo
tiempo, a evitar su adhesin a los grupos socialistas y anarquistas.
Otro
tema en el cual se registran ciertas concesiones fuera del modelo dominante es
el de la insercin ocupacional femenina, ligada con los derechos civiles y
sociales. Ante la inevitabilidad del trabajo justificado en la necesidad de
subsistencia, algunos catlicos aceptan empleos que constituyen una proyeccin
de las capacidades domsticas y/o maternales. En ciertos casos, como por ejemplo
los de las maestras y las parteras, es llamativa la tolerancia e incluso
promocin de la educacin/capacitacin, la sindicalizacin, la
profesionalizacin y el acceso a espacios pblicos de trabajo modernizados e
institucionalizados. Buscando la proteccin de la madre obrera, promueven
tambin una reglamentacin que modere las consecuencias del capitalismo liberal
desenfrenado. Inclusive, si bien declaran innecesaria la modificacin en la
esfera civil de la ciudadana para quienes viven respetando los preceptos de la
Iglesia, hay quienes valoran su utilidad en casos de excepcin, como la
soltera, la viudez o la insercin en el mercado laboral, instaurando una
"diferencia de derechos" entre las mujeres de acuerdo con su ciclo de
vida o su particular condicin de clase.35
Finalmente,
es preciso destacar que algunos(as) articulistas abren incluso un resquicio a
la concesin de los derechos polticos a las mujeres (voto y elegibilidad),
partiendo de una consideracin de las excepciones, es decir, de las situaciones
en las cuales, por diversos motivos, las mujeres no logren adecuarse a los
papeles asignados a su sexo. Otros argumentos tienen en cuenta cuestiones sobre
la poca como las consecuencias de la guerra mundial y el hecho consumado de la
presencia femenina en distintos campos fuera del hogar. Tambin hay quienes
adoptan esta postura como forma de defender el hogar amenazado por el avance de
las izquierdas, que supuestamente no reconocen los "derechos" de las
mujeres como "reinas del hogar".36
Consideraciones finales
La
condicin femenina es uno de los temas que interesa particularmente a la prensa
religiosa del suroeste bonaerense a principios del siglo XX, afanada por
diseminar una serie de concepciones sobre la diferencia sexual que tienen dos
facetas, pues constituyen al mismo tiempo una propuesta a seguir y una
respuesta a las transformaciones de la poca que, desde la ptica de la Iglesia,
atentan contra la familia. Los(as) catlicos(as) reconocen la importancia de la
contribucin de esta clula al mantenimiento de la estabilidad social. De all
su nfasis en delinear los papeles de gnero en su interior y en combatir las
conductas novedosas que pudieran corroerla.
Por
lo anterior, la caracterizacin de la domesticidad en el marco del modelo familiarista va entrelazada con un diagnstico acerca de
una crisis del hogar que conlleva una crisis de la mujer domstica.
Aparentemente, se considera que las mujeres son ms propensas a ceder a las
tentaciones de un mundo en transformacin que abandona los valores religiosos.
Debido a que los procesos de socializacin estn en gran medida ligados a las
madres, que dejan su impronta en los nios que se encuentran a su cargo, las
disposiciones difundidas por la Iglesia catlica buscan ejercer un control
sobre la moralidad y la sexualidad de quienes representan el equilibrio
hogareo. En consecuencia, se elabora un discurso periodstico preceptivo, que
norma el "deber ser" femenino. En razn de la diferencia sexual, la
domesticidad y la maternidad son enaltecidas y conceptuadas como los papeles
femeninos por excelencia. Si bien las mujeres educadas, pertenecientes a las
clases medias y altas son las aparentes receptoras de estos discursos, todas
las mujeres estn incluidas en esta abstraccin genrica que construye y unlversaliza la domesticidad en el marco de una divisin
sexual del trabajo. Aquellas que escapan parcial o completamente a los
estereotipos catlicos de feminidad se desnaturalizan, afirmacin que abarca
tanto a las damas y seoritas dedicadas a la vida mundana como a las obreras
que asumen una doble jornada de trabajo asalariado y hogareo.
Perfeccionar
la funcin domstica puede coadyuvar a mejorar la educacin cristiana de los
hijos e hijas y a moralizar la familia y, por ende, la sociedad, contribuyendo
tambin a contrarrestar las ideologas que desde la ptica catlica amenazan
con destruir sus cimientos representando al mismo tiempo una amenaza para la
Iglesia. Los redactores piensan que una forma de combatir el liberalismo, el
feminismo, el socialismo y el anarquismo, frenando al mismo tiempo los avances
del Estado sobre el mbito privado, es concientizando a las mujeres acerca de
sus verdaderos deberes como seoras de su casa y madres cristianas. Sin
embargo, este mismo propsito parece animar algunas voces que simpatizan con la
idea de concederles derechos polticos, civiles y sociales. Es claro que los
catlicos no aceptan la nocin de desigualdad de gnero e incluso muchas veces
emplean los conceptos de derechos, libertad e igualdad identificndolos con los
papeles hogareos de las mujeres, de una forma que no desafa sus
clasificaciones sobre la diferencia sexual y la teora de la divisin de las
esferas. Sin embargo, en apariencia, no todos pueden permanecer tajantemente
apegados al ideal familiarista ante los cambios
producidos en la condicin femenina, por lo cual algunas voces parcialmente
disidentes conviven con un modelo que recoge ideas tradicionales y dominantes
de la Iglesia acerca de los papeles apropiados para las mujeres.
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1 Los
estudios histricos revelan que el voto se otorga a las mujeres en los pases
protestantes en torno a la dcada de 1920 y en los catlicos apartirde 1930, fundamentalmente despus de la segunda
guerra mundial (excepto en Austria, Polonia, Checoslovaquia y Ecuador) y
sealan las dificultades para la obtencin de los derechos civiles debido a la
condicin sacramental del matrimonio y a una concepcin patriarcal de la
familia que se perpeta en la laicidad. Sobre el papel de los valores
religiosos en la conceptualizacin de la feminidad vase Giorgio,
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Guy, "Sexualidad", 2006, y Barrancos,Mujeres, 2007.
2 Si
bien no se desconocen las continuidades polticas, sociales, culturales y
religiosas cuya importancia ha sido especialmente sealada en la historiografa
reciente, el presente estudio se cierra al comenzar la dcada de 1930, que se
inicia con un golpe de Estado y en la cual se producen cambios significativos
en el catolicismo, con la creciente presencia en los medios masivos de
comunicacin, las movilizaciones de masas, los congresos eucarsticos, el
aumento del nmero de dicesis y parroquias, la expansin de las organizaciones
del laicado y la aparicin del denominado "mito de la nacin
catlica". En cuanto al trmino modernizacin, alude a los cambios
producidos en distintos pases de Amrica Latina a partir de la dcada de 1880,
ligados a la insercin en el mercado internacional como exportadores de
alimentos y materias primas e importadores de
productos manufacturados. En Argentina, estos procesos dan lugar a un notable
crecimiento de las ciudades portuarias del litoral pampeano vinculado al modelo
agroexportador, como Buenos Aires, Rosario y Baha Blanca. Se producen
inversiones y avance en transportes, comunicaciones y sistemas sanitarios. La
inmigracin masiva cambia la fisonoma poblacional al dar lugar a la
conformacin de las clases medias y obreras urbanas. Estos cambios son
motorizados por sectores que han sido caracterizados como liberales en lo
econmico y conservadores en materia poltica, con una tendencia hacia
polticas republicanas de gobierno con divisin de poderes y una creencia en la
laicizacin de las instituciones. Sobre los trminos "modernidad" y
"modernizacin" en relacin con el gnero vase Barrancos, "Problematic", 2006.
3 En
relacin con la historia de las mujeres vanse los siguientes trabajos
historiogrficos: Valobra, "Algunas", 2005;
Barrancos, "Historia", 2005, y Lagunas, "Estudios", 2009.
Sobre el periodismo catlico, vense Auza, "Revistas", 2000; Lida, "Prensa",
2006a, y "Prensa", 2006b; Stfano y Zanatta, Historia, 2009; Lida,
"Algo", 2009; Mauro, Templos, 2010. Desde el punto
de vista de gnero, ha sido objeto de varios anlisis la revistaCriterio, como
los de Acha, "Organicemos", 2000, y Caroglio, "Actor", 2006. Como ejemplo reciente de
los estudios enmarcados en la renovacin de la historia del catolicismo vase,
Lida y Mauro, Catolicismo, 2009.
4 Hacia
1890 aparece una publicacin de inspiracin salesiana de la cual no se
conservan ejemplares. Sobre el asociacionismo catlico en Argentina y Baha
Blanca vanse Stefano et al., Cofradas, 2002, y Martos, Historia,2003.
5 Arte
y Trabajo es editada por un laico militante
en el catolicismo social pero evidencia en ocasiones una visin ms amplia que
la de los peridicos, incluyendo artculos referidos a otras posturas
ideolgicas. Sus primeros nmeros se editan en la localidad de Mdanos.
6 Nos
referimos a las encclicas Rerum Novarum (1891), Divini
lllius Magistri (1929)
y Cast! Connubii (1930).
7 Sobre
gnero y feminidad vanse Lamas, "Gnero", 1996; Navarro y Stimpson, Sexualidad, 1999; Cobo,
"Gnero", 1995; Thbaud,
"Gnero", 2006, y Aparicio et al, Cuadernos, 2009.
8 Cobo,
"Gnero", 1995, pp. 66 y 67. Las ideas desarrolladas en este artculo
sobre la domesticidad fueron presentadas en la ponencia "Catolicismo y
condicin femenina: representaciones de gnero sobre la domesticidad en la
prensa de Baha Blanca a principios del siglo XX", realizada en el marco
de una beca posdoctoral del Conicet y presentada en las X Jornadas Nacionales
de Historia de las Mujeres, y V Congreso Iberoamericano de Estudios de Gnero
"Mujeres y Gnero: Poder y Poltica", Lujn, Universidad Nacional de
Lujn, 2010.
9 En
el siglo XIX se multiplican las apariciones y los milagros de la Virgen y a
partir de la segunda mitad del decenio se fortalece la tradicin del culto
mariano a travs de una prdica sistemtica reforzada con la promulgacin de
los dogmas de la Asuncin y de la Inmaculada Concepcin. Referencias a Eva y Mara
se encuentran, entre otros, en los siguientes artculos: "Notas
bahienses", El Mensajero, 11 de noviembre de 1908; Alice
Murray, "Colaboracin", El Mensajero, 17 de
diciembre de 1910; E. B. de C, "Madre Dolorosa", Renovacin,31
de marzo de 1923; Dionisio R. Napal,
"Espigas", Renovacin, 22 de septiembre de 1923;
"Mes de Mara",Renovacin, 10
de noviembre de 1923; D. R. G., "Mara es nuestra madre", Renovacin, 24
de mayo de 1924; E S., "La Inmaculada Concepcin", Renovacin, 6
de diciembre de 1924; "La Sagrada Familia", Renovacin, 10
de enero de 1925, y Juana Marchi de Dobal, "Mes de Mara", Un Paso Ms, 21
de noviembre de 1930.
10 Sobre
el matrimonio vanse "El profesor y la madre", Renovacin, 25
de junio de 1921; L. A. P., "Feminismo", Bandera Blanca, 7
de enero de 1922; 'Xa mujer fuerte", Renovacin, 28
de abril de 1923; "La familia", Renovacin, 1 de
diciembre de 1923; "La evolucin de la familia", Renovacin,
2 de agosto de 1924; Mrgara, "La vida
conyugal", Renovacin, 9 de agosto de 1924, y
"Consejos a la novia", Renovacin, 22 de junio de
1926.
11 Vanse
"La mujer, el bolsevikismo y el hogar", Arte
y Trabajo, 30 de junio de 1920, y Mrgara,
"El cario de la casa", Renovacin, 21 de junio de
1924.
12 El
modelo de familia como base de la sociedad, fundada en la pareja heterosexual y
monog-mica, nuclear, jerrquica, patriarcal y
universal, est extendida en la poca como "normal" y deseable,
construyndose desde el derecho, la medicina, la economa domstica, etc. Sobre
los papeles masculinos y femeninos vanse Mnimo, "El hogar", El
Mensajero, 14 de octubre de 1908; "Ecos sociales", El
Mensajero, 26 de noviembre de 1910; "Ecos sociales", El
Mensajero, 31 de diciembre de 1910; "Ecos sociales", El
Mensajero, 14 de mayo de 1910; "La mujer y la casa", El
Mensajero, 18 de enero de 1911; "Feminismo", Bandera
Blanca, 21 de abril de 1922; Alfredo Oriani,
"Feminismo", Arte y Trabajo, junio de 1924; Angela Grassi, "La
mujer", Arte y Trabajo, diciembre de 1925; Luisa,
"Carta a una recin casada", Arte y Trabajo, 30 de
junio de 1926; "Las mujeres ms agradables",Renovacin, 1
de diciembre de 1923; "La mujer fuerte", Renovacin, 28
de abril de 1923; "Conejillos para ellas",Renovacin, 10
de noviembre de 1923; "Misin de las madres", Renovacin, 24
de septiembre de 1924; Mrgara, "El cario de la
casa", Renovacin, 21 de junio de 1924; Mrgara, "La mejor hora del hogar",Renovacin, 1
de marzo de 1924; Mrgara, "La mujer en la
familia", Renovacin, 14 de junio de 1924; "Qu
haremos con nuestras hijas?", Renovacin, 24 de mayo de
1924; Juan Moka, "La buena esposa", Renovacin, 26
de julio de 1924; Dienana, "Feminismo", Renovacin, 13
de diciembre de 1924; Mrgara, "Cmo puede la
mujer catlica ejercer su apostolado en el hogar y fuera de l?", Renovacin, 15
de agosto de 1925; "La eleccin de la escuela", Renovacin, 10
de marzo de 1926; Teddy, "Paliques femeninos", Renovacin, 15
de agosto de 1926, y "La mujer", Renovacin, 24 de
mayo de 1926.
13 Las
denominaciones "duea de casa" y "ama de casa" designan a
las responsables por el trabajo domstico. A grandes rasgos, la primera hace
referencia a las mujeres de estratos sociales ms altos, que disponen
generalmente de servidumbre, mientras que la segunda designa a quienes se
ocupan directamente de todas las tareas hogareas. Vase Perrot, Historia, 2008,
pp. 145-147.
14 J.
Jos Leonelli, "La madre", El
Mensajero, 27 de septiembre de 1908; "Miscelnea", Arte
y Trabajo, 20 de febrero de 1918; Carmen S. de Pandolfini,
"Pensarn en su madre", Arte y Trabajo, 31 de
diciembre de 1918; "La buena mam", Arte y Trabajo, 31
de mayo de 1921; Dr. D. S. Cavia, "De la mujer", Arte y
Trabajo, 31 de agosto de 1921; "Madres", Bandera
Blanca, 7 de julio de 1922; "Madres modelos", Renovacin, 10
de noviembre de 1923; Mrgara, "La mujer en la
familia", Renovacin, 14 de junio de 1924; Alfredo Oriani, "Feminismo", Arte y Trabajo, junio
de 1924; A. A. E, "Madres", Renovacin, 21 de marzo
de 1925, y Teddy, "Paliques femeninos",Renovacin, 23
de julio de 1926.
15 Belsai Tamar, "El feminismo
en accin", Renovacin, 5 de agosto de 1922. Vase
tambin "La madre de Washington", El Mensajero, 6 de
enero de 1909; Mrgara, "La mejor hora del
hogar", Renovacin, 1 de marzo de 1924; Mrgara, "Cmo puede la mujer catlica ejercer su
apostolado en el hogar y fuera de l?",Renovacin, 15 de agosto de 1925;
"Misin de la madre", Renovacin, 14 de marzo de
1925 y "La primera catequista", Un Paso Ms, 27 de
marzo de 1931.
16 Monseor
Besteaud, "La santa misin de las madres", Renovacin, 26
de septiembre de 1925. Vase tambin Jos Vicente Pini,
"Amor de madre", Renovacin, 8 de noviembre de 1924.
17 "La
mujer", El Mensajero, 9 de enero de 1909.
18 "Influencia
de la mujer", Renovacin, 29 de julio de 1922; A. A. F.,
"Madres", Renovacin, 21 de marzo de 1925 y
"Madres", Renovacin, 11 de mayo de 1926. Vase
tambin "La buena mam", Arte y Trabajo, 31 de mayo
de 1921; Emilio Castelar, "La madre", Renovacin, 25
de agosto de 1923; Alfredo Oriani, "Feminismo",Arte y
Trabajo, junio de 1924; "Madre, la ms tierna, dulce y profunda
de las palabras humanas", Renovacin, 26 de julio de 1924
y Emilio Castelar, "Amor materno", Renovacin, 15 de
agosto de 1925.
19 J.
Jos Leonelli, "La madre", El
Mensajero, 27 de septiembre de 1908; "Variedades", El
Mensajero, 7 de octubre de 1908; Carmen S. de Pandolfini,
"Pensarn en su madre", Arte y Trabajo, 31 de
diciembre de 1918; Monseor Ramn Angel Jara,
"La madre cristiana", Renovacin, 24 de septiembre
de 1921; Belsai Tamar,
"Mi madre", Renovacin, 8 de julio de 1922;
"Madres modelos", Renovacin, 10 de noviembre de
1923; "Madre, la mas tierna, dulce y profunda de
las palabras humanas", Renovacin, 26 de julio de 1924;
"Misin de la madre",Renovacin, 14
de marzo de 1925, y "Me voy a casar", Renovacin, 9
de julio de 1926.
20 "La
mujer y la religin", Renovacin, 19 de agosto de 1922.
Vase tambin, Calixto Pieiro, "Verdadero feminismo", Renovacin, 8
de octubre de 1921; "La voz de las madres rusas", Renovacin, 10
de diciembre de 1921; Naujerdap, "Qu hace la
mujer?", Renovacin, 26 de abril de 1924; "La mujer
en China", Renovacin, 24 de diciembre de 1921;
"Harem y Hogar", Renovacin, 1 de noviembre de 1924
y L. A. R, "Feminismo", Bandera Blanca, 7 de enero
de 1922. Como seala Rosa E. Ros Lloret refirindose
a Europa, en el siglo XIX las referencias a la infamante situacin femenina
antes de la predicacin de Jesucristo son constantes en todos los textos
catlicos que tratan de la mujer. Se olvidan las manifestaciones acerca de la
inferioridad de la hembra y de su predisposicin al pecado, al mismo tiempo que
se obvian las referencias de los santos padres a la identificacin de la mujer
con el mal. Ros, "Sueos", 2006, p. 185.
21 En
palabras de Alfredo Oriani: "la mujer estril
tendr una maternidad espiritual tal vez ms profunda y ms pura: ella puede
alcanzar hasta la comprensin de la obra, si no a su creacin". Alfredo Oriani, "Feminismo",Arte y Trabajo, junio de 1924.
Vase tambin, E. B. de C, "Hambre!", Renovacin, 23
de septiembre de 1922, y Maga, "Los nios", Renovacin, 5
de mayo de 1923.
22 La
laicidad concierne al lugar y papel de la religin en el campo institucional.
La secularizacin est vinculada a la dinmica social, al pasaje de una cultura
religiosa ms o menos socialmente abarcativa a una
creencia limitada correspondiente a una parte especfica de la cultura,
implicando una reorganizacin de la esfera religiosa y no su retraccin o
decadencia social. Vase, Mauro, "Imgenes", 2008.
23 D.
R. G., "Las nias modernas", Renovacin, 15 de marzo
de 1924. Otra comparacin aparece en: 'Terrible contraste", Renovacin, 4
de mayo de 1926. Vanse tambin algunas caracterizaciones generales: "Las
mujeres ms agradables", Renovacin, 1 de diciembre de
1923, y "La vida en nuestros das", Renovacin, 24
de septiembre de 1924.
24 En
el periodo de entreguerras se producen cambios en la moda, pues de los vestidos
largos, pesados y con enaguas, del uso de sombreros incmodos y el cabello
largo y recogido, se pasa a la falda corta y los cabellos cortados a la garon.
25 Lady
Arers, "Charlas femeninas", Renovacin, 10
de enero de 1925.
26 Como
seala Michela Giorgio, sobre la estimacin de la
pureza -virtud individual, intradeter-minada, basada
en principios de autonoma moral intensificada por la importancia que asume la
confesin- se construye el modelo femenino de la perfeccin virginal. Por otra
parte, el ingreso masivo de las mujeres en la esfera pblica multiplica las
posibilidades de transgresin. En el siglo XX, el valor de la virginidad queda
expuesto a las tentaciones de una moral social extradeterminada.
El estmulo a la imitacin de comportamientos ms emancipados (vestimenta, relaciones,
lecturas) proviene de modelos vivos; de la calle o de la crnica periodstica
laica. Giorgio, "Modelo", 1991-1993, p. 231.
27 Con
respecto a la palabra papal vase: "El papa y la moda", Renovacin, 18
de julio de 1925; "S. S. Po XI habla sobre las modas femeninas", Renovacin, 15
de febrero de 1926; "La moda actual es una vergenza",Renovacin, 22 de febrero de
1926. En el mismo peridico se comenta que el cura y vicario forneo de Baha
Blanca, presbtero doctor Jos R. Barreiro, indica a las mujeres que no deben
concurrir al templo vestidas de manera impropia. Notifican que han recibido
quejas por parte de algunas mujeres que lo consideran exigente e intolerante e
incluso piden que se le llame la atencin por no guardar las formas de la cortesa
social y ser demasiado cargoso con exigencias molestas. Dichas mujeres envan
incluso al peridico a personas influyentes para que los periodistas desistan
de publicar artculos crticos al respecto. Vase Francisco Pablo de Salvo,
"Y bien! Seoras...", Renovacin, 19
de julio de 1924; Juan Carlos Zuloaga, "Glosas urbanas", Arte
y Trabajo,septiembre
de 1924; "La indumentaria femenil", Renovacin, 18
de enero de 1926.
28 "Pro
decencia pblica", Renovacin, 19 de noviembre de 1921.
Otros ejemplos en el mismo sentido: "Las damas argentinas", El
Mensajero, 5 de julio de 1908; "Noble actitud de las Damas
Salteas", El Mensajero, 18 de diciembre de 1908;
"Por la moralidad", Bandera Blanca, 3 de marzo de
1922; "El buen ejemplo seoras",Renovacin, 23
de diciembre de 1925; "Es necesario intensificar la accin contra la
inmoralidad creciente en nuestro pas", Renovacin, 15 de
febrero de 1926.
29 "La
vida en nuestros das", Renovacin, 24 de septiembre de
1924. Vase tambin "Modernismo", El Mensajero, 3 de
agosto de 1910; "La mujer modernista", El Mensajero, 17
de diciembre de 1910; R. P. Juan Martinasso,
"Ecos sociales", El Mensajero, 21 de enero de 1911;
Colaboradora, "La mujer moderna",Renovacin, 12
de agosto de 1922; "El hogar argentino", Renovacin, 29
de diciembre de 1923; "Misin de las madres", Renovacin, 24
de septiembre de 1924; Estela, "El hogar", Renovacin, 26
de abril de 1924; Mrgara, "El cario de la
casa", Renovacin, 21 de junio de 1924; "Crisis femenina", Renovacin, 17
de mayo de 1924; A. A. F., "Madres", Renovacin, 21
de marzo de 1925; Teddy, "El vrtigo de la moda", Renovacin, 4
de mayo de 1926; "Madres", Renovacin, 11 de mayo de
1926.
30 "Hay
que conocerlo todo!", Renovacin, 6 de octubre de 1923.
Sobre estos temas vase tambin "Lecturas malsanas", El
Mensajero, 7 de mayo de 1910; Francisco Pablo de Salvo, "Ella y
l", Arte y Trabajo, 5 de diciembre de 1917; Carmen S. de
Pandolfini, "Pensarn en su madre", Artey Trabajo, 31 de diciembre de 1918;
Emilia P. de L., "La voz del pueblo", Renovacin, 7 de
enero de 1922; Belsai Tamar,
"El feminismo en accin",Renovacin,
22 de julio de 1922; "A misa!", Renovacin, 14
de octubre de 1922; "La moda", Bandera Blanca, 24 de
febrero de 1922; "Cmo se baila!", Bandera Blanca, 21
de abril de 1922; "La familia cristiana", Renovacin,6 de
enero de 1923; "El hogar", Renovacin, 7 de julio de
1923; "La inmoralidad impune", Renovacin, 13 de
octubre de 1923; Mara Mercedes Seorans, "El
cinematgrafo", Renovacin, 24 de noviembre de 1923;
"El hogar argentino", Renovacin, 29 de diciembre de
1923; Juan Carlos Zuloaga, "Glosas urbanas", Artey
Trabajo,septiembre
de 1924; Mrgara, "Una preocupacin que debiera
ser esencial de las madres de familia",Renovacin, 17
de enero de 1925; Curro Vargas, "Los hogares vacos", Renovacin, 15
de febrero de 1926; Teddy, "La frivolidad", Renovacin, 22 de
marzo de 1926; "Madres", Un paso ms, 11 de octubre
de 1929.
31 Sealan
que en Baha Blanca hay muchas "solteronas", fenmeno que tambin se
da en Europa, especialmente entre las clases altas. Vanse "Carta
abierta", El Mensajero, 17 de julio de 1909; "Me voy
a casar", Renovacin, 9 de julio de 1926; Ignotus, "Sers feliz", Renovacin, 18
de enero de 1926; Mara C. de Tricerri,
"Reflexiones", Artey
Trabajo, 31 de agosto de 1922; "Crisis femenina", Renovacin, 17
de mayo de 1924; Dienana, "Feminismo", Renovacin, 13
de diciembre de 1924.
32 Mnimo,
"El hogar", El Mensajero, 10 de octubre de 1908;
Mnimo, "El hogar", El Mensajero, 14 de octubre de
1908; "El divorcio y la Iglesia", El Mensajero, 18
de junio de 1910; "La mujer, el bolsevikismo y
el hogar", Artey Trabajo, 30
de junio de 1920; Sofa Molina Pico, "Accin social de la mujer", Bandera
Blanca, 24 de diciembre de 1921; L. A. R, "Feminismo", Bandera
Blanca, 31 de diciembre de 1921; "Feminismo", Bandera
Blanca, 7 de enero de 1922; "Otra ms", Bandera
Blanca, 5 de mayo de 1922; "Notas y notitas", Bandera
Blanca, 19 de mayo de 1922; "La natalidad en Francia", Bandera
Blanca, 2 de diciembre de 1922; G. F. R., "El divorcio",Bandera
Blanca, 13 de enero de 1923; "Cosas de la Rusia roja", Renovacin, 11
de agosto de 1923; "La familia cristiana", Renovacin, 6 de
enero de 1923; "El hogar argentino", Renovacin, 29
de diciembre de 1923; "La familia", Renovacin, 1 de
diciembre de 1923; "El divorcio a la luz de los hechos", Bandera
Blanca, 3 de marzo de 1923; "El divorcio a la luz de los
hechos", Bandera Blanca, 10 de marzo de 1923; "El
hogar", Renovacin, 26de abril de 1924 y "En el seno de
las familias", Renovacin, 4 de abril de 1925.
33 "La
mujer y la casa", El Mensajero, 18 de enero de 1911, p.
1.
34 Sofa
Molina Pico, "Accin social de la mujer", Bandera Blanca, 24
de diciembre de 1921. Vanse tambin, a modo de ejemplo, Maquinita, "Carta
a las polleras", Renovacin, 24 de septiembre de 1921; L.
A. P., "Feminismo", Bandera Blanca, 31 de diciembre
de 1921, y L. A. P., "Feminismo", Bandera Blanca, 7 de
enero de 1922.
35 El
tema de los derechos civiles se pone en escena particularmente cuando se
produce la reforma de 1926. Vanse Mara C. H. de Aulisi,
"Derechos civiles de la mujer", Renovacin, 24 de
septiembre de 1926, p. 7, y Catalina Moyano Mendoza de Astrada,
"Por los derechos civiles de la mujer", Renovacin, 24
de septiembre de 1926, p. 7. Sobre la reforma vase Giordano,
"Ampliacin", 2008, y en relacin con la visin catlica del trabajo
femenino en Argentina y Baha Blanca, Lobato, Historia, 2007,
y Bracamonte, "Mujeres", 2011.
36 Este
tema ha sido analizado en Bracamonte, "Derechos", 2011.
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