ISSN impreso: 0186-0348

ISSN electrónico: 2395-8464

Prensa y sociedad en las dcadas revolucionarias (1910-1940)

 

Press and Society in the Revolutionary Decades (1910-1940)

 

Ana Mara Serna Rodrguez

  

INFORMACIN SOBRE LA AUTORA:

Ana Mara Serna Rodrguez. Profesora-investigadora del Instituto Mora, inscrita al Sistema Nacional de Investigadores, nivel I. Doctora en Historia de Amrica Latina por la Universidad de Chicago. Especialista en historia social y en temas relacionados con la revolucin mexicana como la historia del petrleo, los extranjeros en Mxico y el periodismo. Sus publicaciones ms recientes son: Estudio introductorio de la obra: La justicia durante elporfiriato y la revolucin 1898-1914, Suprema Corte de Justicia de la Nacin, Mxico, 2010; "Periodistas mexicanos: voceros de la nueva Doctrina Monroe", Mexican Studies/Estudios Mexicanos, University of California/UNAM, vol. 26, num. 2, 2010, pp. 207-235; Manuel Pelez y la vida rural en la Faja de Oro. Petrleo, revolucin y sociedad en el norte de Veracruz, 1910-1928, Instituto Mora, Mxico, 2008.

 

ABOUT THE AUTHOR:

Ana Mara Serna Rodrguez. Professor-researcher at the Instituto Mora. National Researcher Level I in the National System of Researchers. Ph. D. in Latin American History from the University of Chicago. Specialist in social history and issues related to the Mexican Revolution such as the history of oil, foreigners in Mexico and journalism. Her most recent publications include: Introductory study of the workLa justicia durante el porfiriato y la revolucin 1898-1914, Suprema Corte de Justicia de la Nacin, Mexico, 2010; "Periodistas mexicanos: voceros de la nueva Doctrina Monroe", Mexican Studies/Estudios Mexicanos, University of California/UNAM, vol. 26, no. 2, 2010, pp. 207-235; Manuel Pelez y la vida rural en la Faja de Oro. Petrleo, revolucin y sociedad en el norte de Veracruz, 19101928, Instituto Mora, Mxico, 2008.

 

Fecha de recepcin: diciembre de 2011; Fecha de aceptacin: diciembre de 2012.

 

Resumen

El artculo aporta una visin panormica de la historia del periodismo en las dcadas revolucionarias, considerando el vnculo entre el quehacer periodstico y la sociedad. Se pretende aqu un acercamiento a las diferentes actitudes que cada uno de los gobiernos revolucionarios manifestaron hacia la prensa, los periodistas y la libertad de expresin. Como parte de una investigacin ms amplia sobre el tema, esta revisin propone que la esfera pblica mexicana se fortaleci entre 1910 y 1940 debido a la fuerza que tom la idea de la libertad de imprenta y expresin, a la fuerza poltica adquirida por los periodistas revolucionarios y a causa tambin de la debilidad del Estado.

Palabras clave: Revolucin; prensa; periodismo; sociedad; esfera pblica; libertad de expresin; libertad de imprenta.

 

Abstract

The article provides an overview of the history of journalism in the revolutionary decades, tracing the link between journalism and society. The aim here is to explore the different attitudes expressed by each of the revolutionary governments towards the press, journalists and freedom of expression. As part of a wider research project on the topic, this review suggests that the Mexican public sphere was strengthened between 1910 and 1940 due to the force acquired by the idea of freedom of the press and expression, the political strength acquired by revolutionary journalists and the weakness of the state.

Key words: Revolution; press; journalism; society; public sphere; freedom of expression; freedom of the press.

 

Aires de cambio

En 1936 un grupo de trabajadores del peridico ha Prensa denunci ante el presidente Lzaro Crdenas la eleccin espuria de un individuo de nombre Geo W. Glass para liderar la cooperativa del diario a la cual pertenecan. Este personaje de apellido anglosajn, se apoder de la cabeza de la estructura organizational de esta publicacin valindose de procedimientos ilegtimos y tom control de la direccin del peridico. Su propsito —acusaban los cooperativistas— era convertir al peridico en vocero del fascismo.1

Mltiples alegatos de trabajadores agremiados a lo largo del pas acompaaron la peticin de apoyo que los cooperativistas enviaron a Crdenas para rescatar a su diario de las garras del enemigo.2 Haba que impedir —decan— que las columnas de la prensa diaria se utilizaran para atacar las conquistas de la revolucin. Este conflicto, que no se resolvera fcilmente, lleva la marca de aquellos tiempos y la impronta de los efectos de la revolucin de 1910. Mucho haba cambiado desde el porfiriato.3 El peridico La Prensa, igual que Exclsior y otras empresas de diversos ramos industriales, estaba en manos de trabajadores organizados en cooperativas. Esto por s solo era una novedad revolucionaria. Los antiguos empleados eran ahora dueos de su fuente de trabajo y se repartan los beneficios que esta produca. En tiempos de don Porfirio esta realidad slo habra sido una utopa propia de unos cuantos pensadores de vanguardia.

Como muestra este caso, los propietarios de un peridico, miembros de la clase trabajadora, haban adquirido una enorme capacidad para movilizar a otros actores partcipes del movimiento obrero organizado, que en los aos treinta vivi una gran efervescencia y logr una fortaleza indita. Ms an, este ejemplo evidencia que los trabadores dueos de un diario popular estaban en una posicin lo suficientemente fuerte como para cabildear con el presidente de la repblica. Su dilogo con el primer mandatario se sustentaba, en buena parte, en la seguridad de que seran escuchados, ya que la legitimidad del gobierno cardenista se sostena en la disposicin del general michoacano para prestar odos a las demandas de los trabajadores. Esta actitud lo situaba en el extremo opuesto a las prcticas autoritarias y represivas de Daz.

El conflicto entre los cooperativistas de La Prensa demuestra tambin que, tras el paso de la revolucin bolchevique, la primera guerra mundial y la radicalizacin del discurso obrero, el nivel de conciencia poltica de ciertos sectores politizados de las clases populares (sobre todo los trabajadores sindicalizados y algunos miembros de ligas campesinas radicales) se haba elevado hasta el plano internacional.4 La prensa mexicana y los trabajadores que le daban vida, vislumbraban la divisin del mundo que marcara a la segunda guerra mundial y tomaban partido. Esto ya haba sucedido en el mbito de la primera conflagracin de 1914, cuando los diarios mexicanos se dividieron conforme a la polarizacin del momento entre quienes manifestaban un sentimiento germanfilo o la defensa de los aliados.

Hacia fines de los treinta el presidente Lzaro Crdenas haba llevado la revolucin a un climax con resoluciones sociales que cerraban el crculo abierto por la Constitucin de 1917 para paliar los males que haban causado la crisis de 1910. Crdenas encabezaba en Mxico la lucha contra el fascismo. Sin embargo, la radicalizacin del rgimen y la lucha ideolgica antifascista no se tradujeron en una cacera de brujas. En esto, tambin, el cardenismo marcaba una diferencia con las prcticas polticas del porfiriato. Atendi con cuidado las quejas de los cooperativistas de La Prensa que comulgaban con su ideologa, sin embargo, los peridicos de derecha comoOmega, enemigos acrrimos del rgimen, no fueron acallados durante su gestin. Las crticas a su gobierno proliferaron en las pginas de los diarios y la sociedad opositora pudo expresar su descontento con el Estado.

Nemesio Garca Naranjo, una importante figura pblica en las letras, el periodismo y la tribuna mexicanos de la primera mitad del siglo XX, narr en sus Memorias, publicadas en diez tomos, una reflexin sobre su relacin con el poder como periodista opositor a la revolucin que retrata muy bien el tejido poltico de este periodo:

Viv fuera de Mxico durante 28 aos, y creo que con la excepcin del general Leonardo Mrquez, el doctor Aureliano Urrutia y el licenciado Rodolfo Reyes, ningn otro mexicano puede jactarse de un rcord tan largo de destierros.

Por qu se fue ms riguroso conmigo que con mis compaeros del "Cuadriltero" y los dems derrotados de 1914? La respuesta es obvia: a fines de 1912 y a principios de 1913, publiqu en mi diario La Tribuna dos artculos intitulados "Galera de traidores" y "guila que cae", que fueron considerados como subversivos por los revolucionarios que sucedieron al general Huerta en el ejercicio del poder. Don Venustiano debe haber compartido el mismo credo y por eso me cerr las puertas del pas. El general Calles pens probablemente que mi pluma era peligrosa y me aplic la misma sancin. Como si los soldados que se insubordinan necesitaran escritores que los empujaran a la rebelin!

Obregn, que era ms inteligente, me dej entrar en el pas, seguro de que no le poda causar dao, como en efecto, no se lo caus. Portes Gil y Ortiz Rubio no revocaron las rdenes que haba dado Calles y, por consiguiente, durante sus gobiernos tuve cerradas las puertas de Mxico. En cambio, el presidente Abelardo L. Rodrguez [...] levant la prohibicin y pude volver a mi tierra. El presidente Crdenas, con mucho menos cultura, pero con intuicin ms clara que sus antecesores, no slo me dej vivir en paz, sino que no opuso la menor objecin a la publicacin de mis artculos periodsticos que criticaban los actos de su gobierno.

Comentando esta liberalidad con su ex secretario particular, licenciado Agustn Leero, le cont una ancdota que pinta de cuerpo entero a Federico el Grande. En un da de tantos, sali el rey a hacer un paseo matinal por las calles de Berln y le llam la atencin un cartel fijado en una esquina. Se detuvo a leerlo con mucho cuidado, y al terminar la lectura, procedi a continuar su paseo. Como aquel cartel era de oposicin, uno de los cortesanos que lo acompaaban, se permiti preguntar al monarca si haba ledo bien el documento. —S, contest secamente Federico. Y no piensa hacer nada vuestra majestad? —No, respondi el rey—; y luego areng muy sutilmente: El pueblo de Prusia y yo hemos concertado un pacto, conforme al cual l puede decir lo que le guste y yo puedo hacer todo lo que quiero. Y esa misma filosofa fue la del presidente Lzaro Crdenas: los periodistas dijimos todo lo que se nos ocurri y l hizo todo lo que le dio su regalada gana. [...] Esto lo habra entendido el general Obregn, pero no don Venustiano Carranza ni el general Calles.5

El Mxico de 1940 era muy distinto de aquel que dej Daz huyendo de su debacle en el Ypiranga. El autoritarismo no disminuy con la revolucin; al contrario, se mostr con una ferocidad avalada por las armas. Sin embargo encontr diques. El periodismo y el quehacer de la prensa se haban transformado junto con el pleno de la sociedad y ambos colaboraron para detener la avalancha desptica. Qu rutas haba tomado el cambio?

Algunas obras generales sobre historia de la prensa han abordado el periodo revolucionario, sin embargo, la mayor parte de estos trabajos privilegia la recopilacin de datos sobre el anlisis.6 Un muy valioso esfuerzo de sintetizar todo el periodo revolucionario y presentar un anlisis crtico es el de Stanley Ross.7 Otros muy importantes trabajos que han sido aportaciones centrales al estudio de la prensa y del periodismo en este periodo tratan parcialmente algunos casos, o periodos muy acotados. Alvaro Matute, Javier Garciadiego y Gloria Villegas Moreno, cuyas aportaciones al conocimiento de la revolucin mexicana tienen una calidad indiscutible, se han aproximado al tema aportando un valioso anlisis de las actitudes y filiaciones polticas de la prensa en relacin con las facciones revolucionarias entre 1911 y 1919.8 Sin embargo, son trabajos muy cortos cuyo formato limit las posibilidades de anlisis de los autores para profundizar en el tema del quehacer periodstico. Estos estudios sirven como gua para marcar algunas directrices de trabajo o debates potenciales a los cuales da seguimiento este estudio. Como complemento a estos trabajos, est una aproximacin de Ariel Rodrguez Kuri a la prensa durante el maderismo.9 Otro de los textos relevantes para la historia del periodismo en la revolucin mexicana es el estudio de Diego Arenas Guzmn.10 Arenas Guzmn, escritor, periodista y testigo presencial de algunos de los hechos ms sealados de la revolucin mexicana, dirigi, entre otras cosas, El Hombre Libre, un pequeo diario que se enfrentara con el Maximato, y escribi tambin sobre periodismo. Ms que una historia del periodismo en la revolucin, este escrito es una historia de los antecedentes revolucionarios del periodismo que abarca el periodo de 1876 a 1908. Este libro se inserta mejor entre los estudios del periodismo en el porfiriato, entre los que destaca el trabajo de Daniel Coso Villegas, Florence Toussaint, Antonio Saborit, Clara Garca, Laura Bonilla, Fausta Gants y Pablo Piccato.11

Estudios con un sentido monogrfico que tocan temas muy especficos, como los casos de conflicto entre algunas publicaciones y ciertas figuras polticas, o que se centran en la biografa de algn personaje relevante en la historia del periodismo, tambin han aportado muchos conocimientos al estudio de la prensa y el periodismo.12 Entre los estudiosos que han aportado grandes conocimientos y anlisis al estudio de la prensa y la revolucin tambin estn Irma Lombardo, gracias a quien conocemos mejor la dimensin del reporterismo en esta poca, sabemos ms sobre los intentos de unin de los periodistas y de desarrollo de la prensa moderna.13Tambin hay que resaltar la investigacin sobre la prensa y el carrancismo de Luciano Ramrez, el estudio sobre el callismo de Aurora Cano.14 Blanca Aguilar Plata, Silvia Gonzlez Marn, Miguel ngel Snchez de Armas y Humberto Musacchio tambin han trabajado con detalle el periodismo en el periodo cardenista.15

En suma, cada vez se estudia y se conoce mejor la historia de la prensa durante los azarosos aos de la lucha armada y las dcadas de los veinte y treinta. Poco a poco vamos desentraando la relacin de los regmenes revolucionarios con los periodistas. El objetivo de este trabajo es sintetizar todos estos esfuerzos historiogrficos y, con apoyo de una investigacin documental, presentar un enfoque panormico y centrado en los aspectos sociales para asomarse a ver, de forma general, cmo interactuaron tres elementos en ese periodo: la nueva generacin de hacedores de la prensa, la sociedad lectora de los diarios y los gobiernos surgidos de la revolucin.16

Entre 1910 y 1940 Mxico vivi una profunda revolucin social.17 La crisis de 1910 gener una serie de cambios en la estructura de la propiedad (principalmente en la agraria) y en los procesos de participacin poltica. Estos giros sociales, junto con el proceso de modernizacin del pas, marcaron los esquemas de sociabilidad de los mexicanos. Es decir, en ciertas regiones de Mxico los peones de las haciendas ya no asumieron la legitimidad de la frula del hacendado, los obreros comenzaron a radicalizar sus posturas y exigieron sus derechos en un proceso conjunto del llamado a la huelga y a la organizacin gremial.18 Las clases medias exigieron una mayor participacin en la toma de decisiones y la apertura democrtica.19 Un vistazo a dichas transformaciones nos ayuda a entender cmo se reflejaron en la historia de la prensa.20 Dos reclamos principales —el reparto de tierra, y el respeto al sufragio y a la no reeleccin— se conquistaron por la fuerza y se volvieron irrevocables. Los gobiernos que ejercieron el poder tras el levantamiento maderista y la cada de Daz no pudieron eludir la necesidad de tomar en cuenta estas exigencias de la sociedad. El sufragio se violara una y mil veces en los aos subsecuentes, pero los gobiernos se vieron forzados a mantener, por lo menos, una simulacin de legalidad. El intento de reeleccin de Alvaro Obregn, combinado con los ataques a los catlicos mexicanos, lo llevaron a la tumba. Igualmente, la demanda de reparto de tierras tuvo que atenderse. Emiliano Zapata, Alvaro Obregn, Pancho Villa, Venustiano Carranza y Lzaro Crdenas comprendieron que poner la tierra en manos de quienes la trabajaban era una medida indispensable para pacificar el pas. Para los aos cuarenta la voz de sectores de la sociedad que haban entrado al foro poltico (campesinos armados, lderes populares, obreros, periodistas jvenes o periodistas que antes haban sido perseguidos, sectores concienciados de las clases medias como los maestros, artesanos, tipgrafos, artistas radicales) haba ganado un espacio. En cierto sentido, Mxico se haba vuelto ms democrtico.

Aunque la democracia mexicana presentaba cotidianamente sntomas de fragilidad, Mxico pasaba por el atribulado proceso de convertirse en una sociedad abierta.21 Con mayor o menor disposicin de los gobernantes y la clase poltica, desde 1910 el Estado ha tenido que atender la expresin de opiniones divergentes y los enunciados del sentir pblico. Durante las dcadas revolucionarias que culminan en 1940, esta situacin fue ms evidente y ms acentuada por la fuerza de los movimientos armados, la debilidad del Estado y la efervescencia discursiva de "la revolucin". Los sentimientos y las necesidades de la poblacin se canalizaron por vas formales e informales: levantamientos armados, manifestaciones callejeras, huelgas, procesos electorales, medios de comunicacin (peridicos, caricaturas, volantes, la radio) y el arte (teatro, cine, pinturas, murales y la literatura).22 En esta atmsfera social, el periodismo independiente y de opinin encontr un espacio para posicionarse como intermediario entre la sociedad y el Estado.

Desde que Madero se levant en armas hasta 194o, los periodistas mexicanos vivieron en un ambiente de razonable holgura, interrumpido brutalmente por la dictadura de Victoriano Huerta y la guerra Cristera. Esta libertad se ira constriendo desde 1929 con la formacin del Partido Nacional Revolucionario (PNR). En su magistral ensayo sobre la decadencia del sistema poltico mexicano, Daniel Coso Villegas describe esta coyuntura como un pasado de violenta pero plural disensin, que para los aos setenta se evocaba con una buena dosis de nostalgia:

De 1911 a 1928 la poltica es abierta y en ocasiones tan ruidosa, que sus conflictos ms escondidos llegan a dirimirse a balazo limpio [...] A partir de 1928 esta poltica abierta, ruidosa hasta la violencia, comienza a modificarse, en parte porque un buen nmero de los lderes sobresalientes de la revolucin ha sido eliminado [...], y en parte por la creacin del partido nico.[...] Esta etapa de organizacin y de disciplina dentro del partido, y en general dentro del grupo gobernante avanza con tanta prisa que puede decirse que tal vez para 1940, pero ciertamente en 1946, la poltica mexicana, sobre todo en cuanto a lo que los politlogos gustan de llamar el decision-making process, se convierte en un misterio poco menos que impenetrable.23

Esta circunstancia de considerable apertura cambi la relacin entre los periodistas y la sociedad. Es decir, a partir de la efervescencia de un periodismo como el de Mata, Flores Magn, Snchez Santos, que se haban distanciado del poder para cumplir la funcin de representar a la opinin pblica, al "pueblo", al ciudadano, la prensa recuper y reforz esta calidad de ser un espacio donde se propona un servicio a la sociedad. Asimismo, la modernizacin del pas, aunada a la efervescencia social y poltica que caracterizaron a esa poca, modific la sociedad y, en el camino, el oficio periodstico. La revolucin trajo consigo un programa de reforma educativa que, con el paso de las dcadas, aumentara el nivel de alfabetizacin de estratos de la poblacin que haban estado marginados.24 La capacitacin para la lectura increment el nmero potencial y real de lectores. Paulatinamente, las necesidades, la crtica y las inquietudes de los grupos populares y, sobre todo, de la clase media se fueron canalizando a travs de la prensa. Estos grupos echaron mano del periodismo como vehculo de expresin y herramienta de lucha y participaron activamente en este oficio.25

Durante las primeras dcadas del siglo XX los medios de comunicacin eran escasos y limitados. Las distancias que separaban a los seres humanos se hacan mucho ms largas que hoy. La comunicacin informal, el dicho de boca a boca y el rumor, parecen haber aventajado a la noticia verificada.26 Buena parte de la informacin se concentraba y difunda en los mercados y las plazas, y es posible que la lectura en voz alta fuera practicada en algunos lugares donde se congregaba la gente, como en los hogares, las fbricas y los talleres. La gente acuda a los peridicos para informarse, entretenerse, debatir y para obtener cierta dosis de certeza sobre los hechos que podan afectarla. En medio del conflicto armado, el diario y su funcin informativa tuvieron un importante peso social como gua del pblico, instrumento de combate y, tambin, como peligrosos creadores de escndalo, rumor y —como deca Madero— del potencial para generar ms violencia. Los peridicos de aquella poca alardeaban de ser veraces y oportunos. La prontitud de la informacin era un valor muy apreciado.

En las dcadas del diez al cuarenta se construyeron las bases para el fortalecimiento del pblico lector, a pesar de que la circulacin de los diarios era todava muy limitada cuantitativa y geogrficamente.27 El lector de los peridicos an formaba parte de una minora. Si bien aument el nmero de lectores, el analfabetismo y el alto ndice de lenguas indgenas influyeron como obstculos para la recepcin.

La urbanizacin del pas avanz gradualmente y continuaron creciendo los centros fabriles. Estos engendraron al obrero, que sera el eje de la fuerza de trabajo. Bien manipulado por la demagogia y plasmado por los pinceles de los artistas radicales, el trabajador se convertira en uno de los iconos revolucionarios. A partir de los aos veinte, el movimiento obrero organizado adquiri mucha fuerza. El Estado absorbera su poder echando mano de estrategias corporativistas. La presencia de este nuevo actor social se refleja directamente en la historia de la prensa y del periodismo.28 Basta como ejemplo la creacin en los aos veinte y treinta de El Machete, que aparece como rgano del sindicato de pintores y a partir del cuarto nmero queda bajo la batuta del Partido Comunista, y El Popular, el primer peridico formal de una central obrera, la Confederacin de Trabajadores Mexicanos (CTM).

Aunque fueron grupos alejados de la palabra escrita y publicada en los diarios, los campesinos, obreros e indgenas, los llamados grupos subalternos, no eran ajenos a la fuerza de la misma. Los ms organizados aprovecharon la revolucin para formar parte de este mundo donde se ventilaban los males de la sociedad que los afectaban directamente. Este acercamiento se debi, en parte, al trabajo de intermediarios intelectuales que sacaron al foro de lo "pblico" a ciertos grupos populares. Los lderes populares con mayor arrastre social eran analfabetos o apenas desempeaban estas habilidades con muchas deficiencias. Lo mismo ocurra con sus seguidores. Sin embargo, la prensa popular, es decir, el periodismo dirigido a las clases subalternas, fue un elemento central del Mxico revolucionario y cumpli con una funcin democratizadora muy significativa: la expansin del pblico. Entre 1910 y 1940 proliferaron los diarios obreros, los rganos de grupos campesinos y de propaganda de las facciones villista y Zapatista. Los peridicos de partidos polticos vinculados a grupos populares, pertenecientes a organizaciones de izquierda, para proletarios, de centrales obreras como El Populary las publicaciones peridicas catlicas dirigidas a los trabajadores. Toda clase de publicaciones para "el pueblo" con una gama variopinta de ttulos y tonos multicolores invadieron los espacios de la lectura.29

Grupos sociales que haban estado marginados de la sociedad letrada se integraban a este mundo de la informacin escrita denunciando sus tribulaciones. Desde fines del porfiriato ocurri un fenmeno muy importante, la prensa comenz a tocar temas de corte social y a referirse a los problemas de los ms necesitados. Tanto la incorporacin de nuevos estratos sociales a las redes de comunicacin formal como la ventilacin de los problemas que los aquejan, colaboraron a expandir la esfera pblica mexicana. "El pueblo" fue, desde 1910, un protagonista de los medios. La irrupcin de este fenmeno significara una crtica ms mordaz y radical al Estado y a las instituciones.

Con todo y estos cambios, cabe advertir que el desarrollo histrico del periodismo mexicano en aquellos tiempos y el papel que dicha actividad cumpla en una sociedad que haba pasado por tan profunda revolucin social fueron paradjicos. Durante las dcadas que aqu se estudian, la relacin entre el poder poltico y la prensa estuvo cundida de contradicciones. Mientras en las cpulas del poder afloraron algunos elementos de liberalizacin, tambin aparecieron —o permanecieron como saldos del antiguo rgimen— seales de autoritarismo y prcticas de control. Los periodos de mayor apertura se dieron en medio de un fuerte estira y afloja, entre la autoridad y los periodistas que pretendan ejercitar un periodismo independiente.

Asimismo, por la naturaleza de su oficio, el periodista tiene un doble carcter. A un mismo tiempo es vocero de la opinin pblica y constructor de la misma: un transmisor y un productor de opinin. Esta duplicidad de funciones, que se traduce en una contradictoria figura de vctima o flagelo, genera una relacin ambigua entre el periodista y el poder poltico, ms an en tiempos de efervescencia social. Es comn que, al realizar su trabajo, el periodista padezca toda tipo de presiones o disfrute de infinidad de prebendas. Con los repentinos y rotundos vuelcos que implican una revolucin, un da combate al poder y al da siguiente se vuelve parte de este.

Durante las dcadas revolucionarias el quehacer periodstico queda exento de buena parte de los yugos que lo haban asfixiado en el porfiriato (la fuerza de la subvencin y una Ley de Imprenta opresiva) y pudo acercase a la sociedad. Unos aprovecharon la apertura para fortalecer un periodismo independiente. Por independiente se concibe a la persona que sostiene sus derechos u opiniones sin que la dobleguen respetos, halagos ni amenazas. Un periodista que se dice independiente es aquel que no sufre o se procura a s mismo ningn tipo de coaccin y que no compromete su pluma. La revuelta misma y el desmantelamiento del aparato de control de la dictadura porfiriana fomentaron la proliferacin de este tipo periodstico. Sus representantes, como los hermanos Flores Magn, Filomeno Mata, Daniel Cabrera, Trinidad Snchez Santos, Silvestre Terrazas, Juan Sarabia, Heriberto Fras, Jess Urueta, Luis Cabrera, Rafael Martnez "Rip Rip", Flix Palavicini, entre otros, son reconocidos como precursores de la revolucin. Conforme avanz la revolucin, es decir, hacia los aos treinta, se presentaban como independientes y como vctimas los periodistas catlicos, de derecha, o simplemente aquellos crticos u oposicionistas como Martn Luis Guzmn. Algunos ejemplos son Heriberto Barn, Ren Capistrn Garza, los miembros del cuadriltero (Nemesio Garca Naranjo, Querido Moheno, Jos Mara Lozano, Francisco M. de Olagubel), Diego Arens Guzmn y Froyln Amaral.

Desde que Madero dej de ser un rebelde para ocupar la silla presidencial, la prensa revolucionaria sufri una metamorfosis: se volvi gobiernista. Muchos hombres de prensa fueron electos diputados y ocuparon puestos cercanos al presidente.30 Esto tendra implicaciones importantes en el trabajo periodstico porque buena parte de la prensa quedara en manos de grupos que no comulgaban con la revolucin y esto llevara a Madero, tardamente, a intentar controlar ciertos rganos como voceros de su gobierno, a promover una reforma fallida de la legislacin para evitar lo que l llam el libertinaje de la prensa y a implementar ciertos mecanismos de represin que tampoco lograron el efecto de contrarrestar la propaganda y la opinin escrita en su contra.31

En los ltimos aos de la dictadura porfirista la prensa tena bsicamente dos opciones: doblegarse a la fuerza de la subvencin estatal o resignarse a la persecucin constante. Con la revolucin se abrieron nuevos polos de atraccin econmica para las publicaciones y los escritores: las empresas comerciales, los poderes estatales, los partidos y las facciones revolucionarias junto con los intereses extranjeros (tanto inversionistas privados como los gobiernos) financiaron escritos y publicaciones.

En algunos casos la dependencia iba de la mano de los intereses polticos de cada periodista, trabajaban por afinidad ideolgica sosteniendo una "causa". Este tipo de discurso es un producto de toda sociedad sacudida por una revolucin. Siendo as, no carece de propsitos pragmticos. Proliferan los intercambios epistolares donde periodistas de renombre, apelando a su nivel de compromiso revolucionario, solicitan apoyo econmico al presidente en turno o a uno de los altos funcionarios.32 A diferencia de los tiempos de la bonanza porfiriana, las facciones en lucha y el Estado posrevolucionario estaban en bancarrota y con frecuencia negaban la ayuda pecuniaria que solicitaban los redactores de los diarios que en algunas ocasiones llegaron a situaciones desesperadas. La venta de publicidad conlleva a asumir los compromisos polticos de quienes financian la publicacin, y la pluma de los periodistas no puede violar estos pactos. En momentos de crisis blicas internacionales como las guerras mundiales, los diarios abriran sus pginas y sus finanzas a la influencia econmica de las naciones en conflicto. En mltiples casos, el mercenarismo iba de la mano de las convicciones ideolgicas de cada periodista. El caso del peridico El Demcrata, dirigido por Rafael Martnez "Rip Rip", es un ejemplo donde se revela sin ningn tapujo la relacin de una publicacin con Alemania, uno de los pases en conflicto durante la primera guerra mundial.33 Otro similar que termina por hacer crisis es el caso de La Prensa.

Histricamente, la baja remuneracin del trabajo periodstico ha sido uno de los mecanismos ms eficaces para ejercer control sobre los informadores en Mxico. Los salarios de hambre generan carencias econmicas y propician la corrupcin. Esta, a su vez, facilita el control. La revolucin gener un espacio donde nacieron agrupaciones de periodistas y trabajadores de la prensa que, como en otras reas econmicas, lucharon por la prosperidad econmica y la mejora de las condiciones laborales del gremio.34 Tambin aparecieron y trabajaron con eficacia las organizaciones regionales como "Prensa Asociada de los Estados", que unieron a los peridicos ms importantes del pas para hacer un frente comn contra los atropellos hacia cualquier miembro del gremio. Esta organizacin procur contener el autoritarismo de caciques regionales y gobernadores que constantemente victimizaban a los periodistas del interior de la repblica. Estas asociaciones no prosperaron y se debilitaran durante la segunda mitad del siglo.

Varios elementos se combinaron desde los aos cuarenta para menguar las iniciativas de unificacin de los trabajadores de la prensa. El Estado se ira fortaleciendo y ejercera ms presin. Una prensa mal pagada era una prensa dcil. Las carencias de los periodistas se suplan con sobresueldos informales. Esta prctica que tom nombres peculiares como "embute" o "chayote" y se institucionaliz en la segunda mitad del siglo XX, se sustentaba en las mseras percepciones salariales de los periodistas. Con estos pagos alternos se ejercera un control indirecto sobre lo escrito en los diarios. La prctica era aeja y no era un vicio exclusivo de los mexicanos. Bien se conoca ya el dicho de Obregn: "No hay periodista que aguante un caonazo de cincuenta mil pesos." De ser exitosa, la consolidacin de los sindicatos y el logro de su principal objetivo, la mejora econmica de los agremiados, se convertira en un obstculo evidente para ejercer control sobre los medios. Aunque no existen muchos datos al respecto, es posible pensar en la hiptesis de que los intereses de los propietarios de los diarios tambin fueron un ingrediente central para limitar el ascenso econmico de los periodistas e impidi el fortalecimiento de las organizaciones laborales.35 Algunas huelgas sacudieron a los diarios mexicanos en el periodo revolucionario, pero fueron pocas y de poca trascendencia. El fracaso de los gremios periodsticos se atribuye en buena medida a la estructura oficialista y a la cooptacin del movimiento sindicalista a escala nacional.

Otra caracterstica del periodismo de las primeras dcadas del siglo XX es el confuso entretejido que mezcla esta actividad con la propaganda poltica. En un momento de crisis poltica y recomposicin como el que signific la sacudida de 1910, sobre todo durante la fase armada y en los conflictos subsiguientes como la guerra Cristera, la prensa se utiliz como una herramienta de la estrategia blica. Los jefes de las facciones revolucionarias tuvieron la urgencia de difundir sus programas polticos y lograr su aceptacin entre la opinin pblica. Este objetivo le dio sustento a diarios como Nueva Era de Madero y El Pueblo de Carranza. La virulencia militar forz a los lderes a cultivar la lealtad de los editores de los diarios y a seducir a los escritores para atraerlos a su causa, generando una simbiosis malsana. Muchos sucumbieron a las tentaciones del poder o se vieron envueltos en el carisma de los lderes revolucionarios. Muy conocido es el caso de Martn Luis Guzmn y su atraccin por Pancho Villa.

No todo fue miel sobre hojuelas en la relacin entre jefes revolucionarios y diaristas. La rebelda de los escritores de los peridicos y la enjundia con que la revolucin enarbol la defensa de la libertad de expresin, pronto chocaran con la vocacin autoritaria de algunos caudillos quienes, en el discurso, daban su lugar a las libertades pblicas, pero en la prctica persiguieron a la prensa con enjundia. Sin embargo, aun con estos intentos de cooptacin y censura, la revolucin implic mayor transigencia en relacin con los asuntos pblicos. La sociedad estaba cambiando. La atmsfera de la primera mitad del siglo que propici el debate y el desarrollo de nuevos proyectos polticos permiti mayor libertad de accin a los periodistas —debido a la debilidad del Estado, a la nueva legislacin adoptada en 1917 que restauraba los jurados populares para enjuiciar periodistas, al juego de facciones que propici un ambiente donde se veran diversas opiniones— y los coloc en una posicin ms slida en el espacio pblico. La polarizacin discursiva expresada en voz alta permiti al periodista realizar un trabajo asertivo, capacidad que se le haba coartado en el porfiriato. Gracias a los nuevos bros que adquiere el ejercicio de esta profesin, el periodismo se hace acreedor a un renovado prestigio.

El perfil del periodista posrevolucionario era renovado y audaz. La revolucin les haba dado la oportunidad de salir a las calles: abandonaron el escritorio y se convirtieron en hombres de accin, en hombres respetables. Durante la revolucin —se deca— el reprter haba vivido al lado de los problemas. Muchos de los precursores revolucionarios se haban formado y expresado en los peridicos. La lucha revolucionaria acort la distancia entre los polticos encumbrados en el poder y el reportero. A un mismo tiempo creci la influencia poltica del periodista. Algunos diaristas ocupaban puestos polticos o se volvieron funcionarios. Blandiendo su pluma, se volvieron voceros de la revolucin o enconados enemigos de esta. Segn las impresiones de algunos testigos de la poca, su pluma y sus dichos consolidaban reputaciones o las echaban por tierra.36

A principios del siglo XX, la figura del periodista se confunde con acepciones del mismo oficio de las que no existe una definicin precisa como reprter, redactor o escritor pblico. No era un oficio profesionalizado para el cual se estudiara en las universidades. El campo del periodismo era un espacio que tambin ocupaban personalidades que tuvieron injerencia en otros terrenos de la vida pblica: la poltica, la literatura o la administracin pblica como Martn Luis Guzmn, Flix F. Palavicini, Vicente Lombardo Toledano, Luis Cabrera, Jos Vasconcelos, Ren Capistrn Garza.

El periodismo fue un oficio ejercido mayormente por los estratos medios de la sociedad. Los reclutas eran jvenes con facilidad e inters por la escritura, vidos lectores de peridicos, abogados trnsfugas, gente con inclinacin por las ciencias sociales, la poltica y la literatura. Era un refugio para desempleados o para quienes no encontraban acomodo en otras profesiones. Hasta la dcada de los cincuenta fue una profesin eminentemente masculina, aunque ya desde pocas tempranas entran en accin las primeras mujeres periodistas.37

El ejercicio periodstico est marcado, en buena medida, por la estructura de propiedad de los medios. Tras el conflicto social de 1910 y la destruccin del Estado porfiriano, la propiedad de los peridicos cambi de manos. La gran mayora de las publicaciones diarias porfirianas, sobre todo aquellas con mayor presencia como El Imparal, desaparecieron. Los talleres, instalaciones y maquinaria de aquellos diarios ultramodernos sufrieron la devastacin que produjo la reyerta revolucionaria. Surgieron nuevos empresarios de la prensa como Rafael Alducn y Jos Garca Valseca. Algunos periodistas se volvieron propietarios de los diarios que dirigan, como Palavicini, Herreras y Martnez "Rip Rip". Siendo los centros de maquila de los rganos de propaganda faccional, los diarios eran un arma de guerra y, como tales, un importante blanco militar.

La vieja clase de aristocrticos editores porfirianos subsidiados por el rgimen, como don Rafael Reyes Spndola, fue sustituida por una nueva generacin de propietarios y directores de los diarios con menos prosapia. Entre 1910 y 1940 una amplia gama de actores se adue de los peridicos. Maquinarias, nombres, edificios y empresas pasaran de mano a mano de una manera vertiginosa. Despus de 1920 algunos de los nuevos dueos fueron los propios jefes revolucionarios. Muchos de ellos, como el Artemio Cruz de Carlos Fuentes, eran jefes menores de extraccin rural, rancheros que amasaron fortunas en la bola y que colocaron sus activos en la industria periodstica.38 Tambin los generales de prestigio militar adquirieron diaros temporalmente para fortalecer sus campaas polticas. Los peridicos cambiaban de manos con mayor celeridad durante las contiendas electorales. Algunos propietarios vieron oportunidades invaluables en estos periodos y ofrecan sus empresas al mejor postor. El Estado perdi la capacidad casi omnipotente que tuvo durante la dictadura porfiriana de controlar a los diarios con subsidios y un aparato represor.

Al pasar la tempestad de la revuelta, a finales de la dcada del diez, nuevas y grandes empresas llenaron el espacio de la prensa capitalina. Exclsior y El Universal, herederos formales de El Impartial con un nuevo toque revolucionario, ocuparon las estanteras de los puestos de peridicos, y con ellos creci una nueva generacin de empresarios editoriales.

Las cooperativas de trabajadores propietarias de diarios como La Prensa y Exclsior, que iran apareciendo desde los aos treinta, significaron tambin un vuelco radicalmente opuesto al pasado porfiriano. Fue igualmente novedosa la proliferacin de diarios obreristas y de rganos sindicales, y los peridicos de organizaciones campesinas, que obtenan sus recursos para operar de las entidades a las que pertenecan. Este tipo de publicaciones tambin tuvo sus antecedentes en los ltimos aos del porfiriato, cuando al calor de las luchas obreras de Ro Blanco y Cananea surgieron peridicos como El Paladn y La Lucha Obrera, que denunciaban las condiciones de vida de los trabajadores.

Proliferaran tambin los rganos de corte poltico radical como El Machete, heredero de la tradicin de periodismo opositor, crtico e intransigente con la dictadura de Daz que encabezaron Filomeno Mata y los hermanos Flores Magn con El Diario del Hogar y Regeneracin. La revolucin bolchevique de 1917 y la efervescencia del pensamiento de izquierda vendran a reforzar y a legitimar esta tradicin periodstica. Junto con estos, durante este periodo saldran a la luz varios peridicos con una tendencia conservadora, algunos defensores abiertos del catolicismo, diarios representantes moderados de un periodismo informativo, menos ideolgico, que tendran gran predominio en sus regiones de influencia, como El Informador y El Diario de Yucatn.

Si bien la revolucin diversific y democratiz temporalmente la estructura de propiedad de los diarios, hacia los aos treinta comienza a vislumbrarse lo que sera una de las piezas estructurales del sistema poltico posrevolucionario: la consolidacin del partido de Estado y el control indirecto pero muy eficaz de la prensa a travs de pipsa y el control del papel en manos del Estado.39 Con la formacin del pnr se concibi El Nacional,uno de los peridicos ms importantes en el Mxico del siglo XX, que en sus inicios gozaba de la originalidad de ser el rgano del partido en el poder (ms tarde sera propiedad del gobierno) y se sostena, sin rendir cuentas a la ciudadana, de los recursos del erario pblico.

 

Periodismo, Estado revolucionario y esfera pblica

La historia del gremio periodstico en Mxico y de su audiencia es un fenmeno paralelo a la evolucin y fortalecimiento de la esfera pblica.40 El planteamiento terico de este proyecto se basa en el anlisis histrico que hace Jrgen Habermas de este tema. Segn l, la esfera pblica se define como:

Un dominio de nuestra vida social en el que se puede formar semejante cosa como la opinin pblica. En principio, el acceso a la esfera pblica est abierto a todos los ciudadanos. Los ciudadanos actan como pblico cuando tratan asuntos de inters general sin estar sujetos a coercin ninguna; con la garanta de que se pueden reunir libremente, expresar y publicitar sus opiniones libremente.

El poder coercitivo del Estado es, pues, la contraparte de la esfera pblica, pero no es parte de ella. [...] El trmino "opinin pblica" se refiere a las funciones de crtica y control que el pblico ejerce informalmente —o formalmente durante elecciones— de la autoridad estatal organizada. A la esfera pblica —como esfera que media entre la sociedad y el Estado, una esfera en la que se forma el "pblico" como vehculo de la opinin pblica— le corresponde el principio de publicidad: la publicidad que antes se tena que ganar contra la poltica secreta de los monarcas y que desde entonces ha permitido el control democrtico del Estado.41

Igualmente, tomamos como base el trabajo realizado por Giovanni Sartori en torno a la democracia y a los fenmenos que la caracterizan, entre los cuales destaca la existencia de un dilogo pblico. Sartori define a la opinin pblica como "una expresin que se remonta a los decenios que precedieron a la revolucin francesa de 1789."

El hecho de que la opinin pblica emerge —sea como expresin, sea como fuerza actuante, en concomitancia con la revolucin de 1789, explica Sartori— est indicando que la asociacin primaria del concepto es una asociacin poltica. Una opinin generalizada (difusa entre un pblico amplio) puede existir, y de hecho existe, sobre cualquier materia. No obstante, "opinin pblica" denota, en primera instancia, un pblico interesado en la "cosa pblica". El pblico en cuestin es, sobre todo, un pblico de ciudadanos, un pblico que tiene opinin sobre la gestin de los asuntos pblicos [...] En sntesis, "pblico" no es slo el sujeto sino tambin el objeto de la expresin. Se dice que una opinin es pblica no slo porque es del pblico (difundida entre muchos), sino tambin porque implica objetos y materias que son de naturaleza pblica: el inters general, el bien comn y, en sustancia, la res pblica.42

A simple vista, dadas las circunstancias histricas del Mxico del siglo XX, resulta difcil hablar de la existencia de una esfera pblica fuerte. En Mxico el "pblico" del que habla Habermas parece tener un movimiento ms involuntario que consciente y los "medios" se acercan mucho ms a las voluntades del Estado y de una elite de propietarios que a la vigilancia y escrutinio del ciudadano sobre estos asuntos.

Habermas explica la historicidad del concepto de "esfera pblica" que se forma hasta el siglo xvill en una situacin histrica concreta. Las discusiones pblicas protegidas institucionalmente y que toman, con una intencin crtica, el ejercicio de la autoridad poltica como tema —explica Habermas— no han existido desde tiempos inmemoriales, se desarrollan slo en una fase especfica de la sociedad burguesa. Slo en virtud de una constelacin especfica de intereses se pudieron incorporar al orden del Estado burgus constitucional. Si tomamos en cuenta esta idea, resulta fundamental la necesidad de entender la esfera pblica como un producto histrico cuyo estudio se relaciona con la historia de la ciudadana, sus lmites y libertades de ejercicio. De existir, tal producto tiene una trayectoria especfica y muy particular en Mxico, y en su relacin con los medios y el periodismo tambin ha de historiarse.

Habermas contina analizando el caso de la esfera pblica en "democracias corporativistas con Estados benefactores". La descripcin de estos casos se acerca mucho ms a la circunstancia mexicana despus de los treinta y puede funcionar como punto de partida de este estudio.

El modelo liberal de la esfera pblica [...] no es aplicable a las relaciones actuales dentro de una democracia de masas avanzada industrialmente y constituida como un estado paternalista. [...] Con la proliferacin de la prensa y la propaganda el pblico se expande ms all de los confines de la burguesa. Junto con la prdida de su exclusividad social, el pblico pierde la cohesin que le haban dado las instituciones de interaccin social y un relativo nivel educativo. Entonces, los conflictos que en el pasado eran canalizados a la esfera privada ahora se quedan en la esfera pblica. Las necesidades de ciertos grupos que no pueden ser satisfechas en un mercado que se autorregula, tienden hacia la regulacin del Estado. La esfera pblica que ahora tiene que mediar estas demandas, se convierte en un campo de competencia entre intereses en la forma cruda de confrontacin forzada. En vez de un consenso adquirido por personas privadas en una discusin pblica [...] lo que prevalece son conflictos entre intereses privados en conflicto. Este fenmeno produce una especie de refeudalizacin de la esfera pblica. Organizaciones de gran escala buscan compromisos con el Estado y entre ellas (si es posible a puerta cerrada); pero al mismo tiempo buscan por lo menos asegurarse la aprobacin plebiscitaria de la masa de la poblacin a travs del despliegue de una forma organizada de publicidad.

La esfera pblica poltica en el Estado paternalista se caracteriza por un singular debilitamiento de sus funciones crticas. Mientras que en algn momento la "publicidad" tena la intencin de sujetar a las personas o las cosas al uso pblico de la razn y hacer que las decisiones polticas fueran susceptibles a revisin frente a la tribuna de la opinin pblica, hoy sirve como soporte de estrategias, acciones y principios secretos de los grupos de inters.43

Si esta descripcin se extrapola a un anlisis sobre el periodismo, apunta por lo tanto hacia una idea del periodismo como un espacio que sirve a principios de determinados grupos de inters y no acta como medio de intercambio de opiniones razonadas sobre la actividad del Estado. El periodo que describe este trabajo es un lapso de descomposicin de una dictadura y la construccin de un sistema poltico distinto que acabara siendo similar a lo que describe Habermas.44 En caso de existir, la esfera pblica mexicana se caracteriza entonces por el singular debilitamiento de sus funciones crticas. El periodismo, y su aparente deterioro, se enmarcan pues en esta circunstancia.

El corto lapso de aliento de la esfera pblica est ntimamente relacionado con las innovaciones y enmiendas que en materia social, poltica y econmica propuso la revolucin. A partir de 1910 las reformas ms radicales que transformaron a la sociedad mexicana se realizaron en tres fases.45 La primera etapa, entre 1911 y 1913, fue una revolucin moderada encabezada por miembros de la elite dominante que deseaban cambios polticos, pero no transformaciones socioeconmicas que pusieran en peligro sus propios intereses. Parte de la elite de hacendados y su clientela de trabajadores rurales, junto con algunos grupos populares encabezados principalmente por Pascual Orozco y Emiliano Zapata, lograron derrocar a Porfirio Daz. Se llevaron a cabo elecciones libres que representaron sin duda un avance democrtico, sin embargo, el Estado porfiriano y la estructura de las haciendas quedaron intactos.

Madero logr transformaciones fundamentales que tendran como resultado la radicalizacin del movimiento armado y acarrearon consigo la trgica y paradjica consecuencia de cultivar el terreno para su debacle. En el mbito social y poltico, Francisco I. Madero colabor con la democratizacin de la sociedad. Dio plena libertad a la prensa, concedi a los trabajadores el derecho a huelga, legaliz los sindicatos y, aunque intereses de viejo cuo se interpusieron a sus buenas intenciones, foment las elecciones libres. Asimismo, increment el potencial revolucionario de las clases populares con la promesa incumplida del reparto agrario. Provoc el disgusto generalizado de quienes lo haban apoyado con las armas cuando decidi mantener intacto al ejrcito y a los cuadros polticos del Estado porfiriano, apoyando a miembros de la elite para ocupar puestos polticos.

Destap una vlvula que ventilara el cmulo de graves problemas sociales que la dictadura haba escondido a base de fuertes dosis de autoritarismo. Por su propia voluntad o por omisin, no fue capaz de resolver estos asuntos. Sin embargo, el saldo de sus acciones fue positivo. Permiti que se ventilaran los dramas sociales que haban incubado una cruenta guerra civil y, por consiguiente, que se explorara su solucin. En esto, la prensa tuvo una muy importante labor.

No se puede negar la importancia histrica de Madero como promotor de la apertura de los medios, en aquel entonces limitados a la prensa escrita, aunque ya iba comenzando el cinematgrafo. Durante el rgimen maderista, la libertad propiciada permiti el desarrollo del periodismo en diferentes sentidos. El gremio periodstico goz de una libertad sin precedentes. Junto con muchos otros factores, como la conspiracin del embajador estadunidense Herny Lane Wilson, la falta de apoyo del gobierno de Estados Unidos y otros pases a Madero, la oposicin de las fuerzas populares y del ejrcito, la libertad de expresin debilit la figura poltica de Madero que, ante una prensa libre, fue vctima de una crtica ilimitada y sin censura. La revolucin maderista fue muy significativa para la historia del periodismo en otro sentido: muchos de los periodistas que ocuparan un lugar protagnico en los diarios durante el periodo de la revolucin armada y la etapa posrevolucionaria, se formaron en los cuadros maderistas y viceversa, una buena parte del apoyo de la clase media baja con el que Madero se fortaleci, estaba formado por periodistas o redactores de peridicos.46 Igualmente, en esta turbulenta faceta de la vida nacional, los periodistas que se afiliaron a la faccin huertista o se vincularon al partido catlico adquirieron una presencia poltica significativa.

Algunos autores han atribuido la debilidad de Madero para lidiar con la prensa a su carcter ingenuo. Tambin se le achaca la flaqueza de haber sido incapaz de controlar la oposicin a su rgimen. Los ataques periodsticos a Madero provinieron mayormente de los sectores conservadores de la sociedad, el partido catlico y las viejas estructuras porfirianas.47 Tambin de aquellos que comenzaron la lucha a su lado y se decepcionaron de su actuacin una vez que ocup la silla presidencial. Qu tanto dao podra hacer una mala prensa a un presidente en una sociedad eminentemente rural, con un sector muy reducido de la poblacin que saba leer? Directa o indirectamente, al ventilar el descontento las pginas de los diarios terminaban por retroalimentarlo. Adems, lo que se publicaba en los diarios tena un efecto directo en la opinin internacional. Los informes de los embajadores y cnsules sobre el rgimen maderista reflejan las imgenes vertidas en la prensa nacional y local. Mucho de la imagen negativa de Madero que se construy en el exterior eman de lo ledo en la prensa. Lo escrito en los diarios era un elemento central de las querellas de la clase poltica.

La aparente incompetencia del apstol de la democracia fue ms bien un acto de fe, el producto de un nimo utpico convencido de la posibilidad de que Mxico viviera en democracia.48 Tan buenas intenciones se mezclaron con la imposibilidad real de controlar las circunstancias polticas y militares que le fueron adversas. Madero cometi errores fatales. No desmantel la estructura estatal porfiriana y propici su cada.

Alvaro Matute nos ha legado una clave explicativa fundamental en relacin con el tema del periodismo en la etapa maderista: las cmaras y los peridicos se convirtieron en verdaderos espacios pblicos. Matute destaca un estrecho vnculo entre la Cmara de Diputados y la prensa, ya que muchos diputados eran periodistas, directores o dueos de peridicos. La apertura beneficia a ambas arenas de la vida pblica. La actividad parlamentaria se prolongaba en la prensa y llega de esta manera a un crculo ms amplio de participantes —si bien pasivos— en la poltica.49 El periodismo, en estrecha relacin con la clase poltica, siendo parte de ella o su representante, extendi el debate de un Congreso plural al pblico lector para hacerlo partcipe del dilogo.

En todos sentidos, la dictadura de Victoriano Huerta represent un retroceso en el camino de la sociedad mexicana hacia el cambio democrtico y en gran medida se convirti en una dictadura ms daina que la de Daz. Este parntesis signific un terrible traspi para la prensa independiente, revolucionaria, pero un beneficio a la prensa conservadora que apoy al dictador.

Tras la cada de Madero, la segunda fase de la revolucin entre 1913 y 1914 fue ms radical que la primera y tuvo efectos irreversibles. Los grupos populares armados no aceptaron deponer las armas y sus demandas llegaron ms all del reclamo democrtico. Como consecuencia de la polarizacin, se desmantelaron por completo el Estado y el ejrcito porfirianos. Fuerzas que exigan reformas sociales radicales impugnaron la jefatura revolucionaria de la elite. Grupos contrarrevolucionarios intentaron retomar el poder por la va armada, y los estratos campesinos se radicalizaron, el movimiento revolucionario se dividi y la fractura mengu su fuerza. Esta etapa abri paso a una guerra civil que dur hasta 1920, con brotes de rebelin armada hasta 1938. Este momento coincidi con la primera guerra mundial, que colocara a Mxico, como pas productor de petrleo, en el centro de una estratgica lucha entre las potencias en guerra. Estos pases necesitaban asegurar el control de tan valiosa materia prima y chocaron constantemente con los mpetus nacionalistas de los lderes revolucionarios. Los ecos de la conflagracin mundial llegaron hasta la prensa mexicana.

Una vez que se desat la guerra entre los mismos revolucionarios, Carranza utiliz a la prensa como herramienta para convencer a la opinin pblica de su proyecto poltico. Sus adversarios, Villa y Zapata, hicieron un uso mucho ms modesto de los peridicos, pero no desdearon sus posibilidades. Carranza cre peridicos oficiales y para dar una apariencia de pluralidad apoy con subsidios a peridicos menores. En esto se asemej ms a Daz que a su antecesor Francisco I. Madero.50

Desde que ocup la presidencia, la relacin del Primer Jefe del Ejrcito Constitucionalista con los periodistas fue menos permisiva. Con flagrancia, intent controlar, cooptar y reprimir a la prensa haciendo uso de una prctica peculiar: los notorios "viajes de rectificacin", una censura burda y poco sutil. Su alcance no fue tan contundente como para que Carranza lograra controlar por entero el espacio de la opinin. Si algn diario publicaba determinado informe o versin que no concordara con la visin del rgimen, se forzaba al reportero o al responsable de la publicacin a regresar al lugar de los hechos escoltado por un piquete de soldados para rectificar sus dichos.51 Las crticas al rgimen se publicaban, pero muchas estaban subvencionadas por el gobierno. Estas tcticas se repetiran aos despus cuando el terreno de la poltica era un dominio exclusivo del partido nico. Las polmicas pblicas existieron pero, en muchos casos, carecan de autenticidad. Daban una apariencia de libertad de expresin, pero eran orquestadas desde el poder.

El impulso represor choc con factores sociales y polticos que escaparon al control de la faccin carrancista. Con el estallido de la primera guerra mundial, barreras externas bloquearon la estrategia carrancista. Las potencias que se batan en el conflicto blico, sobre todo Estados Unidos y Alemania, tomaron los peridicos mexicanos como plataformas para emitir mensajes propagandsticos y manipular el sentir de la opinin pblica. Los alemanes procuraban alebrestar los nimos entre Mxico y Estados Unidos para generar hostilidad entre las dos naciones, distraer a los estadunidenses y prevenir que se involucraran en la lucha de ultramar. Los periodistas mexicanos quedaron atrapados entre la lucha de facciones y lderes revolucionarios regionales y la manipulacin de las potencias extranjeras. Esta difcil coyuntura les abri una amplia gama de posibilidades de accin. Gener un ambiente donde los periodistas mexicanos adquirieron una funcin y una responsabilidad que, en momentos clave, les dio un carcter comparable al de los representantes diplomticos. El periodista mexicano poda irradiar una opinin favorable a cualquiera de las posiciones en conflicto. Los diarios mexicanos fueron voceros de la germanofilia, de la defensa del discurso pronorteamericano, lanzaban loas a la democracia o manifestaban un furioso sentimiento antiyanqui.52 En medio de la guerra ideolgica algunos cultivaron y fortalecieron el discurso nacionalista revolucionario. El gobierno carrancista tena que combatir, a un mismo tiempo, a grupos revolucionarios con enorme apoyo popular y a ejrcitos contrarrevolucionarios, la presin propagandstica de los pases extranjeros y su propia debilidad.

En ese contexto se redact la revolucionaria Constitucin de 1917. Los artculos sexto y sptimo contenan los siguientes enunciados lapidarios: "la manifestacin de las ideas no ser objeto de ninguna inquisicin judicial o administrativa" y:

es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquier materia. Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni exigir fianza a los autores o impresores, ni coartar la libertad de imprenta, que no tiene ms lmites que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pblica. En ningn caso podr secuestrarse la imprenta como instrumento del delito.53

En tanto el Congreso de la Unin reglamentaba los anteriores artculos constitucionales, Carranza decret la Ley de Imprenta. Esta se converta en el marco regulador del quehacer periodstico y al aterrizar las especificidades que normaran esta actividad, impondra restricciones en apariencia contrarias al espritu libertario de la Constitucin. Por un lado se plasmaba el reconocimiento social y el respeto al trabajo de los periodistas y, en sentido opuesto, se institucionalizaban los mecanismos de control. La Ley de Imprenta se aboca en su totalidad a definir todas aquellas expresiones que constituyen ataques a la vida privada (daos al honor o a la estimacin pblica de las personas), a la moral (propagacin de vicios y ultrajes al pudor), al orden o la paz pblica (ridiculizacin de las instituciones fundamentales del pas e injurias a la nacin mexicana, excitacin a la anarqua) y las penas que corresponden a los violadores de estas clusulas. Otros artculos inciden en la factura de los impresos, controlando el registro ante las autoridades de los responsables del establecimiento de imprentas. Por ejemplo, para que la circulacin de los impresos no incurriera en delito alguno, la ley exiga que contuvieran el nombre de la imprenta o local donde se hubiera hecho la impresin junto con el nombre del autor o responsable del impreso. La ley tambin consignaba a los responsables de las representaciones teatrales y a los directores de las publicaciones peridicas por los contenidos de las mismas. Novedosamente, la ley oficializaba el derecho a rplica del pblico:

los peridicos —aclara— tendrn la obligacin de publicar gratuitamente las rectificaciones que las autoridades, empleados o particulares quieran dar a las alusiones que se hagan en sus artculos [...] siempre que en la respuesta no se usen injurias o expresiones contrarias al decoro del periodista.54

Esta es la nica clusula en la que se habla, indirectamente, de los derechos de los periodistas. Si bien la Ley de Imprenta de 1917 no cambi mucho el panorama de los periodistas, un grupo de constituyentes logr colar una reforma en el artculo 20 donde se deca que los periodistas que fuesen juzgados por la acusacin de difamacin o calumnia, en donde estuviera envuelto un funcionario pblico como sujeto de la crtica, seran juzgados por medio de jurados populares.

En la etapa radical de la revolucin, en medio del caos y la destruccin causados por la guerra, se consolid el periodismo "moderno" que haba nacido en el porfiriato.55 Los orgenes de la prensa moderna estn en discusin. Hay quienes toman El Impartial (1896) como el origen de una prensa moderna y otros que sealan a los peridicos que surgen en el periodo constitucionalista, El Universal (1916) y Exclsior (1917), como los precursores de un nuevo estilo.56 Otros estudios marcan el inicio de la modernidad del periodismo mexicano en la repblica restaurada (1867-1876), cuando surge y se fortalece la figura del reportero en Mxico, aparecen nuevos gneros como el reportaje y la entrevista y publicaciones populares muy baratas que pueden compararse a la penny press estadunidense.57 Este momento marca el fin del periodismo doctrinario y la entrada a una era de informacin industrializada. Los elementos distintivos de esta modernidad son un diarismo noticioso e informativo al estilo estadunidense, donde destacan la nota roja y el amarillismo, el tamao tabloide, el abaratamiento de los precios por ejemplar, grandes tirajes e impresiones en rotativas. El cuerpo de redaccin se profesionaliza y se transforman los mecanismos de obtencin de noticias.

El Mxico de los veinte sufri los sntomas del desgaste de diez aos de guerra. Al mismo tiempo, con el fin de la fase armada, prosper un sentimiento enfocado en la reconstruccin y la cosecha de los logros de la revolucin. Algunos proyectos, como la cruzada educativa de Jos Vasconcelos, demostraron los bros con que la utopa pretenda hacerse realidad. Junto a estos desplantes de grandeza revolucionaria, se hizo evidente el dao causado por la violencia y aflor el cncer de la corrupcin. Esta realidad dio pie al cuestionamiento del cariz que iba tomando la realidad posrevolucionaria. Esta crtica empezara a ventilarse en la novela de la revolucin mexicana, que ya mostraba una profunda desilusin ante los resultados de la revolucin, y parte de ella trascendi a los diarios.

El periodismo, en su calidad de intermediario entre la sociedad y el Estado, siendo una de las vas por las que se canalizaban tales sentimientos y un espacio donde se confrontan diferentes opciones polticas pas, como el resto de la sociedad de aquellos tiempos, por un proceso de evaluacin y reconocimiento de sus funciones. En el escenario del rgimen obregonista, que haca un esfuerzo por legitimarse imponiendo paradjicamente un autoritarismo cubierto de un velo democratizador, el trabajo periodstico oscil entre las inercias de la fase armada, donde los escritos respondan a la lucha poltica de facciones, y los nuevos bros modernizadores, donde la informacin y la independencia eran valores centrales para el oficio.

En algunos sentidos, los gobiernos sonorenses de los aos veinte reforzaron las tendencias de etapas precedentes y consolidaron una profunda revolucin social en Mxico. En otras lneas significaron un retroceso en relacin con las reformas sociales, la apertura y la libertad de expresin. Alvaro Obregn reconoci la necesidad de repartir tierras y se acerc a los obreros. Asimismo, se comprometi a respetar el trabajo de los periodistas, a quienes necesitaba para mejorar su imagen ante la opinin pblica nacional y extranjera. Utiliz los servicios de periodistas a sueldo para realizar una campaa positiva en torno a Mxico y su gobierno revolucionario, particularmente en Estados Unidos, cuyas autoridades, imputndole una fiera reputacin bolchevique, le negaban el reconocimiento.58 Desde los inicios de la revolucin algunos periodistas mexicanos cumplieron con la funcin de legitimar la lucha revolucionaria y publicitaria en el extranjero. Para el rgimen obregonista esta sera una prctica obligada y una estrategia de supervivencia.

La sabidura poltica de Alvaro Obregn como caudillo revolucionario le permiti aflojar las riendas de la relacin del poder presidencial con los escritores de los diarios. En su talante flotaba la reminiscencia de la utopa maderista aunque su acercamiento al asunto era innovador. Obregn responda a los abusos de poder de lderes y jefes militares convertidos en gobierno y a los excesos que la revolucin vena representando. La corrupcin amenazaba con deshacer las fibras del proyecto revolucionario y el presidente convoc a la prensa independiente como el fiel de la balanza con cuya crtica y vigilancia, es decir, cumpliendo con la funcin de vocear la opinin generalizada sobre los servidores y las autoridades pblicas, se fortalecera la moral de la revolucin.

Alvaro Obregn tena la costumbre de escribir —y escribir bien— en los diarios. En ocasiones gener debates muy significativos con los periodistas. En una de estas conversaciones a finales de 1921, el presidente reconoca el respeto a la libertad de prensa y la funcin de intermediacin entre la sociedad y el Estado que le corresponda a los periodistas.59 Segn el presidente, la prensa en aquellas pocas revolucionarias tena el deber de expresar el juicio moral del tribunal de la opinin pblica. Madero haba liberado a la prensa, pero Obregn le otorgaba discursivamente una funcin que era necesaria para el buen funcionamiento del Estado. Esta idea implicaba una visin mucho ms profunda y moderna de cmo deba funcionar una sociedad mexicana verdaderamente revolucionaria.

El presidente Obregn no era precisamente un demcrata. Bien conocido es su fallido intento de reeleccin que, en vez de llevarlo a la silla presidencial, le depar la muerte. Martn Luis Guzmn lo inmortalizara como uno de los personajes de su clebre novela ha sombra del caudillo, que echaron mano de prcticas autoritarias y violentas para hacerse del poder, como la desaparicin fsica de los candidatos opositores, la manipulacin del voto, el apoyo y el acarreo popular con prebendas a lderes corruptos. A qu podemos achacar entonces tan magnnima actitud frente al cuarto poder?

Una posible explicacin del reconocimiento de Obregn del peso de la opinin crtica es la fragilidad del Estado a principios de los aos veinte. Aunque Mxico empez a vivir a la par del mundo el bullicio de esta dcada, el erario pblico estaba en ruinas. Los pases europeos y el vecino Estados Unidos tardaban en reconocer al gobierno de Obregn, que se haba echado encima una reputacin de radical. Como consecuencia del enfriamiento en las relaciones entre el gobierno mexicano y las naciones con recursos, los prstamos y las inversiones no fluan a las arcas del presidente. La guerra haba hecho trizas la infraestructura que haba sido el orgullo de la clase poltica porfiriana: los ferrocarriles estaban en ruinas y su parlisis daaba cotidianamente la economa. Con el fin de la guerra mundial la demanda internacional de combustible disminua y la industria petrolera entraba en un periodo de desaceleracin de la productividad. El faccionalismo que la revolucin haba engendrado haca inminente el peligro de nuevas revueltas y golpes militares. La faccin obregonista no controlaba por entero los diarios, muchos estaban en manos opositoras y podran ser partcipes, como actores secundarios, de rebeliones en su contra. En lugar de reprimirlos, Obregn opt por la estrategia de hacerles la corte.

Un ingrediente activo en la frmula de la relacin entre el Estado, la prensa y la sociedad es el efecto de la revolucin en la psique de los mexicanos. Mucho tardaran an los principios democrticos en penetrar de lleno en la cultura poltica mexicana. Sin embargo, ciertos factores haban cambiado por completo las reglas del juego en el binomio gobierno y gobernados. Aquello que el historiador Friedrich Katz llamaba "el viejo orden de las haciendas", haba sido desmantelado.60 Un ejemplo de esto se ve en el discurso que Carlos Ortiz, editor propietario del Mscaras, El Semanario de la poca pronunci en una manifestacin de 1926 y envi por escrito al presidente Calles:

El capataz, el negrero -decan las palabras del ufano editor—, han pasado por la magia de la magna revolucn social que ha sacudido durante diecisis largos aos a la nacin mexicana, a la calidad de sombros personajes de novela; en los campos y en las fbricas, entre jadear de yuntas y estrpito de maquinaria suena claro y majestuoso el himno del trabajo y de la libertad y se eleva hasta el cielo como una epifana.61

Esta nueva realidad, acompaada del reparto agrario, elev al sector campesino de la sociedad —que haba empuado las armas para lograr estos beneficios— a la categora de participante activo en los asuntos polticos del pas. A travs de las urnas, por medio de la revuelta, o por escrito, estos sectores tenan voz y formaban parte de la opinin pblica. La clase media, que en buena medida haba sido precursora de la revolucin, hallaba ahora nuevos espacios de accin en la burocracia y la estructura econmica mexicanas. De hecho, la faccin sonorense que ahora ocupaba el poder encarnaba el ascenso a la clase poltica de los sectores medios. Con la muerte de Carranza haban desaparecido los ltimos vestigios de la elite porfiriana en el poder.62 Como se ha dicho, la manufactura de los diarios estaba en manos de la clase media. De alguna forma, el dilogo entre Obregn y los periodistas era una conversacin entre iguales.63

Las preocupaciones de Madero seguan vigentes y no resueltas. La democracia era un valor codiciado pero inalcanzable que haba provocado la revolucin y costado muchas vidas. Aunque la inercia histrica de una cultura autoritaria haca retornar a Mxico, una y otra vez, a la irremediable certeza de su incapacidad para lograr el cambio decisivo, el sistema poltico posrevolucionario se fue construyendo sobre la falacia de guardar las apariencias democrticas.

El ascenso a la presidencia de Plutarco Elias Calles en 1924 marc un severo retroceso en el camino hacia la apertura. La cerrazn del rgimen se agudiz durante la crisis entre la Iglesia y el Estado, en la cual se confrontaron los principios radicales del gobierno revolucionario con los valores conservadores catlicos de la sociedad. De este choque emergi el movimiento cristero y la guerra civil que cimbr a Mxico entre 1926 y 1929. El gobierno de Calles recurri a la represin directa y violenta de las voces que disentan con el perfil de su gobierno. La contencin oficial abarc todas sus posibles formas, desde la censura, el destierro, la persecucin, el juicio y el encarcelamiento, hasta la desaparicin fsica de periodistas y escritores catlicos. El hecho de que este conflicto se originara en el terreno ideolgico, en el plano de las creencias, pero deviniera en una guerra armada, dio pie a que el Estado pretextara la validez de su furiosa reaccin. En su lgica, no se atacaba la libertad de expresin sino el sustento escrito de un ejrcito apoyado por la Iglesia que atentaba contra el proyecto revolucionario y la seguridad nacional.

Quienes ms padecieron las estrategias silenciadoras del rgimen fueron los editores y escritores de la prensa opositora catlica. Entre ellos estaban editorialistas y periodistas que tenan una presencia importante en diarios con influencia pblica como Eduardo Pallares, Jess Guiza y Acevedo y Jos Elguero, que escriba en Exclsior,y fueron desterrados.64 Tambin sufrieron una fuerte represin los responsables de publicaciones ms panfletarias como Gladium (Guadalajara) y Desde mi Stano (Aguascalientes).

El conflicto religioso gener la proliferacin de ediciones e increment el nmero de lectores atrados y preocupados por este drama que cimbr las conciencias. Los partidarios de las polticas del callismo, incluida la persecucin de los catlicos, quienes eran considerados como enemigos de la revolucin, constituyeron un grupo de vidos lectores.65 Un conflicto en el que chocaban puntos de vista tan opuestos y que tocaban un mbito tan privado como el de la fe, acentu la necesidad que ya haba generado la gesta revolucionaria entre la gente de mantenerse informado y, sobre todo, de opinar sobre los acontecimientos.

La revolucin de 1910 se ha caracterizado por la carencia de un claro corpus ideolgico.66 A diferencia de la revolucin sovitica, que haba nacido de un liderazgo intelectual que opona a la realidad existente las premisas tericas del marxismo, en Mxico la revolucin surgi como un espontneo movimiento social comandado por lderes populares. Aun cuando el rompimiento con la dictadura porfiriana en 1910 haba significado una profunda divisin de la sociedad, hasta mediados de los aos veinte esta fractura no se haba vivido como un choque que amenazara la libertad de conciencia. La revolucin se haba ido traduciendo en una transformacin cultural de la sociedad y chocaba con aquellos elementos ms conservadores que se resistan al cambio. Esta lucha gener un debate escrito muy prolfico que, en buena medida, se dio en los diarios, en el cual, el trabajo periodstico —como ventana de la opinin pblica de uno y otro bandos— tuvo una funcin muy significativa. La guerra Cristera ya de por s signific un enorme cuestionamiento de las polticas del gobierno revolucionario por parte de un amplio sector de la sociedad que se senta afectado por la imposicin de lo que, a su juicio, eran las leyes arbitrarias plasmadas en la Constitucin de 1917 que pretendan regular el terreno de las prcticas religiosas. Aunque una institucin con semejante fuerza como la Iglesia catlica estuvo detrs de estas manifestaciones pblicas, es indudable que la crtica reflej el criterio y sentir de buena parte de la sociedad mexicana. Como contraparte, sin embargo, el hecho de que el Estado argumentara que los escritos catlicos violaban con flagrancia la libertad de prensa signific un retroceso evidente en el camino hacia el fortalecimiento de la esfera pblica.

El rgimen silenci a la opinin pblica echando mano de mecanismos crpticos. Se denunci la injerencia de la Iglesia en los asuntos temporales como una amenaza para el devenir democrtico de la sociedad mexicana. La persecucin de escritores se enmarc en un ambiente blico. El conflicto entre la Iglesia y el Estado de los aos veinte fue una guerra meditica con las caractersticas de sus tiempos. Se hizo con panfletos, folletera, hojas volantes, en las pginas de peridicos y revistas y desde el pulpito. Como ocurriera durante la primera guerra mundial el trabajo periodstico puso en jaque los cnones modernos que supuestamente lo guan: objetividad, imparcialidad y veracidad, y se vio inmerso en la lucha propagandstica en la que se debatan los dos bandos. Las heridas discursivas que gener esta guerra tardaron en sanar. El gobierno de Lzaro Crdenas, con todo y el radicalismo que manifest en algunos asuntos, hara un esfuerzo por mantener abiertos los canales de expresin de la opinin pblica.

Como ya se ha mencionado, en el periodo que aqu se estudia nacieron importantes diarios en el interior de la repblica, como El Informador de Guadalajara y el Diario de Yucatn, que fortaleceran, junto con otras significativas publicaciones regionales, la larga tradicin y la fuerza del periodismo en los estados.67 La trayectoria de estos peridicos es importante por su calidad, su capacidad de atraer grandes audiencias, su longevidad —siguen funcionando hasta la fecha— y su aptitud para adaptarse a los enormes cambios que ha sufrido el pas. Tambin son casos significativos porque sus propietarios pertenecen, desde su fundacin, a elites conservadoras regionales. Estos diarios cobraron importancia desde el rgimen callista y durante el Maximato.

Algunos de los vicios en los que incurri el Estado posrevolucionario durante el callismo y el Maximato fueron corregidos por Lzaro Crdenas, otros simplemente se matizaron y, segn el punto de vista de sus crticos, estos errores se profundizaron.

Friedrich Katz consideraba el sexenio cardenista como una tercera fase de la revolucin social iniciada en 1910 porque se tomaron medidas radicales en el terreno econmico y social. A diferencia de las etapas anteriores, al fenmeno que ocurri en esta etapa se lo caracteriza como una revolucin desde arriba. Aun cuando las reformas emanaron de la cpula del poder, fueron muy profundas.68 Lzaro Crdenas tuvo la voluntad y la capacidad poltica de hacer el mayor reparto agrario de la historia. Fortaleciendo a los obreros y aprovechando la coyuntura internacional, logr expropiar la industria petrolera que estaba en manos de las compaas extranjeras. Esta revolucin —seala Katz— se llev a cabo en un clima de mnima represin: la oposicin poltica de derecha tuvo un amplio margen de accin y pudo expresar su descontento con el rgimen en el espacio de los rganos periodsticos.

El tema del periodismo y la prensa en el sexenio cardenista ha generado un interesante debate que opone a un Crdenas autoritario e intolerante con las expresiones pblicas con un Crdenas abierto a la crtica publicada en los diarios.69 A grandes rasgos, las discrepancias de los autores en torno a este asunto responden a las ambigedades mismas del trato entre el general Crdenas y la prensa. Tres atributos caracterizan esta relacin: la creacin de pipsa —la empresa monopolizadora de papel—, que se convertira en un arma de control; el auge de la prensa popular, en gran medida controlada por el Estado o instituciones cercanas como la CTM, y la creacin del DAPP (Departamento Autnomo de Prensa y Publicidad).

En este momento se consolidan dos tipos de publicaciones populares. Las que llevan un contenido poltico especfico relacionado con los grupos organizados bajo el amparo del Estado y la izquierda como El Nacional(1929), rgano del partido oficial; El Machete (1924), dirigido colectivamente por Diego Rivera, Siqueiros y Xavier Guerrero; El Popular (1938) rgano de la ctm dirigido por Vicente Lombardo Toledano, cuya intencin era conectar a estos partidos e instituciones con las masas. Otro tipo importante de publicaciones populares fueronLa Prensa, (1928), tabloide matutino ilustrado, Sucesos (1933), ltimas Noticias (1936), que surgi deExclsior.70 Rotofoto que tena la intencin de desmitificar y desacralizar la imagen de los polticos. Esta revista termin distanciada del rgimen con un reportaje grfico sobre Saturnino Cedillo. Como consecuencia y haciendo eco de las prcticas callistas, el "Comit de Lucha contra la Prensa Reaccionaria" de la ctm incendi los talleres de la revista. Estos tabloides, adems de tener un rpido xito econmico, lograron grandes tirajes y una conexin ms directa con los lectores.

En conexin con el debate en torno al cardenismo, sugiero que si se contrasta con el callismo, hay que decir que la nota que marc la relacin de Crdenas con la prensa nacional fue la libertad de que goz la prensa de oposicin. En pleno radicalismo cardenista, peridicos como Omega y El Hombre Libre, que —como en el caso de la cooperativa de La Prensa— fueron acusados de pertenecer a la Quinta Columna defensora del fascismo, pudieron expresarse libremente. Es relevante la selectividad que marca los hechos violentos contra Rotofoto. Se ha interpretado que Crdenas reaccion contra la apologa de un enemigo muy especfico, Saturnino Cedillo, que siendo un importante general revolucionario significaba una amenaza ms real que la oposicin de derecha. Igualmente, el general tendra algunos desencuentros con la prensa comunista y los editores de El Machete que revelan una actitud vigilante del rgimen cardenista en relacin con los grupos que se situaban ideolgicamente a la izquierda de su rgimen.71

 

Consideraciones finales

Para recapitular es necesario recordar los elementos distintivos de la prensa mexicana y del oficio periodstico durante las dcadas revolucionarias entre el diez y el cuarenta. Durante este lapso, Mxico pas por trascendentales momentos de apertura —los regmenes de Madero, Obregn y Crdenas— que, junto con el desarrollo de la sociedad mexicana tras la cada del dictador Porfirio Daz, abrieron un espacio para la libertad de expresin. Esta distensin —aunque fuera vestida con frecuencia de propaganda de facciones— fortaleci el ejercicio libre del periodismo y el dilogo entre el Estado y la opinin pblica. Durante el siglo XIX ya se haban disfrutado en Mxico momentos donde se permiti la libertad de prensa, como ocurriera durante el gobierno de Sebastin Lerdo de Tejada, pero las reformas sociales que produjo la revolucin de 1910 hicieron que el cambio fuera ms profundo. La participacin en el terreno de la esfera pblica se ampli a sectores que antes no haban tenido cabida en el dialogo social. Asimismo, los espacios informativos y de discusin —mayormente limitados a los diarios— incluyeron temas de debate novedosos, como la reforma agraria, los derechos de los trabajadores y el papel mismo de los periodistas en una sociedad en plena transformacin. Aunque tangencialmente, los grupos populares se integraron a este terreno de las letras y de la opinin pblica. Usufructuaron tambin la posibilidad de ser propietarios de medios escritos.

Desde la revolucin del diez se vivieron tambin graves momentos de retroceso. Algunos lderes como Carranza, Obregn y, especialmente Calles, no superaron los atavismos de la cultura autoritaria con todo y el discurso democratizador que se gener desde el maderismo. Sin embargo, al hacer un balance general como el que aqu se hace, es claro que entre 1910 y 1940 la sociedad mexicana abri un caparazn que, si bien se volvera a cerrar en las dcadas subsiguientes, confiere a este periodo una gran singularidad como coyuntura histrica.

Las caractersticas de la prensa en estos tiempos fueron muy especficas. Por un lado, se consolidan los diarios modernos. Trabaj una nueva generacin de periodistas que vivi muy joven la revolucin de 1910. El gremio de los periodistas logr organizarse temporalmente en sindicatos y asociaciones que protegieron sus intereses. Parte de la prensa pas a manos de los trabajadores o a lderes surgidos de los ejrcitos revolucionarios, y los estratos populares de la poblacin pudieron gozar de este medio como un canal de expresin y de participacin en la esfera pblica. Las clases medias tambin participaron con mayor presencia en la manufactura de los peridicos y en el dilogo pblico. Todo esto se debera a la debilidad del Estado revolucionario y al espritu de cambio del discurso revolucionario. A partir de los cuarenta muchas de estas lneas de desarrollo se perdieron y Mxico vivi un retroceso. Las funciones de la prensa como intermediario entre la sociedad y el Estado y como vocero de la opinin pblica perderan paulatinamente la pequea dosis de eficacia que hubiera logrado en las dcadas revolucionarias.

 

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"Cmo ha escarnecido el director de El Pueblo, la memoria del presidente Madero", El Demcrata, 2 de febrero de 1918, p. 1.         

Mnico Neck, "Apuntes de actualidad", El Nacional, 22 de diciembre de 1949, p. 3.         

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"Nueva Ley de Imprenta que comenzar a regir prximamente", El Demcrata, 11 de abril de 1917, p. 7.         

"Las compaas mineras del Real del Monte, tratan de impedir la lectura del diario El Demcrata entre los trabajadores", El Demcrata, 13 de julio de 1918, p. 7.         

"El periodismo en la revolucin de 1910", El Universal, 10 de diciembre de 1949, p. 25.         

Daniel Muoz, "Ocho periodistas mexicanas: Hermila Galindo de Topete", El Universal, 15 de octubre de 1954, pp. 3 y 28.         

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C. Pacheco Calvo, "El problema del papel", El Nacional, 5 de febrero de 1938, pp. 1 y 4.         

 

Notas

1 Juan Hernndez a Lzaro Crdenas, 24 de noviembre de 1936, en Archivo General de la Nacin (en adelante agn), Documentacin de la administracin pblica, 1910-1985, fondo Lzaro Crdenas, vol. 1300, exp. 704.1/72, f. 76560.

2 Vale la pena mencionar los nombres de dichas organizaciones ya que representan la variada gama de grupos que tanto geogrfica como ocupacionalmente se acomodaban en la esfera de influencia de dicho diario. Entre ellos estaban el Sindicato Gremial de Obreros de Artes Grficas de la regin Lagunera; la Alianza de Uniones y Sindicatos de Artes Grficas; la Sociedad Cooperativa Tamaulipeca de Imposibilitados; el Gremio Unido de Panaderos (Panadera, Biscochera y Pastelera); la Federacin Regional de Sociedades Cooperativas de Tampico integrada por 33 organizaciones; los Constructores Chiapanecos de Tapachula; Lneas Urbanas Unidas "Bandera Verde", el mejor servicio de transportes de Monterrey, Nuevo Len; la Cooperativa de Transportes de Tuxtla Gutirrez, Chiapas; la Cooperativa Industrial de Carpinteros de Acapulco; La Sociedad Cooperativa Agrcola "El Porvenir" de Coatepec; el Gremio Unido de Trabajadores del Rastro; la Sociedad Cooperativa de Salineros de Colima; la Sociedad Cooperativa de Comerciantes en Pequeo del Mercado "Abelardo L. Rodrguez"; la Confederacin Mexicana de Maestros; la Federacin de Trabajadores de Jalisco; el Frente Popular Mexicano; el Sindicato de Trabajadores de la Enseanza de Papantla; el Sindicato de Trabajadores Socialistas de la Enseanza de Tixtla; Guerrero; la Unin Sindical de Trabajadores de la Industria Bonetera; la Unin de Tipgrafos Gutenberg; el Centro de Estudios para obreros Ro Blanco; el Sindicato de Empleados de la Prensa del Distrito Federal; el Grupo Accin Socialista; "Integrado por obreros y campesinos revolucionarios"; la Federacin Regional de Obreros y Campesinos; la Unin de Tipgrafos de Len, Guanajuato; el Frente nico de Trabajadores del Volante; la Cmara Nacional del Trabajo; la Alianza de Obreros y Empleados de la Compaa de Tranvas de Mxico; el Sindicato Nacional de Trabajadores Textiles, quienes defendan su peridico. Jos Cabrera Alduch a Lzaro Crdenas, ibid., f. 7699.

3 Desde entonces con formato tabloide, La Prensa fue fundada por Pablo Langarica, bajo la direccin de Jos E. Campos. Su xito fulminante le permiti ser llamado el peridico "que conquist a Mxico en un mes". Sin embargo decay pronto, y en 1935 la empresa no pudo resistir un conflicto laboral que cerr el diario durante cinco meses. En julio de ese ao, con los auspicios del presidente Crdenas, se cre una cooperativa para reanudar la edicin del peridico. Encabez la nueva etapa Geo Walter Glass, pero pronto se hizo notar Luis Novaro y Novaro, que haba sido periodista en El Universal, encabez el sindicato nacional de redactores de prensa y comenz en la nueva cooperativa como encargado del departamento de Publicidad. Hacia 1940 se convirti en director y hombre fuerte, e inaugur el camino del auge empresarial de la cooperativa, pues cre su divisin comercial. Una revuelta interna lo arroj del mando en 1949. Miguel ngel Granados Chapa, "Plaza Pblica", El Financiero, 28 de junio de 1993.

4 Otro ejemplo de esto es el caso de los campesinos de San Juan Tepa, Hidalgo y su defensa del peridico El Machete. En una carta al general Lzaro Crdenas expresaban lo siguiente: "Esperamos, y atentamente lo exigimos, que su gobierno, con una visin ms amplia que el porfirista [...] ordene que se supriman todas las restricciones al servicio postal, al que tienen derecho todos los sectores sociales de nuestra nacin. [...] que se suprima la taxativa que alega la Oficina de Correos como impedimento para permitir la circulacin de El Machete, que sustenta ideas avanzadas para que as llegue este rgano revolucionario a las masas de trabajadores que lo estn exigiendo. Miembros de la Asociacin Revolucionaria Mexicanista, alegan que los editores de El Machete son comunistas, agentes del imperialismo ruso. Rusia est tan lejos y tiene relaciones econmicas con Mxico en tan poca cuanta, que solamente la estulticia hace creer en este imperialismo. Si se refieren a las ideas, tampoco tienen razn porque ellas no tienen origen ruso y antes de que triunfaran en aquel pas, ellas se propagan ya en todo el mundo. El comunismo combate el hambre, la desnudez, la injusticia, la opresin, al capitalismo, todos universales. Nosotros que sufrimos todo esto, indgenas otomes, sabemos que solamente con el triunfo de estas ideas saldremos de la esclavitud en que vivimos. Es mentira que estas ideas sean en contra de nuestra patria, porque se quiere que las tierras, las fbricas, la riqueza toda, est en manos de los trabajadores mexicanos. Hemos de defender a Mxico con ms ardor, el da que los grandes capitalistas dejen de dominar en l y las riquezas que hoy poseen rindan pan, vestido y bienestar a los trabajadores mexicanos. Los campesinos y los obreros estamos resueltos a luchar contra todos los fchis-tas encamisados. Felipe Percstegui (et al.) a Lzaro Crdenas, 13 de marzo de 1935, en agn, Documentacin de la administracin pblica 1910-1985, fondo Lzaro Crdenas, vol. 1289, exp. 704/15, s. f.

5 Garca, Memorias, s. a., pp. 57-58.

6 Bravo, Periodistas, 1966; ArgudnHistoria, 1987; CalocaRecuento, 2003; Ruiz, Periodismo, 1980; Arenas,Periodismo, 1967, y LepidusHistory, 1928.

7 Ross, Fuentes, 1965.

8 Matute, "Prensa", 1995, pp. 63-70; Garciadiego, "Prensa", 1995, pp. 71-88; Villegas, "Liderazgo", 1995, pp. 107-120, y Ross, "Historiador", 1969.

9 Rodrguez, "Discurso", 1991, pp. 697-740, y Gmez, "Madero", 1998.

10 Arenas, Periodismo, 1967.

11 Coso, Historia, 1983; Garca, Peridico, 2003; SaboritMundo, 2003; ToussaintEscenario, 1989; Bonilla, "Reportaje", 2003, y "Funcin", 2004; GantsCaricatura, 2009; Gants y Gutirrez, "Liberalismo", 2009, pp. 155-182, y PiccatoTyranny, 2010.

12 Algunos ejemplos de estos trabajos son: Bermdez, Trinidad, 1985; BlanquelRicardo, 1985; Flores,Correspondencia, 2001, y Richard, Race, 2004. Weiner analiza el liberalismo y sus ideas sobre el mercado, pero tangencialmente aporta un anlisis muy interesante de las ideas de Trinidad Snchez Santos y de los hermanos Flores Magn. Toussaint, "Medios", 2011, pp. 153-163; Guerrero, "Periodismo", 2011,pp. 305320; Cano, "Dictamen", 2006, pp. 233-241; Rashkin, "Horizonte", 2006, pp. 243-256; Torres, "Tema", 2008, pp. 549-564; Gonzlez "Plumas", 2008, pp. 289-300, y Mora, "Prensa", 2008, pp. 313-329.

13 Lombardo, "Prensa", 2008, pp. 249-266, vase tambin, Lombardo, "Corresponsal", 2011, pp. 193-207, y "Prensa", 2008, pp. 491-506.

14 Cano, "Rgimen", 2003.

15 Aguilar, Publicidad, 1986; Gonzlez, "Prensa", 1994; Musacchio, "1938", 1990, pp. 33-53; Lombardo, "PIPSA", 1982, pp. 17-23, y Snchez, "Contexto", 2010.

16 Este trabajo es el resultado parcial de una investigacin mucho ms amplia que se basa en una exhaustiva bsqueda bilbiogrfica, hemerografica y documental. Los archivos revisados y utilizados son: Archivo General de la Nacin, Documentacin de la Administracin Pblica, 1910-1985; Archivo Calles Torreblanca; U.S. National Archives; Hemeroteca Nacional; Hemeroteca de la Biblioteca Lerdo de Tejada, y Archivo Centro de Estudios de Historia de Mxico Carso. Tambin se sustenta en la lectura de las memorias de periodistas importantes de la poca.

17 En general se dice que la fase armada de la revolucin concluy en 1920, pero los regmenes de los aos veinte no pudieron acabar con las rebeliones militares. Entonces, el fin del conflicto militar es relativo. Asimismo, atendiendo al radicalismo de los gobiernos de los aos veinte y treinta, entre los que destaca el de Lzaro Crdenas, es posible afirmar que la revolucin tiene una lnea de continuidad hasta 1940.

18 Vanse, entre otros, Katz, "Fin", 2006, pp. 191-233, y Pancho, 1998; Ribera, Casa, 2010, y Garca, Huelga,2007.

19 Vense, entre otros, CockcroftPrecursores, 1994; Knight, "Intelectuales", 1989, pp. 131-159, y Loaeza,Clases, 1988.

20 En una primera aproximacin, este proyecto se haba planteado para iniciar en 1920 con el objetivo de analizar el periodismo en la etapa posrevolucionaria, una vez terminada la lucha armada. El objetivo de esta primera intencin era aquilatar los efectos que la revolucin haba tenido en el quehacer periodstico. Sin embargo, el mismo proceso de investigacin ha demostrado la necesidad de regresar a 1910. Esto se debe a que muchos de los documentos registrados hasta ahora refieren a asuntos que se originan en etapas previas. Igualmente, es evidente que la trayectoria de muchos periodistas comienza mucho antes. Las alianzas que construyen en 1920 y la capacidad de procurarse fondos para mantener las publicaciones, estn vinculadas a relaciones polticas que se originan desde 1910, al calor de la lucha revolucionaria. Para 1920 las divisiones polticas que se haban generado anteriormente en el seno del movimiento constitucionalista y los conflictos con grupos opositores como el villista y el Zapatista siguan vigentes. Igualmente, la investigacin realizada hasta ahora me ha permitido descubrir la riqueza de las fuentes relacionadas con la historia del periodismo entre 1910 y 1920 que no ha sido explotada cabalmente en ningn trabajo acadmico. Ya que se cuenta con esta valiosa informacin para reconstruir las transformaciones del oficio periodstico una vez aniquilada la dictadura de Daz, es fundamental aprovecharla para hacer un estudio que abarque todo el periodo revolucionario.

21 La idea de "sociedad abierta" ha sido desarrollada principalmente por Henri Bergson, Karl Popper y George Soros. A grandes rasgos, es la idea de una sociedad cuyo gobierno es tolerante y respeta a la ciudadana, compuesta por individuos con necesidades y capaces de tomar sus propias decisiones. Esta sociedad exige el principo de la transparencia de su gobierno y se basa en el respeto a los derechos humanos y las garantas individuales. En el caso de Soros, esta filosofa se ha convertido actualmente en un argumento filantrpico que pretende promover, por medio de fundaciones y financiamiento la consolidacin de este tipo de sociedad, actualmente, alrededor del mundo. El trabajo y la funcin social que cumple el periodista como facilitador de informacin para la ciudadana y como puente entre el Estado y el resto de la nacin, es parte fundamental de la idea de una sociedad abierta. Este proyecto de investigacin comenz en 2004 como parte de una iniciativa de la Fundacin Prensa y Democracia, Mxico, A. C. que, como parte del Open Society Institute, pretenda fomentar el quehacer profesional del periodismo en Mxico con el fin de que sirviera como fundamento para robustecer la frgil democracia mexicana. Vanse Popper, Sociedad, 2010, y Soros, Open, 2000.

22 El auge de la televisin llega hasta los aos sesenta. El radio se comenz a utilizar a finales de los aos veinte, principalmente como una herramienta educativa y propagandstica del estado. Entre los estudios de la radio vanse Schiaffini, "Usos", 2007; Hayes, Radio, 2000; Ortiz, Una, 1997, del mismo autor Guerra, 1992; Velzquez, Radiodifusin, 1980, vase, tambin, Velzquez, "Estado", 1981, pp. 79-118.

23 Coso, Sistema, 1979, pp. 16-17.

24 A partir de los aos veinte los ndices de analfabetismo disminuyeron. En 1900, 53% de la poblacin era analfabeta; para 1930 el analfabetismo haba disminuido a 42%. Vase Monroy, Poltica, 1975.

25 Francie R. Chassen-Lpez describe muy bien el paso de una cultura rural de la rebelin al paso de una cultura poltica en la que se insertan las clases bajas y medias como parte de un debate pblico no violento. Vanse Chassen-Lpez, Liberal, 2004, y CockcroftPrecursores, 1994. Heriberto Fras escribi mucho sobre el origen socioeconmico y las precarias condiciones en las que trabajaban los periodistas de su poca. Fras, Amor, 1908 vase tambin, del mismo autor, Miserias, 1916. Pablo Picatto, siguiendo esta pista de los relatos de Fras, tambin aporta un anlisis brillante de las condicin del periodista. PiccatoTyranny, 2010.

26 El rumor y la noticia transmitida a travs de la murmuracin, aquello que Robert Darnton llama "sistemas de comunicacin" o "redes de informacin", no se ha estudiado en Mxico como lo ha hecho este autor para el caso de Francia en el siglo XVIII. Si bien Darnton asume la cultura escrita como la ignicin de estos sistemas, es posible que dichas prcticas fueran ms extendidas en sociedades analfabetas como la mexicana a principios del siglo xx. Vanse de DarntonDevil, 2010; "News", 2000, pp. 1-35, y "Public", 2000. Sin embargo, algunos periodistas mexicanos hablan de este tipo de prcticas a principios del siglo XX en las ciudades del interior de la repblica. "En la ciudad de Campeche, contaba Javier Romero, no haba peridico ni voceadores. El nico peridico que haba era uno que se llamaba El Cauterio, apareca cada semana o cada quince das. Era un peridico de chismes: a la seorita que vive en tal calle [...] que no s cunto, que se la llev el novio. [...] Naturalmente en una ciudad que tena 20 000 habitantes todo mundo saba quin era quin. Adems, en el pueblo de Campeche cmo va a haber peridico, si vamos al mercado a las cinco de la maana a enterarnos de todo lo que sucede." Entrevista al seor Javier Romero, realizada por Ana Mara Serna los das 7 y 15 de febrero de 2005 en la ciudad de Mxico. El estudio del rumor y la transmisin oral de la noticia en el temprano siglo XX, sigue siendo un pendiente de los historiadores de la prensa mexicana. Igualmente, si bien se repite mucho el lugar comn de que la lectura en voz alta era una prctica comn, todava no existe un estudio fundamentado en fuentes primarias que resuelva este tema.

27 El asunto de la circulacin de los diarios en Mxico es prcticamente imposible de documentar porque no existi, hasta finales del siglo XX, la prctica de certificacin del tiraje. Existe, sin embargo, una fuente muy valiosa, los informes consulares sobre Mxico del Departamento de Estado estadunidense, donde se habla del tiraje de los peridicos mexicanos, pero no necesariamente refleja la realidad, y las cifras que ah se vierten no se puede tomar como fidedignas. Una de las mayores preocupaciones del Departamento de Estado era la imagen de Estados Unidos en el exterior y la existencia de sentimientos antiyanquis entre la poblacin de pases conflictivos como el Mxico revolucionario. Por ello, instaur la prctica de requerir a los cnsules el envo de toda la informacin posible sobre la prensa local. As, estos acervos estadunidenses nos han legado material riqusimo para reconstruir la historia del periodismo mexicano. Por ejemplo, alguno de estos informes dice lo siguiente: "There has just been released a report on the periodicals published in Mexico, prepared by the Department of Stadistics, and based on data collected in 1931. The total circulation of the 491 periodicals published in this country was 151 672 441, of which 98 per cent was in the Republic, and 2 per cent abroad, according to the large morning daily, excelsior, of August 6, 1933. The periodicals may be divided as follows, according to their type; the percentages being based on the number of periodicals, rather than on their circulation or size: Information... 31.8 per cent; Literary... 12.4 per cent.; Religious... 10.6 per cent.; Scientific...9.4 per cent.; Commercial... 9.0 per cent.; Of a social nature...8.7 per cent.; Technical... 5.7 per cent.; Mutualist...4.5 per cent.; Political, sports, critical and various...7.9 per cent. / = 100 per cent." Otro informe deca: "The total circulation in the Republic was 148 687 620 copies, divided as follows: Dailies... 83.2 per cent.; Monthlies...8.3 per cent.; Bi-weeklies...2.3 per cent.; Bi-monthlies...1.4 per cent.; others...1.5 per cent. /= 96.7 per cent." William P. Cochran, Jr., American vice consul, aprobada por Thomas D. Bowman, 8 de agosto de 1933, en Records of the Department of State Relating to Internal Affairs of Mexico, 19101929, M274, 241, exp. 812,917/4. Un asunto que destacan todos los informes estadunidenses es que la circulacin de los diarios en Mxico era menor que en Estados Unidos.

28 Bringas y MascareoEsbozo, 1988.

29 El importantsimo asunto histrico de la prensa popular, as como el tema de las asociaciones de periodistas es un tema que estoy trabajando para un estudio ms amplio y que no ha recibido mucha atencin entre los historiadores. Elissa Rashkin, Guillermina Bringas, David Mascareo y Leticia Lpez, han trabajado ya este asunto. RashkinStridentist, 2009. La lista de publicaciones periodsticas dirigidas a los grupos populares en esas dcadas es enorme. Vale decir, adems, que esta tradicin de una prensa popular no es exclusiva de la revolucin de 1910, tena ya parea entonces un importante antecedente de desarrollo durante el siglo XIX. Algunos de los ttulos que podemos citar: Regeneracin, El Popular, El Machete, El Amigo del Pueblo, Por d Pueblo y Para d Pueblo, El Correo de Chihuahua, Vida Nueva y el Peridico Oficial del Ejrcito Villista, Regeneracin, Peridico Semanario, rgano de la Revolution Agraria, El Grano de Mostaza (rgano de la Unin Catlica Obrera), La Democracia Cristiana, El Obrero Catlico, Restauracin, El Diario del Hogar, El Trabajo.KatzPancho, 1998, vol. I, p. 60; Espejel, Emiliano, 1988, p. 102; Meyer, Lucha, 1980; AlfroLlamaban, 1977, p. 217; Ceballos, "Sindicalismo", 1986, p. 626; Leal, Mutualismo, 1991, pp. 162-163; Mrquez, Iglesia, 1950, p. 30, y Tamayo, Clase, 1987, p. 189.

30 Rafael Martnez "Rip Rip", un periodista que colabor cercanamente a Madero durante las luchas del antirreeleccionismo narr las circunstancias de aquellos que haban apoyado a la revolucin desde la trinchera de la prensa: "una gran parte de los que habamos tomado participacin en la lucha, cuando el seor Madero fue presidente entendimos que la lucha haba terminado y pocos se resolvieron a seguir trabajando [...] a seguir manteniendo los ideales. De los periodistas pocos quedamos como periodistas, unos fueron administradores de aduanas, otros tuvieron tal o cual empleo y se olvidaron; de los oradores pocos quedaron tambin, pocos hablaban; y en cambio, los enemigos s hablaron, s escribieron, s se movieron y por eso fueron fuertes." Martnez, "Libertad", 1967, p. 156; Matute, "Prensa", 1995, y Piccato, "Parlamentarismo", 1997, pp. 7-11.

31 Stanley Ross explica que Gustavo Madero luch contra la prensa opositora por medio de Nueva Era yorganizando manifestaciones. A pesar de la oposicin de su hermano a subyugar a la prensa, Gustavo logr el control de algunos otros peridicos de la capital. Sin embargo, esos esfuerzos eran hechos con mano fuerte y resultaron inefectivos ante el desbordamiento del periodismo opositor. Ross, Francisco, 1959, p. 225. Vase Gmez, "Madero", 1998, pp. 132-133.

32 Entre muchos otros, estn documentadas las splicas de Manuel Carpi a Alvaro Obregn: "Deseo especialmente advertir que no estoy cobrando ni promoviendo reivindicacin de derechos. No hablo al encumbrado Mandatario pidindole una merced: hablo a mi viejo amigo, que conoce mi fuerte y honrada labor pro Mxico en el extranjero, que dur aos, con o sin ayuda de la revolucin. Estoy pobre, tengo exigencias de hombre civilizado, y nunca ped premio a mis trabajos ni en favores ni en concesiones que me aseguraran la vida. Si cree el seor presidente que no le es posible ayudarme en la forma que aqu indico, lo dicho por no dicho. No quiero ser gravamen ni un problema econmico para nadie. Quiero solamente que se juzgue si mi labor merece alguna estimacin, porque no fue de un da ni de un mes, sino de aos." Manuel Carpi a Fernando Torreblanca, 11 de mayo de 1921, en agn, Documentacin de la administracin pblica, 1910-1985, fondo Obregn-Calles, caja 322, exp. 815-C-l. Otras se encuentran en: ibid., fondos Obregn, Calles y Crdenas.

33 Vanse, KatzGuerra, 1982, t. h. p. 147; Ross, "Historiador", 1965,pp. 373-374; Parra, "Primera", 1980, y Serna, Rafael (en prensa).

34 Como se ha mencionado, estas asociaciones han sido poco estudiadas. Algunos son: Bloque Periodstico Nacional; Alianza de Uniones y Sindicatos de Artes Grficas, a la que pertenecan la Unin Linotipogrfica de la Repblica Mexicana; Unin de Voceadores, Expendedores y Repartidores de la Prensa del D. F.; Unin de Trabajadores de los Peridicos; Sindicato de Trabajadores de los Peridicos; Sindicato de Fotograbadores y Rotograbadores Mexicanos; Sindicato Nacional de Redactores; Sindicato de Empleados de la Prensa del D. F.; Sindicato de Trabajadores Propaganda y Anuncios; Sindicato Nacional de Dibujantes; Sindicato de Agentes de Anuncios de la prensa del D. F. Aquino, "Sindicato", 1998; Hernndez, "Asociacin", 2011, y Lombardo, "Prensa", 2008.

35 Hasta ahora no he tenido acceso a ningn archivo privado de algn diario de la poca que probablemente pudiera dar luz sobre este tema.

36 Vanse PalaviciniVida, 1937; Arenas, Prensa, 1916; MarvnNueva, 2005, t. I, pp. 509-525 y pp. 847-879, y Piccato, "Parlamentarismo", 1997, pp. 7-11.

37 Gracias a la investigacin de Elvira Carballido conocemos a las mujeres que destacaron en el periodismo en aquella poca: Elisa Acua Rsete, Juana Gutirrez de Mendoza, Dolores Jimnez Muro, Julia Nava, Luz Vera, Elena Torres, Eulalia Guzmn, Dolores Correa Zapata, Laureana Wrigh, Concepcin Gimeno, Hermila Galindo de Topete, Juana Beln Gutirrez de Mendoza, Laura Mndez de Cuenca, Guadalupe Rojo de Alvarado, Silvia Settala, Lina Cavalieri, Laura Mndez de Cuenca, J. viuda de Zaldivar, Mara Luisa Ross, Rita E. Latallada de Victoria, Mara Arias Bernal, Flora Vargas Trejo, Emilia Pardo Bazn, Sarah Lorenzana, Isabel Rocha de Andrs Ruiloba, Haide Escobar de F. Daz, Elisa Ross, Lucina Garca, Mara Luisa de la Torre de Otero, Cecilia Zadi, Fidelia Brindis, Sara Estela Ramrez, Elisa Acua, Dolores Correa, Mara Trinidad Orcillez, Margarita del Prado, Luz F. viuda de Herrera, Antonia L. Ursa, Trinidad Orcilles, Mateana Murgua de Aveleyra, Salome Carranza, Guadalupe G. de Joseph, Sara Estela Ramrez, Julia Nava, Emmy Ibez y Emilia Enrquez Rivera. Hernndez, "Participacin", 2003; Juan M. Durn Casahonda, "Los que escriben en El Universal", El Universal, ao VII, t. XXV, domingo 1 de octubre de 1922, pp. 4-6; Carrasco, Prensa, 1962. Crecencia Garza viuda de Martnez a Lzaro Crdenas, Mxico, 4 de octubre de 1935, en agn, Documentacin de la administracin pblica, 1910-1985, fondo Lzaro Crdenas, vol. 1290, exp. 704/39, f. 70446. Una de las especialistas en la historia de las mujeres periodistas es Elvira Carballido. Vanse de Hernndez, "Prensa", 1986; "Primeras", 1997, y "Participacin", 2003, y "La mujer y el periodismo" en Avils, Periodismo, 2011, pp. 261-273.

38 Algunos casos son: El Heraldo de Salvador Alvarado y Los Soles del coronel Garca Valseca. Vanse MusacchioDiccionario, 1989; Bravo, Periodistas, 1966, pp. 90-95; BorrsHistoria, 1983, pp. 90-95; Gonzlez,Clase, 1987, p. 150; Archivo Calles Torreblanca (en adelante ACT), fondo Alvaro Obregn-PR- Roque Estrada, fondo 11, serie 030400, exp. a -19/30, inv. 2046, leg. 1; BaldiviaFormacin, 1981, pp. 166-122; Singer,Mordaza, 1993, y Musacchio, "1938", 1990, p.51.

39 Dos importantes diarios, Exclsior y La Prensa, se volvieron cooperativas. Otros pasaron a manos de facciones revolucionarias, como El Impartial. Surgieron peridicos como El Popular, afiliados a grupos obreros organizados.

40 El uso del concepto de esfera pblica para analizar la relacin entre los medios y la sociedad mexicana es cuestionable porque surge del anlisis de una realidad europea muy distante a la problemtica que vive Mxico en 1910. La falta de una terica autctona para tratar estos asuntos, nos hace incluir esta problemtica como parte de este proyecto; es decir, parte de nuestra tarea ser aterrizar alguna conclusin terica que nos ayude a definir fenmenos como la opinin o esfera pblica en una realidad como la mexicana.

41 Habermas, "Public", 1991.

42 Sartori, Que?, 2003, pp. 88-89.

43 Ibid.

44 Un muy interesante anlisis de la esfera pblica y la prensa se realiz en algunas ponencias del Congreso Republic in Print: Mexican Journalism in Sociological and Historical Perspective, noviembre 12-13, 1999, Lomnitz, "Press", 1999. Lo han tratado con particular inters: FormentDemocracy, 2003, y PiccatoTyranny,2010.

45 La periodizacin de la revolucin de 1910 ha tenido muchas interpretaciones. Para efectos del anlisis que busca este artculo, me suscribo a la periodizacin propuesta por Friedrich Katz, que divide este proceso en tres etapas que atienden al grado de radicalizacin de las reformas que culminan en el sexenio cardenista. Vase KatzGuerra, 1982, p. 153.

46 Entre los periodistas que se formaron en los cuadros maderistas estn: Juan Snchez Azcona, Rafael Prez Taylor, Rafael Martnez "Rip Rip", Flix F. Palavicini, Luis Cabrera, Querido Moheno, Silvestre Terrazas, Carlos R. Menndez, Jess Urueta, Trinidad Snchez Santos, Paulino Martnez, Jos Mara Pino Surez y Diego Arenas Guzmn.

47 Rodrguez, "Discurso", 1991.

48 Stanley Robert Ross dice: "Los amigos y allegados de Madero lo instaban a tomar alguna medida para regular la prensa, pero el presidente resisti a todo esfuerzo encaminado a callarla. 'Prefiero hundirme con la ley que sostenerme sin ella'. Sin embargo, los ministros Hernndez y Daz Lombardo discutieron la suspensin del artculo 7 de la Constitucin (relativo a la libertad de prensa) con la Comisin Permanente del Congreso. Palabras dichas en esta reunin se 'filtraron' fuera, y Madero fue acusado inmediatamente en la prensa y en el local del Congreso de tirana y de suprimir el derecho de libre expresin, a pesar de que haba prometido que 'no pondra ninguna valla a la libertad, ya que sus actos estaban guiados por la verdad y la honradez'". Ross,Francisco, 1959, p. 225.

49 Matute, "Prensa", 1995, pp. 63-70.

50 Una relacin del Departamento de Prensa e Informacin Pblica manifiesta los elementos materiales ministrados por la Secretara de Gobernacin a diversos peridicos entre oaubre de 1915 y mayo de 1916. Los suministros se daban en efectivo (desde 56O pesos hasta 104 670 dlares en el caso de El Pueblo) o en recursos materiales (latas de tinta, rollos y resmas de diferentes tipos de papel, lminas de zinc, botes de aceite lubricante). La lista de las publicaciones que recibieron dichos suministros es larga: El Demcrata, El Pueblo, Ariete, Faros Magazine, Revista de Revistas, El Correo Espaol, Boletn Militar, Accin Mundial, El Liberal, El Constitucional, La Mujer Moderna, El Combate, Regeneracin, 30-30, Revista Mxico, El Padre Padilla, Revista Nacional, La Ilustracin Mexicana. Departamento de Prensa e Informacin Pblica, "Relacin que manifiesta los elementos materiales ministrados por la Secretara de Gobernacin, a los peridicos que se editan en esta ciudad y a diversos, durante los meses de octubre de 1915, a la fecha; y pecuniarios hasta el mes de abril ppdo." Mxico, D. F., mayo de 1916, en agn, Periodo revolucionario, vol. 61 exp. 15.

51 Ren Capistrn Garza describe con detalle cmo fue sometido a esta prctica, vase CapistrnAndanzas,1958, pp. 16-19.

52 Los diarios que ms claramente definieron sus filias y fobias en la primera guerra mundial fueron El Universal (a favor de Estados Unidos) y El Demcrata (proalemn). Al respecto, vanse KatzGuerra, 1982; Parra, "Primera", 1980; Ross, "Historiador", 1965, p. 373-374, y Serna, "Periodistas", 2010, pp. 207-235.

53 Constitucin, 1985, pp. 17-24.

54 Carranza, "Ley", 1917.

55 He trabajado sobre el periodismo moderno despus del porfiriato en Serna, "Periodismo", 2013.

56 Entre aquellos que consideran El Impartial como el diario que inicia la modernidad del periodismo estn: PalaviciniVida, 1937, pp. 191-192; Luis G. Urbina, "Reyes Spndola y la prensa moderna", Exclsior, 19 de enero de 1922; Garca, Peridico, 2003, y Ruiz, Diccionario, 2000, pp. 697-698.

57 Los estudios de Laura Edith Bonilla e Irma Lombardo sobre los primeros reporteros hablan de un periodismo moderno previo a la creacin de El Impartial. Bonilla, "Reportaje", 2003; "Revista", 2004, y "Funcin", 2004, y Lombardo, Opinin, 1992, y "Figura", 1998.

58 Si bien no se ha estudiado a fondo el trabajo propagandstico de Obregn en Estados Unidos, hay evidencia de cmo se emple a Manuel Carpi para publicar artculos que favorecieran la imagen de Mxico allende el ro Bravo y hacer una campaa propagandstica pro Obregn. Carpi trabaj en el Departamento de Informaciones para la prensa extranjera, dise el proyecto de la Oficina General de Informaciones de la Repblica Mexicana en 1921. Manuel Carpi a subsecretario de Relaciones Exteriores, en agn, Documentacin de la administracin pblica, 1910-1985, fondo Obregn-Calles, caja 37, exp. 104-0-1; Carpi a Obregn, 13 de enero de 1919, en act, fondo Alvaro Obregn-PR-, fondo 11, serie 020700, exp. C12-60, inv. 808, leg. 1; Carpi a Obregn, 19 de julio de 1919, en ibid., fondoll, serie 030100, exp. C-5/108, inv. 1177, leg. 1, y Manuel Carpi a Alvaro Obregn, en agn, Documentacin de la administracin pblica, 1910-1985, fondo Obregn-Calles, caja 225, exp. 729-C-2. Otros periodistas que pueden haber participado en este esfuerzo, aunque no tenemos evidencia clara de ello, son M. Uribe y Mendoza, Jos Campos, Jos de Jess Nez y Domnguez, L. D. Walker, Luis Tornel Olvera, Leopoldo Zamora Plowes, Francisco Zamora, E. Herrera y Cairo, Miguel Martnez Rendn, R. de la Huerta, Wilfred E. Weigand, J. Lara, licenciado R. Herrador Calvo, F. Y. Osorio, Teodomiro L. Vargas.

59 Material para un libro de impresos, 7 de noviembre de 1921, en act, fondo Alvaro Obregn, fondo 11, serie 040200, leg. 15, exp. 2, inv. 4796.

60 Katz, "Fin", 2006, pp. 191-231.

61 Carlos Ortiz a Plutarco Elias Calles, Mxico, 3 de agosto de 1926, agn, ramo Documentacin de la administracin pblica 1910-1985, fondo Obregn-Calles, caja. 36, exp. 104-L-23.

62 Barrn, Carranza, 2009.

63 He desarrollado este asunto con ms detalle en Serna, "Periodismo", 2007.

64 Femando Diez de Urdanivia, "Figuras de Exclsior: Jos Elguero", Exclsior, 18 de marzo de 1957, pp. 6 y 15; Ruiz, Diccionario, 2000, p. 250; Gonzlez, Ronda, 1984. pp. 76-77, y Juan R. Platt a Plutarco Elias Calles, 3 mayo de 1928, en agn, ramo Documentacin de la administracin pblica, 1910-1985, fondo Obregn-Calles, caja 194, exp. 609-R-5.

65 Uno de los expedientes del fondo Obregn-Calles en el Archivo General de la Nacin contiene una serie de cartas donde la gente extiende sus felicitaciones al presidente por su trabajo en contra del clero catlico y por la aplicacin de las leyes de extranjera. Entre ellas hay muchas cartas de logias masnicas y de sindicatos. Una de ellas dice: "Habiendo seguido el curzo de las notisias dadas por la Prenza capitalina con relacin al asunto referente a las declaraciones hechas por el Arsobispo de Mexico, y, en vista de la actitud que Ud. ha tomado como primer Magistrado de la Nacin; el Sentro Sindicalista de este lugar en representacin de todo el conglomerado que lo integra, felisita a Ud. y se adiere su obra para los momentos de prueba." (Los errores ortogrficos son copiados textualmente del original y muestran el origen socioeconmico del firmante). J. D. Hernndez a Plutarco Elias Calles, 18 de febrero de 1926 en AGN, ramo Documentacin de la administracin pblica 1910-1985, fondo Obregn-Calles, caja 35, exp. 104-L-23, leg. 1. Otras cartas similares hablan de lectores de la prensa preocupados por las noticias que se vierten en los peridicos. Morris J. B. Boertz a Abelardo L. Rodrguez, 31 de octubre de 1934 en ibid., fondo Abelardo L. Rodrguez, caja 105, exp. 514/16.

66 Mucho se ha hablado de la ideologa y la revolucin mexicana. Crdova, Ideologa, 1984; WomackZapata,1987, y GillyRevolucin, 1994. Alan Knight quien, entre sus virtudes como historiador tiene la capacidad de sintetizar las aportaciones historiogrficas en el terreno de lo escrito sobre la gesta de 1910, y que ha realizado estudios especficos sobre la participacin y las contribuciones de los intelectuales en la misma, dice al respecto: "la ideologa tuvo su papel, y un papel importante, en la revolucin: en particular, fue el preludio vigoroso del movimiento, y estuvo presente en una larga serie de temas sutilmente modulados al final. Pero durante el periodo central de la revolucin (entre 1911 y 1915) enmudeci. Y el papel del intelectual clsico, creador y proveedor de ideologas, sigui un camino yuxtalineal." Knight, "Intelectuales", 1989, p. 26.

67 La prensa en los estados fue muy importante durante la revolucin y posrevolucin. Concentr los esfuerzos locales de sintetizar la opinin y fue muy significativa como aglutinadora de lectores que en las socieades ms pequeas del interior de la repblica, las matrias de Luis Gonzlez, fueron politizndose, creando un inters por los asuntos pblicos. La prensa local viene siendo ya muy estudiada, a ello han colaborado las iniciativas de la Red de Historiadores de la Prensa y sus publicaciones y otras obras coordinadas en algunas universidades del interior de la repblica. Vanse, entre otros, Palacio y Martnez, Voces, 2008; Palacio, Rompecabezas, 2006, y Pineda, Plumas, 2008.

68 Vase KatzGuerra, 1982.

69 Musacchio, "1938", 1990, y Gonzlez, Prensa, 2006, pp. 30-32.

70 Sobre La Prensa y su popularidad vanse Bravo, Periodistas, 1966, pp. 90-95, y Gonzlez, Prensa, 2006.

71 Juan Lucio a Lzaro Crdenas, 22 de marzo de 1935, en agn, Documentacin de la administracin pblica 1910-1985, fondo Lzaro Crdenas, vol. 1289, exp. 704/15, foja 27948.

 

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