ISSN impreso: 0186-0348

ISSN electrónico: 2395-8464

Nacionalismo y reforma electoral en la Argentina del Centenario: Ricardo Rojas en el debate de la Ley Senz Pea

Nationalism and Electoral Reform in Centennial Argentina: Ricardo Rojas in the Senz Pea Law Debate

Graciela L. Ferrs

Fecha de recepcin: agosto de 2012. 
Fecha de aceptacin: noviembre de 2012.

INFORMACIN SOBRE LA AUTORA:

Graciela L. Ferrs. Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires; docteur philosophie Paris 8. Docente-investigadora de la Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales/Instituto de Investigacin Gino Germani. Cuenta con numerosas publicaciones nacionales e internacionales sobre el pensamiento de Ricardo Rojas, objeto de su tesis doctoral, y otras tantas resultado de sus investigaciones tericas en torno a las tensiones entre nacin, ciudadana, nacionales y extranjeros centradas en la Argentina del Centenario. Actualmente dirige un grupo de investigacin con financiamiento UBACyT titulado: "Civilizacin y Barbarie: La Construccin de la Identidad Nacional y la Configuracin de la Otredad en el "Pensar Americano", con sede en el Instituto de Estudios de Amrica Latina y el Caribe.

ABOUT THE AUTHOR:

Graciela L. Ferrs. Ph. D. in Social Sciences from the University of Buenos Aires; Docteur Philosophie Paris 8. Professor-researcher at the University of Buenos Aires, Faculty of Social Sciences/Gino Germani Research Institute. She has many national and international publications on the thought of Ricardo Rojas, the subject of her doctoral dissertation, and others resulting from her theoretical research on the tensions between nation, citizenship, nationals and foreigners focusing on Centennial Argentina. She currently heads a research group funded by UBACyT entitled: "Civilization and Barbarity: The Construction of National Identity and the Configuration of Otherness in "American Thinking", based in the Institute for the Study of Latin America and the Caribbean.

Resumen

El artculo recorre el clima intelectual crtico de la reforma electoral de 1912 desde la perspectiva nacionalista de Ricardo Rojas. A la crisis del cosmopolitismo que anuncia en La restauracin nacionalista (1909) durante el Centenario se le suma, ahora, la crisis del sufragio universal. En 1911 responde a una "encuesta electoral" que realiza el peridico La Nacin con una original propuesta de reparticin geogrfica de la funcin electoral dividiendo al pas de acuerdo a su "capacidad democrtica". Si esta idea de la ciudadana ha perdido actualidad, no corren el mismo destino los interrogantes que se disparan en relacin con la igualdad de condiciones "reales" del ejercicio del sufragio en dilogo con otras reflexiones sobre la nacin y la nacionalidad: es la "comunidad de ciudadanos" una parte de la nacin o la nacin toda?

Palabras clave: Ricardo Rojas; reforma electoral de 1912; Argentina; nacionalismo; funcin electoral; ciudadana.

Abstract

The article covers the critical intellectual climate of the electoral reform of 1912 from the nationalist perspective of Ricardo Rojas. The crisis of cosmopolitanism heralded in La restauracin nacionalista (1909) during the Centennial is now compounded by the crisis of universal suffrage. In 1911, it answers an "election poll" conducted by the newspaper La Nacin with the original aim of geographically distributing the electoral function by dividing the country according to its "democratic capacity." Although this idea of citizenship is outdated, the same cannot be said of the questions relating to the equality of the "real" conditions of the exercise of suffrage in dialogue with other reflections on nation and nationality: Is the "community of citizens" part of the nation or the whole nation?

Key words: Ricardo Rojas; electoral reform of 1912; Argentina; nationalism; electoral role; citizenship.

Introduccin

El problema del extranjero es cuestin vital en la literatura del centenario, al decir de Eduardo Acevedo Daz (hijo), en su ensayo de crtica literaria Los nuestros de 1910, la Argentina del centenario era un pas que se estaba extranjerizando de un "modo alarmante". Las causas de esta "alarma" se sintetizaban en la huelga decretada por los obreros "para obstaculizar", segn Acevedo Daz, la conmemoracin del centenario. Una huelga, que lejos de ser un reclamo gremial, estaba focalizada en la derogacin de la ley de residencia1 y en la derogacin de la ley de conscripcin militar.2 Era evidente que la Argentina "creciente", dispuesta a realizar materialmente el destino de su grandeza, donadora de trabajo y tierra a la inmigracin, se encontraba con un problema de conciencia: el extranjero no quera pertenecer ni obedecer al Estado; sus tradiciones, su cultura y su pertenencia reposaban en su condicin universalista de miembros de una clase social y/o en el derecho de sangre que portaba su pas de origen. Se podra decir que en el momento del centenario comienzan a plasmarse, en un todo coherente, algunas de las principales caractersticas para el surgimiento de un movimiento nacionalista: la idea de amenaza y el concomitante tema del otro o del enemigo y la necesidad de definir o exaltar ante l una identidad especfica, as como cierta nocin de decadencia que enumera la bsqueda de soluciones activas para revertirla.3 Surge, entonces, "un nutrido repertorio de publicaciones periodsticas, ensaysticas y poticas",4 a propsito de los festejos del Centenario, que reflexionaban sobre la nacin y la cultura nacional, y en las cuales por primera vez se acua en Argentina la palabra "nacionalismo" enLa restauracin nacionalista,5 de Ricardo Rojas, en 1909. La escuela se convierte en el mbito de resonancia de estos conflictos: la preocupacin por la formacin de la identidad nacional y los derechos polticos de los extranjeros. Algo que muestra claramente el estudio de Liliana Bertoni es el sentimiento de nacionalidad ya existente y la amenaza de la disrupcin del mismo que constitua el extranjero en el interior del crculo criollo. Aqu apareca la necesidad de reinterpretar el pasado en la bsqueda de rasgos permanentes de la propia cultura para enfrentar el cosmopolitismo.6 En este sentido, la autora destaca que se delinearon dos ideas de nacionalidad: por un lado, aquella producto de la mezcla, la idea de crisol, una singularidad an no definida y, por otro, la idea de una nacionalidad ya existente, establecida en el pasado, de rasgos definidos y permanentes que se encontraban en la raza espaola y en el criollo. Estos podan absorber los aportes inmigrantes sin perder su esencia. Paralelamente se inici una nueva etapa de conflictividad interna que aun las emergentes fuerzas polticas que constituyeron la Unin Cvica con los reclamos de derechos polticos de los extranjeros y el socavamiento de la legitimidad del rgimen poltico oligrquico.

No cabe duda que la Ley de Sufragio Universal Obligatorio queda inmersa en un debate sobre las diferentes estrategias para la asimilacin del inmigrante y las posibilidades o formas de construccin de la base de legitimidad del Estado. El programa de gobierno de 1909 de Roque Senz Pea7 plantea claramente la institucin del voto obligatorio bajo una frmula de "perfeccionamiento obligatorio" que, junto al servicio militar obligatorio y la educacin primaria obligatoria, haga del extranjero factor y sujeto de derechos ms amplios, o al menos iguales, de los que ejerca en su tierra de origen. La intencionalidad del flamante presidente iba dirigida a hacer "atractiva" la naturalizacin para el inmigrante. Roque Senz Pea consideraba que el mal sealado por Sarmiento y Alberdi an segua presente en Argentina, es decir, el desierto; por tanto, segua siendo necesario poblar con inmigracin. Sin embargo, reconoca el conflicto de que en un futuro no muy lejano hubiera ms extranjeros que nativos, pero consideraba que no se deba restringir la condicin jurdica del extranjero sino, al contrario, otorgarle ms derechos. La frmula del "perfeccionamiento obligatorio" tena el mismo fin que reclamaron las proclamas identitarias nacionalistas de 1910: "argentinizar". Sin embargo, para los nacionalistas de 1910 el proceso de "argentinizacin" no pasaba por un cambio en las instituciones, y de ah sus reticencias a la Ley Senz Pea. Ahora bien, esta afirmacin requiere ahondar en el modo en que cada discurso representaba la masa extranjera. Roque, un convencido de la capacidad formativa de las instituciones, en su programa presidencial de 1909 afirmaba que "no es bastante garantizar el sufragio sino que necesitamos crear al sufragante".8 Si su frmula de "perfeccionamiento obligatorio" iba dirigida particularmente al extranjero, es de suponer que la creacin del sufragante, del "ciudadano argentino", tena como base fundamental la creencia del extranjero como potencial de la figura del "agente libre". Quiz, como Sarmiento, consideraba que el criollo ni en 100 aos de instruccin llegara a convertirse en un obrero ingls, y por ello el "ciudadano argentino" se construira con el elemento importado de Europa.9

Por otro lado, las reflexiones en torno a la nacionalidad planteaban coincidencias con la necesidad de "argentinizar", pero a partir del elemento "nacional", es decir, de base criolla, mezcla del elemento conquistador espaol y el elemento autctono, el indgena. El "verdadero patriota", el elemento "nacional", se defina como aquel que mejor representa la capacidad de asimilacin al territorio inclinando la balanza hacia el refuerzo y la consolidacin de los privilegios del "nativo", antes que la igualacin de derechos entre el nativo y el inmigrante. Mientras el programa de Roque Senz Pea depositaba su voto de confianza en las instituciones para prevenir males ms profundos, los ensayos de interpretacin nacional mostraban el escepticismo de sus autores hacia una posibilidad de cambio por vas artificiosas y planteaban la necesidad de una lnea de continuidad histrica que organizara las heterogneas identidades presentes en una unidad poltica y cultural. No obstante, si bien los nacionalistas eran descredos de la capacidad formativa de las instituciones para con las sociedades, la cuestin de fondo era la concesin de derechos polticos al inmigrante. Ms precisamente, relacionaron la ciudadana poltica con el sentimiento patritico o de nacionalidad. Liliana Bertoni10 muestra cmo ya en 1890, a propsito del rechazo al diploma del diputado electo por la provincia de Buenos Aires, doctor Urdapilleta, un paraguayo naturalizado en 1883, se produce un desplazamiento de la naturalizacin del extranjero como cuestin de juridicidad a la ciudadana-nacionalidad como condicin que trasciende la ley, como adhesin patritica, es decir, como una cuestin de conducta. En el discurso de febrero de 1912, "Quiera votar",11 Roque Senz Pea deja explicitado que el pueblo ya estaba lo suficientemente preparado, quedando injustificadas las tutoras; adems, consideraba que la reforma significaba servir a las exigencias de la poca y a la voluntad del pueblo, es decir, a la participacin de extranjeros y socialistas, tanto como a los reclamos del partido radical. El tema de la necesidad de las "tutoras" aparece delineado en los debates parlamentarios en torno al proyecto del ejecutivo del sufragio obligatorio, all se puede leer, de manera subrepticia, la idea de la "naturaleza poltica" de los hombres, es decir, de su civismo, siendo tema central de discusin la capacidad o no del "futuro sufragante", asociando a la "turba" con la incapacidad de discernimiento y su fcil manipulacin poltica. Lo que estaba en discusin, propiamente, era si la condicin de obligatoriedad no reforzara el "voto venal", haciendo an ms ilusorio el voto y el ejercicio efectivo de ciudadana.

Ricardo Rojas y el clima intelectual que rode a la reforma electoral

El clima intelectual que rode a la reforma electoral, lejos de despertar el entusiasmo del presidente Roque Senz Pea y de su ministro del Interior, Indalecio Gmez, abra un horizonte lleno de interrogantes12 que pudo apreciarse ms claramente en el debate suscitado en el seno de la sociedad civil (prensa escrita, revistas especializadas, rganos de difusin partidaria).13 Un interesante ejemplo de ello es el del diario La Nacin, que publica una encuesta electoral sobre el proyecto de reforma entre el 16 de agosto y el 14 de septiembre de 1911, solicitando la opinin de intelectuales y dirigentes polticos. A la pregunta del peridico creado por Bartolom Mitre —"Cul de los sistemas electorales, segn su parecer, conviene ms a la Republica argentina, teniendo en cuenta sus condiciones jurdicas, geogrficas y sociales?"— responden, entre otros, Rodolfo Rivarola, Osvaldo Magasco, Carlos O. Bunge, Juan Agustn Garca, Alfredo Palacios, E. Garcia Merou, Jos Nicols Matienzo y Ricardo Rojas. Este ltimo expone la propuesta ms original de todos los entrevistados, que lleva a la felicitacin epistolar de Rodolfo Rivarola, director de la Revista Argentina de Ciencia Poltica —en la cual aparece uno de los ms importantes debates sobre la representacin poltica—14 y del positivista Carlos Octavio Bunge. El autor de La restauracin nacionalista (1909) divide el pas en tres regiones segn sucapacidad democrtica: la Capital Federal, los distritos provinciales y las zonas neutras como los territorios nacionales y las zonas rurales de provincia. De esta manera, propone un sistema electoral acorde a las condiciones geogrficas y sociales de cada regin: para Buenos Aires, el sistema uninominal; para las provincias, el sistema de lista completa, mientras que las "zonas neutras" quedaran excluidas del sufragio. Esta "reparticin geogrfica de la funcin electoral", como la llama Rivarola,15 expone una mirada novedosa de la cuestin electoral argentina. Por otro lado, explicita una problemtica ocluida en el debate parlamentario alrededor de la reforma: la situacin de marginalidad y exclusin del libre ejercicio de los derechos polticos de las habitantes de los llamados "territorios nacionales",16 tema que ocupa las investigaciones actuales sobre el efectivo ejercicio de la ciudadana poltica en la historia argentina y ha llevado a algunos autores a revisar la fecha de 1880 como periodo de consolidacin definitiva del Estado, prolongando el mismo hasta 1955, fecha en la cual estos territorios adquieren estatus de provincias.

Un amplio abanico de estudios recientes muestra que si bien la Ley Senz Pea permiti la efectiva vigencia del voto universal masculino y la consecuente ampliacin de la participacin poltica, as como la reforma electoral representa la "clausura" de la dominacin oligrquica, muchos habitantes de la "nacin" quedaban excluidos. La reforma electoral no signific la cristalizacin del proceso de modernizacin poltica, sino slo el comienzo de un largo proceso en el cual, hasta mediados del siglo XX, una buena parte de la poblacin qued excluida de "hecho" y de "derecho", como las mujeres, los extranjeros, e incluso los "argentinos" o "naturalizados" que habitaban los territorios nacionales. De hecho, siguiendo a Ansaldi, no hubo una abolicin del voto censatario o calificado en el plano municipal que era "el ms decisivo para una efectiva descentralizacin del poder",17 ya que era fundamental el papel de participacin poltica en el municipio para la efectiva formacin de una esfera pblica. Las zonas rurales con escasa poblacin (menor a 150 habitantes) eran subsumidas a los colegios electorales de las ciudades ms prximas,18 y les estaba vedado el elegir autoridades municipales. Estas temticas aparecen fuertemente enunciadas en el anlisis sobre la reforma electoral que ofrece Ricardo Rojas en su respuesta a La Nacin en 1911.

Hay una opinin ms o menos generalizada de que los pensadores nacionalistas del Centenario, Manuel Glvez, Leopoldo Lugones y, con ellos, Ricardo Rojas, representan en sus reflexiones una expresin contraria a la democracia poltica liberal,19 incluso, para Ansaldi, esta crtica abarcara la propuesta, por otros motivos, del gobierno de la "aristocracia del mrito" propuesto por Jos ingenieros en su famoso libro El hombre mediocre(1913). No obstante, otras posturas como las de Devoto,20 Lvovich21 y Ramaglia,22 quiz ms atentas a la creencia de Rojas en el progreso y las instituciones democrticas, as como en la voluntad y autonoma del individuo,23 encuentran un nacionalismo integrador en Rojas que lo diferencia de sus coetneos. Esto ltimo aleja al autor de La historia de la literatura argentina (1917-1922) del aristocratismo que surga de la ensayista nacional del Centenario,24 ms asociado a la legitimidad tutelar de la vieja elite "criolla", como en el caso de Glvez y Lugones. Como acertadamente reparan Sarlo y Altamirano, el agente de la nueva sntesis que propona Rojas no poda ser la oligarqua que haba sido cmplice de la "desnacionalizacin" y obstrua el ejercicio de la democracia.25 No obstante, si bien puede sostenerse que el pensamiento de Ricardo Rojas en el periodo del Centenario no intenta justificar el dominio de la oligarqua, a la que criticaba y consideraba declinante y decadente, no es menos cierto que propone la limitacin del voto fundada en la idea de una ciudadana como "aristocracia moral"26 tributaria de su pensamiento nacionalista. No obstante, esta idea de una "minora selecta", a la hora de pensar los componentes sociales que deben constituir la elite dirigente, est ms prxima a la visin del cosmopolita Jos ingenieros o del socialismo que al pensamiento poltico de sus pares "nacionalistas".

Asimismo, como se intentara mostrar en este apartado, la idea del sufragio como funcin social, que lleva al autor de El pas de la selva (1907) a proponer el voto calificado, era compartida por algunos de sus contemporneos, como el socialista Juan B. Justo o miembros de la tradicin liberal-conservadora, como es el caso de Rodolfo Rivarola. Otra imagen compartida es la preferencia por el sistema uninominal propulsado por Joaqun V. Gonzlez en la reforma electoral de 1902. Este dato es por dems significativo; si bien el Senador riojano aparece como un discurso solitario en el debate parlamentario, a juzgar por la encuesta de La Nacin, la voz del liberal-reformista27 es representativa de un importante sector de la opinin pblica. En el debate de 1912 aparecieron dos imgenes bien distintas: el sistema uninominal que haba impulsado la primera reforma electoral Gonzlez-Roca (1902) y el proyecto de lista incompleta y voto secreto y obligatorio de la reforma impulsada por Gmez-Senz Pea en 1911. La primera alude a la imagen de un mosaico de dirigentes locales, fuerza centrpeta que acotaba el territorio a un espacio frtil para el notable del lugar, y la segunda, centrfuga, obedece a la concentracin de fuerzas de partidos a escala nacional. Para uno, el partido es causa de comicios, y para otro, un resultado del mismo. No obstante, siguiendo al historiador Natalio Botana, a diferencia de Gmez, Gonzlez sostiene el sistema uninominal de diez aos antes, contemplando, precisamente, las nuevas realidades sociales. Es decir, no slo los extranjeros, la cuestin social, el anarquismo, sino, principalmente, la emergencia de partidos polticos de creacin externa como los radicales, los socialistas, la Liga del Sur.

Hacia el novecientos los partidos modernos de masas, de encuadramiento permanente y direccin centralizada, constituan una realidad que emerga fuera del aparato parlamentario, ms all de los lmites trazados por la vieja clase gobernante conservadora o liberal.28

Por ello Botana sostiene que cuando Joaqun V. Gonzlez reconoce en El juicio del siglo de 1910 la existencia de nuevos partidos polticos que nacen por fuera del aparato del Estado como una novedad, esta hiptesis "se adelanta a los tiempos presentes", porque all est la definicin de "un partido poltico en el sentido contemporneo del trmino".29 Esto conlleva una diferencia importante: mientras el sistema de lista incompleta y obligatoriedad pone el acento en la renovacin de la sociedad poltica30 como proceso acelerador de la democratizacin, el sistema uninominal hace hincapi en este proceso como resultado de la accin de las fuerzas sociales. Precisamente, que el sistema uninominal garantizaba la expresin de las minoras en que la opinin pblica estaba dividida lo confirma uno de sus ms acrrimos opositores, Osvaldo Magasco, al decir que la reforma de 1902 fue inconstitucional porque

la ley suprema es la que ha excluido a las minoras [y agrega] es un error [...] creer que para gobernar con eficacia deban las cmaras estar formadas por elementos salidos de todos los grupos en que la opinin se divide [es] absurdo e impracticable el rgimen representativo de las minoras.31

Por todo ello nos parece un decisivo aporte al clima de ideas que rodea a la reforma electoral en la opinin pblica el anlisis de la encuesta realizada por el peridico La Nacin, centrando el mismo en la propuesta de Ricardo Rojas. No slo porque la misma es la ms original, sino porque muestra una realidad poltica que pervivi por varias dcadas como es la situacin de los territorios nacionales y, adems, ofrece la posibilidad de ahondar en la forma de entender la compleja relacin entre el individuo-ciudadano y la nacin. Esto se da en un clima de ideas en el que el pasaje de una nocin de nacin y nacionalidad contractualista y constitucional, donde la misma es un acto voluntario y de pacto o contrato, hacia otra nocin culturalista y esencialista, tanto en el pas como en el mundo, comienza a ganar terreno en el debate poltico y en la opinin pblica.32 La "comunidad de ciudadanos", como bien seala el filsofo francs Patrice Canivez, siempre representa una "parte" de la nacin y no su totalidad, as como la ciudadana no deja de articularse, en la prctica, desde una lgica de exclusin e inclusin de mviles y flexibles fronteras histricas que invocan o socavan el mito de la nacionalidad, de acuerdo con las circunstancias.33 Si la nacin, en sentido amplio, no se reduce al pueblo, el sufragio universal tampoco es indispensable para la representatividad de la misma; en revancha, el pueblo soberano es la comunidad "actual" de ciudadanos.34 Por su parte, la "mstica nacional" es la condicin de posibilidad, si bien no la nica, para pensar tanto la ampliacin del pueblo (las zonas excluidas o marginadas de la comunidad de ciudadanos) como su restriccin. Por ejemplo, el lazo del hombre a la tierra en el reclamo de los pueblos originarios que remiten a las antiguas "naciones indgenas", es un reclamo tnico y cultural ms asociado a la "nacin" que al "mito de la ciudadana" ligado a la soberana poltica del Estado sobre un territorio. Ahora bien, si la "comunidad de ciudadanos" es una parte de la nacin, es esta ltima la que en circunstancias de crisis de legitimidad poltica se separa de su identificacin con el pueblo para delimitar cules son las fronteras de la comunidad poltica; quin forma parte del pueblo y quin no. Esto alude directamente al problema de la representatividad poltica, un problema —como seala Botana a propsito de Sarmiento— no resuelto por la teora republicana basada en la concentracin de la soberana del pueblo en un gobierno limitado.35 No obstante, en la madurez, fue un proyecto de Sarmiento el implantar un sistema uninominal por circunscripciones para erradicar el fraude y la corrupcin electoral guiado por el significado de la ciudad y el municipio como sede de la libertad poltica,36 herencia que, como veremos, retoma Ricardo Rojas. De esta manera, la pregunta que gua su propuesta —puede realizarse en igualdad de condiciones "reales" el ejercicio del sufragio en todo el pas?— vincula la relacin entre el individuo-ciudadano y la nacin, y permite un "recorte" del pas de acuerdo con la capacidad democrtica de sus regiones, vinculado con la idea de los municipios como gestacin privilegiada de la formacin del ciudadano, a la vez que propone una idea capacitaria del voto poniendo en cuestin la universalidad del sufragio. En ltima instancia, este recorrido enfoca el dilema de toda democracia entre la tutela del pueblo, la libertad individual y la soberana popular a travs de los ojos del defensor de un nacionalismo laico y democrtico, que se pregunta si sin igualdad de condiciones "reales" puede haber libre ejercicio democrtico. Si la pregunta no ha perdido actualidad, la salida que encuentra, de todos modos, no es muy alentadora: excluir para integrar, ser su frmula.

Pueblo, nacin y ciudadana

Los argentinos hemos pasado la crisis 
del cosmopolitismo; en el centenario con 
los anarquistas, recientemente con Italia. 
Ahora estamos pasando la crisis del 
sufragio universal. Antes creamos que 
todo el pas se engrandeca con slo 
aumentar la cifra de la inmigracin. 
Paralelamente, an cree la mayora que 
la Constitucin ha de practicarse con 
slo aumentar la cifra de los escrutinios. 
Son formas del brutal materialismo de la 
historia y nuestra prctica de la vida. 
"Pueblo", es lo que necesitamos, no 
"poblacin". Ricardo Rojas, La Nacin, 
10 de septiembre de 1911.

A la crisis del cosmopolitismo, Rojas haba antepuesto su "restauracin nacionalista", antecedente, por otra parte, de la idea de reparticin geogrfica de la funcin electoral que despliega en La Nacin. En una correspondencia dirigida a Rojas, Carlos Octavio Bunge esboza la teora de que este estudio sobre la reforma electoral bien podra pensarse como un apndice o posdata a La restauracin nacionalista.37 En este libro de 1909 aborda como problema educacional la crisis argentina determinada por la inmigracin. Esta relacin entre reforma electoral y problema educacional est directamente relacionada con la construccin de una soberana popular, tema que siempre aparece como una de las preocupaciones centrales del pensamiento rojiano. El autor de El santo de la espada (1933) encontraba en Argentina la anomala de tener un Estado consolidado con ausencia de pueblo. Esta anomala era detectada al confrontar la realidad argentina con el emerger de las naciones europeas, en las cuales

el pueblo ha sido anterior a la nacin. La peculiaridad de nuestra historia —dir—, desconcertante para cualquier estadista, consiste, por el contrario, en que constituida la nacin, esperamos todava poblar el desierto y crear el alma de un pueblo. Este es nuestro problema ms urgente, al que debemos subordinar nuestra educacin.38

En Cosmpolis (1908) anticipa la idea de que no bastaba con que "una nacin se constituya polticamente, sino que es necesario fortalecer en cada uno de los individuos que la constituyen la idea de esa unidad".39 Para la formacin de esa conciencia de "unidad" recurre a la historia como enjeu poltico, buceando en los arcanos de la tradicin nacional en busca de un principio espiritual que articule el presente cosmopolita en un todo social.40Para Rojas, el cosmopolitismo impeda, como antes el desierto, "la existencia de una opinin y una accin organizada".41 En pueblos de escaso pasado como el nuestro y de territorio extenso o poblacin cosmopolita, es decir, sociedades de inmigracin, heterogneas y desarraigadas, la formacin de la nacionalidad resultaba de difcil caracterizacin. A diferencia de su homnimo francs y alemn, el nacionalismo argentino tena necesariamente que presentar sus variantes, porque la materia que compone los cimientos de la deseada unidad es de heterogeneidad extrema y de pasado reciente. Partiendo de la idea de "yo colectivo" —deudora de una psicologa "cientfica" que incorpora nuevas concepciones metafsicas a la cruda mirada biolgica de la lucha por la vida— concibe el cuerpo de una nacin como su territorio y los pueblos que en l se yuxtaponen, y cuya dependencia con aquel est regida por la vida econmica, es decir, la geografa del pas. La conciencia de una unidad a travs del tiempo est dada por la historia, o sea, la tradicin, el folklore, la literatura, etc. La materialidad o cuerpo social es producto de la historia de la civilizacin que, en pueblos producto de la colonizacin, es la historia no slo de la confraternidad entre los hombres, sino del dominio y la fuerza de unas razas sobre otras, condenadas estas ltimas a la servidumbre. Esta "fuerza centrfuga" de la expansin y conquista de unos pueblos sobre otros y sus territorios marcha a la par de la diferenciacin de la humanidad. Esta diferenciacin est dada por la "fuerza centrpeta" o carcter regional definido por la relacin del hombre con la naturaleza, la tierra. La "verdadera" nacionalidad la constituye el alma colectiva de cada pueblo unido a la soberana poltica.42 Es decir que la nacionalidad es el fruto de la unin de ambas fuerzas: el artificio poltico y la unidad o continuidad histrica que se encarna en un territorio que deviene soporte "orgnico" de la misma. Aqu Rojas afirma la perspectiva constructivista, voluntaria, de la soberana poltica, una ficcin del derecho internacional que existe y perece por los convenios de las naciones fuertes "que rigen el equilibrio de un continente", pero —agrega— es la solidaridad de cada grupo humano con su propio territorio la que crea la conciencia de su historia y su destino. As, las metforas del artificio poltico y las metforas orgnicas se complementan para dar lugar a la nacionalidad. No se trata, entonces, de si la nacin reposa sus bases en la perspectiva constructivista del Estado o en una materialidad etnolingstica, sino que la nacin reposa en la coordinacin de ambas lgicas.43 El territorio es sostn material y secular en el cual reposa el pueblo, entendido como poblacin (etnia y lengua) que lo habita, por ello el paso necesario para la "solidaridad cvica" es la existencia de una continuidad histrica44 o cenestesia colectiva, es decir, memoria, conciencia de s. Esta definicin de la nacionalidad se desprende de su idea de "yo colectivo" tomada de la teora de la personalidad individual de la psicologa "cientfica" de Theodule Ribot.45 El "yo colectivo" es frgil porque est determinado por la materia, es decir, por la expresin de los organismos individuales que constituyen el cuerpo social y, en este caso, no est de ms repetir que esta experiencia est representada en la figura de una "poblacin cosmopolita". La memoria, conciencia de s mismo, pensamiento, no es reflejo o copia de un modelo dado interiormente, sino que es una creacin de efectos nuevos en armona o cooperacin con los ya existentes, siendo estos el cuerpo social. La enseanza de la historia est relacionada con la necesidad de formar el sentido histrico, es decir, formar la memoria colectiva. Ensear el cuerpo social a las conciencias individuales, por eso la tesis fuerte de La restauracin nacionalista es convertir a la escuela en "hogar de la ciudadana" a partir de la enseanza de la historia, vrtice del cual se despliegan las ciencias humanas. Ante un espacio (territorio y poblacin, es decir, cuerpo fsico y social) mltiple y heterogneo, la educacin aparece como la condicin de posibilidad de coordinacin de las particularidades, de la multiplicidad heterclita.

La sociedad entendida como un organismo est constituida por individuos cuya personalidad individual resulta del encuentro "coordinado" entre su cuerpo y la memoria. As como el cuerpo se "nutre" de su medio fsico, la memoria lo hace con su medio psquico, esta interrelacin es la que permite la conciencia de s, la objetivacin de la subjetividad desde una perspectiva para nada contradictoria con la teora del espritu objetivo hegeliana. La multiplicacin de este proceso es la expresin del cuerpo social y el "yo colectivo". En este sentido, habra una sociologa de la nacin, como aos ms tarde dejar traslucir en su "Definicin del nacionalismo",46 en la cual la misma es descrita desde los grupos sociales que la conforman y desde sus representaciones, siendo el "yo colectivo" la homogenizacin de impresiones, un heterogneo orgnico en lo cual, lo homogneo se produce slo por artificio.

La mayor preocupacin de Rojas es la condicin de posibilidad de crear un pueblo y, ms oportunamente, la direccin poltico-cultural del mismo. Por un lado, la nacionalidad est en estrecha relacin con el concepto de civilizacin, pero esta idea no es sinnimo de cultura europea47 ni de centralismo o unitarismo,48 sino, precisamente, la imagen "pluralista" de las fisonomas locales o regionales, lo que llama la "geografa espiritual de la Repblica",49 los arcanos de la tradicin nacional. Por otro lado, la nacionalidad est estrechamente asociada a su ideal de ciudadana que estriba en la conciencia del territorio, la historia y el idioma nacional.50Como seala Patricia Funes, "la idea de nacin en Rojas, sin desconocer 'datos' en metforas orgnicas (clima, territorio, idioma, temperamento), tambin responde a la metfora del cuerpo construido".51 Cuando Rojas define en La restauracin nacionalista el ideal de la ciudadana en tanto que "llegue a constituir por s sola una aristocracia moral", no proclama la "absurda" hostilidad a lo extranjero, ni la restauracin de las costumbres gauchas.52 Aun la restauracin del "espritu indgena" est ms asociada con el sentimiento de pertenencia al territorio delimitado por el Estado argentino en el continente americano que con restaurar costumbresindgenas. Entonces en qu consiste esa idea de ciudadana como "aristocracia moral"? En la apelacin a una moral que integre la conciencia de la tradicin nacional con los nuevos elementos del cosmopolitismo. Aqu lo interesante es que conciencia de nacionalidad y ciudadana pasan a ser sinnimos en trminos de "virtudes cvicas" republicanas, que no es lo mismo que decir que "nacionalidad" y "ciudadana" son sinnimos per se (por derecho de ius solis o ius sangunis). Es decir, que hay una idea ms elevada de la nacionalidad que integra lo heterogneo a la vez que funciona como un vector de recorte o limitacin de la ciudadana. Aqu la "nacin" es la "comunidad de ciudadanos", pero ciudadano en el sentido virtuoso o moral del trmino, por tanto, no son todos los nacionales, ni tan siquiera son los nacionales en oposicin a los extranjeros. Tampoco son los que quieren, sino los que quieren y pueden, es decir, estn en condiciones "reales" de ejercer libremente el sufragio. Aquellos que tienen conciencia de la unidad y ejercicio de la ciudadana como accin y concurso cvico.

La reparticin geogrfica de la funcin electoral: la ciudad como fuente de civismo

En la encuesta sobre "Cuestiones electorales" de La Nacin de 1911, que aparece con el ttulo "Poltica argentina" y que en 1927 reproduce en Las provincias como "Los comicios de provincia", Rojas seala como "oligarqua de leguleyos y politicantes la que ha ejercido el gobierno de nuestro pas".53 Y se autoconvoca y convoca a "ingenieros, mdicos, burgueses, profesores, obreros, hombres de letras" a llevar "nuevos elementos espirituales a la conciencia de esta oligarqua ya declinante". "No neguemos —dir— por asco a la realidad, nuestro concurso de pensamiento cvico." Para el autor de La restauracin nacionalista la construccin de la esfera pblica se vinculaba a la condicin de posibilidad de un espacio de "contra poder" al estado de cosas. La "oligarqua de leguleyos", como le gust llamarla a Rojas, era un claro impedimento para el ejercicio de las libertades pblicas: con la compra descarada de sufragios, las prebendas oficiales y sus gobernadores lacayos. En 1910 Jos Nicols Matienzo seala que:

La prctica de las instituciones argentinas es incomprensible para quien ignora el papel poltico que desempean los gobernadores de provincia [...] El poder electoral est de hecho en manos del presidente de la nacin y de los gobernadores de provincia, correspondiendo a cada uno de estos funcionarios una parte proporcional al influjo poltico que ha logrado adquirir. El de Buenos Aires es el que ejerce mayor poder electoral; porque, adems de tener mayor cantidad de cargos electivos a su disposicin, goza casi siempre de mayor independencia respecto del presidente.54

En plena discusin sobre la reforma electoral, Rojas propone la idea de reparticin geogrfica de la funcin electoral que divide a la poblacin, tanto nacional como extranjera, en trminos de capacidad democrtica. Por otra parte, esta idea puede entenderse como un apndice de La restauracin nacionalista, y este ltimo libro, consecuentemente, como su antecedente. En una correspondencia dirigida a Rojas, Carlos Octavio Bunge esboza la teora de que este estudio sobre la reforma electoral bien podra pensarse como un apndice o posdata a La restauracin nacionalista, donde aborda como problema educacional la crisis argentina determinada por la inmigracin.55 Bunge evidentemente intuye la relacin existente entre la reforma electoral, aquello que Rojas considera "la crisis del sufragio universal" —emparentada con el voto venal y el fraude—, y el problema educacional o, mejor dicho, la necesidad de una reforma educativa de orientacin nacional; el problema de fondo que constituye una de las preocupaciones centrales del pensamiento rojiano: la construccin de un "pueblo" capaz de ejercer la soberana popular, es decir, de un pueblo-ciudadano.

El autor de Blasn de plata (1912) interpreta la reforma poltica a partir de las condiciones geogrficas y sociales, siendo "el suelo la base fsica de la estructura poltica"56 en una relacin tan directa con la conciencia colectiva y el Estado como el cuerpo del hombre con su actividad nerviosa y el alma. Este "causismo" lo lleva a plantear la cuestin electoral desde la conciencia individual y social a los actos cvicos. Es decir, de la formacin del individuo a la ley y no a la inversa. En consonancia con un clima intelectual de cierta incomodidad con el proyecto de reforma impulsado por Roque Senz Pea, que apareca en el seno de la opinin pblica. Una de las premisas del proyecto de reforma era precisamente la idea de que el votante poda ser creado a partir de una ley. En la mente del nacionalista era inviable la universalidad nacional de una ley aplicada a un territorio que no era uniforme y, en consecuencia, tampoco su poblacin. Ninguna funcin social poda reglamentarse por fuera o desconociendo las condiciones geogrficas y sociales, y mucho menos el sufragio, que "de todas las funciones sociales es la que mayor nmero de fuerzas compromete": el territorio, la raza, el individuo, la tradicin, la supersticin, la educacin "y casi todas las pasiones del alma". Para Rojas la venalidad del sufragio est relacionada con las costumbres polticas, pero, consecuente con su definicin de "yo colectivo", estas costumbres estn determinadas por el ambiente fsico y social. En un artculo sobre el voto popular publicado enLa Nacin bajo el seudnimo de Wilson y reproducido aos ms tarde en Cosmpolis (1908), encuentra que en el terreno de las prcticas polticas el problema se resume en un sencillo esquema: "el rgimen republicano es impracticable no siendo en las regiones de poblacin densa; mientras continen desiertas y sin instruccin las provincias, el progreso institucional de nuestra democracia ser casi nulo".57 As, cuando La Nacin pide su opinin sobre el proyecto de reforma electoral presentado por Indalecio Gmez, ministro del Interior del presidente Roque Senz Pea, a Rojas le parece oportuno sugerir la divisin territorial y poblacional del pas de acuerdo con su capacidad democrtica. Establece primero una calificacin del pas en zonas geogrficas que juzga como capaces democrticamente, ubicando slo a la ciudad de Buenos Aires; aquellas zonas menos capaces democrticamente, lugar concedido a las provincias y, por ltimo, las zonas neutras por su incapacidad democrtica.

Como seala Patrice Canivez, la nacin, en tanto que una comunidad histrica, posee una doble dimensin, es a la vez cultural y poltica.58 Es decir, que por un lado alimenta el principio de legitimidad poltica secular pero, por otro, es una comunidad identificada por una cultura, tradiciones y valores propios. Es en su dimensin poltica, como contrato poltico y jurdico (Estado), que se confunde con pueblo o soberana popular. No obstante, el filsofo francs advierte —en una calurosa discusin con la sociloga Dominique Schnapper— que no es la nacin sino el pueblo en un sentido poltico el que es una "comunidad de ciudadanos", y, como tal, slo una parte de la nacin. Desde esta perspectiva, no es lo mismo la representacin nacional, que alude a la soberana nacional y que puede estar representada en el soliloquio de un poeta, es decir, en trminos culturales, que la representacin poltica asociada con el ciudadano y su derecho de participar en la elaboracin de la voluntad general. Asimismo, es preciso distinguir entre la nacionalidad y la ciudadana efectiva. Segn Canivez, la nacionalidad reposa en la pertenencia a la comunidad nacional, ella dona al individuo un estatus jurdico pero no implica su participacin en la toma de decisiones polticas. La simple pertenencia nacional corresponde a la ciudadana pasiva cuando el individuo no es todava parte de la accin pblica o no tiene la posibilidad real de participar en ella.59 Esta ltima distincin es de vital importancia en el presente artculo, porque cuando Ricardo Rojas se pregunta por la igualdad de condiciones "reales" de libre ejercicio de la ciudadana entre una eleccin practicada en la ciudad de Buenos Aires y las elecciones practicadas en las provincias, llega a la conclusin de que no hay condiciones de igualdad.60 Dicho de otro modo: llega a la conclusin de que hay una ciudadana efectiva y otra pasiva, siendo la primera un ejercicio privilegiado de las ciudades del pas y particularmente de la ciudad de Buenos Aires.

Por ello, a la ciudad de Buenos Aires, "por su posicin geogrfica, por su densidad, por su extensin, por su progreso, por su cultura, por su Prensa, por sus hombres representativos, por su destino en Amrica",61 le corresponda el sistema electoral uninominal. Rgimen en cuya experiencia, como califican muchos de sus contemporneos, las elecciones han asumido mayor aspecto democrtico62 y ha significado un adelanto en la poltica del pas.63 A las provincias, por su parte, "purificadas de sus zonas incapaces", les corresponde el sistema de lista completa. Si bien, como el Alberdi de las Cartas quillotanas, es un defensor del espritu federal de la Constitucin y de la "importancia de la provincia autnoma como factor de cultura y nacionalidad", tiene una firme creencia en la falta de democracia en el pueblo de las provincias, como tuvo ocasin de escribir en 1910 a propsito de una encuesta de El Monitor de la Educacin.64 Como Sarmiento, recurre a la imagen de "desierto" para eludir la ausencia de vida colectiva en el Interior y la idea de un pas, si bien no vaco,65"colonial y embrionario" en el desarrollo de sus instituciones democrticas:

El misterio geolgico de nuestra pampa sin flora, nuestra selva sin caminos, y sobre todo ello una poblacin escasa, heterognea, advenediza, sin educacin cvica y con sus industrias del suelo tan embrionarias, que casi en toda la extensin del pas faltan caminos para la pequea economa local, con sus ros desbordados, sus puentes rotos, sus ranchos diseminados en el bosque, donde moran, somnolientos, varios millares de improbables ciudadanos.66

Las "zonas neutras", que quedan excluidas de la funcin electoral, se correspondan con la regin denominada antiguamente el "Gran Chaco" (que abarcaba las actuales provincias de Chaco, Formosa, partes lindantes de Salta, Santiago y Santa Fe) y la regin de la Patagonia. La situacin electoral de los territorios nacionales ser un tema recurrente en el pensamiento del nacionalista. Aun en el mismo ao (1922) en que afirma en el segundo prlogo a La restauracin nacionalista que la reforma electoral de 1912 haba transformado la poltica del pas y comenzaba a practicarse la democracia representativa, sigue sosteniendo:

Baste decir que un ciudadano argentino, por el hecho de trasladarse a residir en un territorio nacional, pierde de hecho sus derechos de ciudadana, pues en aquellas "colonias" de la Repblica los argentinos no sufragan siquiera. El rgimen fundado hace medio siglo para esas regiones, ha envejecido rpidamente, y la "metrpoli" parece no advertirlo. Necesitara ser reformado en cuanto concierne a la divisin administrativa, a la descentralizacin comunal, a la preparacin social para la vida "argentina".67

Para Rojas estas zonas estn fatalmente excluidas por la realidad y reconocer este hecho era una forma de incentivar la "civilizacin" en las mismas y de evitar que algn oligarca "de la ciudad vaya al desierto" y vuelva de ellas con millares de votos inconscientes o falsos, neutralizando votos "conscientes y selectos". As, "los ciudadanos de los territorios son argentinos en tierra argentina, que no intervienen en la democracia", y aquellos que "quisieran votar" pero no pudieran asistir al municipio ms cercano para ello, "quedaran en la condicin de los argentinos nacidos en un Estado federal y que residen en La Pampa o Misiones".68 As, el mismo autor que propona un "indianismo nacionalista" —como lo denomina Ingenieros a propsito de Blasn de plata—, y que bucea en los arcanos de la tradicin nacional en busca de un principio espiritual que articule esa masa heterognea del presente cosmopolita en un todo social, proclama sin ambages que:

Los pequeos pueblos sin autonoma no eligen su municipalidad. No nos alarmemos, pues, porque se piense negar a un analfabeto huarpe, quichua o guaran, morador de un rancho solitario, el derecho de elegir diputados y electores de presidente! El municipio es la ciudad, y en ella se forma el ciudadano. Creo que no protestarn de tales iniciativas esas zonas rurales que lo ignoran, sino quienes en la zona urbana, con aquellas trafican.69

Resonancias de la vieja asociacin sarmientina de la ciudad como oasis de civilizacin en el sentido de "civismo", en la cual el municipio constituye el lugar privilegiado de formacin y prctica ciudadana. Aseverar que "el municipio es la ciudad, y en ella se forma el ciudadano", cuando en un mismo gesto excluye determinadas zonas y sus respectivos habitantes de la funcin electoral, es tan taxativo como decir que donde no hay ciudad no hay soberana popular. Mientras en la ciudad hay condiciones de garanta institucional y de opinin pblica y publicidad suficiente para el ejercicio libre del sufragio, en esas zonas el ejercicio del voto es una disposicin determinada por el gobernador, el caudillo o el candidato "oficial". Los ciudadanos son sufragantes "arreados", "resucitados", "inventados", "plagiados", experiencia de la que se ocupa en El pas de la selva (1907), recopilacin de mitos y leyendas de la zona mediterrnea de la vieja Argentina y de la actual, en la cual intenta explicar la emergencia del "caudillismo sudamericano". Este libro junto a La restauracin nacionalista, constituyen un antecedente a su opinin sobre el problema electoral en Argentina; en sntesis: la inmigracin o el ciudadano por venir, y las costumbres y supersticiones de los nativos del Interior, "nuestros electores" —como dice con cierta irona— que confunden al cacique o caudillo con el gobierno nacional.70 No obstante, no deja de reconocer la importancia de la representacin "federal" de las provincias que, "purificadas de sus zonas incapaces", traeran el "elemento de tradicin y disciplina", mientras que la ciudad de Buenos Aires, la capital de la nacin:

Sera el teatro de las ms estimulantes luchas de ideas, en agitadas controversias, en reidas victorias: federalistas, unitarios, socialistas, nacionalistas, proteccionistas, librecambistas, catlicos, liberales: todos agitaran aqu sus credos, y la nacin entera se confortara entonces en la irradiacin de las ideas y los hombres representativos, en vez de orientarse por el seuelo oficial de la lista ahora cannica triunfante o significativamente derrotada.71

La capital72 aparece como el escenario por excelencia de expresin de las minoras que se formaban por fuera de los grupos tradicionales pertenecientes al rgimen oligrquico y, en consonancia, representaba la presencia de la razn pblica, la poblacin, el ferrocarril y el telgrafo. Elementos necesarios para considerar una zona con "capacidad democrtica", ya que Rojas entenda estas seales de progreso y de vida colectiva como indispensables para mitigar tanto el despotismo como la demagogia.73 En el Centenario, esto que llama una "crisis del sufragio universal" encontraba sus causas en el cosmopolitismo, en relacin con una determinada dependencia del exterior en la mentalidad de los proyectos de nacin, y en la oligarqua, obstculo para la realizacin de los ideales democrticos. As, Rojas afirmar en 1911 que hay una "Republica desierta, cosmopolita, pobre a pesar de su esplendor", distancindose del culto al ganado y las mieses, y considera que:

en el parlamento, cuya degeneracin ha venido a ser [...] esa otra cosa inocua y monumental ante la cual vivimos, vacilante hacia arriba por la expansin de otros poderes, vacilante hacia abajo, como un rbol sin raz, por la indiferencia y la venalidad de nuestra soberana.74

Entre el despotismo y la demagogia, lee casi toda la historia poltica argentina, por ello puede considerar que, ms all de las "declaraciones de igualdad", una casta —sacerdotal en la colonia; militar en la emancipacin; burguesa en la organizacin del Estado— ha gobernado siempre, al punto de que "nunca se ha practicado en nuestro pas la democracia".75 A la luz de esta simple, pero no por ello banal, lectura poltica puede interpretarse que a su regreso de Europa insine que

en nuestro pas la antigua lucha entre civilizacin y barbarie no ha terminado; ha cambiado simplemente de escenario y de forma: su teatro es la ciudad, ya no es el campo, y los montoneros ya no emplean el caballo, sino la electricidad: Facundo va en tranva.76

Cul era la diferencia entre Rosas y los Notables de la oligarqua? Por ello habla de una "repblica inorgnica" constituida por "doctores de membrete, diestros a transplantar leyes europeas, y por bandoleros de levita, hbiles en violarlas para continuidad de su poder".77 Descredo del poder de las leyes y del aumento de la cifra de los escrutinios para modificar el estado de cosas, entre la oligarqua y "este pueblo que no ha practicado nunca el sufragio como funcin orgnica", la cuestin electoral se le figuraba como un problema de educacin moral y accin cvica.78

Representacin poltica, ciudadana y elites dirigentes

Como ya se ha dicho, el mal que aqueja al pas en los primeros aos del siglo XX es, para Rojas, la venalidad del voto: "ahora —dice— estamos pasando la crisis del sufragio universal". Pero no cree que la solucin a este mal se resuelva a travs de una ley y aumentando la cifra de los escrutinios, es decir, con mayor participacin. De esta manera, se distancia de las reflexiones tanto del radicalismo como de las discusiones parlamentarias y los proyectos presentados de reforma electoral que, a pesar de sus diferencias, consideraban que "el aspecto esencial que define la crisis poltica de la Argentina del Centenario remite a una suerte de disolucin de la legitimidad que debe ser corregida a travs de la "participacin".79 Rojas no slo plantea una reparticin geogrfica de las funciones electorales, sino la limitacin del ejercicio del voto, la calificacin del mismo en aquellos que sepan "leer y escribir", ya se trate de nacionales o de extranjeros naturalizados. Mientras el aumento de la cifra de participacin en los escrutinios, a juzgar por el pensador nacionalista, pone el acento en la "poblacin", la cuestin de la representacin poltica o quin est capacitado y quin no para ejercer libremente su derecho al sufragio —que ms que un derecho aqu es un deber moral y ejercicio de accin cvica—, pone el acento en quin forma parte del pueblo y quin no. Por ello propone la estricta calificacin del sufragio, fundamentada en la teora del sufragio como funcin social:

Creemos al ciudadano por la ms estricta calificacin. Cmo han de decidir de los destinos pblicos los analfabetos, los incapaces, los inconscientes? Partamos de un grupo de electores selectos, para llegar a la seleccin del elegido. Progrese el pas en cultura y aumentar ese grupo de electores. Sea la ciudadana un privilegio, pero accesible a todos, como el gobierno, por la cultura y la idoneidad. En esta libertad de acceso consiste la repblica; en la conquista y el ejercicio de la propia soberana consiste la democracia. Hemos creado la repblica; la democracia es lo que nos resta por crear.80

Como seala Honorio Daz, la teora del sufragio como una funcin social entusiasm a varios de los constitucionalistas argentinos, desde el catlico Juan Manuel Estrada hasta el liberal reformista Joaqun V. Gonzlez.81 Aqu el sufragio no es una facultad propia del ciudadano, sino una funcin que adjudica el Estado. Conforme a estos criterios, la repblica de iguales pasa a ser el reino de las minoras selectas, llegando a la conclusin de que los atributos exigidos para ser elegido deben ser equiparables a los necesarios para ejercer el voto. Este razonamiento conduce inevitablemente al voto capacitario. Adoptada esta teora, contina afirmando Honorio Daz, quedaba justificada la limitacin de la universalidad del sufragio.82 La idea del voto capacitario o calificado, es decir, del requisito de saber leer y escribir para votar, estaba en relacin directa con las intersecciones entre la escuela y la poltica.83 La educacin es la posibilidad de la repblica; a la inversa, la ignorancia se encontraba en el origen del despotismo. La propuesta de limitar el voto a partir de una concepcin capacitaria de la ciudadana, profundamente ligada con la cuestin de la medida electoral y la representacin poltica, era compartida por otros intelectuales de la poca ajenos al discurso nacionalista. Rodolfo Rivarola, por ejemplo, afirma que "la forma republicana supone la educacin poltica del elector, porque no concibe la soberana de la ignorancia".84 otra opinin similar es la del socialista Juan B. Justo, para quien si bien el problema est relacionado con las costumbres polticas y no con las modalidades geogrficas, reclama que cada ciudadano tenga "por lo menos cierto grado de discernimiento". Y se pregunta: "Cabe hablar de democracia donde muchos de los electores apenas saben que lo son, y la mayor parte de ellos no votan o votan por dinero?"85 En otras palabras, se alude a la pregunta de cmo determinar las categoras pertinentes de la representacin poltica? La necesidad de "purificar el sufragio" est vinculada con una dicotoma que aparece en las reflexiones de todo el siglo XIX acompaada de una cierta crtica a la soberana popular: "la cuestin de la medida electoral". La visin del sufragio como funcin social permita pensar la particularizacin de la lgica representativa al interior de la cultura poltica republicana.86 Esta interrogacin sobre las condiciones de una "buena" representacin se puede inscribir en dos perspectivas. La primera es de tipo aritmtico y reconoce el derecho de cada voz, de tal suerte que la justicia de los nmeros se impone en las operaciones electorales. La segunda es de orden sociolgico e implica la distincin de las "particularidades" sociales ms pertinentes. Respectivamente, una hace referencia a la distincin entre representacin-mandato y representacin-figuracinque, a su vez, reposa en una concepcin diferente de la igualdad electoral. La representacin-mandato no conoce ms que una igualdad cuantitativa, la soberana es mecnicamente repartida entre todos los ciudadanos. La representacin-figuracin se inscribe en una definicin ms cualitativa, reconociendo grupos o minoras en relacin con la pluralidad de sus actividades y determinaciones,87 es ms pluralista y a la vez ms aristocrtica. Esta ltima obedece a una concepcin elitista de la poltica que permitira la eleccin de "los mejores". Aqu est presente la idea de tutela del pueblo, una minora que conduce a la mayora y en condiciones de direccionar a la opinin pblica. Es interesante destacar que para el autor de Eurindia (1924) este segundo tipo de representacin poltica de la cual se beneficiara la nacin en su conjunto era practicable slo en la ciudad de Buenos Aires, donde, de alguna manera, se reunan los "mejores elementos" de la nacin toda: los "votos espontneos y conscientes". Por ello, mientras que para las provincias propone el sistema de lista completa, es decir, de mayora simple, para la capital federal propone el sistema uninominal que permitira la representacin poltica de un amplio abanico de la opinin pblica que, de otra forma (con el sistema de lista completa o incompleta), quedara excluido.

Desde sus artculos en Libre palabra (1904) —recogidos algunos de ellos en Cosmpolis (1908)— confa de manera optimista en una parte minoritaria de la poblacin que convierte la accin eleccionaria en un acto deliberativo que encausa "naturalmente" las prcticas democrticas, aunque slo sea en Buenos Aires, mientras en "catorce estados federales se reincida en la unanimidad cannica y varsoviana de los viejos regmenes".88Para el autor de El profeta de la pampa (1945) estos males eran inherentes a la democracia que, entre las demagogias y los despotismos, presentaba su inestabilidad como gobierno. Y, mientras todos los hombres no fueran suficientemente libres para conducirse a s mismos, preponderando el espritu gregario de las multitudes o la pequea ambicin de uno solo, "solo restar —dice— buscar el perfeccionamiento de las instituciones democrticas".89 Si bien en los tiempos de Cosmpolis haba opuesto resistencias al voto calificado similares a las que haban acompaado la fundamentacin del sistema uninominal en el proyecto de Joaqun V. Gonzlez, en el Centenario la ciudadana se le figura ms como un privilegio. Importa ms que el rgimen legal, la prctica del rgimen —dir—, siendo ms un problema de educacin y accin cvica que de leyes. Por ello, considera que "hay que crear por abajo el ciudadano capaz de hacerse respetar; por encima, el gobernante capaz de respetarlo".90 A estas alturas, combatir el fraude electoral significaba recortar la brecha que separaba la "decisin" de la "eleccin" del sistema representativo. La democracia consiste, para Rojas, "en la conquista y el ejercicio de la propia soberana", por ello no haba que esperar que la oligarqua que est en el poder del Estado nos la diera, sino que "somos nosotros quienes debemos conquistarla". Ese "nosotros" distaba mucho de las prcticas eleccionarias que alimentaban a la maquinaria oligrquica en las provincias del Interior, y tambin era distante de los Notables. La direccin del pas concerna, ahora, a una minora selecta que representaba las "modernas" culturas minoritarias, reacias y distantes tanto de la "oligarqua de leguleyos y politicantes la que ha ejercido el gobierno de nuestro pas, durante el ltimo medio siglo de la era constitucional",91 como de las masas populares incultas o analfabetas. Por ello, Rojas hace un llamado explcito a esos "nuevos elementos espirituales" emergentes en la moderna ciudad cosmopolita: los ingenieros, los mdicos, los burgueses, los profesores, los obreros y los hombres de letras. A todos ellos los invita a "dar concurso de pensamiento cvico" a esa oligarqua "ya declinante", a la que ya no le corresponda la predicacin del ideal patritico como haba anunciado aos antes en Cartas de Europa (1908) y que haba descrito como un clero "desvinculado a los intereses de la nacin"; un ejrcito "que an se subleva"; una casta universitaria "atorada de cdigos y anquilosada de formulismo"; "polticos de chanchullo que viven de la inhibicin popular", y "agiotistas y terratenientes que se ren de nuestro lirismo hambriento, mientras ellos engordan con la grasa del pas".92 Por ello, seala que:

Entre la oligarqua y este pueblo que no ha practicado nunca el sufragio como funcin orgnica, la cuestin electoral, dentro del determinismo de los hechos que he sealado, se me figura ms como un problema de educacin moral y de accin cvica que de simple legislacin. [...] de acuerdo a nuestras condiciones sociales, la reforma poltica deber hacerse, no de afuera para dentro: coaccin, ley, pena, vigilancia; sino de adentro para afuera: desde la conciencia individual y social, a los actos cvicos, en lo cual consisten los problemas de educacin.93

La "crisis del sufragio universal", como gust de decir Rojas, era a su entender ms un problema de prcticas y conductas que de leyes, por eso plantea una solucin que vaya de la conciencia individual y social a los actos cvicos y no a la inversa. Esta idea le sirve para abogar por una clasificacin ms cualitativa que cuantitativa del voto y, en consecuencia, proponer la limitacin del ejercicio del mismo. Claramente la construccin de la nacin hacia el futuro es una construccin moral que parte de la individualidad en la universalidad: del ideal a la accin, de la conciencia individual a la colectiva, del hombre a la nacin y de esta a la civilizacin humana, como escribir en el programa de la Alianza de la Nueva Generacin (1919). Si a pesar de sus metforas orgnicas y la bsqueda de una genealoga de la nacin, para Rojas el civismo es la clave de la nacionalidad, no deja de pensar en las minoras cultas para la construccin de la nacin. La relacin entre civismo y cultura aparece indisociable94 de la conciencia de nacionalidad o ideal colectivo. Aqu es donde comienza a descifrarse la nocin de ciudadana como una "aristocracia moral" de su libro La restauracin nacionalista (1909), en cierta coincidencia con el pensamiento de Ingenieros sobre la nacin y el nacionalismo. En una correspondencia epistolar que data de 1912, desde su autoexilio en Francia, Ingenieros le comentaba a su "querido poeta" que mientras el pas es expresin geogrfica, la patria son ideales comunes y slo "algunos" tienen ideales comunes, mientras el declass, ajeno a la patria, no puede concebirla, y el domstico y siervo slo tienen un pas natal. Ya estaban en elaboracin las ideas de su libro El hombre mediocre (1913), cuando le recuerda al pensador nacionalista que:

Sin patria —escribe Ingenieros— no hay nacionalismo [...] Mientras un pas no es Patria, sus habitantes no constituyen una nacin. El sentimiento colectivo de la nacionalidad slo existe en cuantos sintense acomunados para perseguir un mismo ideal [...] Slo el digno y el libre pueden tener una patria [...] Los pases son Patrias en ciertas horas; no siempre. Durante los interregnos lucran los habitantes y se domestican. En ello estbamos hasta poco antes del Centenario, cuando tu clarinete de la "Restauracin nacionalista" anunci definitivamente un nuevo despertar del nacionalismo, que Gonzales, yo y pocos ms, habamos previsto, en consonancia con una explcita profeca de Sarmiento. La Patria, hoy, somos pocos: t, yo, diez, veinte, cien ms acaso.95

Desde la perspectiva de Jos Ingenieros, "es entre pocos" que cabe "discurrir" sobre el nacionalismo en formacin, entre aquellos que sobreponen la visin ideal de la grandeza comn a la particular. El autor de La simulacin en la lucha por la vida (1904) concibe el "futuro nacionalismo argentino" como una "instauracin latina" frente a la "restauracin indianista" de Rojas, pero esta breve disertacin de "ttulos" no debe opacar que se trata de una conversacin sobre "asuntos de familia que a los dems poco interesan".96 Ms similitudes que diferencias renen en estos tiempos al positivista que piensa la nacin como un crtico de la democracia y al nacionalista que pregona por un nacionalismo laico y democrtico. Es que para Rojas la democracia no es por la ley, sino por la cultura, y esto est asociado con la idea de incapacidad del pueblo para el gobierno directo. Si bien, como aclara en Argentinidad (1916), la soberana del Estado reside esencialmente en el pueblo,97 el problema no deja de ser la incapacidad del pueblo para ejercer por s mismo su soberana. An en manuscritos que datan del ao 1920, luego de la aplicacin de la ley Senz Pea y durante la presidencia de Hiplito Yrigoyen, criticar la democracia contempornea en la cual "los votantes olvidan hasta su nombre". Considera que el acto de votar no es el acto material de tomar un papel y ponerlo en un cajoncito, sino "la deliberacin de conciencia", mientras que el voto venal deslegitima a los gobiernos, reiterando la necesidad del voto calificado:

Si no todos pueden ser elegidos porque para ello se establece una calificacin; no todos pueden ser electores, porque tambin para ello se necesita capacidad. La constitucin impone condiciones de idoneidad para el ejercicio del gobierno, y el sufragio es un principio de gobierno.98

Pasados casi diez aos de su artculo vertido en las pginas de La Nacin, seguir manteniendo su conviccin de que la lista incompleta no es un adecuado sistema electoral porque no permite la representacin de todas las asociaciones polticas, prefiriendo la representacin por cociente o el vetado sistema uninominal de 1904. Sostiene que "el sistema vigente no es de libertad poltica porque obliga al pueblo a optar por dos listas probables".99 En este sentido —contina el poeta— no es una democracia porque se excluye a menores fuerzas de opinin de las funciones deliberativas y se favorece la creacin de mayoras artificiales.

Nacin, nacionalismo y democracia

Emilio Soto seala que en Rojas parece faltar la creencia de que el hombre transforma su medio fsico y moral, quiz por ello no es clara su postura entre el reclamo de libertad o de tutela de los pueblos del Nuevo Mundo.100 No obstante, la relacin entre nacionalismo y civismo es ms compleja y, quiz, tan contradictoria como la afirmacin de independencia y la necesidad de tutela del pueblo en manos de una oligarqua de maestros que "direccione" al pueblo hacia la "verdadera" democracia. As, convencido de que no se puede arrancar en un da la obra lenta del tiempo en las sociedades y que, por ejemplo, la oligarqua colonial sobrevivi como estructura poltica hasta las leyes laicas de 1881-1884, cree que "antes de llegar a la verdadera democracia vamos a pasar por una cuarta oligarqua: la de los 'maestros' [...] 'dhyanes' de un pueblo heterogneo, escptico, ignorante y sensual".101

Rojas, el provinciano que desde la ciudad y con ojos de etnlogo haba vuelto a los pasos de su infancia en El pas de la selva, que desde Europa haba observado la ciudad cosmopolita de Buenos Aires y, finalmente, que en Buenos Aires sinti pulsar en su corazn "entre nostalgias del terruo y anhelos del porvenir",102 encontraba la pervivencia de los viejos sistemas con el nuevo orden. En un pas en el que nunca se ha practicado la democracia porque —afirma— "trae desde su cuna el pecado original de la revolucin y el fraude".103

Cuando escribe el prlogo a la segunda edicin de La restauracin nacionalista en el ao 1922 considera que el ambiente interno de la patria y el del mundo han cambiado lo suficiente como para que muchas de las frases all contenidas hayan perdido actualidad. En lo que se refiera a Argentina, la reforma electoral de 1912 haba transformado la poltica y comenzaba a practicarse la democracia representativa. Sin embargo, esta afirmacin no le impeda sostener en el "post scriptum" que figura en la introduccin de la tercera edicin de su libro Las provincias de 1927, entre otras reformas para la conciencia nacional que aqu es sinnimo del "sentimiento federal", la necesidad de revisar el sistema electoral "hoy vigente en la Repblica, a fin de reestablecer el equilibrio interno de la nacin en las funciones polticas".104 Continuaba el problema de los territorios nacionales en los cuales un ciudadano argentino por el hecho de trasladarse a residir all perda de hecho sus derechos de ciudadana. En muchos sentidos, la centralizacin de Buenos Aires implicaba en la prctica que se siguiera gobernando como en tiempos de la metrpoli. Por otro lado, segua predicando la ausencia de una configuracin poltica representativa de la constelacin plural de las fuerzas sociales surgidas particularmente en el seno de la capital y las ciudades. En 1919, en su "Profesin de fe de la nueva generacin", considera que el ltimo error de los conservadores ha sido la adopcin de la lista incompleta,

salvando lo saludable de dicha reforma, debemos tender a otro rgimen electoral que permita la incorporacin de fuerzas nuevas en el gobierno, tanto ms necesarias cuando entramos en una poca de renovaciones sociales.105

Como en el artculo de La Nacin de 1911, esta representacin-figuracin sigue siendo para Rojas el camino viable al fortalecimiento de las instituciones democrticas, la posibilidad de una coordinacin entre el cuerpo social y el espritu de la nacin, la representacin simblica del "yo colectivo" en una "comunidad de ciudadanos" que obstaculice tanto la demagogia como el despotismo que recuerda las pocas embrionarias de la historia poltica argentina. Yrigoyen, con su "postrera presidencialista personalista",106 a pesar de la promesa de una nueva era democrtica, aparece para el pensamiento nacionalista rojiano como un obstculo ms en la conquista y el ejercicio de la propia soberana popular, fundada en la libertad individual y en una concepcin pluralista de la sociedad. La idea de democracia como independencia para la nacionalidad y la libertad para el individuo,107 sintetiza su pensamiento o doctrina nacionalista, a la vez que pone en evidencia las incongruencias de los principios liberales: la idea de que igualdad de derechos polticos y libertad individual son compatibles.108 En Rojas habra una escisin entre nacionalidad y civismo. Escisin que no piensa como una permanencia, pero s como un estadio hasta llegar a una "verdadera" democracia representativa en la cual nacionalidad y ciudadana sean indisociables tanto para los nativos como para los inmigrantes venidos y por venir, al interior de una dialctica de la integracin que subsuma ese magma social heterogneo y desarraigado en un todo social. No obstante, Rojas no neg el contractualismo fundado en la soberana popular ni entendi el problema de irrupcin de las multitudes en el espacio poltico centrndose en la defeccin de las elites oligrquicas. Si la reforma electoral puede leerse como un apndice o posdata de su "restauracin nacionalista", siendo que aborda la problemtica de la representacin poltica, es porque, en ltima instancia, la construccin de un "yo colectivo" —nacionalidad y conciencia nacional— resulta clave en su pensamiento en una asociacin indisoluble con su idea de ciudadana. No siendo la conciencia nacional, es decir, el "nacionalismo" (a lo Rojas), otra cosa que el desenvolvimiento superior de la conciencia individual, en un sentido cuasi socrtico del trmino.

Fuentes consultadas

Archivos

ACMRR Archivo Casa Museo de Ricardo Rojas/Secretara de Cultura/ Presidencia de la Nacin.        

Hemerografa

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Notas

1 A partir de 1902 se discute en el Honorable Congreso de la Nacin Argentina el proyecto de Ley de Residencia, que haba sido presentado aos atrs por Miguel Can y que fue finalmente sancionado en 1904. El escritor y entonces senador Can, que recientemente haba vuelto de Europa, defina las huelgas como "crmenes que han producido horror en la humanidad entera". Claramente, Miguel Can enuncia la problemtica del extranjero en trminos de amigo-enemigo, proclamndose amigo del trabajador y enemigo de "aquel que viene a inculcarles doctrinas de odio y a ponerle en el corazn el veneno [...] Contra esos [extranjeros] quienes va esa ley, y por eso quiero armar al poder ejecutivo de la manera que estn armados todos los ejecutivos del mundo civilizado: de los poderes necesarios para arrancar de raz y al nacer esa planta, y evitar que venga a infectar nuestro suelo". Diario, "Debate", 1902, p. 666. En ese momento la idea de nacionalizacin se amalgama con la de ciudadana, siendo esta definida en trminos polticos.

2 Acevedo, Nuestros, 1910, pp. 215-216.

3 Devoto, Nacionalismo, 2002.

4 Gramuglio, "Estudio", 2001, p. 12.

5 Rojas, Restauracin, 1909.

6 Bertoni, Patriotas, 2001, p. 165.

7 Senz, "Programa", 1947, pp. 142-174.

8 Ibid., p. 157.

9 Ibid., pp. 142-174.

10 Bertoni, "Naturalizacin", 1992.

11 Senz, "Programa", 1947, pp. 175-187.

12 Alonso, "Reflexiones", 2006, p. 200.

13 La diferenciacin entre el debate del mbito de poder y la sociedad civil la tomamos de Ansaldi, "Crear", 1999.

14 Roldn, "Revista", 2006.

15 Archivo Casa Museo de Ricardo Rojas/Secretara de Cultura/Presidencia de la Nacin (en adelante ACMRR), Correspondencia, Rodolfo Rivarola, 1916-1940, 13 de septiembre de 1911.

16 Creados por la Ley de Territorios en 1884, los territorios nacionales abarcaban las zonas de las actuales provincias de Chaco, Formosa, Misiones, La Pampa, Neuqun, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Los territorios nacionales introducan de manera central la persistencia de grandes espacios con habitantes portadores de derechos polticos restringidos que Martha Ruffini ha definido como un "republicanismo tutelado" por parte de las elites polticas, y que expresa un alto "centralismo" del Estado ante las naciones indgenas y las pretensiones de poder de las provincias sobre esos territorios. Ruffini, "Consolidacin", 2007, pp. 82-94.

17 Ansaldi, "Crear", 1999, p. 26.

18 Se hace referencia a este tema en algunos artculos de la Ley Senz Pea: art. 25, "La poblacin rural que contenga ms de doscientos ciudadanos empadronados, constituye un colegio electoral"; y art. 26, "si hay un grupo mayor a ciento cincuenta dispersos en aldeas tambin pueden constituirse en una mesa electoral, y si el grupo es menor se incorporar al colegio ms prximo", Daz, Ley, 1983.

19 Ansaldi, "Crear", 1999; Altamirano y Sarlo, "Argentina", 1983; Rock, "Intellectual", 1987, y "Argentina", 1993.

20 Devoto encuentra la superposicin de una matriz tradicionalista "de la cual su definicin de nacionalismo es tributaria", y otra de tradicin laico-democrtica que entronca con su modelo poltico y pedaggico. Devoto,Nacionalismo, 2002.

21 Lvovich distingue claramente dos tradiciones polticas en el nacionalismo del Centenario: una de matriz laica y democrtica, representada por Ricardo Rojas; y otra de carcter hispanista, catlica y antiliberal cuya figura ms incipiente es Manuel Glvez. LvovichNacionalismo, 2003.

22 Ramaglia habla de una "dialctica de integracin" en Rojas que fuertemente contrapone a una "dialctica de exclusin" sintetizada en la frmula dicotmica "civilizacin y barbarie" de Sarmiento. Ramaglia, "Formacin", 1998.

23 Masotta, "Ricardo", 1958.

24 Zuleta, Nacionalismo, 1975.

25 Altamirano y Sarlo, "Argentina", 1983, p. 191.

26 Rojas, Restauracin, 1909, p. 360.

27 ZimmermannLiberales, 1995.

28 Botana, Orden, 1986, p. 264.

29 Ibid, p. 278.

30 La hiptesis de Botana es que este sistema de lista incompleta y obligatoriedad es tomado de la reforma de Antonio Maura en la Espaa de 1907 (regeneracionismo espaol): "El mal, dirn estos conservadores de uno y otro lado del Atlntico, no est en la sociedad sino en la poltica: removamos los factores que impiden una reaccin espontnea en nuestro pueblo, manipulado por el caudillismo oligrquico [...] El cambio es obra de la voluntad del legislador, que barre con la falsedad electoral opresora del cuerpo sano de la sociedad, ms que resultado de la accin de fuerzas sociales en trance de incorporarse —o rechazar— al sistema de poder vigente." Ibid., p. 282.

31 MagascoLa Nacin, 17 de agosto de 1911, p. 9.

32 Bertoni, Patriotas, 2001.

33 Villavicencio, Contornos, 2003.

34 CanivezQu est-ce que, 2004, p. 18.

35 Botana, Libertad, 1991, p. 210.

36 Ibid., p. 211.

37 ACMRR, Correspondencia, Carlos Octavio Bunge, 1907-1911, 12 de septiembre de 1911.

38 Rojas, Restauracin, 1909, p. 351.

39 Rojas, Cartas, 1908, p. 18.

40 La hiptesis de la autora es que en Rojas la enseanza de la historia nacional se revela como el ncleo central para la formacin de la nacionalidad. SvampaDilema, 1994, pp. 89-102.

41 Rojas, Restauracin, 1909, p. 84.

42 Rojas, Cartas, 1908, pp. 27 y 28.

43 El politlogo francs Gil Delannoi ha expresado con lcida perplejidad la ambivalencia del significado de la "nacin" y de ese "plus" en el que inscribe a la nacionalidad. La "nacin", afirma Delannoi, se mueve dentro de categoras opuestas: es un ente terico y esttico, orgnico y artificial, individual y colectivo, universal y particular, independiente y dependiente, ideolgico y apoltico, trascendente y funcional, tnico y cvico, continuo y discontinuo. Delannoi, "Teora", 1993, pp. 10-17.

44 Como seala Anthony Smith, en pases de inmigracin como Argentina, Nueva Zelanda, Australia, Estados unidos y Canad la identidad cultural constituye una verdadera innovacin porque carecen de una identidad homognea preexistente. Se trata, segn el autor, de nacionalismos sin naciones o nacionalismos territoriales:"No poseen otras fronteras, ninguna barrera cultural, slo lmites geogrficos-polticos. En esos casos, la tarea del nacionalista es trazar la 'nacin' imaginada a partir de la armazn del esqueleto del Estado territorial." Smith, Teoras, 1976, p. 301.

45 Rojas, Restauracin, 1909, p. 42.

46 Rojas, Guerra, 1924.

47 Gonzlez, Civilit, 1999.

48 Canal, Teora, 1951, p. 83.

49 Rojas, Pas, 2001.

50 Rojas, Restauracin, 1909, p. 366.

51 Funes, "Nacin", 1994, p. 158.

52 Rojas, Restauracin, 1909, p. 359.

53 Rojas, La Nacin, 10 de septiembre de 1911, p. 9.

54 Ansaldi, "Crear", 1999, p. 2.

55 ACMRR, Correspondencia, Carlos Octavio Bunge, 1907-1911, 12 de septiembre de 1911.

56 "Ninguna funcin social debe ser reglamentada sin tener en vista las condiciones sociales topogrficas donde dicha funcin ha de realizarse. El suelo es la base fsica de la estructura poltica, y est con relacin a la conciencia colectiva y el Estado, como el cuerpo del hombre con relacin a la actividad nerviosa y al alma. El territorio ejerce una influencia tanto ms poderosa sobre el pueblo que lo habita, cuanto menos evolucionado se halla ese pueblo. Su evolucin est en razn directa de su densidad demogrfica, de su cohesin espiritual, de sus industrias y educacin. Cuando tales elementos crecen, la primitiva violencia de la naturaleza, manifestada en las fuerzas telricas, disminuye tambin [...] He ah las condiciones geogrficas de que nosotros, los argentinos, hemos prescindido casi siempre en nuestras leyes." Rojas, La Nacin, 10 de septiembre de 1911, p. 9.

57 Rojas, La Nacin, 13 de marzo de 1906.

58 CanivezQu est- ce que, 2004, pp. 11-12.

59 Ibid., p. 20.

60 "Puede realizarse en igualdad de condiciones 'reales' una eleccin practicada en la capital federal, a las barbas del presidente de la repblica, con jueces federales que aguardan en su despacho la denuncia del fraude o la venalidad, con la polica que hace respetar al sufragante, con comicios en la vecindad del ciudadano, con tranvas a la puerta, calzadas de asfalto y comits que trasladan a los adictos en automviles, con profusos carteles que informan sobre los candidatos y sus mritos, con teatros y plazas donde oradores y conferencistas educan a los ciudadanos, con abogados y fiscales que los defienden, con padrones purificados por la discusin pblica, por la justicia y por la prensa [...] con todo lo que constituye, en fin, la opinin pblica en una poblacin densa y una gran ciudad del mundo; y otra eleccin practicada en las riberas del Salado, en cualquier aldeorro de la selva, desde Inga hasta Copo, a las barbas de un comisario rural, con la hostilidad de un juez de paz politiquero, con un polica que compela machete en mano al elector, con urnas a leguas que es menester andar a caballo, vadeando esteros y soportando los rudos soles de marzo en el norte; sin calles, sin carteles, sin orientacin, sin luces, sin prensa, sin contralor, sin justicia, con pretorianos misteriosos que se dicen venidos de la ciudad, o del pueblo prximo, y que se traen la orden de voto y hasta las boletas repartidas del despacho ministerial al jefe poltico —en tal aislamiento y desamparo, en fin, que la eleccin suele muchas veces no practicarse." Rojas, La Nacin, 10 de septiembre de 1911.

61 Ibid.

62 Rivarola, La Nacin, 16 de agosto de 1911, p. 8.

63 Alfredo Palacios, La Nacin, 22 de agosto de 1911. Si bien, como seala Botana, "el sufragio uninominal por circunscripciones era una tpica herencia del rgimen censitaire", ya que la idea de un territorio "as acotado era un espacio frtil para la expresin poltica del notable lugar". Botana, Orden, 1986, p. 256. La prctica haba demostrado que este sistema era permeable a la expresin de las minoras que se formaban por fuera de los grupos tradicionales pertenecientes al rgimen oligrquico.

64 Dir Rojas, oponindose a un proyecto de "centralizacin" nacional de la educacin y, por ende, a favor de la autonoma provincial en la educacin: "Lo nico que ha fracasado de todo el sistema es el artculo 105, que dice: 'Las provincias se dan sus instituciones locales y se rigen por ellas. Eligen sus gobernadores, sus legislaturas y dems funcionarios de provincia, sin intervencin del gobierno nacional.' Pero hay en esto una confusin de trminos; no es la soberana federal la que no cumple sus funciones, sino la soberana popular. Ese pueblo, insuficiente para elegir sus autoridades locales, lo es tambin para elegir sus autoridades nacionales." Rojas, Provincias, 1927, pp. 294-295.

65 Si en Sarmiento la metfora de "desierto", vaco, le sirve para desdear de los saberes populares de la vieja Argentina como obstculo a la organizacin poltica y el desarrollo econmico, y, en un mismo gesto, le sirve para la legitimacin de la guerra contra la "barbarie", Rojas bucea en estos mismos saberes para encontrar una "unidad espiritual". En este sentido, la idea de "vaco" es resemantizada, o, mejor dicho, apunta a la ausencia de vida colectiva y lazo social. Dicho de otro modo, el desierto y la idea de vaco en el pensamiento rojiano se reduce, como problema, a la cuestin de civismo, pero, contrariamente, es constitutiva de la nacionalidad y la cultura nacional.

66 Rojas, La Nacin, 11 de septiembre de 1911, p. 9.

67 Rojas, Provincias, 1927, pp. 277-278. Este texto apareci en la primera edicin de La historia de la literatura argentina como parte preliminar de "Los modernos" y lo anticip en La Nacin (de abril a agosto) en 1922 bajo el ttulo "Las provincias: su carcter y significacin en la cultura argentina".

68 Rojas, La Nacin, 11 de septiembre de 1911, p. 9.

69 Ibid., p. 9.

70 Rojas, Pas, 2001, pp. 123 y 124.

71 Rojas, La Nacin, 11 de septiembre de 1911, p. 9.

72 Se ha sostenido que recin en Eurindia (1924) Rojas le concede a Buenos Aires un papel protagnico en la sntesis esttica y que esta perspectiva "integracionista" del cosmopolitismo de la ciudad representa un cambio o "evolucin" en su pensamiento. Esta lectura est asociada a la supuesta representatividad hegemnica que el nacionalista concede a las provincias como "poder de resistencia raigal" ante la arremetida de una masa heterognea y desarraigada, la inmigracin. No obstante, Buenos Aires siempre fue para el pensamiento rojiano la expresin de la condicin de posibilidad del encuentro entre la campaa —remembranza de los tumultos de la montonera, germen de caudillos, cpula fecunda entre el conquistador espaol y el indgena de cuyo seno sali el gaucho melanclico o aventurero del alma nativa— y la inmigracin con su sangre nueva y su civilidad: "La metrpoli se ha 'nacionalizado' y se ha 'europeizado' simultneamente, aun cuando, a primera vista, parezca un trmino excluyente del otro." Rojas, Cartas, 1908, p. 3. Esta dialctica, para Rojas, la va determinando la direccin de sus negocios pblicos.

73 Rojas, Discursos, 1924, p. 28.

74 Ibid., pp. 23-33.

75 Rojas, La Nacin, 10 de septiembre de 1911, p. 9.

76 Rojas, Discursos, 1924, p. 293.

77 Rojas, La Nacin, 10 y 11 de septiembre de 1911, p. 9.

78 Ibid.

79 Roldn, Crear, 2006, p. 23.

80 Rojas, La Nacin, 11 de septiembre de 1911, p. 9.

81 Daz, Ley, 1983, p. 109.

82 Ibid., p. 112.

83 Se suele pensar que el programa de "educacin nacionalista" sugerido desde el Consejo Nacional de Educacin, en manos de Jos Mara Ramos Meja, est en sintona con el ofrecido por Rojas. Desde esta perspectiva, la vinculacin con lo poltico carece de sentido porque la asimilacin del inmigrante, ms que responder a la inculcacin del sentimiento de pertenencia a una sociedad o a sus instituciones, pasaba por la inculcacin a ciertos aspectos del pasado y su tradicin, a diferencia de Sarmiento, Joaqun V. Gonzlez o el propio Justo que relacionaban la educacin con el otorgamiento de condiciones que permitieran a los extranjeros participar del sistema electoral. No obstante, la idea rojiana de pensar la escuela como "el hogar de la ciudadana", vincula directamente la idea del inmigrante con el ciudadano. El programa que propone no es solamente el estudio de la historia (pasado y tradicin) y el idioma, sino tambin la educacin cvica. Adems, en ningn momento se opone a la participacin del extranjero en el sistema electoral, como se ha visto, los requisitos del elector no se distancian demasiado de los de Justo.

84 Rivarola, La Nacin, 16 de agosto de 1911, p. 9.

85 Justo, La Nacin, 26 de agosto de 1911, p. 9.

86 RosanvallonPeuple, 1998, p. 163.

87 Ibid., pp. 179 y 180.

88 Rojas, Cartas, 1908, p. 138.

89 Ibid., p. 142.

90 Rojas, La Nacin, 11 de septiembre de 1911, p. 9.

91 Ibid.

92 Rojas, Cosmpolis, 1908, p. 67.

93 Rojas, La Nacin, 11 de septiembre de 1911, p. 9.

94 Aos ms tarde dir en Eurindia: "Concibo [...] a la nacionalidad como un fenmeno de sntesis psicolgica: un yo metafsico que se hace carne en un pueblo y que halla su lenguaje en los smbolos de la cultura." Para agregar que "No adquirir conciencia de la nacionalidad, es permanecer en los planos de la simple vida zoolgica; [...] adquirirla es progresar hacia la ms alta espiritualidad de la especie [...] La cultura es la coronacin de una patria." Rojas, Eurindia, 1980, pp. 68-69.

95 ACMRR, Correspondencia, Jos Ingenieros, 1912-1916, 30 de octubre de 1912, Francia.

96 Discurren sobre la interpretacin del pensamiento "vivo" de Sarmiento, Ingenieros llegara a la conclusin de que el "indianismo" rojiano terminara representando a las oligarquas tanto porteas como provinciales que usufructan del poltico y del funcionarismo. El "europeismo", por su parte, representa las fuerzas ms vitales de la nacionalidad en formacin. Esta crtica a propsito de Blasn de plata es similar a la realizada por Roberto Giusti para La restauracin nacionalista. Nacionalismo no es pasado, sino futuro. Esta idea, sin embargo, estaba presente en Rojas que tena serias dificultades para diferenciarse de los nacionalismos de Glvez y Lugones. El primero claramente defensor de la vieja oligarqua criolla en El Diario de Gabriel Quiroga, y el segundo apoyando la candidatura oficialista de Quintana en 1904. Dos aos mss tarde, Ingenieros har un "mea culpa" por estas interpretaciones, llegando a la conclusin de la feliz coincidencia de sus nacionalismos: "Es posible que yo haya exagerado un poco tus ideas, para poner de relieve el germen de error que cre advertir en ellas: mea culpa!, pero concdeme la posibilidad de que tu libro sugiriese realmente esa interpretacin que, no lo dudo ahora, excedi a tu pensamiento! [...] Pronto estar de regreso, ms ardiente de fe para la cruzada cultural que dar alma propia a nuestro pas, transformndola en patria. T seras el profeta, con slo no infectarte de politiquera." ACMRR, Correspondencia, Jos Ingenieros, 30 de marzo de 1914, Francia.

97 Rojas, Argentinidad, 1916, p. 309.

98 ACMRR, Manuscritos, Ricardo Rojas, mimeo, s. f., p. 22.

99 Rojas, Guerra, 1924, p. 29.

100 Soto, "Ricardo", 1958.

101 Rojas, La Nacin, 11 de septiembre de 1911, p. 9.

102 ACMRR, Manuscritos, Ricardo Rojas, mimeo, s. f., p. 1.

103 Rojas, La Nacin, 11 de septiembre de 1911, p. 9.

104 Rojas, Provincias, 1927, p. 11.

105 Rojas, Guerra, 1924, p. 270.

106 Ibid. p. 268.

107 Rojas, Argentinidad, 1916, p. 412.

108 En el mencionado artculo de La Nacin, Rojas reconoce que sus "proposiciones erosionan un tanto la vieja triloga mgica de libertad, igualdad y fraternidad". Pero dice que la igualdad slo puede realizarse por la fraternidad y que la libertad slo puede existir dentro del orden, es decir, interpretamos, como libertad negativa, en la idea de justicia. La libertad y la igualdad verdaderas son posibles en otro rgimen, en la redencin de la humanidad toda.

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